Capítulo 2

2475 Words
La fiesta a la que Rebecca había querido llevarme quedaba en una de las tantas casas de fraternidad del campus, de las cuáles según ella, eran una de las más reconocidas por hacer las mejores fiestas en la universidad. Había escuchado alguna que otra historia sobre Sigma Gamma, pero  nunca había tenido la oportunidad de ir a una fiesta de ellos por mi cuenta. Aquella casa no se encontraba muy lejos del edificio de nuestros dormitorios, por lo que tanto yo como Rebecca decidimos ir hasta allá caminando.  Recuerdo la cantidad de insultos que me hice a mi misma en cuanto aquel viento frío sopló sobre mis piernas desnudas. A pesar de no vestir algo tan corto como lo que llevaba Rebbeca, había elegido uno de los vestidos más llamativos y demostradores de mi armario. Al fin y al cabo, era sólo por esta vez. Una vez que había terminado tanto mi peinado como mi maquillaje, Rebecca se encargó de soltarme una hilera de piropos y silbidos haciéndome saber cuan bonita me encontraba vestida. Inevitablemente solté una risa ante su comportamiento, mientras ella aseguraba que le robaría la mirada de todos los muchachos esa noche. No podía mentir, sus comentarios habían logrado subir mi autoestima bastante. No era como que fuese una mojigata ni mucho menos, pero realmente hacia un tiempo desde la última vez que había tenido algo de diversión con un chico. La última vez, había sido con un compañero de Literatura y no había sido más que pura decepción. Unas cuantas embestidas sin haberme siquiera tocado un poco y él ya había acabado. Desde esa decadente vez, había decidido que quizás me tomaría un tiempo en cuanto a citas con hombres. A medida que nos encontrabamos más cerca de la casa podía comenzar a oirse la música saliendo por los grandes parlantes, mientras decenas de personas intentaban entrar y salir por la misma puerta. La casa parecía explotar en gente, e incluso ya había algunas personas tiradas en el césped de la entrada, seguramente pasados de alcohol. No era por ser adivina, pero las botellas de cerveza y los vasos plásticos tirados a un lado de ellos no les hacían demasiada justicia. Apenas llegamos a la entrada, pudimos observar como algunos chicos de la fraternidad comenzaron a piropear a cada mujer que pasaba por la puerta de entrada. Viendo mi notable incomodidad ante ello, Rebecca tomó mi mano con fuerza y me metió hacia la casa, con ella guiándome adelante, de manera protectora. Una vez que estabamos dentro, se giró con una pequeña sonrisa. _No te preocupes por ellos, deben de ser chicos de primer año. O simplemente unos idiotas. No pude evitar reír ante toda la idea que existía de fraternidad en ese tipo de lugares y realmente me encontraba agradecida de tener alguien como Rebecca en esos momentos. A pesar de que era siempre bastante metida en asuntos que no eran de su incumbencia, tenía un gran corazón y se preocupaba por mí la mayoría de las veces.  Y realmente me encontraba agradecida con ello. A veces, si no te encontrabas con la gente correcta en ese tipo de fiestas podías terminar pasándola muy mal. Cuando ingresamos al interior de la casa. pudimos ver a gente bailando, bebiendo, fumando y hasta besuqueándose de manera despreocupada en la habitación. Todos se encontraban algo apretados debido a la falta de espacio, pareciendo pequeñas sardinas amontonadas. Rebecca me dió un vistazo, observando como no me agradaba para nada el pequeño tamaño del lugar, que provocaba de tanto en tanto que sufrieramos varios empujones, e incluso un muchacho algo borracho casi tira toda su bebida sobre mi. Ante la risa divertida de Rebecca por aquel suceso, pasó uno de sus brazos por mis hombros y me atrajo hacia ella, dirigiendo su voz hacia mi oído debido a lo fuerte de la música. _He visto la expresión en tu cara. No te preocupes, no es con ellos con quien estaremos en la fiesta. Me separé levemente de ella para mirarla extrañada por lo que me acababa de decir. _¿A que te refieres? Una sonrisa perversa y juguetona se dibujó en su rostro. _Afortunadamente para nosotras, conozco al presidente de la fraternidad.-Levanté mis cejas de manera inconsciente mientras ella asentía su cabeza en confirmación.-Él ni siquiera se encuentra en esta parte de la casa la mayor parte del tiempo.  