Allen, sigue las reglas o muere

El diario de una chica

Me subí de nuevo al auto después de haberle prometido a mamá que regresaría para la hora de la cena y me puse en marcha. No tenía un lugar fijo a donde ir, solo quería salir de casa, abandonar Wilmington y dejar atrás el recuerdo de Niki, porque no podía entender eso que sentía. Era un sentimiento parecido a la culpa pero… ¿Por qué? Tenía mis motivos para haber dejado a esa chica flacucha cuando tenía 18, acción de la que nunca me había sentido mal hasta ahora. ¿Por qué? ¿Por qué estaba muerta?

Seguí andando por las calles fuera de la metrópolis acercándome más a Airlie Gardens, donde llevé a más de una novia para besarnos debajo de un árbol en las temporadas de otoño. En esta época más bien era usada por muchos corredores como pista, seguro encontraría a algún conocido en ropa deportiva con quien conversar.

Iba a bajarme del auto cuando noté que había algo fuera de lugar. Mi carro era un BMW Gran Coupe 2015 color plateado. Lo compramos entre mi madre y yo cuando me marché a la universidad. Trabajé duro para tener esa belleza y equivalía para mí lo que un reino para un caballero. Reino que había sido definitivamente violado por un cuaderno en el asiento del copiloto.

Jamás había visto esa cosa en mi vida. Era un cuaderno de tapas viejas casi salidas del resorte con un unas enormes letras anaranjadas “sick sad world” que rodeaban un ojo. Nadie entraba a mi BMW, nadie tenía copia de las llaves ¡Seguro era una treta de Mandy! Seguro había conseguido forzar las puertas del carro y había puesto eso ahí para perturbarme o algo por el estilo.

Pero no era posible, el cuaderno no estaba allí ayer, no estaba incluso esa mañana cuando iba de camino al funeral. Y los seguros del carro estaban intactos.

Las hojas estaban llenas por una letra rizada, de tamaño minúsculo a excepción de las “L”, las “d” y las “b” cuyos palos se alargaban demasiado en los renglones, las palabras tendían a juntarse demasiado entre sí cuando cambiaban el color de la tinta de azul a n***o, de n***o a rojo y de rojo a morado.

Y aunque no había ningún nombre o garabato dibujado en las esquinas, supuse que el cuaderno pertenecía a una mujer, o quizá yo ya era lo bastante enfermo para hacer esa clase de suposiciones.

Las primeras hojas eran insignificantes apuntes de física, pero al avanzar un poco por las hojas, los apuntes abandonaron los conceptos de temperatura, de densidad y de leyes de los gases para dar lugar a una fecha.

“8 de septiembre, Domingo, 2013.”

2013.

La fecha colgó delicada en mi mente.

2013 me sabía a mi primera prueba de manejo, me sabía a mini faldas, me sabía a Beyoncé en el medio tiempo del Super Ball, me sabía a Niki.

“La vida no es un problema para ser resuelto, es un misterio para ser vivido.”

La inscripción aparecía debajo de la fecha pintada en rojo y dos renglones más abajo cambiaban a n***o con una letra un poco distinta, más grande, irregular, nada perfecta.

“Mi madre me dijo una vez, que antes existía algo llamado “privacidad”. Si pasabas por algún accidente, alguna cosa horrible de la que no quisieras hablar con nadie, tú simplemente lo guardabas, lo superabas y por último, aprendías de la experiencia. No era algo que contaras por un mensaje de texto a cada uno de tus contactos, no era algo que publicaras en las r************* , mucho menos algo que quisieras gritar para que todo el mundo se enterara.

Mi madre dice que antes, la gente no estaba tan desesperada por querer ser escuchados, por querer tener atención, por no querer ser olvidados. Mi mamá siempre dijo que no debería ser tan difícil conseguir ser amado por los demás como lo es ahora. No como una competencia donde la persona más interesante logra ser el más querido.”

“Yo crecí arraigándome fuertemente a estas creencias hasta la fecha, pues pasé la secundaria entre confesiones terribles que me fueron confiadas por ellos, porque sabían que yo conocía la palabra “privacidad”. Yo sabía de los problemas en sus casas, yo sabía de sus pensamientos malos, yo lo sabía todo; hasta que me cansé.”

¡Esto era el diario de una chica!

Mis amigos de la secundaria y yo bromeábamos con que algún día le robaríamos el diario a la estudiante más atractiva de la escuela para lograr saber todo de ella y así saber cómo conquistarla. Me di cuenta que fui el primero en madurar de todos ellos cuando decidí que no necesitaba el diario de una mujer para ganar su corazón. Si realmente querías conocerle solo debías salir con ella y preguntarle todo lo que querías saber, seguro ni siquiera la ganabas por conocerle, las chicas caen por el simple hecho de escucharles hablar y hablar.

Pero eso no quitaba el asombroso hecho de que el diario de alguien había aparecido en mi auto, era demasiado como para ignorarlo. Así que seguí leyendo.

“Me harté de ser la tumba, la esponja, a la que le hablan para servir de pañuelo y no para divertirse.

Así pues, en cuanto entre a la preparatoria, me decidiré a ser más abierta con las personas.

Quizá sea la peor decisión que pude haber tomado.

A la básica conclusión que he llegado, es que existen algunas cosas que hay que sacarlas pero no decirlas. A lo que me refiero es, que te aseguro que expresar las cosas que te están molestando se siente mucho mejor que tenerlas guardadas. Pero debes tener cuidado de las personas que puedan enterarse.

Entonces aquí me tienes.

Escribiendo en un sucio cuaderno que alguna vez usé para mis apuntes de física, por qué él me dijo que sería bueno.”

Esta chica estaba más amargada que una divorciada de 40 años, me debatí entre seguir leyendo o deshacerme del cuaderno. Pero debía terminar al menos el final de este… esta cosa… ¿Este capítulo?

“Querida persona que esté leyendo. Si has llegado hasta aquí es porque has tenido el interés de saber lo que tenga que decir y porque decidí que podías leerlo. No he dejado nada al azar. Decidí que esto estuviera en tus manos pero no te explicaré el “porqué”, así que, o bien regresas el cuaderno o lo lees.

Y si decides leerlo, solo sigue las instrucciones que escribí en la tapa, las que estoy segura ni siquiera has notado.

Atte: Niki Ackerman.”