Momento incomodo

1759 Words
Después de tal vez una semana de viaje llegamos a esa ciudad, tomamos varías carrozas e ir pasamos por varios lugares. La ciudad estaba rodeada por unos muros súper altos. Todos hechos con una piedra bastante grandes, que parecían haber sido tallas. Medían aproximadamente, unos diez metros más o menos y parecía nunca terminar. Todo se vía como lo decían los rumores eran muy conservadores. Cuando tuvimos que bajarnos de las carrozas e ir hasta la puerta. Los guardias de la ciudad se le inclinaron a Henry como si fuera un rey. Los dos hombres que custodiaban la entrada, tenía armadura de color amarillo y rojo, desde los pies hasta la cabeza. A mí me llamo un poco la atención. Ellos se veían educados, no como los de mi país. Cuando yo me dirigí a ellos, me miraban como una cucaracha o algo así. Yo no sabía que hacer, pero Henry por fin habló. —Ella es mi prometida—dijo para ayudarme. Allí fue cuando ellos dejaron de mirarme de esa forma y pude pasar. Me quedé sin palabras y avance como si nada. Por la entrada de esa ciudad, el elfo no se quedó callado y hablo. —Solo lo dije para que te dejarán pasar, a ellos no les gustan los extranjeros y menos los de tu país. Se te nota mucho, además tu forma de vestir y de hablar te delata. —No es mi culpa haber nacido en un país así, me juzgan solo porque ellos así lo quieren. Niño rico. El me dio la mano para ayudarme un poco, y simular nuestra falsa relación. Llegamos a las primeras casas de la ciudad y los rumores se hacían realidad. La gente vestía de una manera diferente, no llevaban calzas y botas como yo y Zen. Tenía vestidos, túnicas y mantos de colores claros. Me sentí en un mundo diferente. Pensé en ir a esconderme, era algo realmente incómodo. —Ey… cálmate, no tienes que preocuparte por eso. Eres una aventurera no hay de que preocuparse. —Eso lo dices tú. Porque todo el mundo te conoce aquí. Yo me siento extraña. El me tomo de la mano y nos fuimos a otro lugar de la ciudad, ese chico cada vez me estresaba. Ya quería dejarlo y irme de ese lugar. No estaba acostumbrado a este tipo de cosas. […] Llegamos a una posada que estaba a las afueras de la ciudad prácticamente, aunque estaba dentro de muro que protegía la ciudad. Era impresionante, tuvieron mucha paciencia para hacer algo así. Ese lugar era de madera Liza, algo café y un tipo de piedra diferente al que tenía el resto de la ciudad. Cuando ya estábamos dentro de ese sitio, Henry hablo con aquella mujer que se encargaba del sitio, era una elfa de orejas puntiagudas y cabello algo verde. Rasgos faciales muy finos, como los de Saúl. Al igual que el reto de personas llevaba un vestido. Ellos dos hablan como si se conocieran de mucho tiempo. Terminaron de hablar y el se acerco a mi. —Bueno vamos a arriba. Mi cara era de rabia, a pesar de todo lo que le dije yo. El parecía tener un plan conmigo. Subimos a la que sería nuestra habitación. La verdad este país era demasiado hermoso comparado de ciudad en que yo vivía. La habitación estaba impecable. Me quedé sin palabras, todo era muy ordenado, las cotinas y las cobijas blancas, parecían nuevas. —Esta será tu habitación, yo me iré a la mía. —Entonces… —Yo solo decidí aceptar viajar contigo por petición de Saúl, yo no quiero casarme ni nada. Ya tú una mal experiencia en varios compromisos. Aunque te agradezco que te prestes para seguirle el juego a él, por lo menos dejara de molestarme por un tiempo. Me sentí rechazada, tal ves el también se sintió así cuando le hable. Ahora debía tratarlo como un igual y no decirle más cosas como las que le dije. —Adios…ah…ay aguas termales en este sitio si quieres yo te llevo. —Eh…no es necesario. —Ok, adiós. El se salió de mi habitación, me dejó algo incómoda, la forma de pensar de parte mía se estaba viendo pequeña en comparación a todo lo que había vivido él. Yo era casi un pueblerina. Debía aprender más y no quedarme atrás. Ahora debíamos encontrarnos con Saúl. Eso me daba algo de curiosidad, que pasaría de ahora en adelante en este grupo. […] Yo me había puesto a dormir desde que llegué a esta ciudad. Debía ir a bañarme a pesar el frío. Baje hasta la recepción y allí estaba aquella mujer de r**a elfa. Vestía un vestido azul con blanco. Los elfos eran muy lindos y de el mismo modo, me hacían sentir un poco menos. Me dirigí hasta ella y empecé a hablarle. —Eh…hola….¿las aguas termales? —Si…están al fondo de el pasillo el de la derecha es de los hombres y el de la izquierda es de las mujeres. —Eh… gracias. Yo me dirigía hasta ese lugar, pero ella me llamó. —Eh…. Disculpa….