Nuestra charla fue interrumpida cuando nos vimos chocando ante una pareja que lucía como si se estuviesen por devorar la cara el uno al otro. Ambas, algo horrorirazadas ante la bizarra vista que teníamos, nos observamos mutuamente. Luego, Rebecca tomó mi mano con fuerza mientras me señalaba la puerta trasera. _Acompáñame. Dimos unos cuantos pasos más cruzando en medio de toda la multitud de personas, hasta que finalmente llegamos al amplio patio que tenía la casa, donde gracias al cielo tenía un poco más de espacio en el que no te sintieras profundamente asfixiado por el ambiente. Al final de este, parecía encontrarse otra parte de la casa donde se veían también luces y se oía música, pero se veía un espacio relativamente más pequeño que el anterior. Su entrada se encontraba custodiada por un muchacho alto de aspecto bastante intimidante. Realmente se veía como alguien que podría quebrar el cráneo de una persona con tan sólo una de sus manos. Rebecca me dió un pequeño y disimulado guiño a medida que nos acercábamos a él. Finalmente, se paró frente a él, soltando mi mano.  Saludándole con un beso en la mejilla, éste le correspondió con una pequeña sonrisa mientras dirigía una rápida mirada hacia mi. _Hey, Brad. ¿Podrías informarle a Cristopher que me encuentro aquí? Oh, y traje una amiga.-Dijo señalándome con su mirada.-Espero que eso no sea un problema. Rebecca mencionó esto último mientras acariciaba su brazo de manera lenta con la punta de sus dedos, a la par que aleteaba coquetamente aquellas pestañas postizas que se había puesto segundos antes de salir del dormitorio. Aguanté con gran fuerza la carcajada que quería soltarle al verla de esa forma, especialmente al ver aquél chico disipar fácilmente su mirada fría y su aspecto temible ante los encantos de ella. Él sacó de su bolsillo un Walkie Talkie y pidió hablar con Cristopher, anteriormente mencionado por Rebecca también, pero del cuál no tenía idea  de quién se trataba. Como si leyera mis pensamientos, ella me miro mientras se acercaba a susurrarme al oído. _Es el presidente.-Mencionó algo emocionada. Una pequeña risa salió de mi boca mientras asentía con la cabeza. _Pero claro. Ella levantó sus hombros. _¿Qué? Hemos estado unas dos o tres veces juntos. Es bastante bueno, por cierto.-Dijo mientras movía sus cejas rápidamente de arriba a abajo, dándome a entender el doble sentido de su oración.-_Obviamente intento buscar algo más de acción esta noche. Como si acabara de recordar algo importante, tomó con rapidez mi muñeca mientras me miraba con sus ojos abiertos. _¡Oh! Tengo que contarte sobre aquella vez que él... Fuimos interrumpidas por el repentino movimiento de aquel guardia, mientras veíamos como nos abría la puerta y dejaba paso a que entremos. _Pueden pasar, chicas. Adelante.-Dijo señalando la entrada con su cabeza. Ambas cruzamos dentro y pude notar una escalera hacia un piso abajo, a lo que parecía ser el sótano. En ningún momento Rebecca soltó mi mano, ayudándome a bajar con cuidado y dejándome saber que allí se encontraba si le necesitaba.  Definitvamente si había pensado que la casa era gigante, era porque aún no había visto el resto de ella. Aquel sótano era más que espacioso, con una sala de estar, una cocina y unas cuantas puertas de lo que parecía ser habitaciones, además de dos baños bastante amplios. La música allí a pesar no estar a volumen bajo, era mucho más tranquila que el salón anterior. También había muchísima menos cantidad de gente presente. No pude evitar pensar que seguramente era un lugar bastante exclusivo para gente de la alta jerarquía en la fraternidad. Rebecca acercó su rostro a mi oído nuevamente, al verme sorprendida por el lugar. _Aquí están las habitaciones del presidente y el vicepresidente de la fraternidad. _Déjame adivinar: ¿También has tenido la suerte de acostarte con el vicepresidente? Ella arrugó su nariz mientras negaba rápidamente con su cabeza. _¿Qué? No, claro que no. Siquiera le conozco mucho de vista, pero me han dicho que es un imbécil. Nunca estaría con él, y si eres bastante inteligente, espero que tú tampoco. _Bueno, al menos déjame saber cómo se llam- _¡Rebecca! Se oyó una voz a lo lejos, que provocó que ambas giremos nuestras cabezas. Un chico alto, de cabello gris y gran sonrisa se acercó a nosotras, y no me quedó otra que asumir que se trataba de... _¡Cristopher!-Exclamó con una sonrisa Rebecca, mientras se acercaba a saludarle con un abrazo. _Me alegra verte por aquí.-Mencionó éste mientras dirigía su mirada a mi, que me encontraba parada en silencio esperando que terminaran de saludarse el uno al otro. _Cris, ella es Emilia. Mi compañera de cuarto. Él levantó sus cejas sorprendido mientras extendía su mano hacia mi, en un apretón amigable. _Vaya, ¿Con que Emilia verdad? He oído hablar a Beck bastante sobre ti...-Dijo con una sonrisa amable, que le correspondí rápidamente.-_Espero puedas disfrutar de la fiesta. Lo siento por lo que has visto arriba seguramente. Como presidente, estoy a cargo de cuidar a todo un grupo de cincuenta idiotas y los fines de semana suelo tomarme vacaciones y no ejercer como niñera. Reí ante su comparación, mientras le observaba con sus manos en su cadera a modo de desaprobación total, como si se tratara de una madre decepcionada de sus hijos adolescentes, cosa que era bastante divertida de observar. _No te preocupes. Gracias por permitirme estar aquí. _Cualquier amiga de Rebecca es bienvenida aquí.