Una Noticia

1781 Words
Al día siguiente. Estoy en mi oficina, firmando algunos documentos, mi empresa es de exportaciones esto me estresa, y es aún más difícil porque ese señor que se hacía llamar mi padre me heredó dos empresas más, una en Francia y otra en Japón. Tocan a mi puerta, espero que no sea Diana, a ella le gusta venir a incomodarme en mi trabajo. ¡Pase! —¡¿Hola, amigo, cómo estás?! —me dice Eugenio entrando a mi oficina. —Hola, Eugenio es un gusto verte, pensé que aún estabas de viaje —le digo mientras me levanto de mi silla, para darle un fuerte abrazo. —¿Cómo está tu hermosa esposa, y tu hija Marcos? —Me dice Eugenio, mientras se sienta en el sillón de cuero n***o, que tengo en mi oficina. —Están muy bien, Eugenio, gracias por preguntar —Le digo mientras me siento a su lado. —Estoy un poco mal, Marcos regresé antes, porque me enteré de algo que no me ha dejado dormir. —¿Dime que es lo que pasa Eugenio? Sabes que puedes confiar en mí —Le digo mientras toco su hombro para confortarlo, por lo deprimido que parece. —Tengo una hija, Marcos, y lo peor de todo es que no sé quién es. —¡¿Qué es lo que dices, Eugenio, pero como es eso posible?! Tu hija y tu esposa murieron hace años en un accidente. —Tuve una amante Marcos, y ella no me dijo que teníamos una hija hasta hace un mes que me contacto y lo peor de todo es que ella tenía cáncer terminal, me dijeron que murió hace dos semanas, y lo peor de todo es que perdí su rastro. —¿Perdiste su rastro? No entiendo —pregunto muy angustiado. —Ella se comunicó conmigo, para decirme lo de nuestra hija, pero me llamaron del hospital y me dijeron que ya había muerto, entonces ahora no sé, ¿dónde buscaré a mi hija? —Puedes contratar a uno de los mejores investigadores privados —digo muy convencido. —Ya lo hice Marcos, en Francia y también aquí, pero no me dan señal de ella, es como si hubiera desaparecido al morir su madre. —Al menos, ¿conoces su nombre Eugenio? —pregunto muy confundido. —No lo sé, pero ella si tiene mi apellido, solo que su madre nunca quiso ninguna ayuda de parte mía, por eso no me dijo de la existencia de mi hija. —No te preocupes Eugenio, yo puedo apoyarte —Le digo mientras me levanto del sofá, y toco mi mentón por la frustración. —Gracias hijo, pero quiero pedirte un favor. —Claro, Eugenio lo que tú quieras. —Me comprometí en ayudar en las clases de una universidad y ahora estoy un poco mal, entonces ¿me podrías ayudar tú? —me dice Eugenio un poco apenado. —Claro no te preocupes, yo puedo cubrirte por un tiempo —le digo intentando, no hacer notar mi cara de disgusto. —Gracias, Marcos por el apoyo, entonces apresúrate o llegarás tarde. —¡¿Qué dices, es hoy?! —Digo muy sorprendido. —Sí, es hoy, olvide decírtelo Marcos —me dice Eugenio mientras se levanta del sofá y se dirige a la puerta. —¿En dónde está la universidad? —pregunto. —Solo será por un mes Marcos, y no recibirás pago, y darás clases a los chicos de bajos recursos, en un momento mi asistente te enviará la información, me voy seguiré buscando a mi hija —me dice mientras abre la puerta y se va. No puedo creer que dije que si, pero soy un hombre de palabra, tengo que cumplir con mi compromiso, escucho sonar mi celular, es un mensaje de Eugenio, me envió la dirección, sé exactamente donde se encuentra esa universidad, tomo las llaves de mi auto bajo por el elevador hasta llegar al estacionamiento de mi empresa, camino hacia mi auto, subo en él y me dirijo a la universidad, son las doce del mediodía y las clases empiezan a la una de la tarde, llegaré justo a tiempo, no me gusta ser impuntual, detesto a la gente que siempre llega tarde. Llego a la universidad y bajo puedo ver como varias chicas me observan y hablan entre ellas, pero no me interesa voy directo al salón de clases,  todo está arreglado, después tengo hablar con la directora. Entro a la universidad y camino por el pasillo, otra vez todas las chicas me observan detallándome con los ojos de pie a cabeza, me siento un poco incómodo, hasta que llego al salón número 8 donde impartiré una clase de dos horas sobre administración de empresas, daré la clase y me largo. Entro y todos ya están en el salón, pero sé encuentra un asiento vacío. —Buenas tardes, jóvenes, un gusto saludarlos mi nombre es, Marcos Bourdeo, el señor Eugenio Berry no pudo venir por eso yo soy su reemplazo, durante este mes —digo mientras me siento en la silla, dejando algunos documentos en el escritorio. Todos me saludan, son chicos muy amables además, puntuales, solo falta una persona. —¿Quién es la persona, que usualmente se sienta ahí? —pregunto señalando con mi dedo. —¡Yo profesor! —Dice la chica mientras entra al salón. —La puntualidad es lo primero, señorita —Le digo de una forma fría. —Profesor, no ha escuchado eso que dicen que las cosas buenas tardan en llegar, pues yo tarde en llegar —me dice con una sonrisa. —Está bien, señorita, que no se vuelva a repetir —le