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Guerra Santa

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Myla y Nero deciden usar sus poderes celestiales para detener la Primera Guerra Santa entre Caelus e Inférnum creando un reino intermedio llamado Syna, fruto de su amor nacen Haru y Atlas siendo estos los herederos de los reinos de Inférnum y Caelus, pero durante este proceso Atlas he desviado de su destino como protector del mundo y cae en las tinieblas creando un rencor en contra de la sociedad, así que decide destruir todo a su paso, pero su hermana no se lo permitirá deteniéndolo y tratando de hacerlo entrar en razón. Es allí donde comienza la Segunda Guerra Santa entre hermanos.

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Fin de la Guerra
Los gritos de los soldados se podían escuchar tras las montañas, una batalla sangrienta se llevaba a cabo en las cercanías del río Syna, en el territorio del reino de Inférnum. La guerra había causado muchísimo daño a ambas partes del conflicto, al igual que la vida de inocentes fue tomada gracias a esta. Myla, la reina de Inférnum se encontraba parada sobre el río con su espada bañada en sangre en la mano, su armadura salpicada al igual que su cara. Un aro de fuego flotaba en su espalda simbolizando su poder celestial. Myla era la única Diosa de sangre pura restante en el planeta Eros, era una mujer poderosa así como bondadosa, tenía una cara redonda, unos ojos vivaces de color purpura, sus labios eran gruesos con una sonrisa que cautivaba a cualquier ser que llegaba a conocerla, su cuerpo estaba perfectamente proporcionado, su tez bastante blanca, suave y finísima, se mostraba en las tersas mejillas un vivo color de carmín. El agua comenzó a sonar como si alguien caminara sobre ella, acercándosele a Myla lentamente, esta apretó el mango de su filosa espada aún chorreante de sangre y puso su cuerpo en una pose de defensa esperando un ataque en cualquier momento, pero los pasos cesaron y descendió del cielo un rayo iluminando todo el valle, Myla usó sus brazos para cubrirse el rostro y no quedar cegada después de esa descarga eléctrica, el agua salpicó a todos lados, segundos después tras aquel destello de luz, la reina retiró sus brazos para abrir los ojos, para cuando lo hizo allí pudo observar a un viejo conocido, aunque mejor sería decir, un viejo amor. Nero, rey de Caelus y último Dios de sangre pura del planeta Eros estaba parado frente a ella en medio del Syna. Los dos líderes de sus respectivos ejércitos permanecían de pie cara a cara luego de muchos años sin verse y después de semanas de ataques entre sí. Nero era un hombre alto con cuerpo atlético, pelo largo y castaño, este caía sobre sus hombros, sus ojos eran de un azul claro que cambiaban a blanco cuando usaba su habilidad con el rayo, su mirada era muy intensa. El rey de Caelus se caracterizaba por ser muy amable, generoso y leal a su pueblo, como Myla también era sumamente poderoso y temible. -       De todas las personas con las que pensaba enfrentarme, nunca pensé que fuese contra ti… — dijo Nero tomando su espada por el mango y desenvainándola —… Myla. Myla se mantuvo en silencio por un momento observando a Nero de arriba abajo, pudo notar como su armadura también estaba manchada como la suya, tenía inclusive un corte en el pómulo derecho del cual brotaba sangre aún. La sangre de los seres celestiales se caracterizaba por ser negra y tener un poder descomunal sobre la población humana, en base a ella se podían crear muchísimas cosas. Después de escanearlo con la mirada un rato, Myla se aclaró la garganta. -       ¿Deseas que sea dulce cómo la última vez? — preguntó Myla moviendo su espada con agilidad -       Inténtalo y será tu fin, sin juegos esta vez — respondió Nero agitando su espada de lado a lado preparándose Myla apoyó su pie derecho y tomó impulso abalanzándose hasta Nero, alzando su espada y dejándola caer con toda su fuerza sobre él, pero fue detenida cuando este acomodó la suya de manera horizontal evitando el corte, Nero alzó su pierna y pateó a Myla en el estómago haciéndola retroceder. Ambos sonrieron y siguieron realizándose ataques sin cesar, sus espadas chocaban al unísono generando aquel sonido metálico representativo de este tipo de batallas, a pesar de atacarse a muerte