Capítulo 3

1990 Words
— ¿ NO ME OYES CON UN MALDITO DEMONIO? ¡QUE NO QUIERO TU MALDITA COMIDA JODER!!! — gruñó Becca furiosa y le tiró el plato por la cabeza a la que era una de las chicas que se rotaban para atenderla. Un año, un puto año había pasado allí encerrada... ella lo sabía pues desde el primero de los días había hecho unas muescas con sus uñas en una madera debajo de la cama... sabía que la filmaban, pues podía ver la luz roja de la cámara y le había hecho f**k you elevando el dedo medio un millón de veces, también se había agachado y suplicado, rogó por que la dejaran irse o al menos le dijeran algo... Pero las muchachas con acento argentino que la atendían le hablaban muy pocas veces y sabía perfectamente el "por qué". O mejor dicho "por quién". Seguramente era por el mismo que la había arrastrado hasta ese agujero, su puto carcelero... Y lo peor de todo era que era atractivo, y no se suponía que los villanos fueran atractivos ¿o no? pero con un demonio él lo era, o mejor dicho, él era su demonio, un muy personal demonio así que supuso que tenía cierta lógica que fuera atractivo visto desde esa óptica... Así que si le decía un día que el era Lucifer el Ángel de la Mañana seguro que ella no se iba a asombrar... Con su cabello abundante rubio rojizo, sus ojos que a veces eran azules y a veces verdes... maldito demonio, y ese cuerpo hecho para el pecado... De solo pensarlo una gota corría solitaria por su espalda hasta su perfecto y redondeado culo. Su corazón aún adolescente latió en su pecho y sus bragas se mojaron, de hecho ya había cumplido allí mismo los 17 años aunque nadie le dio velas, un pastel ni un regalo de cumpleaños. Su regalo de cumpleaños fue que esas mujeres la bañaran, le sacaran el vello de su cuerpo... y ella había luchado pues temió que eso significara algo... y no tenía ninguna intención de ser violada por ese maldito por muy atractivo que él fuera... En las pocas ocasiones en que lo había visto personalmente lo había observado bien, le sostuvo la vista sin amedrentarse, ya que su madre no la había educado para ser una cobarde... claro que le había gritado, le había preguntado que por qué la tenía allí pero no hubo ninguna respuesta de su parte más que un fuego asomándose en su fría mirada, no sabía cómo era posible que un frío helado se viera cálido pero eso había visto en sus ojos escarchados... la manera en que la había observado en una de esas ocasiones, de hecho, de arriba a abajo como si pudiera desnudarla con la mirada, la habían hecho sentir desnuda y muy muy acalorada... sus pezones se habían parado y él lo había notado lo que lo había hecho salir, por algún motivo, furioso de su cuarto. Luego, ella, en la intimidad del baño, donde afortunadamente no había cámaras se había metido bajo la ducha con agua templada... sus piernas temblaban, y se había recostado boca arriba, su cuerpo desnudo, dejando que las gotas que golpeaban duro la estremecieran sin piedad... una de esas gotas duras dio en su entrepierna, justo en ese punto tan sensible y exacto... y sin darse cuenta como, y sin quererlo de hecho se encontró moviendo las caderas contra el agua, simulando el acto sexual... cerró sus ojos e imaginó que él la abrazaba, la tocaba... Becca no era idiota, y antes de ser secuestrada cuando tenía internet y TV abierta no como en ese lugar que le pasaban un circuito cerrado de películas que había visto hasta el hartazgo, había visto cosas... también, aunque no estaba de novia, había llegado a primera base con un chico que le gustaba y que pensaba que sería su novio...Manuel Pedraza... a su familia le gustaba también pues el chico venía de buena familia... Cuando terminó con una sensación que hizo que su bajo vientre temblara por dentro y todo su cuerpo se estremeciera mientras el calor la recorría de pies a cabeza, sintió verguenza... la avergonzaba haberle dado su primer orgasmo a ese maleante... no solo le había robado un año de su vida sino que encima eso... su primer orgasmo... Y el no saber que iba a ser de ella la perturbaba... al principio creyó que pediría rescate pero Rebecca Alba Montoya no solo era una excelente violinista sino que su coeficiente intelectual superaba a la media así que no tenía un pelo de idiota... no fue difícil para ella darse cuenta de que eso -su secuestro- era algo personal, no importaba que no supiera de qué se trataba, el maldito demonio se traía algo entre manos, y no saber qué era, realmente la estaba matando... Mucho más que el hecho de no estar tocando... A veces se sentaba en la cama, cerraba los ojos, e inclinaba la cabeza, como si estuviera tocando el violín, tocaba las cuerdas invisibles mientras tarareaba una melodía de Chopin o Bach. Y podía sentir su mirada abrasadora del otro lado del monitor. Su madre no la había educado para ser una idiota no, pero sí había crecido en una especie de burbuja, alejada, al menos hasta que su padre se integró a la política española, de los males del mundo y especialmente de los hombres... Así que por mucho que creyera que no lo era, ella de hecho era en muchos sentidos inocente e ingenua... Aparte su mamá tampoco la había educado como para ser autosuficiente, ni le había enseñado cómo hacer para defenderse de un hombre como ese sino en cambio le inculcó que era su deber el aceptar su destino por muy siniestro que este fuera, como buena católica, así que ella solía decirle "debes tener fe, Dios sabe porqué hace las cosas, todo es por algo..." y si bien, había tenido algunos episodios de insubordinación en su cautiverio , en general había aceptado su destino con estoicismo pensando que todo eso tenía alguna clase de sentido retorcido que ella no llegaba a comprender, al menos hasta ese momento donde decidió dejar de ser cooperativa y le tiró a esa muchacha por la cabeza la comida. Lo hizo en el desayuno, y también se negó a almorzar ni a tomar otro bocadillo a lo largo del día, estaba decidida a saber que sería de ella en ese lugar y no comería hasta que ese hombre se presentara y le diera alguna explicación o indicio de algo... Greg llegó cansado, había estado todo el día arreando vacas en el campo a la par de sus peones, por eso tenía ese cuerpo tallado que a veces, en sueños perseguía con lujuria a Becca... claro que él tenía los recursos para delegar ese trabajo pero Greg amaba el campo, le gustaba absolutamente todo y era feliz en ese lugar... de hecho agradecía la ocurrencia de su padre de alejarse de los negocios, de dejar a otros a cargo de sus empresas, y recluirse allí pues no se veía en una oficina como CEO de alguna de las empresas de su papá... Cuando Blanca, la hija de Carolina que era la mujer que se ocupaba de todo y todos allí fue preocupada a tocarle la puerta de la habitación él tenía el torso desnudo, y solo llevaba puesto un pantalón pues se acababa de bañar de hecho su cabello aún se encontraba húmedo. Ella se acercó, tenía un vestido floreado y un delantal encima... su cabello en un moño del que se soltaban algunos cabellos oscuros... Ellos eran amantes, aunque él no era el único que estaba con ella, pero eso para Greg no era problema de hecho, el hecho de que estuvieran en el medio del campo no significaba que fueran santos, y él había compartido a Bianca con alguno de sus peones en varias ocasiones... La muchacha tenía un aspecto que delataba que en sus ancestros había algún aborigen, por sus ojos achinados, su tez mate, su piel sin pelos su cabello oscuro y sus labios gruesos... era pequeña y delgada y en un punto le había recordar a su rehén... aunque Rebecca tenía más curvas, sobre todo el último año en que se había desarrollado las había ganado, pero la altura era similar igual que el color de cabello y ojos, solo que la hija de Piper tenía unos reflejos rojizos a la luz del sol... sus ojos eran enormes, su nariz respingada, su piel blanca... su v***a se endureció solo con el pensamiento de ella, y de un tirón acercó a la joven a él... que tampoco tenía muchos años más que su cautiva. — ¿Qué hace patrón? — le preguntó con ese tono tan característico de ella, pero en realidad no estaba molesta. Greg la pegó a su pecho, agarró una de sus manos, y la llevó hacia abajo. — Creo que sabes lo que hago bonita...— gruñó él y no tuvo que decir mucho más, ella entendió... pues para la muchacha era uno de sus deberes, cumplirle así al patrón... en algún momento había pensado que estaba enamorada de él pero luego se le había pasado, pues se había enamorado de alguien más, aunque ese otro era un mujeriego sin remedio...trató de alejar ese pensamiento de su cabeza pues ese hombre que le había roto el corazón se había casado hacía un poco. Tomó la v***a dura en su mano por dentro del pantalón y comenzó a masturbarlo , pasando su mano enroscada alrededor de su pija de arriba hacia abajo. Él la empujó por sus hombros y ella se arrodilló delante de él. — Satisface a tu patrón, putita — le ordenó aunque sabía que la joven lo hacía por gusto, él jamás había obligado a nada a una mujer, jamás. Ella se arrodilló y miró con los ojos entrecerrados hacia arriba antes de meterse su v***a en la boca, comenzó a comérsela de una forma que le hizo olvidar de todo —. Si así, eres mi puta, mi putita personal, que bien la chupas Bianca... — gruñó él. Él tomó la cabeza de la joven por los costados y comenzó a acompañar el movimiento con sus manos, hacia dentro y fuera, con un sonido gutural, luego enroscó el cabello en su mano, deshaciendo el nudo y casi con brutalidad, empezó a obligarla a tragársela de modo más profundo, hasta sentir que ella tenía arcadas lo que le daba suma satisfacción... por un momento, con los ojos cerrados y la cabeza tirada hacia atrás mientras su empleada lo tomaba casi por completo hasta su garganta imaginó otro cabello, y otros labios... se imaginó a esa joven muchacha de labios vírgenes, y era él quien los estaba profanando... Con un movimiento de cadera, se tiró hacia adelante y sostuvo con firmeza la cabeza de Bianca mientras parecía que la muchacha, que estaba roja, se ahogaba pero él sabía que eso no pasaría... y mantuvo esa posición mientras liberaba grandes chorros de leche dentro de su boca... — Por Dios, como me gusta que seas tan puta... haz lo que ya sabes...— le gruñó y la soltó pero miró hacia abajo. La chica tenía los ojos cargados de lágrimas por el esfuerzo pero aún así sonrió, abrió la boca y jugó con su leche sacando la lengua y lamiéndosela por un rato. Y luego terminó de chuparle la punta mientras él temblaba satisfecho. Cuando los espasmos de placer pasaron ella se levantó, y se limpió la boca con el dorso de la mano. Greg se guardó la v***a dentro del pantalón. — Dime... Qué te hizo venir hasta aquí, Bianca...— le preguntó alzando una de sus cejas con curiosidad. Ella se alegró de que su patrón estuviera satisfecho ya, porque sabía que lo que le diría a continuación lo enojaría sobremanera...
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