Método de reconciliación eficaz

4481 Words
— Y entonces, por esa razón se dio la guerra fría... La campana suena gloriosa acabando por fin con nuestro martirio de tener que oír la interminable explicación sobre la guerra fría. Tomo mi mochila y me pongo en pie dejándome guiar por la corriente de aburridos y somnolientos adolescentes que anhelan con ansias abandonar el aula. Camino hacia la cafetería, en donde compro dos refrescos de manzana y dos hamburguesas para luego salir al campus, en dirección a aquel árbol en donde habitualmente comía con la persona que ahora debía esperar. — Está retrasado —murmuro, chequeando con el ceño fruncido la hora en mi móvil—. Idiota. Suspiro y me dedico a quitar el envoltorio de papel de mi hamburguesa, dejando la otra junto a mí sobre la grama. De repente, veo a un grupo de chicos que caminan entre pláticas amenas hacia el comedor, los típicos chicos populares del equipo de natación y basket, por lo que se me es imposible no centrar mi mirada en uno de ellos. Su cabello rubio brilla como el oro puro bajo la luz del candente sol mientras su enorme sonrisa, acompañada por sus hoyuelos, se muestra amigable y orgullosa. Se separa del grupo y yo le estudio con más detenimiento; su forma despreocupada de caminar, sus jeans rasgados, sus ojos verdes como las playas del caribe y la complexión de su cuerpo como la todo un atleta. Su nombre es Bradley, él es... — Cinco minutos tarde, perra —tomo la hamburguesa de mi lado y se la lanzo mientras toma asiento junto a mí con una sonrisa divertida—. Luego no te quejes. Él es mi mejor amigo. Me pellizca una mejilla con un poco de fuerza y yo suelto un gruñido. — Vaya, vaya. A alguien le ha bajado el periodo esta mañana —le miro con ojos entrecerrados y el ríe para luego darle una mordida a su hamburguesa—. Me he retrasado debido a que Chase y los otros han pasado la mayoría del tiempo hablando de la fiesta de la otra semana. Ya sabes como son. Niego lentamente y observo con el ceño fruncido como saca su móvil y revisa en su w******p la última conexión de un contacto en especial. — ¿Aún sigues con eso? Niega sin verme y guarda su móvil. — No entiendes por lo que estoy pasando, Liam. Suspiro, exasperado, y me concentro en mi almuerzo sin darle respuesta a su comentario. Hace más de un mes Brad terminó con su novia, Natasha, quien irónicamente también es mi prima, por culpa de un rumor que una chica corrió sobre él acostándose con las animadoras de la universidad. Como era de esperar, Natasha dejó muy en claro que no quería saber absolutamente nada sobre él. — Sabes que fue tu culpa —comenté—, si no hubieses besado a aquella chica nadie hubiese creado ningún rumor. Bufa y se gira a verme, dejando de lado su almuerzo. — ¿Mi culpa? Por favor, sabes que estaba borracho y fue ella la que se abalanzó sobre mí y me besó, ¡Ni siquiera la conocía! Ruedo los ojos y también me giro a verle. — Sabes que fue tu culpa pero odias que te lo recuerde. Le seguiste el beso e incluso tienes su número guardado en tu agenda, ¡Pero claro!, ¡Ahora jura que en este mes no le has llamado para ir a follar! Me mira con los ojos entrecerrados y luego su expresión cambia de forma radical a una más tranquila y pacífica, con la enorme diferencia de que en sus orbes verdes aún perduraba un poco de ira hirviendo como una caldera al rojo vivo. — Y si lo he hecho ¿qué? Es mi puto problema y sí, amo a tu prima, pero eso no significa que no me pueda acostar con alguien más mientras aún no estamos juntos. Además, ¿Ella no se está acostando con George? Cuando Regresemos olvidaremos todo esto, ya lo verás. Cierro mis puños con fuerza. Este tipo de actitud que le venía caracterizando desde hace poco solo me ponía cada vez más estresado. — Odio que hables de sexo como si se tratase de tomar un refresco con alguien. Te acuestas con cualquiera que pase frente tuyo ¡Ni siquiera las conoces! —exclamo, luego suelto un suspiro— No digo que permanezcas en abstinencia, pero, ¿Por qué no con alguien a quien conoces?, ¿Por qué no con alguien que te aprecia? Suelta una risa sarcástica y me mira con una ceja alzada. — ¿Y qué? ¿Con quién crees que debo