ninguno de los dos podía acertar, sus sentidos estaban activados al máximo previniendo cualquier ataque segundos antes de que sucediera. Luego de largas horas de combate, ambos terminaron con las armaduras destrozadas y cayéndose a pedazos. Nero estaba muy herido al igual que Myla, la cual podía apenas mantenerse en pie, nuevamente el rey de Caelus alzó su mano y de la palma de esta salió disparado un rayo hasta el cielo, Myla observó la acción, corrió hasta donde Nero y le proporcionó un puñetazo directamente en la mandibula, debido al desgaste este se derrumbó de inmediato, la reina de Inférnum notó como este había realizado una técnica de invocación muy conocida por todos ya que era el único que podía invocar al rey Dragón desde los cielos. -       ¿Crees que si ambos morimos en este instante detendremos la guerra? — preguntó Myla cayéndose de rodillas frente al cuerpo de Nero -       Debe haber un ganador y un perdedor, Myla, de eso se trata -       Detengamos la guerra de otra manera Nero, bajemos las armas, este conflicto es una estupidez Nero con las pocas fuerzas que le quedaban movilizó su brazo hacia el cielo nuevamente, entre las nubes oscuras comenzaba a descender aquel dragón del que tanto se había hablado en la antigüedad, debido a su lealtad a Nero, este entendió la seña de su amo devolviéndose y desapareciendo entre la oscuridad. -       Uno de los dos debe morir — dijo Nero cerrando los ojos y dando un suspiro -       No necesariamente Nero, somos los únicos Dioses restantes en Eros, podemos detener esto juntos — respondió en voz baja, suave de tal manera que sus intenciones se hicieran sentir -       ¿Acaso tenías un plan desde el inicio? -       Sí, sólo quería darte tu merecido por abandonarme años atrás — manifestó Myla frunciendo el ceño -       ¡¿Qué?! — exclamó un Nero desconcertado -       ¿O crees que se me olvida que me abandonaste debido a que tomaste la corona de Caelus? -       Estás errada, ambos estábamos destinados a tomar la corona de nuestros reinos en cierto momento -       ¿Y eso que tiene? -       Que yo subí primero al poder que tú, además nuestra relación sería mal vista por todos -       Qué más da, Nero, somos Dioses y podemos hacer lo que nos plazca -       Ese es nuestro error, actuar a placer y no para beneficiar a nuestra gente, es por eso que decidí abandonarte -       ¿Me dejaste porque era lo mejor para tu pueblo? -       Era lo mejor para el mundo Myla, nuestra relación posiblemente hubiese causado un desequilibrio  -       Ahora que lo dices creo que mi idea no será de tu agrado — indicó la Diosa -       Habla, necesito saber que tienes en mente aún -       Si ambos unimos nuestra sangre aquí y ahora, podremos detener el conflicto entre Caelus e Inférnum -       Una muralla entre los reinos — expresó Nero -       No, un océano que divida los dos continentes y nosotros ser el punto medio entre ellos -       Y tener que vivir contigo, ugh no gracias — declaró el Dios soltando un soplido -       ¡Nero! ¿No puedes parar de hacer bromas en medio de un momento trágico? -       Puedes dejarme morir y nos evitamos todo eso -       No puedo dejarte morir Nero -       ¿Por qué no? Myla gruñó y se puso de pie lentamente ofreciéndole su mano al hombre caído para levantarse. -       Porque te amo — sentenció la Diosa con voz firme Nero abrió sus ojos, encontrándose con los de Myla, unos ojos brillosos de color purpura que desde el primer momento en que se cruzaron sabía que esta mujer sería la razón de su felicidad. Así que estiró su mano tomando la de Myla y con las pocas fuerzas que le quedaban se puso de pie apoyándose en la reina. -       Desde que te vi supe que serías mi perdición — manifestó Nero mirándola a los ojos y con gestos de dolor -       ¿Esa es tu manera de decirme que me amas también? Myla caminó hasta el medio del río seguida por Nero el cual sacó su daga de diamante para luego ponerla entre los dos. Cada uno tomó la daga en su momento y se realizó un corte diagonal en la palma de la mano, una vez lo lograron unieron sus manos y comenzaron un ritual ancestral para hacer que su sangre tuviese un efecto positivo en la tierra, al ponerse de pie dejaron que el líquido celestial cayera a la tierra y al agua, en un abrir y cerrar de ojos el agua comenzó a abundar de una manera