POV DEREK
Alex luce un poco molesta, todo lo que hemos caminado no ha servido de nada, no se como se lo ocurre pensar si quiera que puede encontrar unos de esos vendedores en este pequeño pueblo, pero ahora no era momento de reprochárselo, en cambio a falta de unos buenos perritos calientes decido ir a una pastelería que no se encuentra muy lejos de aquí, la pastelera tiene un don para los pasteles de chocolate, unos de los mejores que he probado, recuerdo que una vez mencionó que el chocolate era una de sus debilidades.
Le pido que me espere aquí antes de emprender camino hacia mi próximo destino, satisfacer a mi mujer debería ser una de mis prioridades a partir de ahora, con paciencia espero que la dependienta empaque mi pedido esa bonita cajita de cartón.
— sabía que eras tu— la puerta se abre y entra mi hermano pequeño con una radiante sonrisa— ¿que haces aquí? — pregunta dándome un amistoso puñetazo en el brazo.
Señaló con una sonrisa el paquete entre mis manos, no hace falta más información que esa para que lo entienda. Lucas me explica que mamá le mandó a comprar los pastelillos para la merienda de más tarde, tengo que admitir que me complace saber que mi familia adora a Alex, menos la novia de Damon por supuesto, no puedo reprochárselo teniendo en cuenta nuestro pasado en común.
Entre risas y bromas el comentario de unos de los transeúntes llama nuestra atención.
— tenéis que ver esto, dos mujeres se están peleando — comenta uno de los chicos a sus amigos.
— es cierto, la pelinegra parece que va a ganar — corrobora otro emocionado de haber presenciado tal espectáculo.
Por un momento la idea de que pueda ser Alex cruza fugazmente mi mente, no lo creo, ella siempre ha sido tan sumisa, tan tranquila, dudo siquiera que sepa pelear por no hablar que no tiene enemigos en este pueblucho, o eso quiero pensar. Ambos ignoramos a los adolescentes hormonados y caminamos hacia donde deje a mi mujer sola, me sorprendo al ver un gran grupo de personas acumulados en un mismo punto, muchos con móvil en mano graban los sucedido, supongo que se debe de tratar de la pelea que antes esos chicos mencionaron.
— ¿esa no es Alexia?— pregunta mi hermano intentando mirar entre las personas amontonadas.
— ella no es esa clase de persona — le hago saber cada vez más curioso por saber de quien se trata — ven, vamos a acercarnos.
En cualquiera de los cosas no iba a permitir que dos mujeres se maten víctimas de las persona que no intentan detenerlas, me sorprende que nadie haga nada. A empujones me abro paso hasta que llego al pequeño círculo improvisado por los espectadores, mi sorpresa es mayor al identificar a las dos féminas, Alex esta a horcajadas sobre la camarera del restaurante, le asesta puñetazo tras puñetazo sin piedad, sus nudillos están bañados en sangre y no estoy seguro si es de ella o de su víctima, la pelinegra está completamente empapada y no entiendo como pudo haberse mojado pero pronto todo cobra sentido al ver ese cubo vacío abandonado a un costado. Dejo caer mi compra y me apresuro a separar a mi pequeña bestia de una casi inconsciente mujer, mi niña se revuelve nerviosa hasta que logra reconocerme pues en seguida su cuerpo se relaja, mientras mi hermano se encarga de ahuyentar a los curiosos. Con suavidad Alex gira entre mis brazos hasta que quedamos cara a cara, eleva la vista y me mira con esos enormes ojos verdes azulados que parecen poder ver dentro de mi.
— solo le ha roto la nariz — me informa Lucas pero yo no puedo dejar de mirarla— la ambulancia está de camino.
Su expresiva mirada me dice lo arrepentida que está por lo sucedido, se que no quería hacerle daño, no se lo que ha pasado con seguridad, pero lo que sí se, es el poderío que mi mujer desprendía minutos antes, parecía saber lo que estaba haciendo, no titubeaba, simplemente se dejó guiar. Esta es una prueba más que me confirma que en realidad no conozco a Alexia Hunter.
La ambulancia llega y se la lleva después de hacernos algunas preguntas, envío un mensaje a mi abogado para que se asegure de mantener su boca cerrada, lo último que quiero es que le llegue una denuncia a la pelinegra.
De camino a casa me permito examinarla con mayor libertad, tiene los nudillos hinchados con alguna que otra raspadura, ella mira distraída por la ventana como si no le doliese en absoluto. Al llegar a casa mi madre luce horrorizada al ver el aspecto de Alex, con rapidez examina su rostro como si fuera médico de profesión.
— cariño...¿que te ha pasado?— le pregunta acunando su pálido rostro.
Con delicadeza coge sus manos y la arrastra hacia a la cocina, en silencio las sigo como un simple espectador, mi madre saca el botiquín de uno de los cajones y dos pedazos de carne congelada del congelador.
