El mundo enfermo y triste

1452 Words
Mientras conducía por el área metropolitana me di cuenta de que los cambios eran mínimos. No había pasado mucho desde que me había ido a estudiar a Denver hacía apenas un año. Las calles de Wilmington no eran nada comparadas con las de mi actual ciudad, pero algo me hacía estar muy nervioso frente al volante mientras me dirigía a casa. Seguro había sido ese encuentro extraño en el funeral de Niki, nunca debí haber ido ahí para empezar. Niki y yo habíamos sido novios hace tres años cuando estaba en la preparatoria y no había sido algo así como un flechazo grandioso. No estaba ni cerca de haber sido una de las chicas más increíbles con las que había estado. Y hablando de chicas. Fui una persona lo suficientemente educada como para apagar el celular mientras velaban el cuerpo y ahora que lo prendía tenía cinco llamadas pérdidas de Mandy. Mandy era la ex novia más reciente que tenía, hacía apenas un mes que la había terminado y no adivinaba que sería la clase de ex pareja que se vuelve loca con el rompimiento. Llamaba enloquecida a las cinco de la mañana para insultarme, decirme lo molesta que estaba y colgar, solo para marcar dos horas después disculpándose por su comportamiento. Estaba bastante acostumbrado a eso. A los 19 estuve con una mujer llamada Michelle. Era mi primer año en la universidad lejos de mi familia y con mi propio departamento . Cuando la terminé hizo algo más que una escena, se metió a hurtadillas a mi departamento y lo convirtió en ruinas azotadas por un huracán. Solo esperaba que Mandy no hiciera la misma clase de vandalismo mientras me encontraba en Wilmington de vacaciones por el semestre. Para cuando llegué a casa, estaba hecho un desastre. Me había rehusado a llevar un traje, pero la corbata estaba casi al revés y mi camisa estaba desabotonada. —Te dije que ir al funeral de esa chica no sería buena idea —replicó cariñosamente mi mamá al verme hecho una cosa patética. —Estuvo bien —mentí—. Es solo que para este punto, Niki y yo ya no tenemos nada en común, ni siquiera los mismos amigos. A las únicas personas que pude reconocer en el funeral era a sus padres y a Evan. —¿Evan no era tu mejor amigo de la preparatoria? Sonreí de forma auténtica. Evan y yo éramos de alguna forma inseparables en la preparatoria. Él era el cuidadoso como en toda pareja de mejores amigos, por tanto, a mí me tocaba el papel del animado. Aun así, Evan y yo teníamos suficiente influencia en la gente y en las fiestas. Estaba claro que había pasado el tiempo y el Evan que vi en el funeral ya no era el mismo muchacho desinteresado de 17 años. Parecía bastante más serio y quebrado, como si la muerte de Niki le llegara en lo hondo. Cuando lo vi ahí sentado en la banca cabizbajo, no pude creerlo y lo saludé con un entusiasmo que nadie debería mostrar en un funeral. —¡Pedazo de basura! Hace mil años que no te veía. A pesar de mi imprudencia, Evan sonrió y me tomó por el cuello como si fuera ahorcarme de la alegría. Él habló en un tono mucho más bajo que el mío. —No sabía que habías venido a Wilmington para lo de Niki. —Oh no, yo he venido a ver a mi familia y después me he enterado de lo de ella. Después de mencionarla, pasó algo extraño. Como si algo le hubiera drenado las energías a Evan justo enfrente de mí —No sabía que tú y ella se conocían. Después de todo, Niki era mi novia, Evan mi mejor amigo. No había relación alguna sin que me involucrara a mí, y yo no sabía nada de nada. —Hablamos una que otra vez —respondió algo nervioso—. Solo lamento no haberla frecuentado después de la preparatoria. Tú entiendes. La verdad es que no entendía, no se me había ocurrido frecuentar a Niki ni una sola vez después de que lo nuestro terminó. Después de esa pequeña conversación, nos pidieron a todos que nos sentáramos para que pudieran proyectar un video de la fallecida. Un filme en donde se veía a Niki como la protagonista de programas especiales: ayudas