Capítulo 5

2197 Words
Han pasado unos cuantos días en que dejé públicamente en ridículo a Portman, se me hace muy gracioso que todo él sea tan fácil de humillar. Me encuentro en la oficina, revisando las nuevas propuestas de diseños, que todavía no me convencen, les falta algo o simplemente no son lo que presentamos en esta empresa. De pronto un ligero murmullo me hace levantar la cabeza, porque eso significa escándalo fuera de mi oficina. Veo a través del cristal a James discutiendo con la asistente de Portman, ella en verdad está muy en desventaja, porque le falta carácter. Cerca del elevador veo a Portman sonriente, con unas carpetas entre sus manos, mientras Ginny de contabilidad sonríe como boba. -¡Pero qué demonios! Me pongo de pie y salgo hecha una fiera, me paro frente a la chica y la miro con mis ojos de asesina, da un pequeño gritito y se va casi corriendo con Portman. -¡¿Qué mi3rda está pasando…?! -Pues que el jodido Portman les compró acciones a dos de los viejos rastreros, tiene el 20% y ahora está exigiendo una oficina permanente para instalarse – lo veo pegarse el teléfono a la oreja y lo miro interrogante -. Allison debe muchas explicaciones, no puedo creer que dejara que esto sucediera… Allison, ahora a presidencia. Cuelga, lo veo realmente molesto, y debe estarlo, porque él también es responsable de esto. Ahora me doy cuenta de que no puedo despegarme ni un momento de mi empresa, o pasan cosas como estas. Veo a Portman acercarse fanfarrón hacia mí, me extiende la mano a modo de saludo, pero en lugar de aceptar el gesto, me cruzo de brazos y le pregunto con voz muy tranquila, que para nada es reflejo de cómo me siento. -¿Qué significa esto? ¿Tan desesperado estás por dinero que te metes como ladrón a mi empresa? -Oh no, querida, todo fue perfectamente legal. Resulta que dos de tus socios se cansaron de lidiar con “una niña malcriada y voluntariosa”, ¿así fue que dijeron, Eva? – su asistente asiente asustada y me fijo que le dedica miradas a James que no me gustan -. La cosa es que intentaron negociar con tu gente, querían en doble de lo que costaban esas acciones y pues, Allison Fernández se negó rotundamente. -Llévalos a la sala de reuniones. Entro a mi oficina, bebo un poco de agua y respiro profundamente. Estoy molesta porque la imbécil de mi abogada no frenó esto. Estoy molesta porque James no se dio cuenta de lo que pasaba. Y estoy furiosa porque ahora no podré sacarme de encima a William Portman, diez años manteniéndome alejada de este imbécil, para que termine metido en mi empresa como garrapata malnacida. -Señorita Bosch, ¿me necesitaba? – dice con voz calmada la tonta de mi abogada -. -Ya no más – le digo girándome y caminando hacia ella -. Espero tu renuncia en el escritorio de James en cinco minutos, tu oficina vacía en quince y que en tu vida te me vuelvas a cruzar. -Pe-pero… ¿por qué? -Porque hiciste mal tu trabajo. Creíste que tus decisiones estaban por sobre las mías, no me informaste de las intenciones de dos de esas momias para irse y dejaste el camino libre para que negociaran con otra persona la compra de esas acciones – abre mucho los ojos y su rostro se vuelve carmesí -. -Yo… yo creí que era mucho dinero, no pensé… -Ese es el problema, que no piensas. Cientos de veces les ofrecí comprar esas acciones y nunca quisieron, le puse sobre la mesa la jugosa oferta de cuatro veces su valor – me acerco a ella y retrocede asustada -. ¿Crees que el doble me haría cosquillas siquiera? “Tengo más dinero de lo que tú podrías ganar en cien vidas trabajando en el mejor buffet de abogados, y ahora ni siquiera podrás seguir como abogada, a menos que sea como defensora pública, porque de manera privada te jodiste la carrera tú solita.” Sonrío satisfecha, porque le he dejado claro que su carrera ha quedado despedazada por querer ser lo que no es, la última en tomar las decisiones en este lugar. La dejo sola, llorando desconsolada, cuando voy camino a la sala donde ese desgraciado debería estar esperando, escucho a Allison gritar. -¡Maldita vieja del demonio! ¡¿Crees que eres capaz de arruinar mi carrera solo porque no hice lo que querías?! – me giro para verla y me acerco a ella -. No pienses que me vas a intimidar, eres una maldita, a la que todos le temen, hasta James… pobre James, ¿crees que te ama y por eso duerme contigo? Lo hace porque te tiene miedo, no porque le importes. Solo eres una zorra, a la que ni su primer novio pudo aguantar. La cachetada suena seca en el silencio sepulcral del piso, con una mano donde le he dado el golpe me mira con la boca abierta. -Te voy a demandar por agresión. -Y yo por difamación, agresión verbal y por daños económicos debido a tu negligencia. Y si no te largas de aquí en cinco minutos, agregaré invasión a la propiedad privada. Me giro para seguir mi camino y veo a James, que sostiene la radio de seguridad, pidiendo cuatro guardias para presidencia, está realmente cabreado. Aunque no más que yo. Me deja entrar y cierra la puerta tras de sí, me siento en la cabecera de la mesa, bastante alejada de donde se ha ubicado Portman. James se queda en una esquina, pero una leve mirada lo sientan a mi lado. -Bien Portman, creo que debo agradecerte. -¡Al fin! Al fin te das cuenta que estando aquí, contigo, podemos hacer esta empresa más grande. -No es por eso que te agradezco, sino porque dejaste en evidencia la inutilidad de mi abogada, la que ya fue debidamente despedida. Muchas gracias por eso. Me pongo de pie y camino hacia la puerta, el corre hacia mí, tomándome del brazo, me giro para darle una cachetada, pero James se me adelanta y lo reduce con su mejilla pegada en la mesa. -Nadie toca a la señorita Bosch sin su consentimiento. Debo decir que James me ha dejado realmente impactada, pero me gusta su lealtad, puede que le perdone el no darse cuenta de las negociaciones a mis espaldas. -Dile a tu perro que me suelte – dice Portman furioso -. -En primer lugar – le digo bajando mi rostro para verlo a los ojos -, no es mi perro, es mi hombre de confianza. En segundo lugar, tiene mucha razón, a mi nadie me toca sin mi permiso y tercero, si quieres una oficina en mi empresa, puedes pedirle a tu asistente que ordena la que se encuentra dos puertas a la izquierda luego de esta sala – me incorporo y sonrío a su asistente -. Vámonos, James. -Sí, señorita. Me abre la puerta y caminamos hacia mi oficina. Lo veo llegar a su escritorio y llamar, me imagino que se asegurará de cubrir el puesto de Allison, así que me encierro en mi oficina, entro al baño para lavarme las manos y pensar en la acción que he tenido en la última hora. Cualquiera estaría afectado por las palabras de Allison, incluso llorando, pero lo que esa maldita me dijo, solo me dan más fuerzas para seguir igual. Esas palabras estaban llenas de veneno, y el veneno viene solo de las personas que te envidian por tu éxito. Y yo tengo demasiado éxito. Al salir del baño me encuentro con Portman, sentado en mi sillón, los cristales están tintados y mi furia vuelve a crecer. Me dirijo a la puerta para llamar a James, pero su voz me detiene. -No tiene caso, James fue a recursos humanos, aproveché para meterme a tu oficina. -¿Qué quieres? – le digo tomando asiento sobre mi escritorio, dejando expuestas mis piernas -. -Que hablemos como personas civilizadas – no puedo evitar soltar la carcajada, el me mira feo y me pongo seria -. -¿Ahora quieres ser civilizado para hablar? Me temo, querido, que es demasiado tarde para eso. -Elizabeth, debes entender… no fue fácil encontrarte con mi mejor amigo, luego de que me rechazaras porque querías llegar virgen al matrimonio. Pero ya te perdoné. Me pongo de pie, riendo con todas las ganas, ¿él me perdonó? -Mira, Portman, el único perdón que necesito es el propio, y ya me perdoné hace mucho por haber sido tan pendeja de creer que mi novio iba a creerme algún día. Lárgate. -Todavía queda lo de mi oficina, ese cuarto de trastes no es apto para mí. -No me importa. Habla con otro sobre eso, ni James ni yo perderemos el tiempo buscándote un sitio aquí. Aprende a ser hombre, búscate tu lugar solito. Si no maduras, tu prometida te dejará. -Ya no hay prometida, la terminé – se acerca a mí y me toma las manos, le pongo mi rostro asesino y me suelta -. No era como tú. -Nadie es como yo, cariño. Soy única. -Me refiero a la Elizabeth que conocí. -Esa tonta se murió, se encargaron de matarla con mil puñaladas en el corazón. Por eso la de ahora no lo tiene. Ahora lárgate de mi oficina, si no quieres que te deje como el saco de arena que tengo en casa – me mira con algo parecido a la decepción, pero antes de que salga, le digo con mi tono de advertencia -.Dile a tu asistente que deje de mirar a mi asistente, porque si vuelvo a pillarla, le arrancaré los ojos y no creo que eso te agrade. Es la asistente que he visto más te ha durado, debe ser muy buena en su trabajo y no creo que la quieras perder por esa razón, a menos que quieras hacerle un favor a una lisiada. -¿Estás enamorada de tu asistente? -Jajajaja, por favor, el amor es para los tontos. James es un asistente eficiente y todo un semental en la cama. Me sirve para las dos cosas más importantes de mi vida, el trabajo y para f0llar, solo que soy demasiado egoísta y no me gusta compartir. Adiós. Tomo asiento en mi sillón y comienzo a trabajar en lo que había dejado pendiente. La puerta se cierra y niego con la cabeza, no puedo creer que, por la estupidez de una persona, ahora tenga que lidiar con todo esto. Pasa un rato antes de que llamen a la puerta y aparezca James. Lo veo con media sonrisa, se remueven las bragas de solo imaginarlo con esa misma sonrisa en la habitación de al lado. -Señorita Bosch, ya está cubierto el puesto de Allison, me costó encontrar a alguien, pero es el mejor. -Buen trabajo James, pero al dejar tu puesto, le diste chance a Portman a que se metiera a mi oficina – me pongo de pie y camino hacia él, lo tomo de la corbata y lo dejo a unos escasos centímetros de mí -. Y también estoy muy molesta, porque te he visto coquetear con la asistente de Portman. -N-no… yo no haría eso, sabe que usted es la única para mí – me rodea con sus brazos y me acerca a su cuerpo con brusquedad -. -James… nos van a ver – le digo con aires de inocencia y puedo sentir su erección crecer en mi vientre -. Eres un sucio, pervertido… seguro que, si me visto de colegiala, te volverías loco. -De colegiala o desnuda, me vuelve loco – su voz ronca por el deseo me hace temblar por la expectativa -. -Sin amor, James, sin amor – le digo acercando mis labios a los suyos -. -Usted siga sin amor, que con el mío alcanza para los dos. Me besa con necesidad, me levanta y hace que lo rodee con mis piernas, me lleva a la habitación caminando directo a la cama, se queda sobre mí, atacando mi boca sin piedad. Libera su erección, corre apenas un poco mi pantaleta y me invade sin piedad. -Creo que no soy la única frustrada en este momento – le digo sin dejar de mirarlo a los ojos mientras me penetra -. Sabes que esto tendrá un castigo bastante serio… ¡ah! -Todos los que quiera, pero ahora disfrute el desahogo. Es un maldito dios del s3xo, que me conoce perfectamente. Esta es mi manera de liberarme de las tensiones y de la furia, él está dispuesto a complacerme en todo, eso me encanta. Se entierra en mí sin piedad, llegando a lo más profundo de mí, provocándome un dolor exquisito y que recibo entre gritos y jadeos. Llego a la cima del placer, pero él no deja de moverse y consigue que me revuelque por esos movimientos tan bestiales. Hasta que se deja ir, cuando yo alcanzo otro orgasmo que me deja aturdida. Lo obligo a quedarse sobre mí, con su cabeza en mi pecho, porque sé que para él esto es importante. Me va a costar mucho encontrar a otro como él.
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