acostarme?, ¿Contigo? Siento como la sangre abandona por completo mi rostro y mis manos empiezan a sudar. — No, por supuesto que... —agacho levemente la cabeza y aprieto ligeramente los dientes al ser consiente del repentino choque de valentía que me golpeó—- Si...quieres —la sonrisa burlona que mi amigo sostenía se difumina poco a poco y me mira muy confuso, haciéndome caer en la realidad sobre lo que acabo de soltar—. Es broma, idiota. — No juegues de esa forma —pronuncia, serio. Niego con frustración. Tomo mi mochila del césped y la cuelgo sobre mi hombro antes de dar media vuelta y emprender mi camino hacia cualquier lugar fuera de su vista. Era una broma, una maldita broma, no hay porqué preocuparse. ¿Cómo rayos pudo tomarme en serio? — ¡Si era una maldita broma, por qué te enojas! —Grita Brad a lo lejos. Ruedo los ojos y alzo mi dedo medio en alto, en su honor— ¡Liam!, ¡Ve acá, castaño estúpido! —sigo caminando, ignorándole por completo— ¡LIAM! *** Ya han pasado más de once días desde que Bradley y yo tuvimos una discusión por algo más que estúpido, y hasta el momento, aún no hemos vuelto a hablar. Quizá sea porque tiene mucho orgullo, quizá sea porque él ahora tiene muchos más amigos, o quizá sea porque yo tengo demasiados celos de su nueva vida o de que viva sus días entre risas y fiestas que ayudaron a que se haya olvidado por completo de mí. Todas las anteriores razones puede que sean ciertas, a excepción de las últimas dos, esas últimas yo mismo las confirmo. — Liam —una mano toca mi hombro y me veo forzado a salir de mi refugio mental para escuchar al chico que me mira desde arriba—. ¿Quieres hacer equipo con nosotros? Nos falta uno. Levanto la vista y veo que todo el salón se divide ahora en dos equipos al centro del campo, avisando que las dinámicas de la clase de gimnasia están a punto de empezar. Asiento a aquel chico, cuyo nombre no recuerdo, y me pongo de pie para bajar las graderías con el desgano necesario hasta que mis tenis impactan contra el recién cortado césped. Anteriormente, debimos dar veinte vueltas alrededor de la cancha hasta que el entrenador nos brindó un descanso. No puedo quejarme tanto, yo solo hice cinco antes de darme por vencido y huir junto al grupo que siempre tiene algún problema de salud para esta clase. Me uno con mi nuevo equipo y logro ver que el otro equipo solo albergaba a aquellos seres sociales, sin sorprenderme al ver entre ellos a un sonriente Brad. Aquel rubio conversaba con tranquilidad mientras tiraba inocentemente de su camiseta para ventilar su caliente cuerpo. Sin embargo, al parecer mi cerebro no estaba para inocencias. De la forma más morbosa y curiosa posible, mi vista cayó como un kilo al mar hasta los marcados músculos de su torso que descaradamente dejaba ver a quien aprovechara la oportunidad, cosa que, por alguna razón, no me disponía a desaprovechar ya que no me censure de bajar aún más mis ojos hasta su entrepierna; mi cabeza incluso se ladeo un poco al notar la silueta de un considerable bulto. Entrecierro mis ojos con suavidad y siento mis mejillas arder levemente mientras disfruto en secreto de aquel espectáculo. ¿Brad la tendrá así de grande? Me preguntaba, hasta que por desgracia, el mismo chico de hace un rato me toma del brazo. — Liam, somos el equipo naranja, vamos a reunirnos para que nos den las indicaciones —asiento aún embobado y me giro una última vez a ver a Brad, pero este ahora se había mezclado con los miembros de su equipo. La verdad no sé qué ha sido eso, no es que sea gay...creo, o algo por el estilo, pero debo admitir que no es la primera vez que me sucede cuando se trata de Brad. Recuerdo muy bien una vez en la cual decidió pasar la noche en mi casa, estaba lloviendo y no contábamos con una habitación para invitados, por lo tanto, ambos dormimos esa noche en mi cama, la cual no es la más espaciosa, lo que nos llevó a tener que pegarnos hasta más no poder uno al otro. En resumen: esa noche tuve mi primera erección. — Muy bien, alumnos —empieza el entrenador—, el juego se llama "atrapados" y consiste en lo siguiente: todos los miembros del equipo naranja tendrán un valor de veinte puntos cada