asombrosa, el montículo de tierra donde se encontraban se expandió de tal manera que se formó una isla bajo sus pies. El deseo de Myla se había cumplido, un océano se formó gracias a su unión con Nero, eso detendría la guerra de inmediato ya que los reinos no podrían seguir atacándose entre sí. Nero estaba agotado, el uso constante de sus poderes lo habían debilitado de una manera alucinante, así que en el momento que la tierra dejó de moverse y el agua había rodeado la isla cayó desplomado en los pies de Myla. La reina de Inférnum ahora sin ninguna corona que poseer o pueblo que comandar, se sentó al lado del cuerpo exhausto de Nero, poniendo sus manos en el pecho de este y comenzando a realizar una sanación que poco a poco fue surgiendo efecto en él, aquel corte de su pómulo fue cerrando lentamente. Myla poseía un poder curativo extraordinario, el cual enseñó a la mayoría de médicos en Inférnum. Nero despertó y observó cómo Myla estaba curándole, esbozó una sonrisa y puso sus manos sobre las de ella deteniéndola. -       Te vas a agotar, detente — dijo Nero en voz baja levantándose del suelo -       Pero Nero, estás muy débil — respondió Myla intentando detenerlo Hizo caso omiso a los intentos de Myla y se levantó lentamente, estiró sus brazos y puso firme su postura, caminó un poco hasta poder divisar todo el océano que ahora los rodeaba. Aún siendo un Dios le costaba entender la capacidad de sus habilidades y todo lo que podría llegar a hacer con ella en el mundo, Myla lo siguió y se puso a su lado. -       ¿Qué sucederá con nuestros reinos? — preguntó Myla tomándole la mano a Nero -       Realmente no lo sé, espero que esto haya detenido la guerra. Derrepente un destello de luz se hizo presente, ambos se giraron y dirigieron la mirada a aquel brillo cegador que poco a poco iba atenuándose, de este aparecería un anciano vestido de túnica blanca, una barba canosa, ojos cansados pero intensos, su cabello largo y blanco bajaba hasta su pecho, a pesar de su edad se le veía firme y lleno de vida. Caminó hasta donde se encontraban Myla y Nero, mirándolos con orgullo. -       Su acto de valentía ha salvado al planeta de Eros de una catástrofe, la guerra acabaría con todos sus habitantes sin ninguna duda — dijo aquel Anciano poniéndole una mano a cada uno en los hombros y metiéndose entre ellos — Estoy orgulloso del nivel de comprensión que manejan ustedes ahora, hijos míos. En ese instante Myla y Nero se miraron alternativamente, estaban bajo la presencia del todopoderoso, el creador de todo, Dios de Dioses, su más grande ancestro y la razón por la cual habían nacido Dioses, la sangre del todopoderoso corría por sus venas. -       Se preguntarán que pasará con los reinos de Inférnum y Caelus, ¿no? -       Así es todopoderoso, con nosotros acá ¿qué futuro le depara a nuestro pueblo? — preguntó Nero algo preocupado, se le notaba en un tono de voz y en su expresión facial. -       Me manifestaré ante ellos pronto, deberán elegir unos nuevos gobernantes — indicó el anciano dejando deslizar sus manos por la espalda de la pareja, caminando hacia adelante — ¿Confían en su pueblo para continuar la labor que ustedes llevaban? Ambos asintieron con seguridad, a lo largo de estos años y mucho antes de la guerra ambos reinos convivían en paz, todo esto orquestado por Myla y Nero, quienes debido a sus creencias, el mantener la paz y la cordialidad entre ambos haría que juntos crecieran y evolucionaran para las próximas generaciones dejándoles un mundo donde todos tuviesen una vida plena y tranquila. Todo fue así hasta que por intereses propios, se crearon grupos insurgentes de ambas partes creando una discordia entre los pueblos fronterizos y así el conflicto fue escalando hasta llegar a asesinatos de figuras celestiales y cercanas a las coronas. Es allí cuando Myla y Nero decidieron ir a la guerra para solventar los problemas a la vieja manera. Sus antepasados contaron que se habían llevado a cabo guerras entre Inférnum y Caelus pero ninguna de esta magnitud, siendo esta bautizada como la Primera Guerra Santa entre los dos continentes. -       Su deber será permanecer acá, en esta isla alejados de ambos reinos, siendo ustedes los intermediarios entre ellos — manifestó el todopoderoso girándose y poniéndoles la mirada a los dos — de ustedes dependerá