— no te preocupes mamá, si quieres ya me encargo yo de ella— le digo invitándola a dejarnos a solas.
Por suerte mi madre capta la indirecta y me encarga el resto, creo que desde que nos casamos nunca fui capaz de hacerme cargo de ella como debería, de cuidarla y protegerla, daba por sentado su presencia en mi vida hasta que todo cambio, todo a causa de un malentendido pero eso me ayudó a apreciar lo que tenía que no supe valorar. Eso iba a cambiar.
Con cuidado sujeto a Alex de la cintura y la elevo hasta la altura de la encimera , haciendo que se siente sobre esta, sigue sin decir nada, se deja hacer absorta en sus propios pensamientos, da un respingo al sentir el algodón empapado en alcohol sobre las raspaduras de su rodilla, me inclino sobre mis rodillas y soplo allí donde se que escuece, sigue sin decir nada, se conforma con seguirme con la mirada, curiosa por saber cual será mi próximo movimiento.
Con cuidado de no rozar su herida, separo sus piernas y me posiciono entre ellas, expectante se muerde el labio inferior y ese gesto hace que pierda la poca cordura que me quedaba.
— voy a besarte — le aviso con brusquedad.
Le cojo de la barbilla, ladeo la cabeza y acoplo mi boca sobre la suya, sus labios suaves y carnosos se abren invitándome a profundizar el beso, encantado obedezco, introduzco la lengua hipnotizado, froto la saco y vuelvo a introducirla creando una hipnótica danza.
POV ALEXIA
Su forma de besarme, actuaba como un tranquilizante ante mis dolores físicos, un gemido escapa de mi garganta como si no pudiera mas, dolido por el tiempo separados. O de placer. Para mi era las dos cosas, el roce cálido de su lengua en mi boca era como si me follase despacio y con dulzura. Rítmico. Suave. Hábil. Con el coqueteo justo de pasión desatada. Gemí al sentirme invadida por una euforia burbujeante como el champán más caro. Su suave mano baja por mi cuerpo hasta posarse en mis piernas desnudas, vuelve a ascender esta vez tomando un camino diferente, la punta de sus dedos rozan mi bragas húmedas, no se si por la excitacion del momento o por el chapuzón previo, sea como sea no parece importarle. Como una drogadicta a su heroína, me dejo llevar por mi peor tentación, sus dedos acarician mi sexo por encima de mi ropa interior robándome otro gemido que el se traga encantado. Mi cuerpo entero protesta cuando se separan de mi dejando mis labios rojos e hinchados y mi sexo húmedo de deseo.
— conseguirás que me corra — murmura incapaz de resistir el roce de sus labios con los míos — estoy a punto...
—me da igual.
La comisura de sus labios se elevan en una sonrisa ahuyentando las sombras, me daba la sensación que en este momento, eso era todo lo que yo necesitaba, ni más ni menos, solo a él y esa sonrisa que ocultaba miles de promesas que estaba dispuesta a creer.
—gracias por dejarme tirado—dice Lucas entrando de repente.
Derek se separa inmediato de mi, Lucas nos mira curioso hasta que la bombilla de su cabeza se ilumina y nos lanza una mirada pícara.
—perdón si molesto, ya me voy—dice empezando a retroceder.
—no te molestes, de todos modos tengo que ir a cambiarme— le digo bajando de un salto.
—Kris es boxeador, si quieres después te dejo mis guantes para que le des una paliza— me dice con un guiño.
—hecho—le digo y salgo.
Subo a la habitación, me toco los labios como si no acabara de creerme ese beso tan pasional que nos dimos hace unos minutos.
Dejo que el vestido caiga a mis pies, me quito el sujetador y lo dejo caer al piso, oigo como la puerta se abre para después volver a cerrarse, alguien se para detrás de mi, el olor a Derek invade mis fosas nasales, siento su respiración en mi nuca, un escalofrío recorre mi columna vertebral. Hago mi pelo a un lado y ladeo la cabeza tentándolo.
Me coge de la cintura y me pega a su dura erección, deja regueros de besos desde mi cuello hasta mi hombro. Siento su respiración bajando por mi columna, me quita mi braga con delicadeza, me da un beso en mi cadera, se vuelve a poner de pié. Me giro y le quito su camiseta por la cabeza, tiene los ojos dilatados, parecen más oscuros, de una patada se deshace de su pantalón, me empuja y caigo de espalda en el blando colchón, se pone entre mis piernas, ansiosa porque esté dentro de mí con mis piernas lo pego mas a mi.
Tener su dura erección sobre mi húmedo sexo es una sensación indescriptible, no esperaba oír lo que dice a continuación.
—te amo—dice a la vez que me penetra con fuerza.
