Capítulo 07

1102 Words
"Déjame Crecer a mi paso" Engel. El molesto sonido que realizaba Susan al chocar el piso de manera insistente con su tacón me en crispaba los vellos del cuerpo. — ¿Puedes dejar de hacer eso? — me dio una mirada reprobatoria y le di una sonrisa falsa. — Por favor, madre. — ¿Por qué nos traes aquí? Nos encontrábamos en mi habitación luego de que Isa sacara a Dulce de la casa por los brazos argumentando que debe comportarse como una persona normal y que, me había gritado antes que al menos tuviera un poco de vergüenza. — Amigo, acabo de dejar ir a la mujer con la que llevo años llenando nuestra relación de errores y discusiones. Cuando al fin lo estamos intentando por novena vez, me encierras aquí. — alzo mi mano para que hagan silencio porque enserio, necesito ordenas mis pensamientos antes de hablar. — Susan, te agradezco que me criaras cuando perdí a mis verdaderos padres. — Veo como Jared se incorpora y une sus cejas en forma de preocupación, solo cuando menciono a Greg y Rebecca él sabe que algo viene y no es bueno. — Me siento orgulloso de ti, porque supiste como sacarnos adelante a pesar de todo, basta con decir que le mentiste a tus padres alegando que yo era tu hijo y me habías tenido a temprana edad también a Siul por un tiempo. Cuando le dijiste que era tú hermano producto de infidelidad del abuelo y que necesitaba comida, hogar, donde dormir... — mi voz va perdiendo fuerza y se vuelve duro poder hablar. El recuerdo de una pequeña Susan sacando a un pequeño yo, detrás de un basurero luego de arrojar lo que quedaba de su almuerzo escolar llega a mí y me hace sollozar. — De verdad eres una buena madre, la mejor. — le doy una cálida sonrisa y suelta un sollozo, a pesar de su temperamento el cual es un asco ella resulta ser lo mejor que me ha pasado en la vida. Quedo en total silencio porque acabo de abrir la caja de pandora en mi cabeza, esa que tenía guardado buenos y malos recuerdos de mi pasado, como el día en que mi padre y madre salieron en busca de un estúpido muñeco por el cual hice berrinche durante horas. Lo recuerdo más cristalino que el agua porque, por mi culpa ellos se volcaron en el auto. Yo fui quien los llevo a salir de madrugada en busca de lo que había visto en la televisión y por lo que no paraba de lloriquear como todo niño malcriado, esa mañana no regresaron. Me dejaron en una silla sentado viendo un canal infantil porque no deseaban que me pasara nada, en caso de que alguien tratase de robarlos cuando fueran al cajero a sacar dinero no tenia hermanos con quien quedarme ni mucho menos una niñera, solo éramos ellos y yo. Era estúpido en realidad dejar a un niño de corta edad solo pero yo tampoco ponía mucho de mi parte en esos momentos, cuando desperté de la pequeña siesta que eche cansado de gritar y patalear solo pude ver el rostro de mi abuela lleno de lágrimas frente a mí. Desde ese momento mi vida acabo, mi abuela tenía cáncer y su esposo Henry había muerto años atrás por culpa del tabaco, sus pulmones se volvieron una mierda y no contento con ello decidió llevarse a Dalia mi abuela quien siempre estaba a su lado cuando encendía esas malditas cosas. No tenía más familia, ni tíos ni mucho menos primos por culpa de la enfermedad que mi abuela cargaba con ella de su genética, sabía que ella lo había intentado muchas veces joven y solo pudo traer al mundo a mi padre su único destello de luz en la oscuridad. La familia de mi madre la abandono una vez que ella escapo de casa para casarse con su primer amor y quien la embarazo de su hijo, en pocas palabras desde siempre he sido un mal presagio. Con los meses Dalia falleció y me escape por una de mis rabietas de casa de su amiga Sharon quien prometió tenerme hasta que dejara de respirar. La mujer tenía como ochenta años y le costaba respirar, mucho menos me daría lo que yo quisiera cuando yo quisiera con el poco dinero que ganaba vendiendo caramelos. Hambriento y sediento termine en mitad de la calle buscando comida, las personas al verme solo, perdido y sucio llamaron a recursos humanos; yo sabía que eso no era bueno así que me oculte en donde mejor creí hasta que la bolsa de Susan me dio en la cabeza y me escucho gruñir. — ¿Cariño? — alzo la mirada pero ya ella me tiene preso de sus brazos, sus malditos abrazos son más dolorosos que recordar el pasado. Prometida a temprana edad con un adolescente que no conocía y que se llevaría la inocencia de una niña, ella fue capaz de sacarme del basurero con una sonrisa llevarme a su casa a escondidas y bañarme, darme de comer y ocultarme en su habitación. Cuando sus padres notaron extraño que ella llevara comida demás a su sitio de descanso entraron por la fuerza enterándose de mi presencia, se llevo los peores insultos cuando mintió la ofendieron y burlaron, terminaron mandándola con quien no deseaba estar; Siul quien resulto ser un adolescente despreocupado y buen padre adoptivo. Teniendo el dinero necesario y los contactos, movió a todo el que pudo para hacer trampas legales y darme su apellido. Ya al cumplir ambos sus dieciocho todo se volvió basura para los jueces, ya que, no podían hacer nada. — Amigo, estas llorando — limpio de sopetón las lágrimas que sin permiso alguno salieron de mí y dejo que Susan me impregne de su aroma a canela. Jared fue mi único amigo desde que llegue a casa de Siul, el era hijo de una de sus tantas trabajadoras de servicio y siempre correteaba por la casa. Cuando su madre falleció a causa de edad no quedo a la deriva como yo, mi madre lo consideraba un hijo también y lo dejo quedarse. Mi padre jamás le llevaría la contraria, el jamás estaba en casa por trabajo y al discutir con mi madre sabe que ella siempre va a usar su edad, encantos y argumentos para colocarlo en su lugar. — No soy normal, ya no mamá — ambos me observan fijos, escudriñándome con la mirada. — mi error fue tomar demás por una mujer que ya llevaba meses engañándome con otro y debo pagarlo. 
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