__ Esteban está de viaje. Mi ánimo ha mejorado, tal vez porque, en su ausencia, siento una libertad que rara vez me concede. Ahora puedo caminar por el jardín y recorrer los alrededores sin restricciones. Es increíble pensar que llevo casi dos años aquí y hasta ahora puedo apreciar verdaderamente la mansión. Desde la fachada, parece una casona vieja y descuidada, pero en su interior, la verdadera casa se alza como un castillo antiguo. Es majestuosa, imponente… una trampa dorada.
En mi espacio privado, ningún trabajador puede entrar, salvo las mujeres encargadas de la limpieza, y eso lo agradezco. Aquí, donde nadie me molesta, me sumerjo en mi burbuja, dejando que el humo de los cigarrillos de menta calme mi ansiedad. Abro la gaveta de mi escritorio y miro los tabacos que he coleccionado.
