Ingresó a la espaciosa entrada, contemplando el vasto jardín moderno, ahora con un estilo minimalista, salpicado de esculturas que adornaban la parte frontal de la mansión. Aquella gigantesca edificación, más semejante a un castillo o fortaleza que a una residencia, parecía observarlo desde su imponente estructura. Caminó lentamente, cruzando el ancho portón, y todo se le presentó como una escena distante de su infancia. El temor de ser acechado, aquel miedo latente que siempre había permanecido en su interior, volvió a despertar. Todo aquello que había estado dormido lentamente se alzaba, revolviéndose en su pecho, trayendo consigo la sensación de soledad y vacío. De pronto, se sintió ajeno a todo, a todos, pero, irónicamente, aún vivo, atrapado en un mundo mezquino y envuelto en sombras.