que se mantenga la paz entre todos. El todopoderoso caminó nuevamente en medio de ellos y les puso una vez más la mano sobre sus hombros, cerrando esta vez los ojos. -       Tienen un poder que está por encima de cualquiera en Eros, son Dioses, cumplan con su deber y mantengan la equidad entre todos en este planeta. — dijo en voz baja mientras mantenía los ojos cerrados percibiendo la capacidad de la pareja. — enviaré a un par de seres celestiales para que ayuden con este reino… Una vez más el destello de luz de donde apareció el anciano se hizo presente, este se despidió con un gesto de amabilidad y lentamente se fue desapareciendo a medida que la luz se hacía más intensa hasta llegar al punto donde dicho resplandor desapareció. Myla y Nero suspiraron al unísono, devolviendo la mirada al océano que habían creado, también observaban la plataforma de tierra en la que se encontraban, allí se podría edificar una ciudad entera sin duda alguna. -       Syna… — susurró Myla -       ¿Reino de Syna, verdad? — respondió Nero animado ante tal idea -       Sí, esto será el reino de Syna, el reino de la Unión. Un par de semanas pasaron y ambos con sus poderes crearon en la isla un santuario para residir tanto ellos como los seres celestiales que el todopoderoso envió. Estos se habían encargado de hacer crecer flores, que el pasto se mantuviese perfecto, esto era una nueva versión del Edén, el lugar estaba lleno de seres vivos y en medio estaba aquel enorme santuario. En este sitio se respiraba nada más paz, tranquilidad, un lugar perfecto para meditar y reflexionar sobre todo lo realizado en la vida. Luego de un par de propuestas, Myla y Nero serían los únicos que tendrían el poder y derecho de invitar a cualquier al reino de Syna, este sitio era inalcanzable para los humanos, desde que la guerra terminó muchos se atrevieron en atravesar las agresivas aguas del océano pero muchos fallaron en el intento y aquellos que lograron divisar la punta del santuario murieron segundos después ya que no eran bienvenidos. Aquel que se acercara a la isla sin ser invitado el mismo océano se encargaría de destruirlo. Durante su estadía en el santuario, la pareja de Dioses por fin tenían el tiempo y la libertad de compartir con tranquilidad, sin que una sociedad los viese de mala manera o hablaran a sus espaldas acerca de que su unión sería la destrucción del mundo o era poco propia para la humanidad. Al final todas esas personas que alguna vez osaron a decir o pensar estas cosas, habían quedado totalmente ridiculizadas ya que gracias a la unión de estos dos Dioses la guerra había terminado. Nuevamente un conflicto creado por humanos tenía que ser solucionado por dos seres celestiales, probando nuevamente el punto de que aquellos con sangre celestial eran superiores a cualquiera en el planeta de Eros. Myla había creado un consejo de gobierno en Inférnum donde se les enseñarían los conocimientos impartidos a los seres celestiales para así, si algún día esta llegaba a faltar pudiesen tomar las riendas del reino con la misma fuerza que tenía la Diosa. También Nero tenía como encargada a su hermana menor Alyssa, la cual era también la cabeza del consejo de gobierno de Caelus. En este reino se impartía sabiduría desde que los pequeños tuviesen uso de razón, se les enseñaba la historia del mundo para cuando estuviesen más grandes pudiesen elegir qué hacer con su vida, ya fuese guerreros, hechiceros o continuar estudiando para convertirse en historiadores y sabios del reino, algo que también se manejaba en Inférnum debido a la similitudes de gobierno entre ambos. Debido a su estadía permanente en Syna, Myla y Nero tenían mucho tiempo a solas así que no desperdiciaron ningún minuto de esto, ambos sabían lo que querían y estaban listos para hacerlo realidad una vez más. Caminando por los pasillos del santuario, Nero giró y con desesperación pasó sus manos por el cuello de Myla y sus labios se hundieron en un beso violento y apasionado durante muchos minutos, mientras las manos de la Diosa hacían que su cuerpo estuviese muy pegado al de Nero, este la sujetaba y la acariciaba por sobre su vestido de color n***o. Los dos estaban en una vorágine enloquecedora de pasión, en ese momento sintieron que ese encuentro entre ambos sería inolvidable. Luego sus labios se