—Buenos días, princesa hermosa —susurró Esteban con voz ronca mientras me ofrecía una taza de café. Apenas abrí los ojos. Me sentía agotada. Mi cuerpo dolía, pero a la vez extasiado . La noche con él había sido intensa. Tomé la taza con ambas manos, disfrutando del calor y el aroma. —Hola, buen día... No te sentí levantar. —No quise despertarte. Tenía miedo de que quisieras irte temprano. respondió bajo una sonrisa pícara. —¿Por qué piensas que me iré? Tú me trajiste, tú me regresas. Él sonrió, apoyándose en el marco de la puerta con los brazos cruzados. —Si no fuera por tu hijo y tu hermano —bromeó—, te secuestraría sin pensarlo. Aunque, conociéndolos, seguro uno me mataría antes de que pudiera llevarte lejos. Me cubrió el rostro con besos antes de retirar la sábana que aún me env

