11

1509 Words
Esperaba pasar el examen que acabo de resolver. Todo el fin de semana estuve estudiando, pero no lograba concentrarme porque recordaba el beso con Dante ¡Si, señores! Esta chica se había besado con Dante antes de irse a la cama. Estaba tan borracha y él un poco ebrio. Cuando nos llevó a su hermana y a mi a la habitación. Catalina esta ebria y durmiendo, una vez que la dejamos en la cama, pero yo estaba con las hormonas al full. Cuando se estaba despidiendo tomé su mano y mis labios lo llamaron. Él regresó y preguntó que quería. Eso era fácil. Fue cuando me abalancé hacia él, y me respondió. Después se vuelve todo n***o. No creo haber tenido sexo con él, o eso creo. No he podido preguntarle directamente, porque me da pena. Pero esa curiosidad me ha estado angustiado desde el fin de semana. —Hola, ¿Puedo hablar contigo? —Azael está enfrente de mí, en la cafetería. Me quedo estática, no sé que hacer. Judas se nos queda mirando estupefactos, así como me encuentro. —¿De qué quieres hablar? —logro encontrar mi voz, para no quedar como a una idiota. —¿De vosotros? —¿Nosotros? —Si. Quiero conocerte mejor, por eso estoy invitándote a una cena para esta noche ¿puedes? Abro la boca para decir algo, pero no sale nada. —¿Una cita? Ah, no lo sé. Es tan repentino. —Natalia, quiero saber de ti. Saber que somos, no puedo decir más. Te enviaré un mensaje con la dirección, espero que vengas. Se levantó y fue. —¿Qué rayos acaba de pasar? Judas explotó en risotadas. —No lo sé amiga, pero ese chico tiene los cojones bien puestos. Es mi turno de reír. Es cierto, le hago mérito a su valentía. Había estado evitando sus mensajes de texto que me enviaba y las llamadas. Hasta ahora que ha puesto un límite y hablado conmigo, para enfrentar las cosas. Puntos para él. Mi risotada termina cuando veo al otro lado del lugar a Dante. Está serio y fulminándome. Mierda. Hace que mi cuerpo se estremezca. Ha de pensar que soy una chica fácil. La otra vez estaba besándome con él y ahora quedaba con Azael para una cena. Bufé. ¿Algún día haré las cosas bien?   *** Pedirle permiso a mamá no fue tan difícil. Mentí en decirle sobre ir a cenar con Judas, y para hacer más verdadera la mentira. Mi mejor amigo pasó por mí a casa, enserio que amo a este ser humano. —No sé que haría sin ti. Enserio, te amo. —Yo más. —Me da esa sonrisa donde enseña su dentadura. Es maravilloso, nadie lo merece. —¿Has confirmado que iras a la cena con Azael? Asiento. —Le respondí unas horas después de que envío el mensaje con la dirección. Ya sabes, no quería parecer una chica muy interesada por ir a esa cena con él. —Sonreí. —Hiciste bien. Estas aprendiendo. Al llegar al restaurante, bajé del auto de Judas y le dije que le enviaría un mensaje cuando estuviera en casa. Mamá ya estaría en cama durmiendo para darse cuenta si mi amigo me llevó o algún extraño. —Gracias por traerme. Te amo. —Los amigos nos apoyamos en todo, te amo más. Caminé con pasos despacio, algo nerviosa y pensando que por fin iba a tener una cita con mi crush. Después de tantos años, lograba quedar con él para una cena. Tal vez no en las condiciones que quería, pero iba a cenar con mi crush. No sé por qué esto no se sentía como debía hacerlo. El tipo de sentimiento donde estas nerviosa por verle y tocarle, sentir mariposas en el estómago. Me sentía nerviosa, pero no ansiosa por verle ¿a qué se debía esto? Pregunté a la recepcionista donde se encontraba mi mesa, él había reservado. Me acompañó al lugar donde él ya se encontraba tomando una copa de vino tinto. Sonrío cuando sus ojos me vieron. Me examinó de pies a cabeza. Llevaba un vestido n***o de seda con tul, era de mangas con los hombros descubiertos y en mi cuello caía un collar de una figura en forma de triangulo. Mi cabello estaba recogido en un moño bajo y elegante, o eso esperaba. Tardé una hora tratando de que se viera sofisticado. —No puedo dejar de mirarte, —Se levanta de su asiento y va a