digo ella asiente con la cabeza, y toma asiento. Comienzo la clase y está chica parece ser muy popular, es hermosa tiene ojos Azules y cabello castaño, tiene unas tetas medianas, firmes y su culo redondo y también firme, su piel blanca, sus labios rosados, su labio inferior es más grueso, me gustaría probar sus labios me gustaría tenerla de piernas abiertas sobre este escritorio. ¡Mierda, tengo una gran erección! No puedo creer que está chica, me la ponga dura tan solo en un segundo. Durante la clase no me puedo mover de mi asiento, las horas parecen eternas y cada vez que volteó a ver a esa chica mi v***a se pone más dura, que hasta me empieza a doler por lo apretado que estoy en mi pantalón. Termina la clase me siento realmente aliviado, todos salen del salón y espero un momento para que mi erección baje, pero solo recordar a esa chica me pongo duro otra vez. Me levanto y veo afuera del salón y al parecer está vacío, camino con cuidado hasta que me siento tranquilo al llegar al baño, desabrocho mi cinturón, después mi pantalón, me siento y saco mi pene del bóxer, siento un gran alivio, mi pene ya tiene semen eso me hace más fácil masturbarme, pensando en esa chica y el olor a vainilla que emana de su cuerpo, muevo mi mano más rápido, hasta que siento que no puedo más, estoy a punto de acabar, la puerta se abre y lleno a esa chica de mi semen que por cierto, es mucho, ella me observa pálida. Pero escuchamos la voz de una mujer y la chica entra al baño conmigo. —¡Hola! Cader eres tú —dice la mujer. —Sí, soy yo Marta, estaba a punto de limpiar este baño, pero ya sabes no alcance a llegar al baño de mujeres, por eso estoy usando este —dice la chica que al parecer se llama Cader. —Está bien, hija, te veo afuera —dice la mujer. Escucho que la mujer sale, y me siento realmente aliviado y puedo respirar tranquilo, pero Cader me observa. —No se preocupe profesor, yo también me masturbo todos los días y también a veces en los baños, por cierto en la clase no me presente, soy Cader —me dice la chica, como que si lo que estuviera viendo fuera lo más natural del mundo. —Cader, es un placer, pero me das un momento y te veo afuera. —Claro, profesor, lo espero en el pasillo —me dice mientras sale del baño. No puedo creer que me pase esto, aún estoy en shock, tomo papel para limpiarme, pero me doy cuenta de que no tengo semen en mi pene, todo está en la blusa de esa chica. Subo mi ropa interior, también mi pantalón y salgo del baño, voy por mis cosas al salón y me dirijo a la salida, cerca de mi auto esta Cader, pero me doy cuenta de que ella tiene otra blusa. —No se preocupe, profesor, ya me cambie soy porrista líder del equipo, por eso siempre tengo ropa extra —me dice muy segura de sí misma. —Cader, realmente siento mucho lo que viste, no sabía que entrarías a ese baño. —¿Tiene esposa profesor Marcos? —pregunta ella mientras me mira con esos ojos grandes y azules, su cabello largo y castaño vuela con el viento. —Sí, estoy casado, Cader, ¿por qué preguntas? —Por nada, profesor, solo me da envidia. —¿Envidia por qué, Cader? —pregunto. —Ya me imagino lo rico que siente su esposa, cuando es follada por usted profesor —me dice Cader sin ninguna vergüenza. Cader me deja sin palabras, nunca había conocido a una chica de su edad, que se exprese así. —¿Cuántos años tienes Cader? —Tengo 19 años, profesor y usted. —Yo tengo 38 años, Cader. —Profesor mejor me voy, y usted también tiene que ir a casa, y disfrute mucho —me dice Cader mientras señala mi erección. Otra vez no, pienso, Cader es de baja estatura, y yo soy alto, puedo ver perfectamente sus tetas eso me provocó otra erección. —Está bien, nos vemos Cader —digo mientras subo a mi auto. Durante el camino solo puedo pensar en Cader, esa mujer es diferente, y  sé que solo es un año mayor que mi hija, pero no me importaría follarla hasta dejarla sin poder respirar. Llego a casa y como siempre, Diana me recibe con una sonrisa, entro a casa y mi mente sigue divagando el momento en el que todo mi semen mojo la blusa de Cader. —¿Dónde está Vanesa? —Le pregunto a Diana. —Esta mañana en el desayuno nos pidió permiso para pasar la noche con sus amigas. —Es verdad, Diana lo olvidé. —No te preocupes, amor entiendo que estés estresado por tu trabajo —me dice Diana. Pero solo puedo pensar en Cader, creo que esa pequeña es bruja. —Amor, ahora estamos solos —me dice Diana, mientras pasa su mano por mi entrepierna. —La cargo en mis brazos y la llevó a mi habitación, quiero follarla para sacarme de la mente a Cader. Dejo a Diana sobre la cama y no puedo aguantar más, levanto su vestido solo haciendo sus bragas aún lado, y bajo mi pantalón y saco mi pene entrando en ella sin piedad, solo puedo pensar en los labios de Cader, sus tetas, su redondo culo que se marca en sus ajustados pantalones, y sus ojos azules, mi semen siento derramado en ella.    
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