¿tu eres la prometida de Henry? —Eh…no… Fue algo que me incomodo un poco al escucharlo. No espere que ella me preguntara eso. Me sentí un poco fuera de lugar. —¿Enserio?. —Si, no somos más que aventureros. Sus ojos se abrieron a la par al escuchar eso. Bueno yo no sabía que responderle. —Ok, solo era eso. Empecé a sentir más curiosidad por la vida de ese chico. ¿Por qué querían casarlo tanto?. Yo me quedé en medio ese pensamiento. Estuve pensando en eso Hasta que llegue a una puerta de madera. Supuse que era el lugar del que hablo la recepcionista. Abrí y como lo pensé una vez. Si eran las aguas termales. Ese era un lugar con aire algo caliente, el piso estaba hecha de rocas bien talladas y había una especie de piscina que me llegaba un poco más debajo de la cintura. El agua botaba algo de espuma, hacían el lugar un poco acogedor. Me gustaba quería bañarme ya. Así que entre directamente allí. No vi a nadie más, así que me desvestí sin pensarlo dos veces. Esas calzas y botas que traía me atrapaban los pies. Me quite el manto que traía y me había comprado Henry y lo deje en el piso, que estaba limpio y seco El agua estaba algo caliente, pero en medio de este frío era lo mejor. Fue relajante, pero de la nada apareció Henry. En estaba completamente desnudo, tenía unos pectorales bastante llamativos y su eso que tienen los hombres abajo. El no me vio. Hasta que entró al agua. Por primera vez dejó de estar serio y se puso completamente rojo. —Eh…eh….¿Que haces aquí? Yo trate de explicarle de una forma en la que él entendiera. —¿Yo?...Tu fuiste el que entraste en este baño. No me vengas a decirme eso a mi. El se tomó la cara un poco apenado. —Te equivocaste de baño…..ah…que vergüenza, yo me volteare solo camina hacia el otro baño… Yo no dejaba de mirarlo, aun no podía sacar de mi mente a ese chico desnudo. —Eh…se que fue incómodo lo que viste, pero por favor no me mires así. Yo trate de molestarlo un poco no pensé ver esa expresión en el jamás. —Esos pectorales están muy bien trabajados, se nota que los trabajaste mucho. El se volteo para que yo pasara y no me dijo nada. Fue un momento incomodo. Donde yo era la culpable de lo que pasó. Yo me vestí al allí mismo, no podía salir así como estaba. Henry no volteo a verme ni nada por el estilo. El estaba mirando atrás. […] Yo me fui a mi habitación a dormir otro rato, tenía lago de hambre. En todo el viaje íbamos de pueblo en pueblo a comer lo que había, pero verlo era algo muy pesado para mí en ese momento. También estaba un poco avergonzada por lo que pasó. No era capaz de buscarlo y hablar con el. Mientras pensaba en lo que había pasado el toco la puerta. Toc, toc. A pesar de la vergüenza que tenía fui a abrir la puerta. Era Henry. El se veía un poco apenado como yo. —Sara, vamos a comer a la ciudad…eh…por favor no hablemos de eso, es algo vergonzoso, no debió suceder, solo vamos a comer. Yo lo seguí y tome la llave de metal que me había dado la recepcionista. Tanto yo como Henry, no sabíamos cómo mirarnos después de eso, fue algo demasiado vergonzoso. Solo caminamos como si nada, yo a su lado. Hasta la recepcionista no notó, su expresión de curiosidad por lo que pasaba. Había una especie de tensión entre Henry y yo. Al entregarle las llaves las manos de él aventurero le empezaron a temblar un poco. Ella no le dijo nada, es mas se quedó en silencio al verlo así. Por lo que veía los dos se conocían mucho. Hasta llegue a pensar que ellos dos tenían algo. Esa fue la idea que me empecé a plantear. […] Salimos de ese hospedaje y nos fuimos hacia la ciudad, con rumbo a un restaurante de la ciudad. Eso quedaba bastante lejos. Tal vez para generarle un ambiente de paz a las personas que iban a ese lugar. Henry no hablo en todo el camino, yo solo lo seguí, la gente me comenzó a mirar con ese mismo despreció que los guardias. El aventurero sin pensarlo dos veces me tomo de la mano, eso me hizo sentir un poco bien. Él no tenía que hacer eso, pero se tomaba la molestia por alguna razón. Eso causo conmoción en el resto de la gente, para mí fue totalmente fuera de lugar. No sabia de una manera certera cuales eran sus verdades objetivos conmigo. Después de caminar tanto, llegamos hacía un restaurante, más bien un tipo de bar. Allí todos le dieron paso a Henry y nos sentamos en la esquina de ese lugar. Era bastante oscuro, unas miserables velas alumbraban nuestra mesa que era redonda y algo vieja. Habían tres sillas en esa mesa, al parecer esperábamos a alguien y esa persona llegó. Nadie más que Saúl. El salió de la nada y se sentó con nosotros. Se rio un poco, tal vez noto que algo había pasado. Quizás se conocían mucho o yo que se. Esos dos me preocupaban por su comportamiento.
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