Capítulo 5

4805 Words
Una sensación muy extraña me recorre, es mucho más que furia por el tono de voz de este hombre, la mirada tan agresiva y atractiva de este hombre, me mira como si fuese lo último pero lo primero que hubiese querido ver. -Y bien, ¿De dónde demonios has salido y por qué rayos estas aquí?- una voz penetrante, sumado a una mirada seria y desconcertante. Es todo un noble adonis, que cae muy mal con esa actitud. Ignoro a su pregunta pero cuando entra a la habitación por completo solo camina hasta mí, quedando frente a mí y con una diferencia de altura que me obliga levantar la mirada para verlo. Sus largas pestañas oscuras y sus ojos chispeantes me desconcentran por un segundo, su cabello n***o azabache también y esa barba espesa me gusta bastante. Ellinor... no te pases, no seas hueca e ignóralo. -No me haga repetirlo señorita ¿Qué haces en esta casa?- ese tono de mandato no es el tono que me gusta en alguien que no conozco pero no como no puedo decir "Respeta mi título" decido callar. –No me gusta que las personas no respondan cuando lo pido, te hago una pregunta, tú la respondes ¿entendido?- gruñe furioso. Ah, ya, entendí, el tipo es de esos "haces lo que te pido porque así lo quiero" ah, puedo lidiar con él. -Si lo pidiera amable, señor, seguramente le respondería pero para ser sincera no tengo porque darle explicaciones a usted, tomando en cuenta que ¡No me agrada para nada!- el tipo frunce el ceño, me sorprendo al no ver ninguna línea en su frente. Me fijo en sus facciones, tiene ciertos rasgos de Oriente Medio que me parecen atractivos. Dios. Es un tipo muy atractivo. ¡Ellinor! ¡No! -¿Amable? No me haga reír, ¿habla usted de amabilidad? ¿No te agrado? ¡Tú no me agradas a mí!- gruñe furioso. Venga, no me hables así tío. –Hablas de preguntar "amablemente" cuando has sido tu quien me ha agredido en la calle.- ¡Agredido! ¡Pero si solo le he dicho que es un mal padre y que no debería de ser tan incompetente! Nos miramos, nos asesinamos con la mirada y a pesar de que me siento terrible por la mal pasada del alcohol, este hombre me hace sentir furiosa, no le conozco pero siento que este hombre y yo no somos personas que pueden estar en la misma habitación. -Oh, parece que la discusión de ayer le afecto un poco, no sabía que los ingleses fuesen tan... ¿melodramáticos?- doy un paso hacia él, me mira fijamente y parece callarse un segundo y dejar de pensar, me pasa lo mismo pero viendo el color profundo de sus ojos. Los ojos del pequeño son azules. ¿Dónde está? Espero que con su madre porque este patán no merece tener a ese pequeño ternurita a su lado. El hombre parece finalmente reaccionar y se rige en su posición, levanta el mentón y me mira hacia abajo. Ha. -Los ingleses somos mejores que cualquier otro individuo de países extranjeros, ¿de dónde eres? ¿Alemania? ¿Irlanda?- pregunta burlón. Me echo el cabello hacia atrás y me recuerdo que acabo de despertar y traigo una pinta horrible, dios, lo había olvidado... me comienzo a sentir avergonzada pero termino restándole al escucharlo. –No creo que vengas de otro país, no pareces americana y mucho menos italiana ¿francesa?- se ríe, este tipo está viendo por encima de otros países. -Para tu información vengo de un país que tiene mucha más riqueza que Inglaterra.- gruño furiosa. Este tipo no puede ser tan vanidoso. -¿Así? ¿Y cuál es ese país inexistente?- pregunta en tono de burla. Se acerca un poco más y de manera casi tonta retrocedo. Me cabreo. -¡Vengo de...!- me interrumpe un grito nervioso. -¡Suiza! ¡Ellinor viene de Suiza!- vuelvo la mirada hacia atrás. Ricardo parece haber recobrado las energías. Camina hacia nosotros y pone cierta distancia. Nuestras miradas vuelven a encontrarse, está molesto conmigo y yo más, me importa poco lo que paso ayer porque no dije nada sino la verdad. Es un hombre patético que en vez de aprender a cuidar a su hijo se la pasa diciendo que no debería de estar a su lado, que tuvo que hacer ido con él. ¡No es mi culpa que sea un patán! -Suiza eh, ¿a qué vienes a buscar una beca? O... acaso solo buscas a alguien que te pueda cuidar durante tu estadía.- dice sarcástico, aprieto los dientes. No digas nada Ellinor, solo vete, sal de aquí antes de que te tires sobre él y lastimes ese bonito rostro. Le observo fijamente por largos segundos, nos miramos por largos segundos. -¿Qué me miras? Parece que al final si te sientes atraída por un pervertido que piensan que es el centro del universo.- dice arrogante, sonrío de lado y niego incredula. -El que me estaba observando y analizando era usted señor; "Ni siquiera eres bonita".- me doy la vuelta para retirarme. No quiero ver a este tipo, no quiero saber de este tipo... aunque del pequeño, no, Ellinor no. -Ricardo. Si está bien tomare un baño, podemos continuar con nuestra conversación después... cuando no hayan patanes cerca.- le vuelvo a ver, está viéndome pero parece levemente distraído y la situación lo tiene desconcertado. -¿Todo bien?- pregunto captando su atención. -Si... digo, si como usted desee.- frunzo el ceño y niego. No se supone que tenga que cambiar conmigo, él fue quien pregunto. Doy un paso hacia la puerta que me indico anteriormente. -Oye, oye. Espera un momento, estoy hablando contigo y no me gusta que me dejen con la palabra en la boca ¿entendido?- ese sujeto me toma del brazo. Una extraña sensación me invade... creo que son ganas de golpearlo. –Tú me dirás quién eres, y que demonios haces aquí con mi amigo, por si no lo sabes él tiene una relación y ¿Cómo te llamas? ¿Ellinor ha dicho?- le miro profundo y el parece distraerse un segundo. Sujeta mi brazo con más fuerza y me termino quejando. Ricardo lo aleja de mí con rapidez. -¡Oye Constantine no puedes tocarla sin permiso!- le gruñe molesto y creo que a la vez preocupado. ¿Constantine? ¿Le ha llamado Constantine? ¿Es ese su nombre? Demasiado bonito para un tipo como él. –No vuelvas a hablarle en ese tono y mide tus palabras con ella.- me tengo y les miro a ambos, este hombre me está viendo, furioso, molesto y me odia. ¡Pues yo lo odio más! -¿Por qué la defiendes es tu novia o qué? No creo que esta chica creída sea tu tipo, ni siquiera es bonita.- me mira como si estuviese ofendiéndome. -¿Y tú eres muy guapo no?- digo. Se encoge de hombros creído y se acerca nuevamente a mí. –Tú me caes mal y es algo que no va a cambiar, así que deja de hablarme.- me doy la vuelta y camino hacia donde está el cuarto de baño. -¡Yo le hablo a quién yo quiera cuando yo quiera! Si voy a hablarte tienes que esperar a que termine de decir lo que quiero.- estira la mano y me pellizca la nariz. –Chiquilla deberías de respetar a tus mayores y mucho más, tienes que respetarme a mi.- oh, sí, el señor... ¡Me importa poco quién demonios sea este tipo! -Yo respeto a quien yo quiero, así que si quieres que te respete deja de hablarme y tocarme. Me caes mal y no quiero saber nada de ti.- digo y me aparto de él. Está furioso, creo que no esperaba esa contestación. Que tipo tan insoportable, es un patán y un arrogante de porquería. No puedo creer que esté tratándome de esta manera el muy cretino. -¡Pues también me caes mal!- gruñe furioso. ¡No me importa! Camino a pasos rápidos alejándome de él, estoy furiosa. Abro la puerta del baño, entro y cierro de un portazo. No puedo creer que ese sujeto este aquí, precisamente donde estoy yo y que sobre todo sea el mismo sujeto mal hablado de ayer. Solo de recordar las cosas que le decía al bebe me dan ganas de salir de aquí e ir a matarlo... o por lo menos algo parecido. ¿Qué piensa? ¿Qué por ser atractivo puede hacer lo que quiere? ¡Pues no! Que tipo para ser insoportable, pero tiene un bonito nombre, Constantine, me gusta ese nombre y aunque sea molesto, el hombre es atractivo. Ellinor déjalo estar. El dolor de cabeza que se había apaciguado en mi vida me ataca nuevamente haciéndome enojar, ¿Por qué tuve que beber? No soy alguien que soporta el alcohol así que no debería andar por ahí bebiendo a diestra y siniestra. Aunque no fue mi culpa, Ricardo me dio mucho de beber. Sin importar nada del exterior me meto en la ducha. Solo una ducha porque no sé cómo es que se preparan los baños, eren o las mucamas siempre preparan todo para mi comodidad. Dejo correr el agua fría, me importa poco porque necesito que se me quite lo caliente del enojo y sobre todo el olor a dulce y licor del cuerpo. El agua comienza a correr por mi cuerpo y suspiro agradecida, me siento ligeramente tranquila, es mi primer día en Inglaterra... y lo he pasado ebria. A mi parecer voy empezando bien pero no lo repetiré. Lavo mi cabello con cuidado y mi cuerpo también dejo mi mano derecha en el vidrio. Acaricio la L y después la corona. Princesa eh, ¿de qué? Solo estoy siendo cobarde, necesito hacer algo para aprender, necesito aprender lo que las personas necesitan y saber cómo gobernar, ciertamente hay un Primer Ministro y un gobernador general, pero en Liechtenstein quien tiene la última palabra es la familia real. Mi miedo más grande es no saber cómo hacerlo ¿Cómo alguien de (casi) veintiún años gobernar o hacerse cargo de algo tan grande como eso? pero eso no es lo que me preocupa tanto, ¿Cómo voy a tener un marido que me cae mal a mi lado? Ese tipo Conde de no sé qué me cae tan mal que no puedo mencionarlo sin sentir nauseas, ese tipo es despreciable y solo necesito que mi hermano se dé cuenta para que rompa el compromiso. Leyes reales, costumbres reales... todo es tan complicado cuando vives en un principado millonario, mi nación es rica en todo su aspecto no hay ni un rastro de pobreza por lo tanto entenderán que hayan persona interesadas en desposarme y todo esto haga que yo quiera huir. Ejemplo, es como tener a toda tu familia en un día festivo pidiéndote hacer cosas cuando tu solo quieres estar solo escuchando música o leyendo un libro, así me siento, atrapada y sofocada. La riqueza no te da la felicidad, te da alegría pero no felicidad. Regreso a la habitación y abro mi maleta que ha aparecido sobre la cama, después de esto tengo que ir a buscar un hogar y un trabajo, uno donde pueda estar oculta por un tiempo antes de que ese sujeto llamado hermano y Príncipe de Liechtenstein venga por mí. Me pongo ropa casual, Eren ha hecho una maleta de ropa común para mí pero es misterioso que solo sean un par de cosas ¿tengo que ir de compras o algo parecido? Si, quizás debería hacerlo. Me miro en el espejo varias veces y para ser honesta no me gusta esta ropa, me siento extraña, cómoda pero extraña. Mi cabello es otra corrida, busco el secador y me arreglo el cabello en una coleta alta. Mis ojos se ven saltones y más claros de lo usual. Puff. Me quedo en el medio de la habitación, es grande y me preocupa porque acabo de recordar algo. La mochila que Eren dijo que no podía perder por nada del mundo porque mis cosas y mi evidencia como princesa están ahí, demonios ¿he cumplido con alguna de sus indicaciones? -Cogiste el taxi y encontraste el Café Di Porte, eso debe de contar y es la primera indicación así que he hecho algo bien.- me encojo de hombros. Continúo buscando con la mirada. No esta. Le preguntare a Ricardo. Salgo de la habitación con tranquilidad, me siento relajada y sin ánimos de discutir, levantar la voz o pensar en mi vida. Camino suavemente y por alguna razón me siento incomoda con estos vaqueros, son muy ajustado... ¿Qué pensaba Eren? ¿Someterme a un castigo físico? No importa. -Bien. Tu cuida del niño solo serán un par de horas, su niñera renuncio y no puedo hacer mas.- escucho a ese tipo. Mi corazón comienza a molestarse otra vez. -Ella renuncio porque no puedes mantener tu maldita polla guardada, Constantine ese niño debería de ser tu prioridad, hoy vas a Londres, mañana vas a Berlín, después Madrid y después New York, si sigues alejándote del niño nunca te reconocerá.- le dice Ricardo muy molesto. Me quedo cerca de la puerta escuchando. Me cabrea que ese hombre sea así. –Si quieres que ese niño no crezca como lo hiciste tú, tienes que establecerte ya en un solo lugar, no estar de un lado a otro.- asiento totalmente de acuerdo. -No es mi culpa que mi trabajo me haga viajar tanto, no puedo establecerme aquí en Birmingham solo porque el niño nació aquí y las autoridades quieren que este aquí para ver si soy un buen padre, no lo soy, no puedo ser un padre para él porque no sé cómo demonios hacerlo.- un extraño tic en el ojo me hace gruñir. Abro la puerta para ver a ese tipo. El tipo está de pie frente a una ventana y parece tenso, pues me importa poco porque estoy muy cabreada con él. Si no sabe cuidar al niño porque demonios se hizo cargo de él, no puedo creer que sea un tipo tan inconsciente. -¡Deja de poner excusas para cuidar del niño! ¡Si no lo querías te hubieses contenido pervertido!- gruño furiosa. -¡Deja de quejarte del pequeño y aprende a cuidarlo, lee un libro o puedes buscar vídeos en YouTube a puesto que serían muy educativos para ti!- Me mira sorprendido y seguido se molesta. Se levanta y se acerca a mí. Por qué tengo que encontrármelo siempre hablando mal del pequeño. Me sorprendo al ver al niño en brazos de Ricardo bebiendo de su pachita. -¡Tu deja de meterte donde no te llaman! ¡Tú deberías de buscar vídeos para aprender a comportarte!- escupe molesto. Se acerca a mí y me vuelve a ver desde arriba, le miró fijamente. Frunce el ceño. –Tus ojos se ven diferentes.- ladea. -¡No me importa!- gruño. Estoy furiosa con él. -¡A me importa mucho menos que te moleste como estoy criando a mi hijo!- levanta la voz y el pequeño deja la pacha para comenzar a llorar. Si no mal recuerdo el bebé es Silas, vuelvo a verlo y me acero a él ignorando al inútil de su padre y sus miradas furiosas. Que tipo para molestarme. No puedo evitar sentirme atraída por su presencia, es un hombre de clase y puedo notarlo, casi un noble para mí. El bebé comienza a ponerse rojito y Ricardo le pone el biberón otra vez, el pequeño lo rechaza y Ricardo parece angustiarse. Le toco la pancita y me acerco a él, el pequeño me mira y levanta sus bracitos para que lo coja. Lo tomare en mis brazos, o eso creí que haría. -¡Yo cogeré a mi hijo!- este hombre Constantine me hace a un lado y coge al pequeño en brazos que no hace sino comenzar a llorar con más fuerzas. –Silas deja de llorar de una buena vez, tienes hambre entonces bebe esta porquería de leche.- gruñe. Me acerco a él y le jalo la oreja haciéndolo gritar molesto. Sus ojos caoba me miran intensos, penetrantes y asesinos, si, acabo de jalar su bendita oreja. -¡Qué demonios estás haciendo!- gruñe furioso asustando a Silas. Se lleva la mano a la oreja quitando la mía, antes de que quite mi mano me sujeta con fuerza haciéndome gruñir. Me mira y parece vencedor, que tipo para ser un engreído. Le muerdo la mano y comienza a gruñir, el llanto de Silas y sus gruñidos son un completo bullicio. -¡Acaso estás loca! ¡Salvaje!- gruñe. Sonrió. ¿Quién gana ahora Constantine? –Discúlpate inmediatamente por lo que has hecho, ¿Quién piensas que eres?- ruedo los ojos. -¡Soy tu madre!- le grito y le vuelvo a jalar la oreja haciendo que grite furioso. Silas sigue llorando. -¡Tu discúlpate en este momento!- grita. Niego y le saco la lengua. No sé cómo rayos hace pero me toma de la mano y me comienza a apretar con fuerza, me mueve topándome a su cuerpo. Olor a menta fresca me invade. Creo que me da hambre. Ellinor suéltate de este tipo ahora mismo. Me muevo y le pido que me suelte, a lo que él solo sonríe todo engreído. Me aprieta con fuerza y estoy a punto de gritar exasperada. Me muevo como liebre pero es imposible ganarle a su fuerza y el hecho que me tiene topada a su cuerpo está comenzando a incomodarme, está sonriéndome todo fanfarrón y me puede cabrear más. -Deja de moverte, mmmm, hueles muy bien.- está casi sobre mi cuello. ¡Voy a matarlo! Silas se mueve dándole patadas que lo obligan a soltarme. Ha. Si, Silas es mi salvador y lo aprecio mucho, su nariz en mi cuello estaba comenzando a hacerme cosquillas. -¡Silas no te muevas y deja de llorar!- le gruñe, el bebé llora más. -¡Ah Ricardo has algo yo no puedo!- este se acerca pero el pequeño no quiere y me vuelve a ver a mí. Ha estado ahí todo el tiempo y no ha podido ayudarme de este oso acomplejado. -Dame al niño de una vez por todas.- me mira a mí, después al pequeño y después otra vez a mí. Silas estira sus brazos hacia mí y este tipo termina cediendo a regañadientes. Lo tomo entre mis brazos y comienza a tranquilizarse. –Hola bebé, ¿tienes hambrita? Ah, shi... venga bebé, quien tene hambre... quien quiere lechita...- me muevo con el hasta la mesa donde ha dejado el biberón y se lo pongo nuevamente en su boca. El bebé me abraza y se niega a tomarse la leche. Vuelvo a poner el biberón en la mesa, le doy unas palmaditas en la espalda y segundos después suelta un eructo suavecito. Me vuelve a ver y comienza a reírse, me toca la cara y yo le hago muecas para que ría. -¿Cómo es que haces eso?- pregunta. Vuelvo a ver al tipo este, parece asombrado o yo que voy a saber. Me encojo de hombros ante su pregunta. –El niño te mira y se calla, lo abrazas y ríe, le dices algo y parece amarte ¿Quién demonios eres?- se acerca nuevamente a mí. Me mira a mí y después a Silas que está feliz jugueteando con el cuello de mi chaqueta. -No es nada, supongo que el niño sabe cuándo alguien es casi un ángel y cuando es un completo monstruo.- le miro, rueda los ojos y vuelve a ver a Silas. Es un niño tan bonito. –Tú, ¿quieres ser la niñera del niño?- pregunta de repente, le miro sin entender muy bien lo que habla. -¿Qué? No, ella no puede ser tu niñera.- dice Ricardo. -¿Por qué? El niño parece tranquilizarse con ella, te aseguro que sus niñeras no han sido tan buenas haciéndolo callar, ¿Qué tiene de malo?- -Ella solo está de paso en Inglaterra.- le dice el otro. Hago caso omiso a lo que ambos dicen y continúo haciéndole cariñitos a Silas. Es un niño precioso, sus ojos son de un azul intenso, sus pestañas son iguales a las de Constantine, largas y oscuras, su cabello también y es suave, fuera del color de ojos el pequeño tiene rasgos de este sujeto. Lleva un trajecito azul muy bonito y lleva un dije de oro puro con las iniciales S.C. Santa Claus, pienso. Me rio ante mi propia ocurrencia. -¿Qué significan las iniciales?- pregunto suave y sin volver a verle. Silas está pestañeando, tiene sueño por lo cual lo acuno en mis brazos. Siento a ese tipo tras mi espalda y con mucha cercanía. Llevo la mirada hacia atrás y ahí está el, observándome de cerca. Sus largas pestañas oscuros son lo que me atrae de él, agh, desearía que fuese un poco más feo. Su olor a menta fresca es fuerte y estoy riñéndome mentalmente por cualquier cosa. -Silas Constantine.- responde finalmente. Miro a Silas nuevamente. Esta entre cerrar o no cerrar los ojos, lleva su manita a su boca y le quito. Silas Constantine. Es un nombre bonito. -¿Lleva tú mismo nombre? La verdad es que eres pesado pero ese nombre es muy bonito.- Sonríe de lado, oh, vaya, es la primera sonrisa no-sarcástica y arrogante que me da. -Mi nombre es Magnus Constantine. Constantine es solo mi apellido pero es como mis amigos se dirigen hacia mi.- arqueo una ceja. Magnus. Es un nombre bonito, y el apellido también es bonito. -Magnus.- saboreo el nombre, me gusta mucho más. –Que desperdicio de nombres.- murmuro por lo bajo pero el escucha porque resopla molesto, le ignoro y continuo meciendo a Silas que ya se ha acomodado en mi pecho. Es muy lindo, y pequeño. -¿Qué edad tiene?- pregunto. Vuelvo a ver a Magnus. -Treinta años.- responde. Me mira y yo ruedo los ojos. -No usted, el niño ¿Qué edad tiene? ¿Un año?- creo que se avergüenza porque se aclara la garganta y Ricardo se ríe. –Lo siento si le hice sentir avergonzado.- digo honesta. De repente me he tranquilizado y le hablo con normalidad, hasta mi voz cambia a una cortes. Es mejor cuando conversamos con normalidad. El bebé nos hace hablar con más tranquilidad. -No estoy avergonzado, como demonios podría.- gruñe molesto y se acerca para tocar la cara de Silas que ya está dormido. –Tiene un año seis meses, es pequeño pero tiene una gran artillería.- le sonríe, oh, dice que no quiere al pequeño pero lo mira con cariño. No entiendo a las personas.  -Los bebés deben cuidarse con cariño, se debe ser muy ágil para poder comprender lo que un pequeño como Silas quiere, biberón, jugar, una canción, dormir, bañarse o comer. Los bebés saben cuándo alguien los tratara como quieren, quien les dará lo que necesitan y usted, no tiene paciencia para poder entenderlo.- le digo. El me mira y parece volver a irse por unos segundos. Frunce el ceño. Silas es un pequeño precioso y si su padre se diera cuanta, estoy segura que sería el bebé más feliz del mundo. -Si usted se diera el tiempo para conocer más a este precioso niño, estoy segura que Silas no lo rechazaría. ¿No se ha puesto a pensar que no hace nada para que el pequeño este feliz con usted? Ayer dijo algo sobre que usted no tiene experiencia, pues claro, para ser padre no se tiene experiencia porque es algo nuevo, un mundo nuevo.- explico con suavidad. Se queda en silencio. Vuelvo a ver a Ricardo que parece completamente ido en la situación... no es que tenga experiencia en bebés pero de alguna manera en Palacio me han enseñado a hacerlo, y recuerdo de la manera que me cuidan cuando era una niña. Mis padres siempre estaban ocupados pero siempre trataban de estar a mi lado, Emiliano siempre cuidaba de mí. Recuerdo todo. Los niños solo necesitan cariño. -Los niños solo necesitan cariño y cuidado.- digo en un largo suspiro. -Si. Eso es lo que Silas necesita, tú serás su niñera. Es una grandiosa idea, cuidaras de mi hijo y vivirás con nosotros mientras tanto.- dice como si esa fuera la solución a un gran problema. Le miro incrédula. No voy a ser una niñera. -No este inventando señor Constantine. No seré la niñera de su hijo y no hare un trabajo que le corresponde a usted.- el pequeño se ha quedado profundamente dormido. Vuelvo a ver a Magnus. –Venga, cárguelo mientras está dormido y vera que es un niño lindo.- niega repetidamente y parece aterrado. –Ponga las manos como si estuviese sosteniendo algo.- le digo. -No creo que sea una buena idea, a Silas no le gusta que yo lo cargue.- paso de largo a lo que dice y estiro una mano para que las ponga como he pedido. Obedece finalmente pero su preocupación es evidente. -No debería, puedo despertarlo y volverá a llorar.- dice. Le ignoro y me acerco con Silas. Lo coloco sobre sus brazos haciendo que mis brazos sostengan los de el por abajo, dejo a Silas en sus brazos. El pequeño se mueve y Magnus se tensa, acaricio su mano y me mira. Esta tenso. Sujeto su mano y hago que lo acerque más a su cuerpo. Silas deja caer su cabecita en la chaqueta negra y suelta un suspiro suave. Magnus parece completamente sorprendido por tener a su hijo en sus brazos. -Muévalo lentamente para que esté tranquilo y pueda dormir a gusto, no lo apriete demasiado o puede despertarlo. -¡Oh, está dormido!- dice y creo escucharlo emocionado. Silas se mueve levantando la manita sujetándolo de un botón, se aferra a él y yo sonrío. Silas parece gustar del botón porque aun dormido tira de el. -No me vayas a arruinar el traje bebé, a papa le costó mucho dinero.- sonrío de lado, este hombre parece si querer a su hijo, pero no tiene idea de cómo criarlo. –Señorita Nassau.- me dice, me sorprendo un poco, vuelvo a ver a Ricardo y este sonríe. Supongo que sí ha aceptado guardar mi secreto. -¿Si?- digo curiosa. Me está mirando con intensidad. Bajo la mirada a Silas y le limpio la baba con la corbata de Magnus. Este gruñe. Solo es una corbata y esto no significa que me caiga bien. -Esa es una corbata muy cara.- gruñe, este tipo es inestable. -¿Tienes idea de lo que pasaría si llego a mi justa de trabajo oliendo a leche de bebé?- -No pero supongo que lo averiguaremos.- le limpio también la naricita. –Oh no, creo que se ha ensuciado un poco, no se preocupe que sigue viéndose bien.- -¿Me veo bien?- pregunta con arrogancia. Ellinor ten mucho cuidado con lo que le dices a este tipo. Te cae mal. Le miro y ambos volvemos a retarnos con la mirada, que haga esto no significa que me cae bien y mucho menos que me siento atraída de otra manera, ah, este tipo se nota que es un pícaro sinvergüenza. -Serás mi niñera de ahora en adelante.- dice. Le ignoro y abrocho los botoncitos de la camisa de Silas. Inglaterra sigue siendo frio. –Cuidaras de Silas mientras este de viaje, mañana por la noche saldré de viaje así que puedes quedarte en mi casa con él.- le pido que se calle. -No seré tu niñera, no si lo pides de esa manera y sobre todo no estoy en busca de ese tipo de empleo así que gracias, pero no. Muérete.- me doy la vuelta para ir lejos de él. Me cabrea, por qué piensa que se tiene que hacer todo como él lo pide. -Claro que serás mi niñera, harás lo que yo te digo porque te pagare una gran cantidad de dinero.- ruedo los ojos, por que querría algo tan común como el dinero. –Podrás vivir en un lugar de lujo y tendrás todo lo que quieras mientras tanto cuides de Silas, has feliz al niño y te lo recompensare.- niego, no quiero nada de eso. -Constantine ella no es de esas chicas.- le dice Ricardo. Estamos de acuerdo, este tipo y yo no podríamos estar bajo el mismo techo, en el mismo lugar o como sea. No me agrada. Necesito un empleo porque he traído una mínima cantidad de dinero, pero no uno de niñera con un tipo tan insoportable como este sujeto. -Claro que es de esa clase de chica y será mi niñera, lo he dicho y así se hará.- me guiña un ojo, este tipo... ¡es insoportable! -No seré tu niñera y cállate antes de que cabrees más.- me da al pequeño y yo lo cojo sin rechistar. Maldición. –Oye, no estas entendiendo lo que digo, ni siquiera soy de este país; no crees que podría irme con el niño y venderlo.- rueda los ojos y se arregla el traje. Se ve muy bien...          -Tengo que ir al trabajo, vendré por Silas a las cuatro de la tarde, iremos a cenar y hablaremos de los términos, de ahora en adelante serás mi niñera y ya está hecho.- se acerca, pasa un dedo por mi barbilla y solo es algo que me cabrea. ¡Odio a este tipo! -¡Escucha lo que se te está diciendo!- gruño. Silas se queja y me lo llevo al pecho para mecerlo. Este tipo me guiña un ojo y como si nada se da la vuelta y sale. Está yéndose... y me está dejando aquí con Silas. ¿Quién rayos piensa que es? -Cuida del pequeño en mi ausencia. Ellinor Nassau.- dice antes de salir. ¿Qué? ¿Acaba de dejarme a su hijo aquí? ¿A mí? ¿Qué se supone que haga con el todo el día? Escucho la puerta de lo que supongo es la puerta principal de la casa, Silas está durmiendo pacíficamente sobre mi pecho y... un momento, ese tipo no me conoce y me ha dejado a su hijo aquí, ¿Cómo es que todos los hombres confían en mí? No solo el, Ricardo, Yasin, y los demás que conocí ayer. ¡Qué clase de vida me estoy encontrando en Birmingham! 
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