Me había excedido con la cantidad de alcohol, tanto asi que no pensé en las consecuencias de mi borrachera. Ahora me encuentro en los brazos de un adonis, un hombre elegante, sexy, guapísimo y que además besa exquisito.
Nos dirigimos hasta su departamento, el chófer fue nuestro testigo de las inmensas ganas que nos teníamos, jamás pensé comportarme como una mujerzuela, pero es que él lo causa en mi, sus manos en mi piel y sus besos en mis labios provocan que quiera tenerlo ahora mismo dentro de mi y aumentaron mas cuando toque su intimidad.
Por mi mente pasaban pensamientos negativos, como una posible traición a Matew porque me guste o no y desgraciadamente es mi esposo ¡Qué estupidez! Yo no estoy haciendo nada mal, él fue quien siempre me vio la cara, jugó conmigo, me lastimó e hirió mis sentimientos, no le importó el gran amor que le tengo.
¡Ay Hanna en que lios te has metido! La conciencia susurraba en mi interior, pero todo mi exterior no quería hacerle caso a lo que es correcto o incorrecto.
Por primera vez en mi vida le haré caso a lo que quiero, y lo que ahora deseo es entregarme al hombre extraño.
Solo pensaba en seguir dejándome llevar por los momentos de placer que este guapo estaba causando en mi.
Llegamos a un departamento enorme, con piscina en el interior, decoración europea, cosas realmente costosas, de excelente gusto, todo combinaba tan perfectamente bien con el dueño de los fuertes brazos que me llevaban consigo.
La habitación es fenomenal, la cama ¡uff! ni se diga, inclusive está mucho mejor que la casa de Matew ¡Oh no! ¡Otra vez viene a mi memoria ese traidor! Siempre será el peor recuerdo de mi vida... así que me refugie en los brazos del sexy hombre y decidí no pensar en nada sino simplemente dejarme llevar.
- Antes de que continúes necesito decirte algo importante. — Besaba mis labios, mi cuello, todo mi rostro deliciosamente.
- Te escucho... — Él continuaba con la descarga de besos en mi cuello.
- Tu me encantas... pero yo jamás... — Se colocó de pie.
- No te estoy obligando a nada ¿cierto? — Su rostro es de confusión.
- ¡No, por supuesto que no! es solo que... — Acercó su rostro al mio.
- ¡Habla mujer! — Realmente intimida demasiado.
- Lo que quiero decir... Es que yo jamás he estado con ningún hombre. — Cubrí con mis manos mis ojos, moría de vergüenza.
- ¡¿Qué has dicho?! — Nuevamente se levantó.
- Eso... lo que has escuchado, jamás he tenido intimidad con nadie. — Se sentó en la esquina de la cama.
- ¿Bromeas? ¡Esas mujeres ya no existen! — Me llevó hasta sus piernas y me sentó en ellas.
- No, no lo hago... Si eso es un problema para ti puedo retirarme en este momento, quizá tu necesites alguien con experiencia y eso es algo que yo no podré brindarte. — Me coloqué de pie.
- ¿Quieres irte? ¿En verdad? — Hasta en modo serio se ve lindo.
- No, no quiero. — Bese de pico sus labios.
- Entonces ven aquí... tu y yo tenemos que solucionar un problema. — Es tan coqueto y guapo.
Ha sido tan delicado conmigo, cada caricia, beso, abrazo, han sido divinos, cuidó cada movimiento que hacia en mi.
Retiro con su boca mi vestido, no llevaba sostén, mis pechos firmes no lo necesitaban, su mirada me excitaba bastante, sentía que podía comerme de un solo bocado.
Jamás me había sentido tan deseada por alguien, él sin decir ni una sola palabra ocasionaba que me sintiera hermosa y sexy.
Me ha dejado desnuda, me colocó en la cama y subió en mi, sus suaves manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo. En todo momento me observaba, sus gestos me gritaban que lo estaba disfrutando tanto o más que yo.
Su lengua comenzó a recorrer mis piernas, subía y subía hasta llegar a mi intimidad ¡Carajos! esto es delicioso.
De mi interior salían fuertes gemidos, es algo que no podía controlar, es expontaneo.
- ¡Asi nena! ¡Gime! — Hablaba pegado a mi entrepierna, yo cada vez me volvía loca de placer.
- Puedo parar cuando tu lo ordenes ¿está bien? — susurró en mi oido.
Llegaba la hora de perder mi virginidad y ¡Con un completo desconocido! estaba nerviosa pero muerta de placer.
- ¡No pares! — Gemia duró, todo era a causa de él extraño al que le estaba entregando mi virginidad ¡No podía creerlo!
- Eres hermosa... — Sus labios en mi cuello susurraban palabras lindas y excitantes, erizaban mi piel.
- Y tú eres muy sexy y guapo. — Mis ojos se encontraron con una mirada profunda, llena de deseo por mi de un color gris hermoso.
Y es que él es realmente perfecto, alto, 1.85 quizá, ojos grises y profundos, piel canela, cabello ondulado y castaño, nariz fina, labios delgados, tiene un cuerpo tan trabajado, brazos fuertes ¡Tallado a mano! ¡Ni loca dejo pasar este momento!
Su cuerpo, su olor, sus caricias... me estaba volviendo loca. Mi gran borrachera, el despecho por aquella escena tan asquerosa que acaba de vivir son los culpables de la locura que estoy cometiendo...
¡Aggg! gemia de dolor pero a la misma vez de placer, el es tan grande que siento romperá algo dentro de mi.
- ¡No te detengas! — Con la excitación al máximo le pedía más y más.
Cada penetracion aumentaba, sentía que podía morir de placer, una extraña pero deliciosa sensación recorrió mi cuerpo, mi parte íntima explotaba.
- Estás tan apretada, eres hermosa. — El extraño gemia, parece que ambos llegamos al orgasmo.
Imaginaba que esto podia ser tan especial pero no tan perfecto como lo ha sido, él me ha cuidado y protegido como un verdadero hombre, en todo momento se preocupó por mi.
La borrachera estaba sediento, no sé cuantas horas pasaron que me quedé dormida después de haber perdido suficientes energías.
En mis sueños se repetía la escena dónde mi mejor amiga y mi esposo me traicionaron, el dolor seguía en mi corazón, pensaba que quizá nunca me iba a recuperar.
¡Maldición! Estaba amaneciendo, abrí los ojos y un fuerte dolor de cabeza me invadia, intenté ponerme de pie pero algo pesado me impedía hacerlo, unos enormes brazos musculosos rodeaban mi cintura.
Con mucho cuidado logré liberarme, cuando por fin lo logré me di cuenta que me dolía todo el cuerpo, mis piernas estaban llenas de un color rojo marrón al igual que las sábanas, la vergüenza subió a mis mejillas colocandolas rojas.
Antes de marcharme observé al bello ser que tenía frente a mi, y ¡vaya que es lindo! dormía profundamente.
Cogi mi ropa y me vestí lo mas rápido posible, no podía moverme mucho, estaba con dolor, tenía prisa por huir ya que moriría de pena si aquel adonis despertaba y me miraba, no lo soportaría.
Salí huyendo de aquel departamento, feliz, antes dejé una nota escrita para él "Gracias hombre extraño por la linda velada"...
Sin arrepentimientos puse mis pies fuera de ese lugar, siempre recordaría lo que la noche anterior viví con una gran sonrisa. Cada escena que pasaba en mi mente era excitante, cada segundo con él fue perfecto.
Jamás me arrepentiré de lo que hice, hasta cierto punto creo que fue lo mejor llegar a ese bar destrozada, triste y huyendo de mi cruel realidad, para encontrar al hombre que me ayudaría al menos por unos segundos a olvidarme de todo.
Entregarme a alguien por simple placer ha sido genial, sin meter al corazón ni a los asquerosos sentimientos que causa el amor. Me alegró coincidir con un verdadero hombre que aunque seguirá siendo un extraño para mi, en un futuro y cuando lo piense será un bello recuerdo que jamás borraré de mi memoria.
Ahora tengo que poner orden a mi vida, dejar mis estúpidos sentimientos y seguir adelante, todo será distinto, mi vida tendrá que dar un giro completo, tendré que cambiar de empleo, buscar un nuevo lugar donde vivir, pegar los pedazos de mi corazón roto, sanar la traición de mi mejor amiga y alejarme de mis padres, esos que jamás han cumplido con su papel como tiene que ser, solo les importó su bienestar y comodidad a costa de mi infelicidad.
El futuro pinta para ser difícil pero jamás imposible, pondré todas mis fuerzas para seguir.
Nunca permitiré que nadie vuelva a lastimarme, no volverán a destrozar mi corazón, a humillarme, a pisotear mi dignidad... no quiero volver a enamorarme de ningún hombre para darle el poder de destruirme.
El miedo me invadia por dentro, pero tenía claro que de alguna manera necesitaba volver a reconstruirme, merecía ser feliz...