Capítulo 4

2245 Words
Entro con paso decidido a mi empresa, subo en el ascensor directo a mi oficina, donde James ya me esperaba con las puertas abiertas. En cuanto se cierran las puertas, me entrega el diario. -Página dieciséis de la sección de negocios – me dice sacando su libreta -. Dígame a quién quiere llamar para desmentir. Hago lo que me dice y solo ver el titular ya me cambia el gesto. “Portman al fin de nuevo con Bosch, esta vez en los negocios.” -A nadie – le digo arrugando el diario y tirándolo contra la pared -. Deja que alguien se acerque a mí, seguro algún carroñero vendrá. Dime qué decía esa basura. -Dice que las negociaciones van encaminadas a una sociedad que dará frutos fuertes y seguros, más de lo que ambas empresas dan ahora por separado. -Idiota – salgo del ascensor directo a mi oficina -. -Ya tendrá su merecido, en cuanto alguien de la prensa me contacte, le daré espacio – se apresura para abrirme la puerta de la oficina y entra conmigo -. Para hoy no hay reuniones agendadas. -Perfecto – dejo mi bolso en la percha y me voy a mi escritorio -. Que le hagan una identificación a Angelina, aunque sea pasante, quiero que tenga identificación como los demás. -Anotado. ¿Algo más en que pueda servirle? – me quedo mirándolo fijamente y asiente con la cabeza -. Bien, me retiro a mis tareas – camina hacia la salida, se detiene antes de cerrar la puerta y sonríe -. Se ve magnífica hoy. En cuanto cierra la puerta, comienzo a dedicarme a una serie de trabajos que debo hacer, como revisar propuestas de diseños, las modificaciones de los prototipos, las patentes y así, un sinfín de cosas que no dejo nadie haga por mí, porque me gusta mantener el control de mi empresa en todos los sentidos. No sé cuánto tiempo ha pasado, llaman a la puerta y veo a James, sonriente. Entra en cuanto ve mi gesto de permiso y entra eufórico. -Tengo no una, sino tres cadenas de televisión interesadas en la confirmación de la noticia. -A la sala de conferencias, en media hora. -Ya están allí, les dije que debían esperar un tiempo indefinido, porque su tiempo es demasiado valioso. -Si tuviera corazón, seguro lo ocuparías tú – le digo con un tono de satisfacción, me pongo de pie, voy al baño y arreglo mi maquillaje, asegurándome que mis ojos azules resalten bastante -. Al salir, James ya sostiene la puerta para mí, hace el ademán de recibir la chaqueta roja. -Sin chaqueta se verá aún más imponente. Sigo su consejo, me veo en el reflejo del vidrio y es verdad, muestro mi cuerpo bien esculpido, belleza e inteligencia en una sola mujer. Camino con paso decidido, todos los empleados que estaban por allí desaparecen en un segundo, despejando la vía hacia la sala de conferencias. Al llegar, James abre la puerta de cristal, tanto los periodistas como los camarógrafos miran por la ventana embobados con la vista, sin darse cuenta de mi presencia, debido a la alfombra que amortigua mis pasos. -Esta maldita tiene una vista privilegiada que no se merece – dice una mujer con el cabello rojizo en un corte a la altura de su barbilla -. -Eso es estudiar y trabajar, Linda, no seas envidiosa – le dice un hombre joven, con un traje pulcro, tiene buen porte y me lo imagino de inmediato bajo mi cuerpo, pidiéndome más -. -Dices eso porque todos los hombres babean por ella, no sé qué le pueden ver a esa bruja – dice de nuevo la mujer -. -Ven a una mujer exitosa, inteligente y además con un cuerpo de infarto que cualquier hombre… y algunas mujeres quisieran poseer – todos se giran asustados, menos Linda, veo en el reflejo del vidrio que cierra los ojos -. Y si llegué aquí, fue gracias a que jamás me he arrepentido de mis acciones y palabras… si no se hará cargo de lo que pueda salir de su boca, es mejor que lo mantenga solo para usted. Tomo asiento en la cabecera de la mesa, las cámaras ya están instaladas, al igual que los micrófonos, James deja un vaso con agua fría frente a mí y se posiciona en una esquina, pero una mirada por sobre mi hombro basta para que se pare a mi lado. -Veinte minutos, es todo lo que tienen. Toman sus lugares de inmediato y comienzan la ronda de preguntas, al menos se