uno. La misión del equipo azul es atrapar a estos miembros para que no crucen la meta tomando así el número de puntos que estos poseen, es decir, veinte, para su propio marcador. El equipo que más puntos acumule tendrá la recompensa. Tomen sus posiciones, vamos a jugar. Nos ordenamos a un extremo del campo sin hacer tanto escándalo, cosa que debimos haber hecho ya que tal parecia que el entrenador se burlaba de nosotros al poner a nuestro equipo de asociales sedentarios a ser atrapados por el otro equipo, cuyo cincuenta por ciento componían puros deportistas. El equipo naranja, nos posicionamos frente al otro equipo, y tomamos nuestras posiciones, preparados para correr como gallinas sin cabeza. — Muy bien, alumnos. El juego empieza... ¡Ahora! Escuché el silbato y corrí con rapidez hacia el frente, llevaba ya medio campo recorrido para cuando sentí un tirón en mi brazo que detuvo mi carrera. — ¿Qué haces? ¡Suéltame! —trato de sacar el agarre que Brad ejercía pero, por obvias y notables razones, se me vuelve imposible. — Tenemos que hablar, Liam. Por favor, deja de comportarte como un niño. El silbido del entrenador nos anuncia que debemos regresar y aprovecho la oportunidad para liberar mi brazo y volver a mi posición inicial sin separar mis labios para dirigirle la palabra. Al estar nuevamente en mi lugar me giro un poco y noto que ahora Brad se encuentra tras de mí. Me lanza una mirada retadora y yo me giro de inmediato. Suena el silbato y me preparo para correr, pero un par de brazos apresan rápidamente mi torso, dejándome sin escapatoria. — Bradley —gruño y me remuevo con euforia. — De esto trata el juego, muñeca. ¿Te lo vuelvo a explicar? Sus brazos se ajustaban lo necesario para que no pudiese escapar, pero yo me removía tanto para salir de mi encierro que mi camiseta de algodón empezaba a subirse poco a poco hasta que un escalofrío me indicó que la caliente piel de sus brazos ahora hacia total contacto con mi abdomen. Traté de arreglar mi error a regañadientes, pero al tratar de hacerlo, Brad me aprieta aún más a su cuerpo. Mierda. Cierro los ojos tratando de desviar mi mente en otra dirección, algo que no fuesen sus dedos ciñéndose con firmeza a mi sensible piel abdominal, ni el calor de su pecho pegado por completo a mi espalda. Cualquier cosa hubiese bastado, pero no lo encontré. — Brad —un leve suspiro abandonó mis labios—. Por favor... El silbato del entrenador invade mis oídos logrando que me exalte un poco, mis ojos se abren de golpe y con brusquedad salgo del agarre de Brad para luego girarme dispuesto a regresar a mi puesto con la respiración un poco más agitada de lo normal y mi cuerpo liviano como una pluma. ¿Qué ha sido eso? Me ha tocado de forma inconsciente y yo disfruto de ello con una semi-erección entre mis piernas. Está mal. Aquella vez en mi habitación fue valido, era un adolescente hormonal y mi cuerpo rogaba por expulsar tensión, ahora no, ya no somos niños. — Muy bien —empieza el entrenador, ocultando las ansias que tenía por sentarse un buen rato con su móvil sin ser interrumpido—. Ahora haremos esto de una forma más divertida. El equipo naranja ahora correrá por todo el campus, evitando las instalaciones dentro de la universidad. La dinámica es la misma. Los azules les seguirán y el equipo con más puntos gana. Tomen sus posiciones. Me incliné un poco al frente, siguiendo las instrucciones. Lo que menos quería ahora mismo es tener que volver a pasar por lo que pase hace algunos minutos, así que debo correr con todas mis fuerzas y perderme entre la arboleda del campus. — ¡Ahora! Corrí con todas mis fuerzas ante el grito, no quería que Brad me atraparan de nuevo por nada del mundo así que salí del campo y, mientras la corriente de mis compañeros corría hacia los jardines principales, yo me desvíe hacia la parte trasera del edificio de ciencias, totalmente contrario a los demás. Habiendo salido ya fuera de la vista de los demás jugadores apoyo mi espalda contra la desgastada pared y suelto un suspiro tranquilizador. Por fin a salvo. — Maldito Brad —suelto con odio. — Tu deporte favorito es maldecirme mientras no estoy ¿verdad? Doy un respingo