Dreida, observando la interacción entre ambos, no pudo evitar intervenir. Con la cuchara aún jugueteando entre sus dedos, levantó la mirada hacia Allen y habló con una mezcla de curiosidad y genuino interés:
–Usted debe ser el padre de Aidan, ¿no es así? –preguntó, su voz revestida de amabilidad–. Se ve que tienen una bonita relación entre ustedes dos. Es una lástima que se tenga que ir, pero... espero verlos a ambos muy pronto. –Su tono, aunque melancólico, estaba impregnado de una nota cálida mientras dirigía sus ojos hacia Allen, observándolo con detenimiento–. Sé que de una u otra forma nos volveremos a ver, sobre todo a su hijo. Me encantaría seguir conversando con él.
La tensión en el ambiente se hizo palpable durante un instante. Aidan, incapaz de ocultar la mezcla de nervios y
