POV : DARA.
Estába un poco cansada había trabajo pendiente y el departamento de ilustración últimamente estába hecho un desastre, no me están entregando los trabajos a tiempo y quizás deba cambiar de diseñador.
Mientras busco una solución me reúno con el grupo de editores, pero cuándo voy en plena reunión observo a través del cristal a nada más y nada menos qué a mí esposito Astaroth Lennox.
Mi primer pensamiento fue qué alguien murió, pero cuándo caigo en cuenta de que es así, me pregunté cómo demonios llegó este innombrable hasta aquí.
Es decir, se supone qué no tenía conocimiento de mis actividades.
Mis alarmas se encienden debo cuidarme muy bien, no me gustaría que éste hombre de alguna manera se enterara de mis actividades en Inccubus, por lo menos no antes de divorciarme.
Con lo avaricioso qué es, podría ser capaz de dejarme en la calle por uno de sus chantajes.
Le escribo un texto a Marcus para qué pase a buscarme y aprovecho de contarle mi preocupación en cuánto a la visita de Astaroth, debemos cubrirnos muy bien de cualquier riesgo.
Ellos no se agradan, claro Marcus siempre ha estado al tanto de todos los movimientos de mi maridito y conoce su historial con todas sus amantes en turno.
Para los demás Marcus es un simple chófer, pero en realidad el es mi guardaespaldas, se encarga de protegerme tanto fuera cómo dentro del club, dónde es conocido bajo el seudónimo de: Sagitario.
Es uno de los mejores sumisos que he tenido, con el comencé a experimentar mi sexualidad desde muy jovenes, pero ambos tenemos muy en claro las reglas.
No hay amor de por medio, sólo deseo y cuándo entramos a nuestro rol todo queda en esas cuatro paredes, no niego que me prende en ciertas ocasiones cómo ahora, ya qué su físico es excelente..
Es un hombre muy varonil y atractivo su cabello es color ébano y sus ojos tan oscuros como la noche haciendo un perfecto contraste con su piel blanca adornada con unas hermosas pecas, a pesar de que es enorme y músculoso su carita de niño bueno, despierta en mí el deseo de torturarlo sólo para escuchar sus gemidos.
Estoy cambiando mi ropa cuando observo su reflejo a través del espejo, su mirada recorre todo mi cuerpo con total parsimonia.
El se da cuenta de que lo he pillado y baja la mirada al suelo, sigo mirándolo fijamente sin decir nada, para observar como su cuerpo reacciona conmigo y..
¡Bingo!
Su respiración comienza agitarse..
— Arrodillate.—
—Le digo con voz de mando, colocándome frente a el.
—Ama.
—Es lo único que puede decir y lo dice casi como un susurro mientras muerde sus labios..
Se arrodilla y su rostro queda frente a mí abdomen, levanté una de mis piernas para colocarla sobre una silla qué estaba en frente.
Mi coño quedó expuesto delante de su rostro y gimió con ansias.
—Cometela toda..
— Digo mirándolo fijamente con deseo, el se desesperó al escuchar mi órden y enterró su rostro en mis pliegues húmedos, apretando fuerte mi trasero con esas masculinas manos que tiene y me haló con fuerza hacía el.
—¡No me toques!
—Le hablé con rudeza.
— Coloca tus manos detrás en la espalda, tienes prohibido tocarme.
Hasta que yo lo diga.
— Le ordené. —
—Si Ama.
El obedeció mi orden, entonces comenzó a utilizar su lengua, me encantaba controlarlo hacerlo sufrir, sabía que no poder tocarme era lo más difícil para él, conocía su cuerpo, sus limitaciones, cada zona erógena y cada punto débil en él... nadie más que yo sabía dónde tocarlo para hacerlo estallar.
Sentía mis pliegues muy resbaladizos, el placer me invadía y mis gemidos estaban saliendo sin control a causa de su lengua y la succión que ejerció su boca en mi clítoris.
Tomé un puñado de su cabello y guíe su cabeza para que se enterrara un poco más profundo, tal y cómo quería sentirlo dentro de mi, sentía el calor del orgasmo formarse en mi vientre..
—Tienes permiso para tocarme.
—Le dije casi a punto de correrme, el introdujo dos de sus enormes dedos dentro de mí coño y comenzó a penetrarme de forma lenta con ellos..
Su invasión se sentía divina a medida que aumentaba el ritmo mi pulso se aceleraba.
—¿Puedo tocarme ama?
— Preguntó y me volvió loca su sumision.
La voz de Marcus por lo general era ronca y enorme como lo es él, pero cuando se sometía hacía mí, está bajaba un tono, era suave, paciente y tierna cómo una caricia.
