Adrik se negaba a mostrarse vulnerable. Bajó la mirada, ensimismado por un instante. Seguía sin creerse que aquella presencia que siempre evitaba fuera ahora la única dispuesta a quedarse. Respiró hondo, reuniendo valor para alzar los ojos. Mostró una sonrisa carente de humor antes de hablar: —¡Puta comedia de mierda! Te aferraste a ella… y ella te soltó. Hasta ahora comprendo qué sentiste de verdad. Entiendo por qué la buscabas, por qué perdiste la cabeza. Pero de todo este drama sangriento y ese amor maldito… sí que es una jodida broma que seas tú quien esté aquí… ¿Vienes a burlarte de mí? Su padre guardó silencio unos segundos. Lo contempló antes de responder: —Los hijos de puta como nosotros encontramos un respiro donde nadie más lo haría. A veces, entre la demencia y la oscuridad,