separaron, su respiración era agitada, ella besaba la cara de Nero y su cuello, este comenzaba a desatar el nudo del pequeño vestido de Myla, hasta bajarlo por debajo de los pechos de esta, los cuales se veían imponentes bajo la tenue luz de las velas que los rodeaban, volvieron a besarse apasionadamente y así entre besos y caricias llegaron a su habitación; Nero se fue desnudando hasta quedar sin absolutamente nada, ella se terminó de quitar el vestido, luego su diminuta ropa interior, hasta quedarse totalmente desnuda mostrando su enloquecedor cuerpo, por último y antes de caer ambos sobre la cama Myla tomó sus senos en sus manos, estos estaban bastante erguidos en forma de pera con sus pezones rosados excitados y una aureola rosa rodeándolos. Ambos se metieron en la cama, Nero sujetó el cuerpo de Myla con sus manos y volvieron a besarse mientras en su pecho sentía los senos de la Diosa y sus manos sujetaban las nalgas de esta. Luego la boca de Nero bajo de los labios de Myla besando su cuello en dirección a sus senos, ella se agitaba en la cama, gemía, daba pequeños alaridos, y su cuerpo se revolcaba sobre el colchón constantemente, la boca del Dios besó los pechos de Myla, luego sus pezones, deslizó su lengua por ellos hasta introducirlos dentro de su boca, los que se irguieron aún más, su cuerpo sobre la cama se agitaba y su boca no paraba de gemir y gritar, después de largos minutos saboreando sus pechos, Nero bajó por su tórax hasta su cintura, así hasta descubrir la v****a depilada de Myla, entonces Nero deslizó su lengua por ella y hundió su boca en ella, ella gritó profundamente y con desesperación tomo la cabeza del chico haciendo que su cuerpo se contorsionara hasta que sus labios se hundieran en los de él, Nero fue acariciándola en la medida que la besaba, hasta hacerle sentir a las puertas de la v****a de Myla su pene totalmente erguido, ella gimió como nunca, su cabello revuelto cubría parte de su cara y lo miró diciendo: -       Hazlo de una buena vez, lo deseo Nero, ¡hazlo! — exclamó pidiéndole a Nero -       Sabría que este día llegaría y volveríamos a repetir lo que hicimos en los Valles de Terra Entonces se acomodaron en posición, Nero listo para penetrarla, su pene erguido se deslizo en las puertas de la v****a de Myla durante tal vez un minuto jugó de esa manera Myla gemía y gritaba constantemente, sus manos acariciaban a Nero y su cuerpo viboreaba en contorsiones sobre las revueltas sábanas hasta que casi a modo de súplica y con voz agitada le pidió a Nero que la penetrase, y aunque este disfrutaba viéndola así caliente, apasionada y desesperada a él ya le costaba continuar con eso, deseaba entrar en el cuerpo de aquella Diosa. Entonces ubicó su pene en la entrada de la v****a húmeda de Myla y entonces lo introdujo lentamente, ella gritó llena de pasión, sus uñas casi se clavaron en la espalda del chico, se besaron durante segundos. El ruego de Myla continuaba, casi fue una orden el pene deseoso de Nero, comenzó a introducirse en la v****a mojada hasta hacerlo por completo ella le acariciaba, y sus cuerpos vibraban, el pene del Dios ya no soportaba más, por lo que aceleró los movimientos, las manos de Myla se deslizaban por su espalda y su boca y la de él emitían gemidos de placer enloquecedor, el cuerpo de la Diosa se arqueaba y la boca de Nero, la besaba el clímax era infernal entonces Myla gritó como nunca y su cuerpo comenzó a agitarse en miles de violentas contracciones mientras el pene de Nero comenzaba a eyacular en su interior, se abrazaron, se besaron mientras sus cuerpos vibraban, poco a poco volvieron a la calma pero sus bocas, sus manos y sus cuerpos seguían unidos por la pasión. Pasaron varios minutos para que sus bocas comenzasen a emitir palabras. -       Creo que ya sabes lo que esto significa, ¿verdad? -       No lo sé, procede a explicármelo porque estoy recuperando mi aire -       Nero, somos demasiado fértiles Nero se giró y la miró a los ojos, dándole un cálido beso en la boca a Myla. -       De ser niña, se llamará Haru — sentenció Nero para luego volver a acostarse -       ¿Y si es niño? -       Estoy seguro que será niña, el niño vendrá después cariño -       ¿Cómo lo sabes? -       Ya lo verás querida Myla de Inférnum, ya lo verás 

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