— Si, si puedes.
— yo estaba muy excitada y no quería alargar más éste momento, el me estaba devorando como nunca.
—Vi como sacó su enorme polla del pantalón y la frotaba con una de sus manos mientras que con la otra me daba placer a mi una y otra vez.
—Sabes lo que quiero. Pídelo si..
—Le ordené con voz de mando.
—Por favor, Ama. ¿puedo acabar?.
Di un fuerte jadeo porque exactamente eso era lo que quería escuchar..
—Hazlo...
— Ordené y soltó un gruñido cómo si fuese un animal haciendo que todo mi cuerpo vibrará por la anticipación.
Terminó esparciendo sus fluidos por todo a su alrededor, al ver su reacción yo terminé explotando junto a él y en su boca, en un orgasmo que hizo que mis piernas se tambalearan, bebió cada gota de mis líquidos como si de un elixir se tratara y me hizo sentir satisfecha.
Su lengua raspaba el interior de mi coño con un hambre increíble, luego de unos segundos suspiré y me di la vuelta, debía separarme para tomar una ducha pero antes de cerrar la puerta me giré hacia él, que ya estaba por irse.
—¡Marcus!
—si, dime, Dara.
—Podrías ir alimentar a mis serpientes.
—El sonrió de medio lado, sus ojos se hacían más pequeños en un gesto bastante masculino.
—Claro que si, ya me ocupare de eso, también enviaré a alguien para limpiar.
—¡Gracias!
[...]
El viernes me concentré en planificar las actividades de Inccubus últimamente habíamos crecido, estábamos recibiendo nuevos miembros, la noche de Luxuria era muy esperada y estába atrayendo más personas, todos querían estar con Perséfone a mí me emocionaba ser el centro de atención y más cuándo eran mis reglas las que se cumplían, tener el control me hacía sentir viva era una sensación indescriptible.
Pero lo que más me atraía era observarlo todo, me sentaba en mi trono y disfrutaba de la vista era un tipo de placer diferente, ver qué las personas no se contenían a sus deseos me fascinaba y la mayoría de las exhibiciones eran así, gente libre qué le gustaba experimentar para mí era todo un arte.
***************
El día de reunirnos con nuestra familia llegó, la mayoría de las veces me voy con Marcus porqué el idiota de Astaroth no monta feas en su auto.
Por eso se imaginarán mi sorpresa cuándo el insensible de mi «esposo» llegó a la cocina para pedirme que nos fuésemos juntos.
Es obvio que al principio me negué, aúnque después terminó por convencerme con el chantaje de contarle a mi padre sobre mi trabajo.
"Lo dije desde un principio Astaroth es un desgraciado"
Yo amo a papá pero mi abuelo y el padre de mi abuelo, eran unos cabrones.
Ellos habían sido criados bajo un régimen muy machista y lamentablemente en nuestra familia las mujeres no tenemos voz ni voto. Éramos una pequeña flor que adornaban el árbol genealógico de la familia y solo servíamos para reproducirnos y criar a los hijo.
Tenemos muchísimo dinero pero en realidad las mujeres para ellos somos una especie de adorno, algo así cómo un florero que pueden mover y quitar a su antojo.
Y eso es algo que todas han aceptado dócilmente...
Todas menos yo. Me niego a ese maldito destino y sé que algún día conseguiré esa libertar que tanto anhelamos las Harper...
Pero por ahora, me aguanto el chantaje de mi maridito y pues aquí voy a su lado, odiando respirar el mismo aire que él respira.
—Debo decir, que me sorprendió que debajo de esos harapos tuvieras algo parecido a una figura patito, llegué a pensar que eras algo regordeta.
—Rodé mis ojos...
En serio lo voy a matar, si.. no aguanto más..
—¿Y tu piensas Astaroth? Me alegra que por fin estés dándole uso a ese cerebro tuyo.
— Se ríe apenas me escucha...
Imbecil..!
—No te enojes patito sólo te estoy dando un cumplido.
— Comencé a reír por su comentario.
«Éste de verdad tiene que ser idiota.»
— Eso es todo menos un cumplido.
— Digo entre risas, luego fruncí mi ceño porque veo que se me quedó mirando con una expresión que no se identificar.
—¿Que te pasa? ¿Por que te quedas así?.
—Deja salir un pequeño carraspeo.
—N-no, no pasa nada, no seas absurda solo recordé algo que deje pendiente en la oficina.
Siguió mirando al frente y yo lo ignoré a partir de ese momento..
«Algo me dice que éste día será largo»