Minutos después Jason Romano caminaba de un lado al otro en su estudio. El cenicero rebosaba colillas apagadas con furia. No lograba calmarse. No después de escuchar ese apellido. Fiorenzo. —Mutilado o no… sigue siendo un problema —masculló. La revelación de Amelie le había dado una ventaja. Pequeña, pero valiosa. Tiziano estaba mutilado, fuera de juego. Ya no debía tener el mismo poder, ni los mismos aliados. Y Ginebra… Jason se quedó quieto. Ginebra lo había visto. Si esa mujer abría la boca… si llegaba a contarle a Amelie lo que sabía de su pasado… todo se arruinaría. —No puedo permitirlo. No ahora —dijo, mirando fijamente la pared, como si pudiera leer en ella su siguiente jugada. Tenía que actuar rápido, tenía que alejarla cuanto antes. Volvió a su cuarto, sacó una maleta y

