Capítulo tres.

3539 Words

Malditos niños. No podía creerlo. Indignada era la palabra más dulce para describir mi estado en ese momento. No volvería a jugar con ellos, ni en broma. —¿Qué pasa con esa hermosa carita?—me preguntó Adam a mi lado en cuanto me alcanzó. Terminé de poner el último cono que habíamos usado para la maldita carrera y lo observé de mala gana. —Que te jodan. Mi respuesta fue el ingrediente perfecto para que dejara de aguantar la risa. Omití un gruñido de frustración. Esto era lo más humillante que me había pasado en mucho tiempo y eso que había pasado por demasiadas cosas. Y Adam no lo olvidaría. No, claro que no. Él nunca se olvidaba de nada. Me di media vuelta para ir directo hasta la tienda. Sentí sus pasos por detrás, su bolsa con todo lo que habíamos usado rebotada contr

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