en refugios de animales, ayuda en la casa de indigentes, apoyo en donar regalos de navidad y al final ella tocando el ukelele en Riverfest para la semana de la cerveza. Con el video me di cuenta de que no la había visto realmente desde hacía tiempo y de lo mucho que había cambiado. Seguía siendo de estatura baja, pero se había dejado crecer el cabello de modo que sus rizos casi rubios le caían como cascada sobre sus hombros, seguía sin usar mucho maquillaje, lo que la hacía lucir natural de una manera muy bonita. Y su sonrisa... creo que nunca sonrió tan libremente cuando yo la conocí. Esta era una chica diferente a mi Niki, no era sexy y despampanante como mi ex novia Samantha, la que parecía modelo extranjera. Niki lucía más bien de una forma bella. Al final, el video terminó haciéndome sentir incómodo. Así que salí del lugar con temor al ver que las personas comenzaban a abandonar sus asientos para acercarse al féretro y despedirse. Yo no tenía el valor suficiente para hacer eso, así que terminé en el paraje deprimente donde me encontré al hombrecillo fumador. Todo esto había sido tan incómodo que no podía desembarazarme de la sensación, aun sentado en la cocina de mi propia casa. Mamá tenía en la pared una colección interesante de fotos en recuadros que podía ver desde donde estaba sentado, pero mis ojos se detuvieron en una donde estaba yo en el baile de graduación de la preparatoria tomando de la cintura a Charleen, con quien tuve la relación más larga que haya tenido, la chica por la que deje a Niki. —¡Pero que foto! Charleen luce hermosa a mi lado. Debería estar en un museo y no en tu pared ¿Por qué tienes esa foto tan legendaria ahí colgada, mamá? —Porque se ven tan bonitos. Nunca entendí qué pasó entre ustedes. Hablando de chicas, ¿cómo está Mandy? Ese era el día mundial de la culpa. Me sentía mal por no haberle dicho que Mandy necesitaba ir al psiquiátrico desde hace un mes. —Las cosas no funcionaron. —Debe haber algo en la forma en que eliges a tus parejas, Allen. Nunca termina bien. —Las chicas no son el problema, mamá. —Apareció mi desgarbada hermana en el marco de la puerta de la cocina—. El problema es que Allen es un gigoló que le gusta lastimarlas. Nunca entendí cómo es que ella y yo teníamos los mismos genes. Ella era la mujer más fea que podría existir. Las manchas de sol que cubrían su cara, su carácter imprudente y la falta total de respeto por su cabello crespo colgándole por los hombros, maltratado por los tintes con los que le gustaba teñirse. En lo único en lo que podríamos parecernos, es que a ninguno de los dos les gustaba callarse lo que tenía que decir. Y vaya que tenía mucho que decirle. —¿Que podrías saber tú de chicas, hermanita? ¿O de las relaciones románticas? Se ve que el encuentro más cercano que has tenido con otro ser humano es cuando obligaron a Kevin del jardín de niños a abrazarte. Dalila terminó entrando a la cocina hecha una furia, pero mamá terminó callándonos a ambos y sentándonos uno frente al otro en la mesa mientras ella cocinaba. Dalila se quedó ahí en silencio, adelantando el mentón de forma desafiante. Tenía 16 años, la misma edad que tenía Niki cuando era mi novia y yo era un año mayor. Nunca entendí qué tenía ella que me gustara tanto, era igual de inadaptada que mi hermana. Solía avergonzarse por todo, pero fingía que era valiente, se tapaba la boca para evitar que le robara besos, su cabello era una maraña de rizos desordenados, su maquillaje no le duraba puesto sin que su piel sudara o se sonrojara. Y aun así, pasé bastantes meses sin cansarme de ella. No fue mi primera novia, ni ninguna cursilería por el estilo. Hubo más antes de ella y bastantes más después. ¿Qué más daba? De igual forma, ni ella ni ninguna lograban hacer que mi corazón se enterneciera lo suficiente como para admitir que las amaba. Y mi hermana estaba ahí recordándome demasiado a la pequeña Niki.
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