Capítulo 2

4730 Words
Febrero 02, 2017 Birmingham, Inglaterra. Me he despedido de Elena en el aeropuerto internacional de Liechtenstein, eso hace dos horas, la mujer parecía estar en un apuro cuando decidí dejar una gran cantidad de dinero con ella, no quiero venir a un país desconocido con una gran cantidad de dinero. Lo que me ha llevado a pensar en cómo demonios voy a sobrevivir, quizás necesite un empleo. No importa. Al aterrizar en el aeropuerto de Birmingham, un lugar bonito de verdad, no he tenido idea de que hacer, son aproximadamente las diez de la noche y el lugar parece desolado, es la primera vez que aterrizo en un lugar donde no soy abatida por fotógrafos o políticos que solo buscan agradar a la dinastía. Es bonito. Solo pero bonito. Espero que nada suceda, ya sabe, los aeropuertos siempre salen en películas como posibles lugares de ataque fantasmal. No sé qué rollo me traigo con las cosas paranormales... Salgo del aeropuerto, acaparo algunas miradas por lo cual saco una gorra que Eren ha dejado en la mochila. Me detengo. ¡Las maletas! Tengo que ir a traer las maletas antes de irme. Me regreso y comienzo a caminar sin saber a dónde ir, vuelvo a ver los letreros y comienzo a maldecir en alemán. Pufff. Desde las últimas vacaciones en Suiza el alemán suizo se ha convertido en parte esencial de mi vida. Agh, mis padres se morirán cuando sepan que he desaparecido. Fallo totalmente en encontrar el lugar donde dejan las maletas así que me tengo que buscar un vigilante para pedir información. Pensaran que nunca he usado un avión. Camino lentamente tratando de no parecer una ridícula desorientada, quizás en el baño pueda encontrar ayuda... pero ¿Dónde están los baños? Agh. Qué vida tan difícil. Camino por otro pasillo, venga. Me quedo de pie viendo hacia todos lados, creo que este lugar da a otro que desconozco. -Disculpe señorita, ¿se encuentra usted bien?- doy un salto al escuchar que dicen tras mi espalda. Me giro rápidamente. –Oh, por favor discúlpeme.- me llevo la mano al corazón, un vigilante acaba de matarme. Sonríe levemente y yo igual. -Casi muero pero no importa, precisamente estaba buscando ayuda ¿puede decirme donde tengo que recoger mis maletas? Es mi primera vez en Inglaterra y estoy un poco desorientada.- le digo, el hombre abre la boca y me mira fijamente. Parece perder el completo hilo de la conversación. ¿Estará enfermo? –Eh, señor, ¿se encuentra usted bien?- pregunto. Me acerco un poco más pero el hombre parece un poco ido en sí mismo. Levanto la mano y la muevo frente a su rostro. -Eh, si, señorita venga yo puedo llevarla. Lo siento, pero es que tiene usted ojos muy bonitos, creí caer en un hechizo.- creo que me sonrojo. Ay, qué bonito es este hombre. -Muchas gracias.- respondo sincera, me sonríe afable. Que bonita gente.  El hombre regordete me guía mientras comienza a hablarme de lo que podría encantarme aquí en Birmingham, me dice que es la segunda ciudad más importante de toda Inglaterra y que está seguro y disfrutare mucho. Me dice que tengo que visitar todo para que cuando regrese a mi país, le dije que resido en Suiza, no me pueda quejar no haber disfrutado al máximo. El hombre es muy amable, para ser sincera esto va muy bien. Llegamos a la sala de equipaje y el hombre se toma la molestia de ayudarme con ellas, él las toma y me ofrece acompañarme hasta poder coger un taxi. Más agradecida no puedo estar. Salimos y una helada ráfaga me hace estremecer, uau, si, aquí está mucho más frio que en Liechtenstein y que en Suiza. Recuerdo que las vacaciones de navidad en Berna, Suiza fueron una de las peor heladas de mi vida. Inglaterra parece estar en las mismas pero sin nieve. -Muchas gracias señor, estoy completamente agradecida por su ayuda.- le digo. El sonríe y no sé cómo debo de agradecerle, ¿está bien un simple gracias? -Fue todo un placer, disfrute de Birmingham y que tenga una buena vacación.- baja la cabeza como si fuese una reverencia y me sorprendo. Ah, ellos son muy amables con las personas. Solo vuelvo a sonreír y entro al taxi. Ah, las personas no siempre buscan agradar a los demás porque estos tienen un título, las personas son amables con las personas que demuestran un mismo afecto. Oh, definitivamente Eren tiene mucha razón este viaje me puede educar y aprender a entender más a los plebeyos, ellos son el verdadero futuro de un país... ¡Ellinor deja de usar un termino tan tonto como plebeyo! Ah, maldito Emiliano y sus clases de "Soy mas que los demás".  Al taxista, que también se comporta amable, le doy la dirección que Eren ha escrito y me dice que conoce el lugar perfectamente. Me pregunto qué clase de persona será ese tal Ricardo Di Porte. Si Eren ha dicho que puedo confiar en él es porque tiene que tener algo en especial, bueno, supongo que tengo que convencerlo. Me tiento a sacar el móvil y chequear que todo vaya bien pero esa ha sido otra indicación de Eren, no encender el móvil hasta que esté segura que quiera a Emiliano aquí. Tras mas de una hora de viaje, el auto comienza a parecer lento y vuelvo a ver al taxista ¿esta bajando la velocidad? Este me mira desde el espejo y me sonríe levemente, oh no, esto no es como de esas películas donde te subes a un taxi, el taxista te dice que no hay ningún problema, luego entra otra persona a tu lado y salvajemente te ataca, ¿cierto? Ellinor respira.  -No se preocupe señorita, creo que he se ha pinchado una llanta. No tenga miedo, solo soy un taxista.- me dice afable, ha, como si fuese a creerlo. ¡Eso dicen los de las películas y después la chica es secuestrada en medio de la nada! Se detiene cerca de un parque y agradezco ver pasar a unas cuantas personas. Uff, por lo menos si me secuestran algunas personas podrían saber quién fue, sería fácil de encontrarme. El hombre se baja del auto y ni loca me quedo sola ahí adentro, me bajo con él y este me mira extrañado. -¿Tardara mucho en hacer eso?- le pregunto. Vuelve a ver la llanta y me mira a mí nuevamente.  -No lo sé, unos diez minutos quizás.- camina hasta abrir la cajuela. Le sigo con la mirada. –Dios bendito. No tengo un repuesto.- creo que me mira apenado. No sé si confiar en el... bueno, le daré el beneficio de la duda. Vuelvo a ver todo, hace frio pero a casi la medianoche las calles se ven un poco pobladas, supongo que podría caminar y buscar el lugar.  -¿El lugar a donde quiero ir está cerca?- el vuelve a ver hacia el parque y niega. Si, definitivamente debería de comenza -No señorita, si usted se va recto y cruza el parque, vera un edificio con pent-house impresionante, en esa calle recta a casi llegar la esquina, hay un letrero hacia la derecha, justo ahí está el letrero Café Di Porte en grande, es un lugar lujoso así que puede usted verlo desde lejos.- asiento varias veces captando todo. Creo que lo tengo. -Señor ¿podría usted mirarme a los ojos y decirme que puedo confiar en usted plenamente?- me acerco a él, me mira sin entenderme una palabra. –Esas maletas son muy pesadas para poder llevármelas, podría usted llevarlas a esa cafetería en cuanto termine de arreglar el auto ¿por favor?- le miró fijamente. Se pasa la mano por el cabello, me mira y mira, no sé por qué pero parece quedarse ido. –Señor, ¿se encuentra usted bien?- no responde, levanto la mano y la agito frente a su rostro. -¡Si! ¡Señorita confié en mí y en cuento termine de arreglar esto le llevare sus maletas!- dice con sumo entusiasmo, ay qué bonito, siempre se puede confiar en la bondad de las personas. Entro nuevamente al auto, cojo mi mochila y antes de salir saco un par de billetes, cierro la mochila nuevamente y me la llevo al hombro. Salgo y el hombre está a cuclillas viendo la llanta pinchada, me pregunto cómo será arreglar una llanta (nótese que siendo la princesa no puedo si quiera conducir un coche). -Le veré entonces, tome este dinero en pago por haberme traído hasta el lugar que le he pedido.- me vuelve a ver y toma el dinero, abre los ojos como platos y no le entiendo. –Lo siento, ¿es muy poco?- pregunto. No entiendo la forma de pago. Niega. -No... señorita esto es demasiado, este es el pago de una semana de trabajo.- ¿eso es bueno o malo? Me lo entrega. –No puedo aceptar todo esto.- oh, lo entiendo. Es humilde. -No se preocupe, si usted lleva mis maletas a salvo sabré perfectamente que este dinero está en manos de una persona honrada y humilde.- toco su hombro. El me mira otra vez como ido. Uau. –Entonces, me iré y por favor cuídese.- sonrío. -Muchas gracias señorita.- dice. Asiento y me doy la vuelta. Comienzo a caminar por el parque. Me acomodo el gorro tapándome las orejas y me doy cuenta que no llevo puesto mi colgante, es una joya muy preciada que Emiliano me dio hace un año, Eren debió haberla guardado en el palacio como medida de seguridad. Creo que tenía un localizador o algo así, pero de igual manera es algo muy preciado para mí. Me pregunto si esta ropa no es demasiado irregular en mi, la verdad es es que en Liechtenstein usamos ropajes diferentes dentro del palacio, o por lo menos siempre andamos cargados de joyas reales. No es por nada pero si Emiliano me viese con este tipo de ropa... le da un infarto, "La formalidad ante todo", esa es la mentira que me da siempre.   Hace mucho frio y el movimiento de los arboles es agradable pero escalofriante. El parque no está solo y para la hora que es creo que está muy transitado, observo todo a mí alrededor encontrándome con una maravilla de paisaje, hay luces por todos lados. Un kiosko en el medio me llama la atención y decido caminar hasta ahí, es grande, blanco y con focos alrededor haciendo que en el medio se vea la luz con más fuerza. Subo las gradas de una a una pero me detengo al sentir un estornudo inminente... -¡Niño por favor ya cierra la boca!- escucho. El estornudo inminente se va haciéndome cabrear, detesto querer estornudar y no poder. Los movimientos de los arboles me alertan pero mas lo hace alguien casi gritando.  Ellinor... ¿estas siendo testigo de un secuestro?  -¡No, estoy diciendo que hagas silencio de una buena vez! ¡Tú no puedes venir, hacer que la niñera renuncie y seguir llorando como si la vida se te fuera en eso! ¡Maldición! ¡Por qué demonios quieres arruinar mi vida!- agudizo el oído y vuelvo a ver hacia todos lados. Oh, quizás se trata de alguna ruptura... ¿una niñera? Me detengo a medio paso en el kiosko, las lamparas iluminando ciertas partes es lo único que puedo ver, creo escuchar un bebe pero no estoy segura. Todo esta solo. Espero que todo esto no sea producto de mi mente o peor, de mi retorcida imaginación ancestral.  -¡No debiste aparecer en mi vida, no soy un hombre para ti, soy despreciable y no puedo tenerte a mi lado!- oh, ¿una ruptura con un bebe? –No te quiero como mi hijo.- escucho que gruñen finalmente.  Es el llanto de un bebe y es la voz de un hombre, un momento, acaso es el papa del pequeño diciéndole que no lo quiere, tratándolo mal. No me lo puedo creer, bajo las cuatro gradas que he subido y comienzo a buscar con el oído la voz de ese hombre estúpido. Lo siento pero si escucho que alguien trata de esa manera a un niño no puedo evitar sentirme molesta, un hijo es algo sagrado y mi madre dice que los hijos no tienen culpa de los errores de sus padres. -¡Silas cállate ya!- escucho que esa cosa grita exasperado. -¡Deja de llorar que demonios quieres de mi! No me comprendes y yo no te comprendo a ti, me haces sufrir y yo te hago sufrir a ti, pero no se, yo no quería que cayeras en mis manos, no soy lo que buscas.- escucho. Estoy comprendiendo poco de lo que esta diciendo pero estoy comprendiendo que esta rechazando al pequeño. Insolente.  Camino por un pequeño caminito cubierto de árboles. Un hombre con un abrigo hasta abajo está sosteniendo a un bebe en el aire, moviéndolo de un lado y el pequeño no deja de gritar y llorar. Oh, es pequeño bebe de un año o dos. Me cabreo al instante.  -No... por favor ya no, has arruinado la noche y no quieres callarte. No debiste llegar a mi... no soy alguien bueno, no puedo, no sé qué hacer contigo, la paternidad no es algo que conozca.- lo mueve de un lado a otro con agresividad, ni siquiera esta sujetandolo correctamente.  -¡Oye! ¡Que le estás haciendo al niño!- grito molesta. El tipo me vuelve a ver, me sorprendo de inmediato al verle. Uau. Es un hombre sorprendentemente atractivo. Ellinor al punto. -¡Por que estas tratando mal al pequeño!- gruño furiosa.  El tipo me mira sorprendido y yo no puedo sino quitarle al pequeño de los brazos que no deja de llorar. Miro al pequeño que esta rojo de tanto llorar, tiene moquitos que limpio rápidamente con la manga de mi suéter. Tiene inmensos ojos azules y es un niño precioso, definitivamente es un niño precioso. Me mira y detiene el llanto por un momento, comienza a hacer sorbitos y se lleva la manita a la cara.  -¡Que rayos estás haciendo con mi hijo!- me dice furioso y se acerca a mí. Le vuelvo a ver y se detiene, me mira fijamente y abre la boca. Le ignoro y acuno al pequeño en mi pecho, le doy unos golpecitos en la espalda, huele a leche así que supongo y podría necesitar unas palmaditas. El bebe tras unas palmaditas suelta un eructo suavecito y seguido deja de llorar. Lo meso entre mis brazos y comienza a bostezar. Levanto la mirada para ver al hombre. Sigue mirándome fijamente, la verdad es que es un hombre muy guapo, cabello oscuro, barba muy bien cuidada y lo que me gustan son sus pestañas, oscuras pero están cubriendo unas orbes color avellana... no lo sé, esta oscuro pero con la luz de los focos parecen rojizos, son extrañamente atractivos. Va muy bien vestido, debajo de ese abrigo largo hay un traje de gala y eso lo sé por la pajarita que le alcanzo a ver. Ellinor no seas una crítica y háblale claro. -Señor, ¿piensa seguirme viendo como si fuese un pervertido?- le pregunto con voz suave, no es como si yo no hubiese estado inspeccionándolo. Frunce el ceño y comienza a parecer aprehensivo. Me mira cambiando el gesto a uno serio, formal y dominante. Por un momento parezco ver a Emiliano cuando no quiero hacer lo que me pide, mi hermano es todo un dictador.  -No estaba viéndote, ni siquiera eres bonita.- gruñe molesto. Mi mirada vacila un poco, no es lo que esperaba que dijera porque en ningún momento pregunte si soy bonita. -No estaba preguntando si soy bonita, estoy diciendo que debería de cuidar un poco más de su hijo, si no lo quería en este mundo primero debió haberse cuidado discúlpeme pero ahora solo las personas tontas no saben cuidarse mientras tienen relaciones intimas.- tensa la mandíbula y se acerca a mí. Nos miramos fijamente y por un segundo casi me intimida con su mirada, ha, no, ya he dicho mi palabra. -¿Y qué quieres que haga con él? Es mi hijo y puedo hacer lo que quiera.- ahora soy yo quien aprieta la quijada, el bebé ha parado de llorar y no quiero exaltarlo. El pequeño esta viéndome, acaricio su pancita y sonríe, aaaah, que pequeño tan lindo.  -Se equivoca señor arrogante de pacotilla. Hay leyes en este país que cuidan y protegen a este bebé así que le aconsejo que comience a tratarlo de mejor manera.- me mira desafiante, -¿Acaso tienes experiencia con bebés?- pregunta. Niego. No con bebés pero si con niños, usualmente en Palacio recibimos a niños de escuelas que vienen a hacernos alguna que otra presentación o solo para que recorran el palacio. -No, pero la verdad es que sería mejor cuidando del pequeño que usted, por lo menos yo no estaría en un parque quejándome del mal padre que soy y lo poco que quiero al bebé a mi lado.- me mira furioso y se acerca más mí. Estira las manos quitándome al bebé de los brazos, el pequeño se queja y comienza a patalear, su llanto no se hace esperar. Pobrecito. Es toda una lindura pero vaya padre mas intolerante que tiene.  -Devuélveme a mi hijo porque la verdad es que no me gustan las chicas que piensan que son el centro de atención.- bajo la mirada. Este tipo es muy desagradable, lo mejor será que me retire en son de paz, pobre pequeño pero no puedo involucrarme mas de la cuenta. Su padre es guapo pero es un completo idiota.  -Tiene usted razón, a mí no me gustan los pervertidos que piensan que son el centro del universo.- dicho eso me doy la vuelta y comienzo a caminar hacia el otro lado, yo no venía a este lugar y conocer a este tipo me ha resultado un dolor de estómago. Vuelvo a escuchar que el niño llora pero decido dejarlo así, no quiero discutir con nadie a los primeros segundos que pongo un pie aquí. Furiosa por haber conocido a tipo tan insoportable y tonto camino hecha un misil hacia el otro lado del parque, cruzo todo el lugar tal y como me lo han dicho, pero me encuentro pensando en el tipo de hace unos segundos. Como rayos puede hablar así de su propio hijo, bien, si es padre primerizo está bien pero no puede ser tan duro con el pequeño que aún no entiende lo que sucede a su alrededor. Es muy guapo pero es un completo patán. El bebé es toda una ternurita, me gustan los niños... que no sean míos, ¿como dijo que se llamaba? ¿Silas? Si, creo que le llamo de esa manera.  Tratando de cruzar la calle tal y como se me indico, me encuentro distraída por el hombre de hace rato y casi escapo a morir atropellada. Nadie respeta las señales de tránsito, o era yo la distraída. El auto que estuvo a punto de llevarme al sueño eterno se detiene, suena el claxon varias veces obligándome a detenerme. -¡Oye tu que demonios te pasa cruzándote de esa manera!- grita. Vuelvo a ver al hombre que sale de el auto, me acerco a el, otros autos comienzan sonar sus cláxones. No entiendo. Me acerco lo suficiente a él, sigue alegando que podría haber arruinado su coche. -¡Acaso no puedes ver! ¡¿Tienes algo mal con los ojos?!- grita. Es un tipo bajito, quizás en sus treinta o más, no es feo pero tampoco es guapo, tiene una ceja cortada y pareciera que ha estado en una pelea recientemente.  Ellinor ve con toda la cortesía del mundo a disculparte, no quiero meterme en problemas y según Eren, todo se puede arreglar con una disculpa sincera y una sonrisa.  -Señor, por favor disculpe mi mala educación, me encuentro perdida y esa ha sido la única razón de mi distracción. Si el auto ha recibido cualquier daño a causa de mi tontería le pido mil veces que me disculpe, no hay nada mal con mis ojos, eso es lo que creo.- el tipo me mira fijamente y parece no haber escuchado nada de lo que he dicho. –Señor, ¿se encuentra usted bien?- levanto la mano y la muevo frente a su rostro. Agita la cabeza y mueve de arriba abajo, uau, hace unos segundos no dejaba de fruncir el ceño y gritar.  -Eh, si, no, no hay problema con el auto... sabes fue mi culpa porque no vi que iba usted a cruzar... y si, no tiene de que preocuparse, por favor disculpe mi falta de respeto. ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?- pregunta. Sonríe nervioso y no le entiendo para nada su cambio de humor. Los ingleses sí que son raros. -Oh no, no se preocupe por favor creo que he encontrado mi destino. Si no he sido una molestia para usted entonces me retiro.- digo. Niega y abre la boca. Le miro sin entender.  -Oye, ah, ¿quisieras una cita conmigo?- frunzo el ceño, me sorprendo de inmediato al cambio de tema. –Ya sabes, en manera de disculpa por haberte tratado mal.- ah, eso era, que amables son los hombres. -Lo siento tengo asuntos que atender ahora pero podría ser a la próxima.- levanto la mano despidiéndome, me doy la vuelta y continuo caminando. -¡Eh guapa, ¿tienes novio?!- me vuelve a decir. Le vuelvo a ver y solo sonrío. Me encojo de hombros y continúo caminando. -¡Me encantan tus ojos!- hago una mueca, porque pareciera que las personas solo observan mis ojos y cambian de actitud conmigo. Cinco minutos después por fin llego a la esquina, levanto la mirada hacia la izquierda y puedo ver el enorme Pent-house que se me ha mencionado antes, voy en el camino correcto, continuo la caminata y giro encontrándome al final con un enorme letrero de Café Di Porte iluminado. Es un lugar grande, es muy bonito de hecho y tiene un reloj de manera seguido de una la bandera italiana. Uau. Muy bonito. Me acerco al lugar y veo hacia todos lados, parece estar completamente desolado y el reloj a punto a casi las once de la noche. que extraño. Quizás el lugar es de esos de 24/7 ¿o solo son las gasolineras? Empujo la puerta y escucho unas voces discutiendo. Se escuchan a lo lejos pero el eco me hace muy clara la conversación-discusión.  -¡Esa mujer no va a venir y estoy seguro que ese tipo solo estaba engañándote para volver contigo!- escucho que dice una voz masculina... fina y bonita. Me gusta esa voz, apuesto a que le pertenece a un hombre guapo.  -Yasin por favor no estés molesto, solo esperemos un poco más y te aseguro que Eren no está haciendo esto para acercarse a mí, recuerda que fue el quien me dejo...- dice otra voz... masculina. Un segundo, un minuto, un momento, ¿Dejar? ¿Regresar? ¿Volver contigo? ¡De que rayos habla! Eren... ¿acaso tiene otro hermano que desconozco? Si, podría ser, no puede haber otra explicación para esas palabras.  Camino lentamente y no veo nada, todas las mesas están ordenas y ya guardadas. Las luces son opacas y en efecto esta desolado, las voces cesan así que tengo que mantenerme con cautela. -¿Hola?- digo suave. Nadie responde y todo se convierte en silencio. A pasitos suaves me voy acercando a una especie de chimenea que a la par tiene una barra donde se ven una variedad de botellas. Me acerco y comienzo a sentirme incomoda, no me gusta quedarme sola en lugares tan grandes (irónico por que vivo en un palacio gigante). -¿Quién eres tú?- dicen. Dios bendito.  -¡Ah!- grito. Me quedo paralizada y me llevo las manos al corazón. Ellinor tú tienes un serio problema con el miedo, ya va siendo hora de superarlo. Me giro lentamente encontrándome con un hombre alto, ¿Qué con los hombres altos y guapos hoy? Ah, una ironía es que me he topado con puros hombres y ninguna mujer. -Lamento haberte asustado, ¿Quién eres tú?- pregunta nuevamente. El hombre sonríe amigable, me mira fijamente y abre la boca. -¡Uau! Que ojos tan preciosos tienes, tú debes de ser Ellinor, Eren me dijo que te reconocería al solo ver tus ojos. Son impresionantes.- toca mi cara y me aprieta las mejillas levantándome hacia él. -¿Son reales? No, imposible, ¿son de contacto?- niego. Frunzo el ceño. Esta sonriendo y analizando mis ojos detalladamente.  Está muy cerca de mi rostro, es muy atractivo, tendrá sus treinta años, cabello oscuro, ojos verde musgo y barba muy bien cuidada. Es el segundo hombre guapo con barba que conozco, el primero no me agrado pero este parece buena persona. -¿Ricardo Di Porte?- pregunto. Asiente. -¡Uau! También tienes un acento pronunciado y fino, tal y como lo dijo Eren.- me suelta y me abraza efusivamente, me sorprendo pero le correspondo lentamente. En palacio o mejor dicho en Liechtenstein, los poblantes no pueden abrazarnos porque demuestran una falta de respeto a la corona. No estás en casa Elli. -¡Ricardo vámonos en este mismo instante!- el ahora Ricardo Di Porte se separa de mí y me abraza por el hombro. Me guiña un ojo y parece sorprendentemente feliz de verme. Uau. Que amable. –No puedo creer que prefieras a una persona que no conoces a pasar el rato conmigo, no entiendo cómo es que sigo contigo que soy tu nov...- un chico... (Muy guapo) se acerca y al verme se corta de cualquier comentario, me mira y frunce el ceño.  -Yasin ella es Ellinor Nassau, la chica de Eren.- me presenta. Le vuelvo a ver y parece estarme analizando a cuerpo completo, hago lo mismo. ¿La chica de Eren? Ah, seguramente piensan que somos primos o algo así. Este chico es un poco más joven, cabello castaño, también ojos verdes pero más claros y con barba... ¿Qué va con los hombres hoy? Este chico comienza acercarse a mí con cautela, me mira fijamente y abre los ojos. Por favor que no diga algo de mis ojos. -Tienes ojos muy raros.- dice. Suspiro. Gracias, el primero que me dice la verdad. La familia real siempre ha tenido este color de ojos, Emiliano, mi padre y mi abuelo... son raros pero tengo que vivir con ello, mis padres dicen que es una bendición.  -Yasin no seas pesado con la chica.- dice Ricardo, el chico me mira desconfiado. Como si estuviese en presencia de un Conde o de algún noble cambio de postura y me acerco a el, levanto la mano esperando que la estreche, lo hace y me mira extrañado.  -Un placer, soy Ellinor de Lie... Nassau, Ellinor Nassau.- aclaro, dios, cambio de postura de inmediato a una mas normal. El chico frunce el ceño y creo que Ricardo me esta viendo.  Estuve a punto de arruinar todo. Mi postura, mi voz, mi acento... ¡Ellinor este es un trabajo encubierto! De ahora en adelante solo Ellinor Nassau. Es raro porque no uso el apellido de mi madre nunca, hasta ahora. Eren ha dicho que no saben quién soy, y presentarme como Ellinor de Liechtenstein seria algo muy extraño.  -Yasin Murat.- estrecha mi mano. Me acerca a el. -¿Quién eres? No pareces una chica normal.- dice, contengo el aire, venga; solo sigue las indicaciones.  -Yo solo he seguido las instrucciones de Eren y he venido aqui.- me encojo de hombros. Ricardo me hace volver a verle. Me mira fijamente, comienza a pensar y chasquea la lengua. -Cuando estabas presentándote... omitiste algo y corregiste algo, ¿Qué era lo que ibas a decir?- me tenso de inmediato, Eren dijo que no mencionara mi estatus pero a la vez dijo que podía confiar en esta persona. El parece ver la preocupación en mis ojos. –No importa. Yasin lleva a Ellinor a una mesa, seguramente no ha comido nada así que le preparare algo ligero, creo que deberíamos de hablar un poco.- asiento agradecida. -¿Serias tan amable de ofrecerme algo de beber?- pregunto. Ambos me miran y se vuelven a ver entre si. No les entiendo.  -¿Un Cosmo te parece bien?- frunzo el ceño, ¿Cosmo? ¿Como el de las caricaturas? -Lo siento pero no entiendo tu referencia ¿Cosmo? ¿que es eso?- me siguen mirando como si estuviese diciendo cosas raras. En roma actúa como los romanos ¿pero como se supone que actúan? -Pero si es una bebida me encantaría probarlo, en mi país, creo que no hay de eso y agradezco tu ofrecimiento.- me encojo de hombros.  Me miran por largos segundos y finalmente se retiran juntos. Creo que van murmurando algo pero no les entiendo muy bien, supongo que hay algo raro en ellos. Observo todo el lugar y por primera vez me siento en libertad, y triste de alguna forma pero libertad al fin.  -¡Que es que!- escucho a Yasin gritar. Me giro y les veo a ambos observándome, Ricardo me sonríe y después tira de Yasin hacia otro lado donde no les vea.  Nunca nadie se había ocultado de mi para una conversación. Suspiro. Raros. Vaya día más extraño el que he tenido, pero estoy lejos de Emiliano y su dictadura, solo espero que Eren se encuentre bien y que el testarudo de mi hermano recapacite y me deje ser libre, solo así volveré a Liechtenstein. 
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