Tres días. Solo se necesita tres días para que el cuerpo pueda resistir aquella especie de maldición que corrompe nuestro ser y expulsa nuestras almas a un lugar desconocido. La luna estaba más grande muy redonda que nunca, las nubes que eran un manto plateado resplandeciente la recubrían de una forma mágica y misteriosa. Se podía sentir una energía poderosa recorrer el aire y tus venas como si el cielo supiera lo que está pasando o quizás solo sea mi impresión por los nervios de no saber con que encontrarme. Aquella última vez que vi a Patrick lo noté confundido e inquieto, sentía que no estaba convencido de llevarme, pero no entendía muy bien porque. –Pase lo que pase confía en mi–su mano toco mi hombro, sus ojos hermosos miraron a otro lado. Casi percibí una pizca de miedo o quizás