-Señaló la puerta de la cocina con su dedo índice.-_En la cocina tienes diferentes bebidas y las alacenas están llenas de bolsas de snacks, por si se te antoja algo. Siéntete libre de tomar lo que quieras aquí. También tenemos una barra por allá, con mi amigo Marcus... Todos nos giramos hacia la dirección que había señalado, donde una pequeña barra improvisada era atendida por un muchacho que en ese momento se encontraba mezclando en un solo vaso todos los tipos de licores presentes. Cristopher giró su cabeza hacia mi con algo de desaprobación mientras sonreía. _Creo que será mejor que sólo tomes algo de la cocina. Sonreí algo divertida ante su mirada de disgusto e incomodidad. _De acuerdo, muchas gracias. _No hay de qué.-Respondió nuevamente él, con su tono cuidadoso y amigable. Me sorprendía de sobremanera que viniendo de una fraternidad, e incluso siendo el presidente de ésta, no se encontrara siendo un idiota a tiempo completo. De hecho, me encontraba feliz ante el hecho de que Rebecca saliera con un tipo bastante más decente que la mayoría, como era el caso de Cristopher. Lo ví dirigirse rápidamente a regañar y detener el muchacho de la barra, pero Rebecca le frenó sosteniendo su muñeca y susurrándole algo al oído. Pude adivinar por sus expresiones faciales y como sus músculos se tensaron, de que se trataba de una propuesta bastante subida de tono. Él asintió ante los susurros de Rebecca como si se encontrara en un trance ante sus palabras, y ella giró su cabeza hacia mi para mirarme. _Em, nosotros estaremos ausentes por un momento...¿Te encontrarás bien sola? Ella comenzó a suplicar con sus ojos ante mi con una pequeña sonrisa, mientras me susurraba la palabra "por favor" disimuladamente. Sonreí, mientras asentía con la cabeza. ¿Quién era yo para no permitir que mi amiga se divierta esa noche? _Estaré bien, ve y diviértete. Nos vemos luego. _De acuerdo. Cuídate y déjame saber si te vuelves a la habitación.-Dijo mientras me daba un pequeño beso en la mejilla.-¡Te quiero! Reí ante la efusividad con la que se encontraba, siempre parecía exaltada y llena de emoción. Finalmente, la vi perderse dentro de una de las puertas que daba a las habitaciones privadas. Suspiré mientras le daba una mirada panorámica al lugar, observando todo con suma atención. A pesar de que Beck me había dejado en la fiesta sin nadie con quien socializar, sabía que era capaz completamente de divertirme en una fiesta por mi propia cuenta. A pesar de que no me agradase demasiado esa idea. Sin Rebecca cerca, me decidí por hacer mi camino hacia la cocina para buscar algo de beber, y quizás algo interesante que pudiera comer. Mi estómago rugía un poco, mientras recordaba que  no había cenado nada antes de llegar a la fiesta. Como no pretendía destrozar mi abdomen metiendo en él alcohol con el estómago vacío, decidí finalmente que sería una buena idea investigar por una bolsa de papas en la alacena de la cocina, tal y como había indicado anteriormente Cristopher. Al llegar a la cocina-que por cierto, tenía quizás más espacio que mi propia habitación.-noté que nadie más se encontraba allí, por lo que era un gran momento para hurgar en busca de comida y bebida. Estaban en una repisa completamente a la vista, por lo que no fue difícil encontrarlas. Tomé una bolsa rápidamente y abrí la nevera buscando alguna bebida que no fuese a dejarme inconsciente en el segundo sorbo. En ese momento en el que tenía la cabeza metida casi completamente dentro de la nevera en busca de mi bebida, oí como alguien entraba a la cocina. Rogaba porque simplemente pasara de mi, y se metiera en sus propios asuntos de manera que no tuviera que entablar conversación alguna con nadie. Sólo intentaba beber y comer algo en paz, y no estaba muy a gusto socializando por el momento con alguien desconocido. -Enzo, ¡Traeme una botella de cerveza! Oí como alguien gritaba a lo lejos, en la otra habitación. -No, Marcus. Traétela por ti mismo. ¿Acaso me ves como tu maldito sirviente?-Soltó una voz masculina dentro de la cocina.-_ Maldito imbécil. Siguió maldiciendo un par de palabras más que no alcanzaba a oír entre sus balbuceos. No me quedó más que levantar mi cabeza para ver de quién se trataba. >  A pesar de que no tenía idea de quién se trataba, pude notar que su actitud cambió de manera drástica al verme allí presente. Intenté evitar el contacto visual, mientras rogaba porque no me hablara. Sólo quería huir de allí de la manera más rápida posible con el fin de poder beber y comer algo en paz. _Oh. No sabía que había alguien aquí. Hola...-Le oí decir. > pensé para mis adentros.
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