Capítulo 4

2853 Words
Me muevo en la cama sintiéndome protegida por una enorme y cómoda sabana, me refugio en la almohada respirando suave y pausado, aprieto los ojos tratando de no sentir dolor, creo que un extraño dolor de cabeza y estomago está comenzando a invadirme. No lo entiendo. Mi cuerpo comienza a sentirse pesado y mi nariz comienza a sentirse receptiva, respiro profundo y siento un olor intenso a café y vainilla. Eren está aquí tan temprano. Escucho la puerta abrirse y sucesivamente las persianas de las cortinas también. No me había sentido de esta manera desde hace mucho tiempo, me parece tener pereza de una eternidad solo espero que Emiliano no entre a mi habitación con su típica letanía. Dormir. Solo quiero seguir durmiendo pero, soy mujer y tengo pereza el hambre viene a solo un pestañeo. Me apetece un delicioso postre, debería de pedirle a mi chef que prepare algo dulce para el desayuno... oh no, cierto, el principito de la tiranía no me deja comer nada que no pase previamente por su supervisión. Ridículo. Eren camina por la habitación como es de costumbre, no dice nada y es lo indicado en este momento porque me duele la cabeza, no he comido muy bien las últimas semanas y seguramente esa es la razón. -Eren... me duele la cabeza y el estómago, ¿podrías ordenar algo ligero?- digo suave. Mi voz me sorprende al escucharse carrasposa y profunda, ¿Qué ha sucedido? No recuerdo casi nada de lo que hice ayer, ¿estaré en un extraño sueño depresivo? -No entiendo alemán pero ¿Deseas tomar el té antes de bajar a desayunar?- frunzo el ceño inmediatamente, ese tono de voz profundo y grave no es de Eren y este usualmente dice: Eren no habla de esa manera y usualmente dice "Alteza su té está servido, ahora por favor levántese porque su hermano le espera para tomar el desayuno". Toco el colchón, la almohada y seguido la tela de las sabanas. No es seda. No son enormes y con olor a flores, eh. ¡Qué demonios estoy haciendo aquí! Me incorporo rápidamente pero un muy violento ataque en mi cabeza me detiene. Que rayos. -¡Dios bendito!- suelto en un gruñido. Me dejo caer en la cama y me envuelvo nuevamente en las sabanas, hundo el rostro en la almohada y me dan ganas de llorar. No sé dónde estoy, no sé qué hago aquí, mi cabeza y estomago están doliendo y molestándome. -Ellinor estas bien, ¿te duele algo?- suelto otro gruñido molesta. Que rayos sucede. –Claro que te duele algo, lo lamento, no sabía que tenías tan poca resistencia al alcohol. Lo lamento mucho.- esa es solo la voz de Ricardo Di Porte. –Lo siento con toda mi alma... pensé que con el alcohol podrías, ah, no importa lo que podrías, disculpa, no creí que fueses una chica tan dulce, bueno si lo pensé pero ah... ¡demonios! ¿Te encuentras bien?- pregunta mientras me cubre con las sabanas, siento sus manos sobre mi cabeza y gruño. ¡Ahora puedo recordarlo! ¡Ya no estoy en Liechtenstein! ¡Estoy en Birmingham, Inglaterra! Bebí, ayer bebí no sé cuánto licor después de que llegue al Café Di Porte y ahora estoy sufriendo las consecuencias. Quiero llorar. Ayer escape de casa, ayer hizo exactamente lo que Eren me pidió y vine directo aquí, y solo he cumplido con pocas de las indicaciones que se me dieron. No recuerdo mucho de lo que hice durante la noche, solo sé que Ricardo y Yasin estaban muy interesados en conocer de mi vida pero no solté mucho de lo que me preguntaban. No recuerdo mucho pero creo que estos dos me dieron de beber para sacarme información. -Tú me hiciste beber mucho ayer.- digo sollozando. No, me duele mucho y soy una persona que no tolera dolores extremos como el dolor de cabeza y estómago. -Lo lamento, Ellinor fue un error mío y perdóname. No tenía idea ¿puedes levantarte? Tengo medicina aquí y creo que te hará bien.- me muevo y saco un poco la cabeza. Ricardo esta observándome con preocupación. Lo recuerdo ayer conocí a varios tipos guapos y él es uno de ellos, del primero no quiero recordar nada. -¿Eres medico?- pregunto. El niega. –No quiero ser una persona maleducada o grosera que no puede agradecer la ayuda de una persona ante una situación como esta pero, no puedo ingerir medicamentos que no estén previamente recetadas por uno de nuestros médicos re...- me quedo callada. Esto es una ridiculez si insisto en mi posición terminare siendo descubierta pero es muy difícil olvidar las costumbres. Comprensión. -¿Sus médicos? ¿Los médicos suizos?- no digo nada. No tengo por costumbre mentir, supongo que ocultar la verdad es diferente a mentir. No estoy mintiendo. Me cubro con las sabanas. –Ellinor estoy seguro que estas mediciones no te harán ningún daño, yo las ingiero cada vez que me duele la cabeza y Yasin también lo hace ¿prefieres seguir con el dolor o que esto mejore?- está tratando de convencerme. Ellinor no seas ridícula y bébelas. Me incorporo lentamente sin dejar de cubrirme con las sabanas, el dolor es insoportable, peor a cualquiera que haya tenido antes. Entiendo porque en Palacio todos alejan el alcohol de mi alcance, siempre creí que querían conservar las botellas para alguna actividad importante o alguna escasez. Soy muy inocente algunas veces. Ricardo esta frente a mí con una bandeja, una taza de té y un plato pequeño con unas pastillas. Me mira y con ternura levanta la mano para acariciar mi cabello, el gesto me parece extraño y él se da cuenta. Retira la mano y me ofrece la pastilla. Me gustaría decirle esto así no habría problema en que me comprendiera con ciertas cosas. Imposible. -¿Seguro que no contiene ningún narcótico ilegal?- bromeo, asiente con una sonrisa. -Te sentirás mejor con rapidez, te preparare algo para desayunar.- asiento agradecida. Tenerle sentado a mi lado es extrañamente bonito. Esto de ya no ser tan princesa y convivir me está gustando, eso o es todo el alcohol. Mira fijamente mientras me bebo el té de golpe con todo y la pastilla, espero que esto sea una especie de milagro porque estoy que muero. Ricardo es una buena persona y es muy atractivo, cuál es su insistencia en querer saber de mí. Ah, es que soy una desconocida. Continuo dando sorbitos y en mi mente me debato si contarle todo, me observa y parece estar viendo cada detalle de mí, mis ojos, mi cara, mi pelo, todo. Es muy extraño pero no quiero preguntar nada, para mí es muy natural que me sirvan pero esta vez siento algo diferente, como si estuviese mal. ¡Agradecer! Cierto, tengo que agradecer. -Muchas gracias por tu preocupación, por tu ayuda puedes contar conmigo en cualquier necesidad no solo por esto, sino también porque haberme acogido bajo tu cálido techo en un momento de fragilidad.- abre la boca para decir algo, niega repetidamente y ladeo sin comprender. ¿Se ha molestado por lo que he dicho? -Tu... ¿Quién eres realmente? Algunas veces, eso que solo te conozco de unas horas, pero eres inocente, o no lo sé, pareciera que para ti algunas cosas son nuevas, hablas como si estuvieses en una telenovela o peor, en una película antigua. Tienes un acento muy extraño y unos ojos raros que son preciosos ¿eres algún experimento científico? ¿Extraterrestre? No sé qué te ha dicho Eren de mi pero puedes confiar plenamente en que estaré ayudándote con todo lo que pueda.- parece exasperado diciéndolo, tengo la idea de que le preocupa no saber de mí. Suspiro. Quizás pueda decirle solo un poco y analizando que tanto él llega a comprender y entender puedo decirle que vengo de la realeza, el problema es que Liechtenstein es un país pequeño pero es un país exquisitamente millonario. Confío en Eren pero ¿puedo confiar también en Ricardo? -Mi acento es extraño porque en mi país usamos un dialecto antiguo que solo nosotros conocemos, algunas cosas son nuevas para mí porque he vivido bajo un régimen diferente al de ustedes y mi manera de expresarme... no creo que tenga algo de malo pero puedo cambiarlo si me enseñas como hacerlo.- me levanto lentamente tratando de no marearme. Me sigue con la mirada y creo que no está convencido con lo que digo. –En mi casa hay un muy estricto sistema educacional que me obliga a comportarme de ciertas maneras, en todo caso, para mí no es extraño.- explico. No parece convencido aun. ¡Ya dile Ellinor! -¿Eres una princesa o algo por el estilo?- me detengo en seco y me muerdo el labio. Ellinor que te cuesta decirlo y ya, no hay manera que tu hermano te encuentre si se lo dices a él. Niego. No, no voy a arriesgarme. -¿Puedes decirme donde está el cuarto de baño?- me giro y pregunto con una sonrisa. Él se levanta y me sigue. -Baño, solo pregunta por el baño.- me señala una puerta y camino hacia allí. No dice nada más y espero que con eso se termine la indagación, no me gusta mentir y sobre todo, mentir es un antivalor. Antes de entrar recuerdo mi vestimenta, tengo la misma ropa de ayer puesta. Suspiro agradecida. El hecho de que alguien desconocido me toque es inestable para mí. En mi país no es adecuado que manos extrañas toquen el cuerpo de una princesa o de algún m*****o de la dinastía. Finalmente no entro al baño y me giro nuevamente hacia él. -¿Tienes idea de donde está mi equipaje? Recuerdo que un amable taxista traería mis maletas después de arreglar el auto, le di especificaciones de la localización de tu restaurante.- digo. Ladea y señala hacia otro lado. –Muchísimas gracias. Ayer me di cuenta que las personas son muy amables, me pregunto por qué no me había acercado a ellas por tanto tiempo.- digo por lo bajo, de inmediato me recuerdo al tipo del bebe. Pobre criatura y pobre antipático. -Su alteza.- dice. Levanto la mirada y le veo. -¿Si?- pregunto. Poco a poco va apareciendo una sonrisa en su cara y por alguna extraña razón parece una sonrisa maligna. –Es decir, ¿Qué quieres decir?- me doy cuenta de lo que acabo de aceptar y me doy una reprimenda interna. -No puedes seguirlo ocultando, tu manera de expresarte, de hablar y tus "manners" son demasiado obvios, no eres alguien normal, no hay alguien de clase media o baja, eres un m*****o de la realeza de algún país.- apunta hacia mí, ¿yo actuó de esa manera? Es imposible. Me he auto descubierto. Tonta. Esta sonriendo, no sé si es porque lo ha descubierto o porque no hay manera de que yo pueda negarlo, bueno, supongo que ahora puedo sincerarme. -Como veras... ahora tendré que matarte.- digo. Se pega una carcajada y yo sonrío de lado. Por lo menos no lo ha tomado a mal. Tengo que cambiar mi manera de actuar y expresarme, tengo que aprender a tratar a las personas con normalidad si quiero vivir aquí por un tiempo. Le miro y de repente deja de sonreír, se lleva las manos a la cabeza y parece exaltarse. -¡Maldita sea! ¡Si eres alguien de la realeza!- dice ahora angustiado. Ni manera de ocultar lo obvio. –Joder. Qué demonios. Eren, ¿él te está secuestrando o algo?- niego rotundamente. ¿Por qué alguien querría secuestrarme a mí? -Tú, ven aquí porque tienes que decirme todo o no sabré como ayudarte, Eren dijo que debo ayudarte en todo lo que pueda y que debo protegerte con mi vida, debes de ser alguien extremadamente importante de ser así. Eren nunca me hubiese buscado de no ser por ti.- me sujeta y tira de mí hasta la cama nuevamente. -¿Eres una reina? ¿Princesa como esas de los cuentos? j***r, es impresionante, ¿Quién eres realmente? Un momento, ¿es por Eren tienen algún amor imposible porque de él lo comprendería? ¡Alguien de la realeza!- dice eufórico, su emoción a cada palabra no logra sino sorprenderme ¿Qué es lo que le parece emocionante? -No sé si debería de decirte todo esto, no lo diré todo pero puedo cortarlo.- asiente. Tomo sus manos y hago que las ponga juntas como si fuese a orar, posiciono las mías sobre estas. –Antes, debes prometerme que no le dirás a nadie de esto, podrías ponerme en riesgo si lo haces. Júralo.- me mira y asiente, espero a que lo diga con palabras. -Prometo no decir ni una palabra.- sonrío y asiento. -Soy la Princesa heredera Ellinor de Liechtenstein.- digo con tono suave pero a la vez firme. Si, que importa este hombre aquí parece estar muy interesado en saber de mí, es normal pues su amigo le ha pedido que me ayude a sobrevivir en este lugar así que puedo atreverme a confiar. Le daré el beneficio de la duda. Le he conocido ayer y me ha permitido estar aquí, he estado en estado estilice y me ha dado medicina. -Te preguntaras por qué estoy diciéndotelo y es porque si confió en ti, me has ofrecido un techo en una noche sin rumbo, no tenía a donde ir y a pesar que soy una desconocida para ti me has ayudado, me has hecho beber para sacarme la verdad pero es algo que te puedo perdonar, ah, pero no lo vuelvas a hacer o tendrás problemas. Ricardo Di Porte eres una buena persona, gracias por recibirme aquí aunque no debes hacerlo.- digo. El continua observándome incrédulo de cada palabra, cada oración que sale de mi boca y creo que no reacciona. -¿Princesa?- dice entre dientes. Asiento. -¿Liechtenstein has dicho?- asiento nuevamente. Niega. Nuestras manos siguen juntas y parece estar helado. -¿Pero qué haces aquí entonces?- nuestras manos siguen juntas. -Eren me ha ayudado a escapar de mi palacio.- -¡Palacio! ¡Tienes un palacio!- ladeo y chasqueo la lengua. De hecho tengo dos, el principal en Liechtenstein y el que previamente se nos fue arrebatado pero con esfuerzo tenemos nuevamente. -Mi hermano el príncipe Emiliano II me tenía encerrada en el palacio porque escape una vez negándome a hacerme cargo del trono, en mi país hay una ley que me obliga a tomar cargo del país a los veintiún años de edad, y falta poco más de unos meses para esto.- -¿Veintiún años? Eres muy joven, tu hermano no puede obligarte.- ladeo. Emiliano si puede obligarme y lo ha probado en más de una ocasión. -Eso no es lo que realmente me preocupa aunque si tengo miedo a no poder ser lo suficiente para dirigir un país, ya que en Liechtenstein poseemos una monarquía absoluta. Emiliano me ha ofrecido en matrimonio al Conde de Reichstag, un hombre que me cae muy mal.- abre los ojos y la boca, creo que esta confuso, y contrariado. –Mi país es millonario, no solo mi familia, también la población cuenta con una gran riqueza en mi país no se conoce la pobreza y es por eso que no puedo dejar que descubran quien soy, no cuando estoy sola. Ayúdame.- -¡¡Ricardo donde estas!!- gritan. Ninguno de los dos reacciona. No estoy nerviosa pero espero que él no tome a mal esto. Él está viéndome fijamente, le veo a él también esperando algún tipo de reacción pero sinceramente parece algo atónito. Estoy pidiendo su ayuda, me he sincerado con él y he dicho parte de todo, no he mencionado que mis padres viven en Suiza y que han sido exiliados de Liechtenstein. -¡Ricardo con un demonio donde mierda estas!- repiten. Ricardo pestañea, Parece seguir analizando y estudiando todo lo que he dicho. ¿Estará pensando en algo malo? -¡Me importa un mierda si estas con ese tipo así que entrare!- escucho que la puerta se abre de golpe. –Cabron te dije que necesito tu ayuda y aun así no contestas mis llamadas.- esa voz la he escuchado en algún lado... Me giro lentamente para ver quien entro. Abro los ojos y la boca con notable sorpresa, sorpresa que poco a poca se va convirtiendo en cabreo. De todo el mundo, yo no soy alguien que llega a odiar pero a este sujeto si, definitivamente no me agrada para nada. Frunce el ceño y parece estar tan sorprendido y molesto como yo, no hay manera de dios que este sujeto se aparezca frente a mi justo ahora. Sus ojos raros de color caoba o como sea me miran fijamente, me analizan y parecieran estar aniquilándome después de todo. Le muestro la misma expresión. Me separo de Ricardo soltando sus manos. Me quedo de pie frente a él, me cae muy mal. El tipo se ve muy bien y esta vestido tan formal como lo vi ayer, solo que esta vez puedo ver su rostro con claridad. No es algo que me guste porque parece verme furioso y yo le miro de la misma manera. -¡Tu!- decimos al unísono. Ambos gruñimos. -¡Que haces aquí!- repetimos y me cabreo aún más, no puedo estar diciendo lo mismo que este sujeto extraño, patán, descarado y mal padre. Ambos nos quedamos callados, yo no diré nada porque el problema no es conmigo. Me cae mal y ya. Me mira despectivo y fuera de molesto también parece sorprendido, me da una mirada fría que respondo tanto como puedo. -¿Tu qué demonios haces aquí?- pregunta con voz penetrante, furiosa y muy grosera. Le miro y miro, este tipo esta frente a mí en este momento. El mal padre, el tipo ese que parecía un idiota el otro día. Me cae mal. Este tipo es lo peor que me pude haber cruzado ayer. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD