Narrador
Una vez que Lara y Julián finalizaron su desayuno entre miradas de molestia, ambos separaron sus caminos, ella se fue de compras como él lo había ordenado, y él se fue a la empresa, en donde se reuniría con Antón Fisher
—Buenos días, Julián, por lo que veo la noche de bodas con mi hija estuvo interesante... Llegas 10 minutos tarde.
Observando su reloj de marca, el cual se hallaba aferrado a su muñeca, Fisher realizó un comentario algo pesado para Julián; ya que él y Lara no podían cruzar palabras sin pelear.
—Creo que el tiempo con mi nueva esposa lo vale, ahora ¿Por dónde iniciamos?
Con su mandíbula algo tensa, y dejando el saco de su traje a un lado, Julián tomo asiento en su escritorio, preparado para lo que se avecinaba
—Aquí tienes los documentos de la fusión... Solo debes firmarlos, y todo esto quedará en las manos de Lara y tuyas
Para cualquier persona esta propuesta era demasiado tentadora, por desgracia, para Julián, no. El hombre era muy desconfiado, aparte de eso, no se sentía muy cómodo a ser forzado a casarse con Lara, quien a pesar de ser hermosa tenía comportamientos inmaduros; por lo que tomando la carpeta sobre su escritorio empezó a hojearla.
—Será en igualdad de condiciones, Lara tomará mi lugar por empresas Fisher, y tú por los Hastings, la deuda quedará saldada, ambas empresas crecerán como la espuma, y todos felices
Julián un poco incomodo, solo asintio, sinceramente no quería poner en riesgo la estabilidad de su empresa, lo único que tenía, pero su padre debido a sus apuestas alocadas no le dejó otra salida que ceder.
Dejando el documento a un lado, al hallar todo aparentemente en orden, enarco una ceja antes de preguntar
—¿Qué me garantiza que no perderé mi empresa? ¿Qué cumplirás y la deuda quedará en el olvido por solo casarme con tu hija?
Si algo le gustaba a Fisher de Julián era lo directo, metódico y serio que era en su trabajo, y fue por esto que lo eligió como el candidato perfecto para encargarse de Lara, y de su vida alocada.
Por lo que colocándose de pie, el hombre de edad madura introdujo sus manos en los bolsillos de su pantalón
—Mi hija... Jamás ataría a Lara a alguien sin futuro, alguien que no sepa lo que quiere, que fuese descuidado, tosco... En ti Julián veo lo que necesito para domar a Lara, últimamente me ha causado muchos problemas, aparte de eso se estaba ligando con personas poco convenientes para ella, por lo que creo que un matrimonio, más el peso de una empresa, la ayuden a madurar.
Julián elevó su rostro un poco para observar de frente a Antón, no muy convencido de su respuesta, pero ahora que lo mencionaba todo tenía algo de sentido, además de esto, el hombre ante él no sabía de la existencia de su contrato con Lara.
—De igual forma, el acuerdo lo específica, yo no haría nada para perjudicar a Lara... Después de todo es lo único que me queda, es solo que no sé como controlarla
Y eso Julián ya lo había notado, la mujer era impredecible, lo cual lo tenía un poco preocupado
¿Cómo haría para mantenerla a raya para que esta no arruinará sus planes?
—Lo único que te aconsejaré... Pon mano dura, a veces es necesario ajustar las riendas del caballo para que este haga lo que se le ordena, y por nada del mundo Julián... Escúchame... Le menciones a Lara de nuestra deuda, nunca.
Esto le pareció bastante curioso a Hastings, no solo por la insistencia del hombre, sino también porque la noche anterior Lara mencionó que fue obligada por él.
—¿Por qué Fisher? ¿Por qué tengo que omitir la principal razón de nuestro matrimonio?
Antón, aun de pie en la oficina, a escasos metros de Julián, sonrió un poco y luego de ladear su cabeza a un lado, agrego.
—Digamos que mentí un poco para que Lara cediera... Sé que en un par de años tú hubieras saldado la deuda con creces, es solo que... El tiempo se agota, y no deseo esperar mucho.
Esto último intrigó bastante a Julián, el cual centrando su mirada oscura en el hombre, pregunto
—¿Tiempo?
Verdaderamente, este era un factor que para Antón se agotaba, por lo que antes de que este finalizará quería dejar a Lara establecida.
—Necesito que firmes, tengo cosas que hacer y parte de la mañana se fue.
Observando de nuevo su reloj, Fisher cambió drásticamente de tema, lo cual Julián no ignoró, pero solo por ese instante pretendió hacer como si nada.
—No quiero trampas Antón... Intentaré confiar en ti, pero sabes que no soy un tonto que puedes engañar.
Sacando un bolígrafo de su saco, Julián le dio una última mirada a su suegro, y tras respirar profundo, estampó su firma en el papel.
—Perfecto Julián... Verás que has hecho lo correcto, esto me deja más tranquilo por qué sé que mi hija y mi empresa están en buenas manos
Después de sonreír forzadamente, Hastings vio como Antón se despidió de él, y saliendo de su oficina, lo dejo sumergido en sus pensamientos
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—Le escogí un par de atuendos, los cuales sé que le gustaran a su esposo
Llegando hasta el probador, Margot, una señora de edad madura, le extendió un par de atuendos a Lara, bastante serios para ella, los cuales se trataban básicamente de trajes de dos piezas, camisas de estilo clásico, y un par de faldas tubos, nada llamativos para ella
—¿Enserió quiere que me pruebe esto? Parece ropa de señora amargada
Observando las piezas con algo de desagrado, al no estar acostumbrada a vestirse de esa forma, Lara refutó en contra, lo cual hizo que la Margot sonriera un poco
—Será lo más apropiado para su nuevo estilo de vida, el señor Hastings es muy serio con sus cosas... Le gusta ser controlador, tener todo organizado, y usted no será la excepción, lo menos que desea es ponerlo de mal humor.
Para Lara esto era un reto, en su loca cabeza pensaba que hacer molestar a Julián haría que este la dejara libre, sin saber que estaba muy errada.
—¿Mal humor? ¿Acaso me casé con un asesino y no lo sabía?
Intentando indagar un poco más sobre Julián, en su vida, presto que solo sabía su nombre y como era su casa, Lara pregunto; lo cual hizo sonreír a Margot por lo ocurrente que solía ser la chica
—Nada de eso, Señora… Julián es un hombre bueno que tuvo una vida difícil, con una madre ausente, y un padre adicto a las apuestas, ejerció roles que no le correspondían... Su defecto es que cuando explota, no mide sus palabras y suele ser muy drástico.
Al percatarse que había abierto su boca demás, Margot solo se apartó de la chica, y usando como pretexto que iría por otras prendas, la dejo observándose al espejo con un nuevo atuendo.
—Julián Hastings... ¿Por qué carajos me quisiste a mí como tu esposa? ¿A mí? Que soy todo lo opuesto a ti...
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La mañana y parte de la tarde habían trascurrido, para cuando el sol se ocultó, tanto Lara como Julián habían llegado a la mansión Hastings, este último, salía de la ducha con una toalla rodeando su cintura, cuando de pronto una llamada ingreso a su teléfono
Frunciendo el ceño de su frente al ser molestado fuera de su horario laboral, Julián avanzó hasta el artefacto, y tras observar el nombre de un socio muy importante en la pantalla, decidió responder.
—Esteban Black, un placer oírte.
El hombre solía dominar toda la costa este del país vecino, por lo que sus compras bastaban para mantener a la empresa por el resto del año, lo que significaba que era un cliente muy importante
—Hastings lo mismo digo... Te llamaba porque al finalizar la semana iré a tu ciudad, y estaba pensando en salir para charlar... Ya sabes, más como amigos
A Julián le pareció interesante la propuesta, normalmente su rutina se basaba del trabajo a casa, reuniones de trabajo, pequeños eventos por negocios, pero nada parecido a una vida de fiesta como la que solía llevar Lara antes del matrimonio, por lo que sonriendo, aún a medio vestir, acepto
—En dos días entonces... Escuche de un club nocturno muy bueno que recién abre, cabe mencionar que necesito conocer a tu esposa.
Inmediatamente, al solo mencionar a Lara, Julián se puso algo incómodo, Lara era una persona impredecible que no media consecuencias de sus actos, y lo menos que él deseaba era arruinar una sociedad tan importante como la de Black. Por lo que con su mirada perdida en el espejo frente a él, agrego
—Creo que estará algo difícil en esta ocasión, Lara, así como yo, es alguien muy ocupada, motivo por el cual tampoco nos fuimos de luna de miel
La excusa para Black sonó algo forzada, por lo que insistiendo, intrigado a que los llevo a esa unión, agrego
—Yo creo que si su esposo le pide un espacio para salir a relajarse un poco, en plena luna de miel, ella no se opondrá ¿O sí?
Para Julián la opinión de Black importaba muchísimo, lo menos que deseaba era perder a un cliente tan importante como él, por lo que muy en contra de su voluntad, accedió
—Sí, creo que tienes razón, mi Lara no se opondrá
Tensando su mandíbula, Julián no tuvo más opción que aceptar. Por más que quisiera negarse esto se haría muy común en sus vidas, la mayoría de las personas se sentían intrigado por la repentina unión que la catalogaban como la mejor del año.
Una vez que la llamada finalizo, Julián se quedó de pie frente al espejo, aun con una toalla cubriendo su desnudez y empuñando su teléfono, hasta que de pronto la puerta de su habitación fue abierta, y por esta ingreso Lara, distraída hablando por teléfono.
—Nadia es un puto amargado... Me mando a comprar ropa.
Cargando un par de bolsas que contenían prendas de vestir, Lara ingreso a la habitación sin notar que se había equivocado, y sosteniendo con la otra su teléfono, mediante el cual charlaba con su amiga, avanzó un par de pasos, hasta notar a Julián en una esquina de esta, bastante molesto por su error
—Nadia... Te dejo, tengo un problema aquí que resolver
Apretando sus labios ante lo avergonzada que estaba, por no solo ver a su esposo a medio vestir, sino también por no mirar bien antes de entrar, Lara finalizo la llamada.
Julián no era un hombre musculoso, todo lo opuesto su contextura era algo delgada, alta, pero no se podía negar que el hombre era bastante guapo, lo cual le costaba, pero tenía que admitirlo
—Lo siento... entre una puerta antes
Incómoda, soltando las bolsas en el suelo, luego de que sus mejillas se sonrojaran, Lara se giró para no verlo.
No por qué fuese virgen o algo así, sino por qué de verdad no se esperaba verlo casi desnudo, menos allí en la que pensaba su habitación.
Julián, al ver a su esposa muerta de vergüenza, medio sonrió, y llevando sus manos hasta su cintura para colocar sus brazos en jarra, agrego, fingiendo molestia.
—Ya veo... Que sea la última vez Lara, no quiero que si estoy con una mujer me encuentres, no sería cómodo para ninguno... Ahora largo
Estas palabras, sin saber por qué, a Lara la molestaron un poco
¿Con una mujer?
¿Cuándo se suponía había un contrato que lo prohibía?
Por lo que dejando la vergüenza a un lado, Lara se giró en sus talones para observarlo de manera descarada, mientras él se mantenía de la misma forma, en toallas.
—¿Mujer? ¿Usted violará el acuerdo que me hizo firmar? ¡Usted es una mierda!
A simple vista se notó que a Lara le molesto esto, lo cual le pareció excitante a Julián, y dando un par de pasos hasta llegar a ella, agrego
—¿Celosa Lara? ¿Acaso te molesta que tu esposo tenga una amante?
En cierta parte esto era cierto, pero por otra, y la que tenía más peso, era por qué le parecía injusto lo que él pretendía. Por lo que estampando sus manos en el pecho de Julián, espeto
—¡Vete a la mierda Julián Hastings! Pero algo si te digo, yo tendré que estar presa a tu lado, pues tú también lo estarás, pendejo.
Sin más, dejando a Julián sonriendo por lo tonta que pareció, Lara salió de la habitación, y azotando la puerta, apenas ingreso al lugar correcto, se maldijo por ser tan despistada.