y me giro a ver hacia la dirección de donde provenía aquella voz. Brad se encontraba con los brazos cruzados y viéndome fijamente con un poco de disgusto. Retrocedí despacio y con precaución, temiendo lo peor, pues conocía de sobra esa mirada. — «Corre» —articuló. Me gire en un milisegundo y solamente logre dar dos pasos antes de que me tome de la camiseta y tire de ella hasta que choco mi espalda de nuevo con su pecho sin mucha dificultad. Me envuelve con uno de sus brazos y trata de arrastrarme en dirección al campo. — ¡Brad! Maldito... —trato de golpearle— ¡Suéltame, imbécil! Me alza un poco al ver que no dejo de dar golpes y jadeo de desconcierto al notar que con esta acción se estaba llevando mi camisa. Trato de acomodarme la ropa pero debido a la posición se me vuelve imposible, sus brazos se negaban a cooperar. — ¡Brad, suéltame! —pido, un poco avergonzado al sentir un embriagante cosquilleo en mi entrepierna. Suelta un bufido que logra erizarme hasta el más diminuto cabello de la parte posterior de mi cuello y en ese momento solo quise enterrarme bajo tierra. — ¿Qué diablos pasa contigo, Liam? Últimamente te comportas como un niño —mi mente divagaba en muchas direcciones debido a que no dejaba de moverme de un lado a otro y ante el roce de sus manos la calentura que anteriormente experimentaba estaba regresando; su calor me envolvía, era imposible pensar con claridad. — Ya basta —mascullé. Ante mi negativa, tira de mí con fuerza, llevándome a rastras por entre la arboleda hacia el campo. Me encontraba nervioso, mis palmas sudaban, sus manos me tocaban inconscientemente el abdomen y mi m*****o empezaba a crecer bajo mi ropa. Mi cuerpo exigía atención y necesitaba conseguirla. — Brad...yo... Cerré los ojos, dándome por vencido de la manera más cobarde, y mientras me llevaba entre tirones mis intenciones de mantenerme lo más lejos posible de su tacto habían sido suplantadas por un secreto gusto a ser tocado, a buscar las inconscientes caricias de su cuerpo hacia el mío. Mi espalda se pegaba a su pecho casi por instinto, notando en la parte inferior aquel bulto que minutos antes había observado y contra el que ahora me presionaba ligeramente para sentir su suavidad y calidez a través de la tela de nuestras ropas. Mis labios se entre abren para soltar un inaudible suspiro que culmina en un desesperado gemido de placer. — Liam —asiento un poco con mis ojos cerrados ante el llamado, apoyando la parte trasera de mi cabeza en su hombro. Detiene su recorrido— ¿Estás molesto aún? Gira un poco su rostro y de inmediato su cálido aliento baña mi cuello en un sin fin de sensaciones. Suelto un gruñido en afirmación. — Yo no quiero que permanezcamos molestos por un estúpido chiste —asentí y continué frotándome contra su m*****o, él roza su nariz en el arco de mi cuello y entreabre sus labios— ¿Estás bien? —suelto un leve gemido y mis manos se deslizan por sus brazos, bajando por su dorso y suavizo el agarre para poder guiarlas lentamente por mi cuerpo, trazando caricias en aquellas partes que necesitaban tanta atención— ¿Qué te sucede? Toma mis caderas, intentando separarme para evaluar mi condición, pero me pego más a su pelvis, empezando a trazar leves círculos hasta que sus manos suavizan el agarre y se deslizan sobre mi abdomen con sutileza. Suelto un suspiro y me inclino hacia adelante al sentir sus tibios y suaves dedos introducirse dentro de la cinturilla de mis bermudas. — B-Bradley —mascullé excitado, apretando mis muslos para satisfacer mi erección. Sus dedos se escurren aún más dentro de mi ropa y suelto una exclamación morbosa al sentir sus dedos acariciar la ahora húmeda tela de mi ropa interior, rozando lentamente mi erecto glande y deslizándose por toda su longitud, abrazándolo con su mano y masturbándolo de arriba a abajo. Gimo sin poder evitarlo y trato de separarme, pero, luego de un rápido escaneo a nuestro alrededor, Brad tira de mis caderas y me obliga a arrodillarme en el suelo hasta lograr que mis palmas se posen sobre el pasto, dejándome a cuatro. Se posiciona justo tras de mí, apoyando su erección sobre mi trasero. — Aquí no es muy buena idea —logre soltar, pero mi cuerpo decía todo lo contrario pues continuaba restregando mi trasero sobre su bulto— Vamos a un lugar más privado, por favor. Ignora por completo mi petición y me envuelve con sus brazos para, sin demoras, volver a tomar mi m*****o entre su mano mientras la otra sube por mi torso y roza mi pezón lentamente, rodeándolo y pellizcándolo lo suficiente para que una corriente de placer se instale en todo mi pecho. Besos húmedos se repartían en mi cuello, mi cuerpo se encontraba completamente dispuesto y los dedos de Brad no dejaban de acariciarme, haciendo que mi pene cosquilleara y mi trasero se levantara para sentir el ya erecto m*****o justo sobre él, acomodándose entre mis glúteos y moviéndose de atrás hacia adelante simulando las deliciosas penetraciones por la que rogaba desesperadamente. — Siempre he querido tenerte así, Liam... — suelto un gemido y levanto más mi trasero— gimiendo y rogando por que te folle. Toma la cinturilla de mis bermudas y empieza a bajarlas hasta que el lejano sonido del silbato del entrenador se deja oír, interrumpiendo nuestro momento. Cierro los ojos con fuerza y maldigo por lo bajo hasta que por sorpresa noto que Brad no detiene sus intenciones. — Brad —gruño, forcejeando con él para subir mi ropa— Así no. Alguien podría venir a buscarnos. Suelta un gruñido. — Liam, no puedes solo ponerme así y dejarme —pone aún más fuerza—. Hagámoslo rápido y luego regresamos. — Olvídalo, idiota —se arrima a mí y siento como me clava su erección entre los glúteos— P-Para ya, debemos volver. Hace oídos sordos y logra bajar mis bermudas junto con mi ropa interior a la altura de mis rodillas aun apoyadas sobre la grama. Estaba preparado para protestar pero al sentir el calor del m*****o que se posó sobre mi desnudo trasero lo único que escapa de mis labios es un jadeo. Brad empieza a moverse desde adelante hacia atrás con lentitud, restregando su pene entre mis nalgas y humedeciéndolas en el proceso con su líquido preseminal; se inclina sobre mí y me saca la camiseta casi a tirones, tomando mi mano y guiándola hasta aquella longitud que me dispuse a masturbar suavemente. Su delicada piel se deslizaba al roce de mis dedos, mojándolos con un tibio y viscoso líquido mientras que Brad había desplazado su toque hacia aquel sensible lugar entre mis nalgas que provocó que mi cabeza diera vueltas ante la nueva sensacion. Mis gemidos se escapaban sin preguntas y los suyos les acompañaban gustosos en una morbosa sinfonía. Me sentía muy caliente, noté que estaba a punto de correrme por lo que sujeté firmemente su pene y lo deslicé entre mis glúteos, recorriendo mi esfínter y la base de mis testículos. Le escuche gemir tras de mí e hice presión con su cabeza palpitante en mi entrada, imitando pequeñas embestidas hasta que sentí un par de húmedos dedos masajeando y abriéndose paso dificultosamente en mi interior. Sentí entrar uno y como instinto pegué mi pecho y mejilla al suelo, levantando mi trasero para que entrase mejor; entró el segundo con mucha más dificultad y entonces solté un gruñido de dolor. — Tu interior es muy caliente, Liam. Tengo que hacerlo ahora. Sus dedos se empezaron a mover dentro de mí y no pude evitar retorcerme ante el placer, mis caderas se movían de forma involuntaria haciendo que sintiera en su totalidad ese par de dedos que se entrelazaban, entrando y saliendo dentro con lentitud, pero justo cuando empezaba a acostumbrarme, sentí otro dedo querer entrar, por lo que de inmediato gire mi vista y mis ojos conectaron con los de Brad. — N-No va a caber. Me miró con lujuria y mientras su otro dedo entraba no desprendió la mirada de mis ojos, los cuales se empezaron a llenar de lágrimas por el dolor que sentía al ser penetrado de esa forma. Sonidos lastimeros abandonaron mis labios mientras mis caderas se movían con el afán de acomodarse lo mejor posible mientras aquellas embestidas continuaron hasta que un grito sorpresa se escapó de mi boca al sentir como esos tres dedos entraban completa y rápidamente desde dentro hacia afuera. Acariciaban las paredes de mi interior, enviando descargas por todo mi cuerpo y haciéndome gemir como nunca. — P-Para —logré articular entre gemidos, pero no se detuvo, siguió penetrándome hasta hacerme sentir una oleada de placer que culminó con una abundante corrida sobre el césped. Respiré con más calma, con la mente en blanco y bastante cansado por lo que casi no logré sentir cuando sus dedos salieron y algo aún más grande y tibio se posicionaba en su lugar. — Abre un poco más las piernas — pidió, inclinándose sobre mi cuerpo. A pesar de mi cansancio, asentí como un cachorro para empezar a abrir mis piernas con dificultad—. Buen chico. Envolvió con uno de sus brazos mi cintura y con su otra mano sujetó aquel m*****o que estaba ansioso por entrar en mí. Empecé a sentir que su duro pene ejercía fuerza en mi entrada y agaché la cabeza con la intensión de mermar el dolor mientras sentía como su glande se abría paso suave y lento en mi interior. Solté un gruñido y estiré mi brazo para parar a Brad, pero este sujetó con más fuerza mi cintura y continuó penetrándome con el mismo autocontrol, haciéndome soltar más de un quejido en el proceso. Sentía como se deslizaba dentro, hasta lo más profundo de mí cuerpo y no podía moverme gracias al brazo de mi amigo; se sentía caliente e incómodo, pero los gemidos graves de Brad me indicaban que estaba disfrutando al entrar un poco más, tanto que no tardé en sentir su pelvis chocar contra mi trasero. Había entrado por completo. Me obligue a mí mismo a relajarme un poco, ya que si apretaba, el dolor incrementaba al igual que mis ganas de llorar. Brad besa la base de mi cuello y susurra algo en mi oído que no logre entender hasta que sentí que salía suavemente. — ¡C-con calma! —exclamé, pero tal parecía que ni siquiera lo intentaba pues volvió a entrar en mí de nuevo, empujando mis caderas en el proceso. Solté otro gruñido de dolor y él continuó saliendo y entrando en mí, primero con paciencia, hasta que sus movimientos se volvían cada vez más rápidos. Sujetó con firmeza mi cintura y me embistió con rudeza, obligándome a sujetar con fuerza el césped para evitar estampar el rostro en el suelo. Su m*****o salía y entraba bruscamente, haciendo que mi trasero chocara con su pelvis y que mi espalda se arqueara cada vez que le tenía adentro, golpeando mi interior y sacudiendo mi cuerpo. Los gemidos regresaron y se escuchaban fuertes y complicados en cada embestida; su glande se sentía tan profundo que no estaba seguro si eso era posible, pero el calor que me proporcionaba dentro era inigualable; se deslizaba deliciosamente, abriéndome y llenándome hasta el tope, tal parecía que palpitaba dentro de mí y cada vez que tensaba las paredes de mi interior este se sentía completamente apresado en mi interior. Jadee con fuerza y me moví de adelante hacia atrás, logrando que entrara aún más profundo hasta que sentí su cabeza acariciar e impactar contra un punto que me erizo la piel. — ¡Más, ahí! — supliqué y Brad tomo mis caderas y me embistió con tanta fuerza que mi mejilla se posó en suelo mientras mi espalda se arqueaba entre sonidos rápidos de cuerpos follando desenfrenados. Mordí mi muñeca para atenuar aquellos lascivos sonidos y de nuevo sentí aquella enorme corriente que generaba aquel m*****o, desembocando en el éxtasis más placentero que hubiese sentido jamás. Mi mejor amigo me está follando, esta tan dentro de mí que incluso juraría que podía sentir la sangre recorriendo sus venas dilatadas. Brad gruñe y da una última estocada antes de salir con prisa y correrse totalmente sobre mi trasero. Cierro los ojos y disfruto del morboso recorrido que hace su caliente semen por entre mi dilatada entrada hasta escurrir por mis piernas. Se me escapa una débil sonrisa de satisfacción y trato de normalizar mi respiración con cada bocanada de aire que aspiro. — Lo lamento — murmura entre jadeos, besando el camino de mi espalda vertebral y la curvatura de mi cintura— Te recompensaré. Asiento. Extasiado y aún aturdido por el orgasmo, logro detectar que limpia mi cuerpo y sube mi ropa. — Tómalo como la reconciliación —susurro, le escucho reír y luego me planta un beso en los labios. — Debemos discutir más seguido. ~•~
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD