El éxito de una fiesta...

1515 Words
Empezó a subir hasta su habitación y dijo: —¿Por qué no me dijeron para traer un regalo hoy? — preguntó Tomás con el rostro serio— ¿Que deseas para mañana por tu cumpleaños mi niña? En ese momento la niñera dijo: — Señor Williams, pensé qué se iba a enojar — exclamó Mariam— como no le gustan las fiestas. Tomás miro a la niñera y respondió: — Aclaró algo, no me gusta que Sara ande en fiestas por allí, pero si se va a hacer acá en casa con los empleados y la familia, podemos celebrar sus quince años— dijo él. Sara saltó de alegría y pidió: —¡Entonces, ese es el regalo de cumpleaños que quiero papa! ¿Podemos hacerlo nuevamente mañana?— preguntó ella— ¿ Me dejas invitar a un par de chicas del colegio? Él se quedó mirando a su hija y le guiñó un ojo y dijo: — Si, podemos celebrar tu cumpleaños mañana— dijo Tomás— pero sólo dos amigas — ¿Puedes bailar él vals conmigo?— dijo Sara— ¡Será muy corto! Nuevamente intervino la niñera diciendo: — ¡Ay señor!— suplicó Mariam— ¡son sus quince años! Además me voy en una semana, mi hermana está muy enferma y voy a cuidarla, así que me llevaré un hermoso recuerdo de mi niña. Tomás terminó consintiendo la fiesta. — Está bien— dijo cediendo— ya deja de manipular muchachita tu también Mariam, ya sé que te retiras, mamá me lo dijo hace unos días. Sara aprovechó para dar una vuelta en redondo y exclamando: — ¡Gracias papá! ¿Te gusta mi vestido?— dijo ella. Ya él, sabía perfectamente que su niña Estaba creciendo, estaría pronto en la universidad, y tenía temor, sonrió al imaginar la cara de su hija cuando le dijo: — ¡Sara Williams!— trató de que su voz sonara severa— ¡También te autorizó a qué vengan dos chicos, pero sólo dos! Ella no podía creer aquella hermosa noticia, tendría una fiesta con algunos amigos, no importaba que fueran sólo cuatro, pero era demasiada felicidad; se colgó del cuello de su padre y dijo —¡Gracias! ¡Me has hecho la mujer más feliz del universo!— dijo Sara— ¡Estoy súper emocionada! Tomás se sintió un poco contrariado, ver la felicidad de su hija por una simple reunión, no sabía qué decir, dio media vuelta y siguió hasta su habitación, Sara se echó a reír con todas sus ganas, se sentía feliz de haberle ganado una a su padre. Tendría una fiesta, y vendrían sus amigos, se volvió a mirar a su abuela y ésta le sonrió, a ella le gustaba verla reír como lo estaba haciendo ahora, iba a tener una conversación con su hijo para ver más feliz a su nieta. Sí, sería una conversación muy en serio con él, pero por los momentos iban a disfrutar del privilegio de celebrar los quince años de Sara, ya en la noche disfrutaron de la cena, Sara no dejaba de hablar de lo que viviría al día siguiente. Su padre, solo miraba y comía en silencio, su hija se divertía con las personas que vivían en su casa, entre todos organizaron nuevamente aquella fiesta privada, sólo que ahora Tomás bailaría con su hija. Para él era una pérdida de tiempo y cosas sin importancia, pero para Sara era el día más importante de su vida; al día siguiente llegó su abuela Carol con un gran pastel para agasajar por el cumpleaños número quince de su única nieta. Allí estaban sus seleccionados cuatro amigos, empezó muy temprano en la tarde, ese día Tomás trabajó medio día, por insistencia de su madre, debía bailar con su hija, Carol siempre le reñía su actitud, pero él se hacía de oídos sordos Su hijo se mostraba siempre huraño y amargado con todos los que lo rodeaban, pero ella sabía que era un hombre muy dulce y amoroso con su hija y daría la vida por verla feliz. — ¡Quiero que hoy sonrías más, hijo! Disfruta del cumpleaños de tu hija que es hoy, olvida tu trabajo— le dijo su mamá— no todos los días tienes una hija de quince años. Ese día Carol, compró muchos obsequios para su nieta, pasó el día consintiendo a Sara, aunque la fiesta fuera en su propia casa. — ¡Me siento muy emocionada por ti mi niña! ¡Estás preciosa, pareces una princesa de cuentos!— decía su abuela emocionada. Sara se sentía la joven más afortunada del universo en ese momento. —¡Ay abuela yo casi no lo puedo creer, mi papá estará bailando conmigo! ¡Nunca me imaginé éste momento! ¡Estoy tan feliz, he aprendido a conocer a papá, él es feliz a su manera— dijo Sara— y me dio eso a mi. La abuela Carol sonreía con felicidad al ver el rostro de su nieta iluminado por la felicidad de ese día. — Eres muy condescendiente con él— dijo Carol. Sara que adoraba a su padre solo dijo: — Mi papá ha sufrido mucho abuela, me ha dado todo y yo lo valoro, disfruto del jardín, de mis profesores, de aprender idiomas— dijo Sara con una suave sonrisa— ya no me pregunto porque, sólo trató de comprender al señor Tomás Williams, a mi papá. Carol la abrazó co ternura diciendo: — ¡Eres un ángel mi niña! — dijo la abuela— y de alguna manera te pareces a él, terca y obstinada, pero con mucha templanza, eres la única que puede doblegarlo. — ¡Doblegarlo!— dijo Sara— ¡Si como no! Ese señor, tiene un carácter qué nadie doblega abuela, es sumamente terco, no desea casarse, es tan jóven y guapo, pero desea estar soltero, en vez de darse una segunda oportunidad. — La verdad creo que Tomás se trastornó con él abandono de tu mamá, amaba tanto a Margarita— dijo Carol— ella era muy importante para él, no supo comprenderlo, tener la paciencia para esperar que el recuperara su estatus económico. — Ya yo no me acuerdo de su rostro, mejor así— dijo Sara— contigo y mi papá me ha bastado para crecer, ni mis abuelos maternos han querido verme. — Voy a intentar volver a hablar con tus abuelos maternos, aunque tu padre se puede enojar— dijo Carol— como quisiera que tú abuelo estuviera vivo y lo llamara a reflexionar, aunque tu abuelo era peor que tu padre. — Abuela, no te angusties— dijo Sara tranquila— lo que me ha tocado vivir con mi papá, debe tener un propósito y yo solo vivo mi día a día, no me preocupo por un mañana. — ¡Dios te bendiga mi amor!— dijo su abuela emocionada— eres tan jóven y tan sabia, estoy muy orgullosa de tí, de alguna manera llevas en la sangre la estirpe de los Williams y serás la heredera de todo ese emporio económico, quien aguanta a tu padre; una mujer al frente de los negocios. Carol rió de buena gana al imaginar la cara de su hijo ante la posibilidad de que ésta muchacha fuese la CEO de todo lo que la estirpe Williams, siempre quiso tener un niño para ceder el mando a su hijo, pero no había un heredero masculino, si no Sara Williams, una chica. Así era de caprichoso el destino, tener que tocarle a su hijo orgulloso de esa estirpe, una mujer como heredera. — !Yo no deseo heredar nada de éso abuela, sólo su carácter, su amargura no, ni sus millones— dijo divertida Sara— solo deseo un día casarme y tener hijos, muchos nietos para papá, no me veo en los negocios. — Aunque tu no lo desees mi amor— dijo Carol a la chica— es tu herencia por derecho y debes asumirlo en cualquier momento. — No deseo pensar en eso abuela— dijo Sara. — Bueno mi niña, vamos, empezaron a llegar los invitados, debo ir, te aviso cuando dejas bajar — dijo la abuela llena de emoción. — Está bien abuela, yo no me moveré de aca— dijo con sarcasmo la joven. Vió salir a su abuela, siempre era así, tan cómplice, sentía un amor inmenso por ella, su pecho se llenaba de ternura cuando la tenía cerca, la abuela había dejado su propia casa para vivir con ellos, mejor no pensaba mucho en lo que había sucedido. Ahora era su momento de vivir y reír un poco ésta celebración de cumpleaños repentina qué había logrado sacar de su padre, algo que nunca imaginó, estaba feliz No le gustaba la idea de heredar los negocios de Tomas Williams, no se sentía como empresaria, su padre trabajaba demasiado, pero era para no pensar, ella lo sabía, lo amaba mucho, sólo que le gustaría que no fuera tan severo como papá, a veces pensaba que sólo era su cuidador, o su carcelero.
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