organizaron o James lo hizo. -Señorita Bosch, queremos saber ¿qué motivos la llevaron a aceptar la negociación de sociedad con William Portman? – pregunta el hombre atractivo -. -Ninguno – él sonríe un poco y vuelve a preguntar -. -Si no hay motivos, ¿qué pretende con esa sociedad? -Nada. Los tres se miran desconcertados. El tercer periodista, que es un hombre de unos treinta años toma la palabra. -Sin lugar a dudas, una eventual fusión entre ustedes significaría un terremoto para el mercado tecnológico. ¿Esa es la razón para que la lleven a cabo? -No. -Entonces, ¿es por una reconciliación amorosa? – dice con actitud altanera la mujer, me hace sonreír porque al parecer se le ha ido la vergüenza, mientras que sus colegas la miran con los ojos apunto de salirse de sus órbitas -. -Esa es una excelente pregunta, la respuesta es no. No hay razones, motivos, circunstancias ni reconciliaciones que nos lleven a una asociación, porque no la habrá – digo recostando mi espalda en la silla y juntando mis dedos -. -¿Nos está diciendo que William Portman mintió ayer? -Así es. Ni siquiera puedo decir que hubo negociación, mas bien fue una súplica desesperada para que le diera un espacio en mi empresa, pero lo cierto es que Bosch Technology & Industries es lo suficientemente sólida para no tener que depender de nadie, recibir un socio sería como un perro aceptando una garrapata. Los tres se quedan mirándome estupefactos. Yo ni siquiera me inmuto, el hombre atractivo se aclara la garganta y vuelve a preguntar. -¿Considera que la poca diversidad de su empresa pueda ser una limitante? Yo solo suelto una carcajada y le respondo inclinándome sobre la mesa. -¿Poca diversidad? ¿Hizo o no su tarea, señor…? -Abbernathy – responde en un susurro -. -Le voy a explicar algo, señor Abbernathy. Mi empresa tiene mucha diversidad – me pongo de pie y volteo a la ventana -. Mientras ustedes ven un dron, yo presento al ministerio de defensa drones de espionaje, de reconocimiento geográfico, de apoyo, de toma de información – me giro a ellos, evidentemente molesta porque no me gusta que menosprecien lo que hago -. “Mientras ustedes, simples mortales, ven un casco con cámara, yo presento uno con cámara térmica, con visión nocturna, con radio de frecuencia encriptada, entre muchos más – apoyo mis manos en la mesa y me inclino, instintivamente se echan hacia atrás -. Y esos son solo dos productos de los que mi empresa ofrece. Yo no necesito a un niño llorón para ofrecer más diversidad de productos. “Quiero que quede claro, no necesito un socio y no lo aceptaré, ni a Portman ni a ningún otro. Elizabeth Bosch es la única dueña de su empresa y nadie vendrá a meter sus narices aquí, diciéndome qué hacer. Si no hay más preguntas, les deseo buena suerte.” Sin esperar más palabras, salgo de allí como un torbellino, James corre a abrirme la puerta y me acompaña a la oficina, abre la puerta y luego la cierra, dejando los cristales tintados. -Es increíble que tuviera que perder minutos valiosos de mi tiempo respondiendo preguntas tan p3nd3jas – me quedo parada a la mitad de mi oficina -. Necesito eliminar este coraje que cargo o no podré seguir trabajando tranquila. Llaman a la puerta justo cuando pensaba meter a James al cuarto del desahogo. Al abrir, deja ver el rostro de Abbernathy. -Disculpe, sé que no tiene tiempo para esto, pero no quise irme sin pedirle disculpas, soy mejor periodista que esas estúpidas preguntas. -Pase – mi sonrisa malévola hace asentir a James y sale de la oficina -. Si no eran suyas, ¿de quién eran? -De mi editor – le indico que tome asiento en el sofá y me siento frente a él, cruzando mis piernas -. -Entonces, que la próxima vez sea él quien me entreviste – levanto una ceja y el sonríe -. ¿Le han dicho que es realmente bello, demasiado atractivo para ser periodista? -Eh…no, señorita – se remueve algo incómodo, es lógico. Ningún hombre se espera una declaración así de directa y de una mujer -. -Pues yo se lo digo ahora. Imagino que debe sentir alguna atracción hacia mí. -La verdad es que sí, desde que supe que debía entrevistarla, busqué toda la información financiera, al verla en las fotografías, me pareció realmente hermosa, pero… esas fotografías no le hacen justicia al tenerla de frente. Me pongo de pie y me siento a horcajadas sobre él, se queda estático, mientras su respiración se acelera y un bulto crece en su pantalón. -Si le dejara tener la oportunidad de f0llar conmigo ¿la aprovecharía? -Sin dudar. Ataco su boca, él lleva sus manos a mi espalda y baja a mis caderas, frotando mi cuerpo con el suyo. Me bajo los tirantes de mi traje, dejando al descubierto mis senos. -Desde que la vi en la sala de conferencias, no dejé de preguntarme si llevaba ropa interior debajo de ese estorboso traje. -Termine de averiguarlo, señor Abbernathy – me pongo de pie y dejo que termine de quitarme la ropa, deslizándola toda por mi cuerpo -. -Ya sabía que la ropa interior no se llevaría con semejante atuendo – me dejo caer de nuevo en su cuerpo, mientras él disfruta de mis senos -. Lo tomo fuerte del cabello y lo obligo a mirarme, lo beso con brusquedad, mientras una de mis manos baja a liberar su erección. Esa dureza aterciopelada se siente exquisita en mis manos y pronto lo estará dentro de mí. Me penetro de una sola vez y comienzo a saltar sobre él, jadeando a mi gusto, mientras él baja a mis pechos otra vez, ayudándome con sus manos en mis caderas. No hay palabras, solo s3xo. No pasa mucho para que yo llegue al clímax y me salga de él. -Eso ha sido fantástico, espero que tenga un excelente día. Tomo mi ropa y me pierdo en la habitación, justo cuando comienzo a escuchar al hombre maldecirme. Yo nunca dije que él podría terminar, solo quería desahogarme y apareció justo antes de desquitarme con James. Aunque la verdad, no puedo decir que haya quedado satisfecha, porque no tiene el mismo equipo que mi asistente ni sabe moverse como me gusta. Me voy a la ducha, para quitarme la sensación de decepción del cuerpo, salgo y comienzo a secarme, me agacho para secar mis piernas y unas manos me toman por la cintura y un mi3mbro que reconozco me saca un gritito de sorpresa y excitación. -Imaginé que quedó decepcionada. No respondo nada, me incorporo un poco, para apoyarme en el lavabo y dejo que me dé lo que me gusta, a un ritmo despiadado, profundo y que me saque toda la frustración. Estoy a punto de llegar al orgasmo y mis paredes lo aprietan, me da un par de nalgadas y me corro escandalosamente, él pasa uno de sus brazos por mi vientre para sostenerme y sale de mí. Me mete a la ducha para limpiarme, luego me seca y me lleva al sillón de la habitación. -Espero haber cumplido con sus expectativas, mi ama. -Siempre tan oportuno, James. Esta noche, otra vez en mi departamento, para que puedas ganarte tu premio… hoy te dejaré tomar el rol de amo. Te lo ganaste. -Gracias mi ama, aunque prefiero que usted esté al mando. -No sea mentiroso – le doy una fuerte cachetada y llevo mi mano a su entrepierna -. Te encanta que te deje tomar el control, aunque sea unas pocas horas. -Sé que es solo una recompensa, pero al final no es del todo real. Pero si es lo que quiere, lo acepto, me aseguraré de cumplir con sus expectativas. Se viste y yo hago lo mismo, salimos a la oficina, encontrándonos con el teléfono sonando insistentemente. Contesta y aleja el auricular de inmediato, se lo quito y grito al interlocutor sin saber quién es. -¡Oiga, esto no es un mercado! -¡Maldita bruja, arruinaste mi imagen por completo! -Portman, lo hiciste tú solo, con esa estúpida mentira – le digo muy calmada -. ¿Qué pensaste? ¿Qué si decías eso, yo iba a ceder para no quedar mal? Yo no necesito quedar bien con nadie, solo con mis clientes que son bastante selectos y saben cómo trabajo, por lo que jamás pondrían en duda mi capacidad. Solo a ellos respondo, siempre que se merezcan una respuesta de mi parte. adiós, idiota. Miro a James, que sonríe burlón y yo me uno a él. -Eres un malvado, chiquillo, esta noche tienes libertad para hacer lo que quieras con este cuerpecito. -Puede tener todo, menos un cuerpecito – se gira y sale de la oficina, dejándome con una sonrisa satisfecha, por sus atenciones privadas y por la manera de subirme el ego -.
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