Devastado.
¿Cómo podía ser esto realidad?
Ahora estaba castigado, en la cabaña y a solas con Ricardo, se supone que me prometí que no caería ante él pero parece que es en vano, tengo digamos que temor de caer, si caigo significa que sí siento algo por él, que me gusta, que lo quiero, que no quiero que esto termine siendo una cruel mentira... Y ahora les diré cómo acabé en esto:
***
Abro los ojos repentinamente, justo en ese momento siento que me faltaba algo... Comencé a moverme lentamente mientras me sacaba la sábana para darme cuenta de inmediato de que... ¡Me falta la ropa! Gruñí de inmediato levantándome de la cama de golpe. Intenté hablar pero antes de terminar mi frase un punzante dolor me lanzó directo al suelo.
— ¡¿Dónde está mi ro...?!— Era un dolor en... Entre mis pequeñas nalgas, este me dejó como inválido tirado en el suelo, veo la alta silueta de Ricardo correr hacia mí, este me recoge de inmediato, no evito mirarlo como un héroe pero estaba tan enojado que ignoré esa sensación.
— ¿Cómo amaneciste, mi Alex?— preguntó en un tono sensual Ricardo acariciándome el rostro. Acercándose al mío. Con un manotazo lo alejé— ¡Pero qué rudo eres! Me ha gustado domarte, dándote mi calor... ¿Disfrutaste lo que pasó anoche?— Susurró en mi oído mientras con una de sus manos rozó mi pecho. Gemí de golpe, se sentía tan bien ser tocado por Ricardo que me gustaba, tanto que pensamientos obscenos se proyectaron en mi cabeza haciéndome querer más, ¿Qué pensamientos lujuriosos son estos? Me pregunté— Con que sonrojándote ¿En qué estarás pensando desde tan temprano?
— ¡Aléjate... idiota!— Le gruñí. Dudo que vaya a entenderme, pero bueno...
— Eres todo un pasivo— Susurró sensualmente mientras me mordía la oreja.
Pero de un golpe lo alejé.
— No seas un perro ruin ¡No haremos esto cada vez que te provoque!— Le grité muy enojado.
— Vas a caer en mí, porque para ti... Soy completamente irresistible...— Él se fue al baño, fue ahí cuando noté que él también estaba desnudo. No evité mirar cierta parte, sus nalgas estaban tan redondas, eran tan blancas y redondas, me mordí instintivamente el labio... ¡No voy a caer en él! ¿Qué cosas cree que dice?
— ¡Déjate de bromas! No soy gay.
— Oye, no eres gay pero dejas que pase lo que pasó sin resistirte ni siquiera, e incluso disfrutando de tocarme.
— ¡Cállate!— Quise lanzarme contra él y darle un golpe pero... A penas me moví mi trasero se acalambró. Di un grito ahogado por el dolor...
— Y eso que preparé esa parte...— Se dijo rascándose sus blancos cabellos ya envuelto en una toalla.
...
Cantaba algunos de los versos de Blind de Trax, si los estaba pronunciando o no ni idea, lo que sé es que esta canción me gusta mucho. Fue esta la que escuchaba cuando conocí a Ricardo, ¡Qué lindos recuerdos! Me siento un poco mal por como lo traté en la mañana, pero que entienda que yo al levantarme no suelo ser el mejor con su prójimo
¿Qué más quisiera yo? Tratarlo como la mejor persona del mundo, como el rey, porque de algún modo lo es, es el rey de mi corazón... Creo que es indebido, pero me gusta un hombre. No sólo me gustó el coito, creo que me gustó desde ver sus blancos cabellos, su altura, hasta su carisma, su gran forma de ser ¡Pero no soy gay! Realmente no sé a quién quiero engañar, él no me gusta ¡Qué problemático sería que un hombre me gustara!
Justo ahí, lo veo acostado... Siendo acosado por ¡¿Esteban?! Una repentina ira entró en mi cuerpo, ¡No dejaré que nadie lo toque! Nadie tiene el derecho de tocarlo ¡Nadie más que yo! Ricardo se sacudía buscando liberarse, pero le era imposible. La anterior vez estaba apuñalándolo, ahora... Lo estaba mastu... ¡Qué vergonzoso! Pensé, pero a la vez me molestó ¡Nadie más que yo puede tocarlo! Veo como Esteban bajaba su cabeza. Parecía que iba a hacerle un oral pero antes de que lo lograra, pateé a Esteban en su entrepierna, este gruñó de un grito.
— ¡No se te ocurra tocar a mi hombre, Esteban!— Gruñí tan instintivamente que ni siquiera había tomado en cuenta las palabras que había dicho... ¿Mi hombre?
Sin embargo, ignoré aquello y seguí pateando a Esteban, estaba tan enfurecido de que lo fuese tocado que no me apiadaría por nada del mundo.
— Alex, detente— Pidió suavemente Ricardo— ¡Alex te ordeno que te detengas!— Miré a Ricardo de inmediato y me detuve... Agarré la brocha de su pantalón y la ajusté, se notaba una pequeña erección pero no me importaba, estaba realmente molesto y no dejaría pasar esto por nada del mundo.
Lo tomé de la mano y salí corriendo por él, de inmediato el director nos encontró. Esteban venía arrastrándose atrás y...
— ¡Ellos me pegaron!— Lloriqueó Esteban. El director nos miró severamente, parece que le creyó.
— Parece que van a tener que aprender por las malas si no quieren por las buenas... ¡A la cabaña!
...
Y sí, así fue que acabé en mi propia trampa dentro de una cabaña, Ricardo estaba en la cama sentado, afincando sus brazos y cabeza en sus rodillas, tenía una mirada perdida, aquello me intrigaba tanto que, la distancia que estuve marcando desde que quedamos encerrados aquí, la separé por completo.
— Oviedo Ricardo...— Dije con cierta determinación su nombre completo, él me miró sorprendido. Levantó su cabeza de sus rodillas.
— Soy tu hombre— Se burló en cuanto me vio, su mirada seguía distante, pero su tono burlón era evidente...— Tú me nombraste tuyo...
Quería enojarme, quería bufar de la rabia pero lo único que hice fue... Sentarme a su lado cabizbajo.
— Sí...— A partir de aquí comencé a actuar por instinto— tú eres mi hombre...
Lo besé con furia, rozamos nuestras lenguas de una forma muy tentadora, él respondió a mi beso apegándome a su cuerpo, sentí su fornido pecho, su abdomen delgado pero no tan mal esculpido y finalmente sentí erección responder a mí de inmediato.
Tomaría el lugar del activo hoy.