saludarme. —Hola, Nat. —abre una silla para mi y me siento, después él se sienta enfrente de mí. Sigue sonriendo, con esos labios que soñé tantas veces besar, ahora, no tanto. Pero que aun siento las ganas de besar. —Hola, Azael. —¿Quieres pedir algo? ¿O quieres hablar primero? —Una copa de vino estaría bien por el momento, para hablar. Asiente y llama al mesero para que lo haga. El restaurante es muy elegante, uno de los más concurridos por personas de élite en España. —¿De qué quieres hablar? Se suena la garganta, su postura cambia y se torna un poco más serio, aunque en sus ojos veo deseo. —Me gustas, te me has metido debajo de mi piel. Te pienso todos los días, desde esa vez que me besaste en la discoteca. Eres una chica que no puedo entender, cuando pienso que armé el rompecabezas, vienes y me deshaces todo, y vuelvo al inicio. Me traes como un idiota. No esperaba esa declaración. Tomo un sorbo de mi vino. —Wow. Es lo único que puedo decir, por el momento. Estoy pensando mis respuestas. Cuantas veces soñé con estas palabras, soñé con que él se me declaraba y éramos felices. Pero ahora que lo ha dicho, enserio, que no puedo saber que decir. —¿Es todo lo que dirás? Tomo otro sorbo de mi copa de vino. —No. No es lo único que diré. —Hago una pausa. —Esperé mucho por este momento, realmente creía que nunca iba a pasar. Que todo era un sueño en mi cabeza, pero no. Aquí estas, hablando conmigo. Lo cual nunca esperé que sucediera. Y eso es trágico, porque llegué a un punto donde las personas no deben de corresponder sentimientos que no son mutuos. Es normal, el rechazo —me encojo de hombros, —lo he vivido. Así que estoy preparada al rechazo en cualquier momento. De ti, de cualquier persona. —sonrío. He dicho todo. Estoy siendo sincera conmigo misma. Espero su respuesta. Hay silencio. Sonríe. ¿Qué? ¿esta sonriendo?  Creo que esta mas loco que yo, ¿Qué está tramando? —¿Por qué sonríes? —ahora su sonrisa es más grande. —Me gustas. —¿Qué? —Me gustas mucho, más de lo que esperabas. Me gusta tu sinceridad, tu valentía, tu belleza, todo de ti me encanta. ¿Quién no se enamoraría de ti? Rio a carcajadas. —No estoy mintiendo. Es la verdad. —No lo creo, Azael. —No te pido que me creas, sé que para las mujeres a veces es difícil creer alguna palabra del hombre. Que han tenido experiencias que las han dejado con poca confianza en nuestro género. Pero créeme en cuando te digo que es verdad. Su mirada es sincera y sin titubear. ¿podía él estar diciendo la verdad? No confío en los hombres, la verdad que es difícil hacerlo después de lo que me pasó hace años. Hace una mueca. —Lo entiendo. —fuerza una sonrisa. —No te presionaré ¿Qué tal si pedimos algo de cenar? Muero de hambre. —y eso hicimos. Conversamos sobre otras cosas; el instituto, la familia, y cosas triviales. Me llevó a casa y me abrió la puerta cuando bajé de su auto. Era caballeroso, puntos para él. En la cena no volvimos a tocar el tema de nosotros. —Entonces aquí quedamos —sus manos están metidas en el bolsillo delantero de su pantalón. Parece nervioso. —Creo que sí. —Me gustó la velada. Gracias por acompañarme. —A mi igual me gustó. —sonreí y caminé a la puerta de mi casa. —Gracias por invitarme. —Lo volveré hacer —sonrío. —Natalia.  —¿Sí? —Conquistaré tu corazón, aunque me lleve años haciéndolo. —¿Qué? —Haré que confíes en mí. Es una promesa. Eso sonaba vagamente como una amenaza, pero dudaba que lograra ello. no me dejaba convencer tan fácilmente. Se que era mi crush por un tiempo, pero no iba a permitir que influyera en mi vida. Era uno de los motivos por los cuales le dije que me gustaba. Las personas se entrometen en tu vida y cuando lo hacen, escarban en el fondo de tu oscuridad para desenterrar tus secretos y exponerte. Y nadie ha llegado hasta el fondo del túnel para desenterrar mis secretos hasta ahora y Azael no lo hará. Morirá primero, antes de hacerlo. Y eso si era una amenaza.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD