Esperanzas marchitas
Eva
Estar toda tu vida sola y tenerle miedo a la soledad.
Es contradictorio, lo sé, pero también es entendible.
Experimentar el abandono y la melancolía que eso conlleva te hace buscar a alguien que no te haga sentir eso de nuevo, que no te haga experimentar la cúspide de la tristeza, y eso … eso te vuelve alguien dependiente y para muchos, incapaz de vivir sin la compañía de otra persona.
— Escúchame hija, te presentaré a alguien que será tu futuro esposo — abrí mis ojos de par en par pero también me emocioné —, quiero que seas dulce y buena niña — asentí y ella sonrío complacida.
— ¿Puedo saber quién es? ¿Cómo se llama? — mi madre me dio tres palmaditas en mi cabeza apretando sus labios.
— Tu solo arréglate, ya lo conocerás — asentí resignada.
Mi madre era una mujer fría que con solo un gesto daba a entender lo que pensaba o sentía, pero fuera de eso estaba feliz, saldría de este “hogar” si es que se le podía llamar a eso.
Mi vida no era dichosa pero sabía que lo sería en mi futuro al conocer al hombre de mi vida y crear la familia que siempre soñé.
« Prometo no ser como mi madre, jamás abandonaré a mis hijos ».
E iba a cumplir esa promesa pase lo que pase.
Ciudad Azul es una ciudad pintoresca, llena de vida y con muchos hombres guapos que luchan para ser pretendientes de las damiselas solteras, y aunque yo no sea refinada y con dinero soy soltera y pura, por eso mis esperanzas en encontrar el indicado son altas.
Me arreglé con total esmero, una falda roja hasta mis tobillos, una blusa blanca con mangas bombachas, medias blancas y baletas negras brillantes. Mi cabello largo, rebelde, grueso y n***o como el tizón decorado con una diadema roja y mis orejas con pendientes de corazón. Si o sí conquistaría el corazón del hombre que mi madre consiguió.
Al contrario de ella la ansiedad me embriagaba y el nerviosismo se me era evidente. Sentada en la sala de la casa esperaba la llegada del hombre misterioso, y por más que preguntase no recibía respuesta.
La hora pactada llegó y la melodía de unos pajaritos nos indicó que el timbre había sido presionado. Mi madre dejó su taza de té y se puso de pie con dignidad para abrir.
— Madame Circe — sonreí y me removí a lo que escuché, una voz gruesa digna de un verdadero hombre.
— ¡Oh por favor! Solo Circe — seguía pendiente de su conversación desde la sala —, por favor pase, mi hija lo espera.
— Con permiso — conté los pasos sin respirar hasta que llegó y quedé atolondrada por lo que vi.
Soy una fiel creyente del amor a primera vista y hoy lo confirmé. Él es perfecto.
Una sonrisa angelical, cabello igual de oscuro que el mío muy bien peinado hacia atrás, camisa de lino blanca con sus primeros botones abiertos dejando al descubierto su tonificado pecho, pantalones y zapatos lustrados.
Parecía un ángel y su sonrisa prometía llevarme al cielo.
— Ella es mi hija, Eva — mi madre me señaló —, hija, él es Theodorus — me puse de pie tímidamente y él se acercó.
— Es un gusto conocerla señorita Eva — tomó mi mano y dejó un casto beso en el dorso de ella sin apartar sus ojos de los míos.
— El placer es todo mío sir Theodorus — enderezó su espalda.
Entre ambos había una química que flotaba en el aire, estaba segura de que por fin mi madre había tomado una buena decisión en su vida y me había arreglado la mía.
Cuando sir Theodorus soltó mi mano una sensación de miles de hormiguitas quedó en ella acompañada de las mariposas aleteando en mi panza.
— Me disculpo pero debo ausentarme — las palabras de mi madre borró todo rastro de alegría y el miedo se apoderó de mí — ¿Hago bien en confiar en usted? — sir Theodorus lo pensó y luego sonrío asintiendo.
— No se preocupe madame Circe, la cuidaré con mi vida — ella asintió y sin mirarme se marchó.
— Un momento por favor — intenté hablarle al hombre al frente mío sin demostrar mi nerviosismo — ¡Madre! — la detuve antes de que cruzara el umbral de la puerta — esto no es correcto — susurré para no ser escuchada.
— Claro que es correcto — me respondió igual susurrando —, será tu futuro esposo así que no veo de malo que estén a solas en la misma habitación.
— Pero … — me interrumpió.
