Capitulo 3

1307 Words
Wyatt gimió al oír mencionar al conocido de Dirk; un conocido que se autodenominaba facilitador y que era poco más que un fanático de aquellos con más dinero del que podían gastar y sed de fama. Miró a su alrededor por primera vez, esperando encontrar una excusa para separarse brevemente de su amigo mientras este escuchaba cualquier plan descabellado que Cameron estuviera tramando, pero solo vio un mar de rostros desconocidos. Varias mujeres cercanas notaron su atención al instante y se acercaron. Wyatt pensó brevemente en coquetear con ellas, pero finalmente decidió que lo más sencillo sería sentarse con Dirk y Cameron unos minutos. Después de todo, razonó, siempre podría golpear a Cameron si hacía algo que Wyatt considerara particularmente ofensivo. Dirk lo condujo a una mesa mediana donde estaban Cameron y siete jóvenes. El primero vestía de forma algo más informal que Wyatt y Dirk, prescindiendo de la chaqueta y la camisa de cuello, optando por una camiseta que solo evitó ser considerada demasiado informal para el establecimiento en el que se encontraban debido a su desconcertante precio de cuatro cifras. Las demás lucían vestidos que dejaban poco espacio a la imaginación y que, en muchos casos, parecían desafiar varias leyes fundamentales de la física. Wyatt se sentó junto a Dirk y enseguida se vio rodeado por un par de bellezas cuyas curvas dejaban clara la idea de que eran naturales y no resultado de la cirugía. Les sonrió y le hizo una seña a la joven que servía las botellas para que trajera otra ronda de bebidas, pero por lo demás las ignoró. Estaba concentrado en lo que parecía ser una conversación notablemente intensa entre Dirk y Cameron. Su atención se desvió de los hombres al sentir una mano que subía por la cara interna de su muslo hacia la ingle. Se giró para observar a la mujer a su izquierda, cuya sonrisa coqueta desmentía la mirada hambrienta de sus ojos, y dijo: —¿Puedo ayudarle? Se inclinó y le susurró al oído con voz entrecortada: —Creo que podrías ayudarme bastante, guapo. Donde, cuando y como quieras. Su mano completó su recorrido y añadió: —Y con eso quiero decir que puedes poner a este delicioso monstruo donde quieras. Incluso haré el culo... —¡Wyatt! —gritó Dirk con júbilo—. ¡Ven aquí! Wyatt sonrió con tolerancia a la seductora y apartó la mano de su entrepierna. —Si me disculpas... —Estaré esperando —respondieron sus labios (aunque él no podía oírla debido a la música opresiva que resonaba en los altavoces del club) mientras se apartaba para dejarlo levantarse. Se aseguró de que no hubiera malentendidos, apartándose brevemente el vestido para mostrarle un pezón erecto. Sentándose junto a Dirk, esperó a que su antigua compañera guardara la teta, pues sabía que su amigo sería incapaz de concentrarse con un pecho desnudo a la vista. Finalmente, Dirk se giró y lo miró con una mezcla de envidia y asombro antes de gritar: —¿Cómo diablos haces eso? —Nunca me creerías si te lo dijera. ¿Qué pasa? —Oh —dijo Dirk con entusiasmo—. Quería contarte esta idea, Cameron... —No me interesa —lo interrumpió Wyatt secamente. —Vamos —se quejó Dirk—. Es una idea genial. —No me importa. Como bien me comentó mi hermano esta tarde, mi cartera no está precisamente en su mejor momento. No me interesa correr ningún riesgo ahora mismo. —Entonces considéralo un préstamo para mí. Podré subarrendar mi casa en Queens a finales del mes que viene y te lo devolveré entonces. Solo necesito un poco para comprar su nueva empresa. —¿Por qué carajo necesitas invertir en una de las ideas descabelladas de Cameron? ¿No te has dado cuenta de que sus últimas cinco, entre comillas, brillantes ideas fracasaron estrepitosamente? —Solo estaba solucionando algunos problemas. Estoy seguro de que esta nueva aventura tiene un verdadero mérito. Wyatt suspiró con cansancio antes de responder, como siempre sabía que debía hacerlo: —Cuéntame su idea. Durante los siguientes quince minutos, Wyatt se vio en la necesidad de pedir tres cócteles más. Para cuando Dirk dejó de hablar con entusiasmo sobre el potencial mítico de la propuesta de Cameron, ya estaba considerando seriamente activar la alarma de incendios. Finalmente, lo interrumpió y le espetó: —Ya existe un sitio de suscripción que permite a los artistas adultos vender su contenido. De hecho, hay bastantes. —Lo sé —dijo Dirk emocionado—. Pero son solo empresas fantasma dirigidas por grandes corporaciones que solo esperan cerrar todo el negocio la primera vez que las Karens vengan a por ellas. Esto sería una sociedad con los artistas. Ellos comprarían acciones de la compañía al firmar y recibirían un porcentaje de las ganancias. Eso también les daría voz y voto en cómo se gestionan las cosas. —Aún suena bastante sospechoso. ¿Dónde se va a incorporar para mantenerse alejado de los fanáticos de la Biblia? —Aquí mismo en Nueva York. Eso es parte de la genialidad. Todos lo hacen en Nevada o California, o en algún otro lugar del mundo, pero me dicen que las leyes de Nueva York son mucho más favorables para los negocios que en esos otros lugares. En Nueva York, las empresas ganan mucho dinero —concluyó Dirk con orgullo. —Eso es un montón de tonterías de relaciones públicas —respondió Wyatt riendo. —Vamos —suplicó Dirk—. Tengo muchas ganas de participar, pero ahora mismo no tengo suficiente liquidez para invertir desde el principio. Wyatt lo miró con ojo crítico. —Dime la verdad. ¿Haces esto porque crees que es una inversión realmente sensata, tu billete al club de las ocho cifras, por así decirlo? ¿O se trata de algo más? —¿Qué quieres decir? —preguntó Dirk lentamente. Wyatt miró a la mujer que seguía mirándolo con ojos de ciervo. —Si haces esto para ganar dinero, estás loco. Le diría lo mismo a cualquiera que esté proponiendo esta idea. Aunque no fracase espectacularmente, es muy poco probable que valga la pena el riesgo a largo plazo. —¿Pero? —preguntó Dirk. —Si estás haciendo esto porque quieres conocer estrellas porno, porque ambos sabemos que has estado obsesionado con el porno desde que descubriste Internet —ofreció Wyatt con una sonrisa cómplice—, entonces tal vez eso sea diferente. —No todos nos hemos acostado con varias conejitas del año. —Un día de estos, amigo mío, aprenderás que en la vida hay algo más que intentar siempre superar tu última conquista s****l. —¿Cómo lo sabrías? —Es un proceso de eliminación —respondió Wyatt con tristeza—. Te daré el dinero, pero espero que me lo devuelvas antes de fin de año, independientemente de cómo le vaya a esta estúpida empresa. No quiero acciones, no quiero una comisión. No estoy invirtiendo. Solo te estoy prestando un poco de dinero. Eso es todo. —¡Gracias, hombre! —Solo prométeme que no me enviarás fotos de las mujeres con las que te acuestes como resultado de esto. —Sin promesas —dijo Dirk con entusiasmo. Luego miró a la seductora esperanzada de Wyatt, que acababa de besar apasionadamente a la mujer a su lado en un intento por recuperar su atención. Mientras la observaba, ella abrió las piernas y bajó la mano de su amiga para acariciar su coño expuesto. Dirk hizo un gesto con la barbilla y dijo: —Hablando de llevar mujeres a la cama. Wyatt rió entre dientes y, tras tirar un fajo de billetes de cien sobre la mesa, se levantó. Miró a su amigo, que sonreía maniáticamente, y dijo: —Son todos tuyos. Luego salió del club con paso decidido.
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