Ésta sensación que me embarga me impide darle vueltas a sus palabras, se mueve de dentro a fuera siguiendo un ritmo constante, clavo mis uñas en su espalda, arqueo la espalda profundizando sus estocadas, jadeo de placer, me besa , me muerde el labio tragándose mis gemidos, cierro los ojos sintiéndome llena por él.
—Abre los ojos Alex—me ordena sin detenerse.
Le hago caso, mis paredes vaginales se cierran apretando su gordo y largo pene indicándome que me voy a correr, Derek lo nota y aumenta la intensidad de sus embestidas hasta que los dos nos corremos al mismo tiempo gritando nuestros nombres. Se da la vuelta sobre la cama de manera que ahora quedo yo arriba aún invadida por él.
—mi madre nos está esperando abajo—susurra jadeante, sus ojos brillan y la comisura de su labio se eleva en una media sonrisa, satisfecho.
Asiento, pero no me muevo, apoyo mi mejilla sobre su pecho, puedo escuchar como su corazón late con desenfreno, cierro los ojos y disfruto de éste efímero momento. Finalmente decido levantarme, me alejo de su cálido cuerpo, camino hacia la ducha sintiendo como un espeso líquido desciende desde el centro de mis deseos por mi muslo entero hasta que con el dedo tenengo su recorrido, me doy una ducha rápida. Me pongo un pantalón corto y una polo con el logo de mi empresa. Bajo mientras Derek se da una ducha, están sentados en el jardín encima de una manta, hay un plato con pedazos de tartas en el centro, con tazas de café, me acerco y me siento alado de Lucía.
—Lucas nos ha contado lo que pasó en el pueblo, donde aprendiste a pelear así?—me pregunta Eddie curioso.
—desde que tengo uso de razón mi padre me inscribía a todo tipo de artes marciales—le explico.
—seguro no eres tan buena como yo—dice Kris con altanería, confiado de sus dotes de luchador.
—no, no soy tan buena como tú, soy mejor aún—le respondo con una sonrisa, siguiéndole el juego.
No soy presumida pero me considero experta en artes marciales mixtas, de hecho cuando tenia 20 la UFC intentó reclutarme, no quise ya que mi padre en ese tiempo le detectaron su enfermedad.
—a que te dedicas?— pregunta Martha.
Voy a responder pero me interrumpen.
—conozco Hunter Security—dice Lucas mirando mi polo— es una de las mejores empresas de seguridad, he oído que la dueña es una mujer, he intentado concertar una cita con esa mujer pero es difícil, siempre manda a sus subordinados — se queja con un suspiro.
—sí, es que es dueño de varias joyerías en nueva york y quiere que instalen su equipo de vigilancia y algunos guardaespaldas, ya que quiere inaugurar una en el centro, es la mas grande hasta ahora y sin la ayuda de esa mujer no se como haremos para que no nos roben—dice Martha preocupada.
—para cuando necesitas eso, si quieres cuando volvamos a la ciudad podemos tener una reunión y hablar sobre eso—le propongo.
—si, mi esposa es dueña de una empresa de seguridad privada— dice Derek sentándose a mi lado.
—te lo agradezco, pero sigo esperando tener esa cita con esa mujer, me dijeron que es fría, calculadora, jamas ha tenido problemas en completar su trabajo, los pocos que la han visto dicen que pareciera como si no tuviera corazón, haría buena pareja contigo Derek— bromea con él— sin ofender Alex.
Me hace mucha gracia lo que se dice de mí, así soy cuándo trabajo, de hecho así soy siempre menos con Derek, ahora entiendo por que al principio congeniamos tan bien.
—no te preocupes, de hecho la dueña de esa empresa soy yo, mi apellido es Hunter— le digo con una sonrisa.
Todos me miran sorprendidos no se lo acaban de creer, la dulce Alex en una fría mujer de negocios.
—ahora entiendo como es que terminaste con ice-man— dice Kris divertido— por cierto, mi padre, mi hermana y mi madrastra vendrán, de hecho ya deberían estar aquí—dice mientras mira hacia la entrada.
Entonces como si no fuera suficiente tener que hacerme pasar por la esposa de Derek aparece mi peor pesadilla, la mujer que odio hasta el cansancio. Elizabeth Bennett con su cabello rubio ondeando al ritmo del viento, ojos verdes claros, labios finos y rosado, alta, esbelta, vestida con un pantalón de lino beige, camisa de seda blanca y bailarinas blancas. Ahora sí tengo que salir de aquí, va cogida de la mano de un hombre muy parecido a Kris excepto por algunas arrugas que adornan su cara, la niña es preciosa, diría que de unos 8 años igual a su madre pero con el cabello castaño igual al padre. Nuestras miradas se cruzan, por un momento palidece y a mi solo me gustaría que la tierra me trague.
Llega a nosotros y Lucía nos presenta, me mira sorprendida al enterarse que estoy casada, supuestamente, su marido se llama Christopher y su hija Alexis, ¿se sentirá culpable?.