— Deberías aprovechar esta oportunidad, no dejes que cambie de opinión — arrugué mi entrecejo —, ve y ofrécete a él — abrí mis ojos de par en par — si llegas a quedar embarazada no podrá no importa qué deshacerte de ti — jadeé sin creer lo que me decía — y sino … — alzó sus hombros restándole importancia — igual lo haremos cumplir por quitarle lo más preciado que tiene una virgen — me tomó de los hombros volteándome y me empujo saliendo sin decir nada más.
« No puedo creerlo, mi madre no importa qué no cambia ».
Inhale y exhalé apretando mi falda con mis manos sudorosas y calmando mi corazón y el nudo en mi garganta. Pase lo que pase no pensaba cumplir con ese propósito macabro.
« No pienso cometer los mismo errores de mi madre, no pienso pasar de uno a otro como si fuese un simio jugando entre las ramas de un árbol, y no pienso humillarme de esa forma ».
Alzando mi barbilla caminé devuelta a la sala, allí se encontraba él admirando los pocos cuadros que decoraban el lugar.
— Los hice yo — interrumpí haciendo que me mirara y sonrío.
— Es usted una mujer talentosa — sonreí sintiendo mis mejillas sonrojarse —, le he traído algo — me ofreció una cajita con cuatro fresas cubiertas de chocolate — espero sea de su agrado.
— Se ven deliciosas — aferré la cajita a mi pecho — mil gracias — él negó.
— ¿Puedo ser sincero con usted? — asentí dudosa — quiero tratarla lo mejor posible, aunque su madre la haya vendido a mí no quiero que se siento como un objeto — me quedé pasmada y él se quedó reparando mi reacción.
— ¿Qué acaba de decir?
— Pues … que no importa si fue un cambio, o mejor dicho, un seguro por dinero respetaré el tiempo que usted desee de noviazgo y luego de eso vendrá el matrimonio, se que mi familia la amará — caminé sintiéndome pesada hasta un sillón y me dejé caer sosteniéndome de su brazo.
— Mi madre … me … ¿Vendió? — pregunté en un susurro sin mirar a nada en particular.
Mi cuerpo se había puesto tan frío como el hielo y para mi sorpresa y aunque tuviese un taco en mi garganta no salió ni una sola lágrima.
— He estado interesado en usted desde hace mucho tiempo — se arrodilló frente a mí y comenzó a explicarse —, cuando se lo comenté a su madre ella me informó que tenía muchos pretendientes y que si quería asegurar mi futuro contigo tenía que darle cierta cantidad de dinero y eso hice — solté el aire que mis pulmones retenían.
— No es cierto — ladeo su cabeza —, no tengo pretendientes, ella solo quería … — soltó una risa sin ninguna pizca de diversión.
— Me lo imaginé, pero aun así no iba a desaprovechar la oportunidad.
— Entonces … ¿Tú y yo?
— Nos casaremos, ¿Crees que tu madre nos dejó a solas por nada? — aparté la mirada para no avergonzarme más — se que ella quería que te tomara — justo ahora deseaba que la tierra me tragase — para así deshacerte de ti, pero no hay necesidad de eso, ya vendrá el momento y el lugar, por ahora — tomó mi barbilla para que lo mirara — tendrás una semana para prepararte.
— ¿Prepararme para qué? — él sonrío de lado.
— Irte a vivir conmigo — se puso de pie dejándome allí sin alma.
— ¿Nos casaremos en una semana?
— No — abrí mis ojos de par en par —, imagino que querrá pasar al menos unos meses como novia y yo no puedo esperar tanto para no vivir con una mujer, haré un viaje y no quiero preocuparme por nada más, no te inquietes — sonrío de lado y por alguna razón un escalofrío me recorrió — te trataré bien — hizo una reverencia y se marchó.
Me recosté en el espaldar del sillón sintiéndome abatida y mareada.
Que ilusa al pensar que mi madre estaba siendo diferente.
« ¿Solo por dinero fue capaz de tanto? ».
Me reí como una desquiciada y pude soltar las lágrimas.
« No solo le bastó con abandonar sus otros tres hijos sino que también tuvo que vender a la que le quedaba ».
Paré de llorar y limpié mis lágrimas poniéndome de pie.
« Bien, al menos podré salir de este lugar y de su vida ».
Aún no perdía mis esperanzas, y él se encargó de que no fuese así. Tendría una semana para prepararme, en una semana tendría una nueva vida mucho mejor, y de eso estaba segura.