Rosalinda entra por primera vez a la casa de su padre, la hacen entrar a una sal muy elegante que no tuvo el valor de sentarse, porque podría ser humillada, aunque su vestimenta es humilde ella anda bien aseada. Se queda de pie en medio del salón, escucha pasos, voltea a ver de donde proviene el sonido, en eso ve entrar a la esposa de su padre y su hija.
—Siéntate. —Ella se encamina hacia el mueble— En ese banco, tú no eres ninguna invitada en esta casa
Un sirviente le arrimó un banco de madera que traía consigo de afuera, ella suspiró y se sentó en el banco, ellas están sentadas en el mueble principal, la miran con asco e indiferencia.
—¿Qué hace esta mujer en mi casa, madre?
—Ella ha de estar aquí por el asunto del matrimonio. ¿O me equivoco?
—Está en lo correcto.
—¡Eso significa que, aceptas casarte con ese hombre!
—Con una condición.
—¿Qué condición? No creo que estés en condiciones de pedir peticiones, pero dila.
—Que hospitalice a mi madre en una clínica.
—No, eso no puedo concederte lo único que puedo hacer es comprarles esos medicamentos.
—Es que los medicamentos no le están llegando.
—Peor es, no tener nada, al menos los medicamentos la mantienen viva. ¿No es lo que quieres?
—Es que si ella está continuamente vigilada por un doctor tengo la seguridad que ella se aliviara.
—Después de que te cases puedes pedirle al viejo de tu marido que haga eso por ti. —Rosalinda se mordía su labio inferior de la impotencia que siente en ese instante—Si estas de acuerdo pasado mañana puedes venir a firmar la documentación, por fin tu sueño se hará realidad de portar el apellido Montalván.
—Ahora vete, tu presencia es repugnante. —Beatriz (hija) se pone de pie y da la orden de que la saquen.
Rosalinda no dijo nada sintió un enorme nudo en su garganta, al parecer el hombre que se quiere casar con ella es tan repugnante como lo es ella, para esas mujeres.
Salió a prisa de esa casa, nunca en su vida pensó que su vida tomaría un giro tan inesperado, ahora su prioridad es su madre, cada día ella se desmejora, su cuerpo se ve pálido y débil, siente que si no hace algo ella morirá. Con solo reflexionarlo un nudo en la garganta se le instala, si su madre muere no se lo perdonara nunca.
Mientras en uno de los lujosos hoteles de Costa Rica, Bruno hace negocios y espera la respuesta de su abogado en cuanto a la petición, sabe que una hija de un noble no puede llevársela sin que haya un matrimonio por en medio. Además, divorciarse es lo más fácil para él.
—Quiero eso resuelto en estos días me toca regresar y me la quiero llevar conmigo.
—La familia ya acepto, solamente es cuestión de papeleo.
—Sabía que cederían ante esa petición. Quiero a esa mujer en mi cama.
Desde ese día en la fiesta, Beatriz lo dejo impresionado con sus movimientos sexis, ya quiere ese tipo de baile privado, esa mujer es fuego en la cama, ese es su pensar. Mientras amarra otros negocios para no desperdiciar su estadía en dicho país.
—Señor, es mejor que la joven lo conozca y usted a ella.
—No tengo tiempo para esas formalidades, lo que quiero es follar rico, nada más, aquí no hay sentimientos de por medio, además ella lo hace por el dinero, para que su padre no se vaya a la ruina.
—En eso tiene razón. Deme tres días para hacer esa documentación y tener lista la visa de la joven, la esposa del señor Montalván me dijo que me tendría la documentación de la joven mañana.
—Perfecto, has tu trabajo lo más rápido que puedas, necesito regresar.
—Comprendo, lo haré lo más rápido que pueda.
Bruno se dirige al gimnasio del hotel, ordenó que no hubiera entrada de clientes, ya que quería estar solo sin interrupciones. Es un hombre prepotente con poca paciencia y muy observador. No conoce el nombre de su futura esposa ni le interesa, nada más sabe de su padre, al que él, orillo a endeudarse para poder tener acceso a su hija.
Entre tanto Beatriz ni se imagina que él la vio exhibirse en aquella fiesta, si algo sabe ella es moverse muy bien, maneja perfectamente los movimientos de seducción, lo que usa a diario con su novio secreto. El cual lo ha hecho pasar como gay para tener acceso a su casa.
—Entra, rápido.
En cuanto la puerta se cierra ellos hacen de la suyas teniendo sexo desenfrenado, le encanta que el joven la alabe por sus coqueterías y su manera de moverse. Ella practica con él cada pose que aprende teniendo a su novio embobado con ella.
—¿Te gusto?
—Eres grandiosa. ¿Dónde aprendes todo eso?
—No te diré mis secretos, tú solo disfrútalos.
—Hija. —Dos toques en la puerta hacen que ellos se vistan rápidamente ella echa aromatizante para que el olor a sexo se disipe.
—Dime mamita.
—Hice que les trajeran galletas y frescos.
—Muchas gracias, señora.
—Sigan estudiando.
Ella se retira confiando que su hija y su amiguito lo único que hacen a puerta cerrada es estudiar, ya que no tiene tiempo de vigilarla más de cerca además es mayor de edad y muy responsable ante sus ojos. El abogado de Bruno llego por la documentación de Rosalinda, la que ella ya tenía lista, fingiendo tristeza porque su hija se casaría con un extraño y extranjero.
—Dígale a su jefe que cuide de mi única hija.
—No se preocupe, ella estará bien, siempre y cuando sea obediente.
—Ella lo es, de eso se lo aseguro.
—Porque mi jefe no conoce la paciencia.
—Su jefe, ¿Qué edad tiene?
—¡Lo siento! Es algo confidencial.
—Simple curiosidad.
—Me retiro, le llamaré para que la joven firme el contrato matrimonial.
—Está bien la tendré lista para cuando ustedes decidan.
El abogado se retiró, ella siente un gran alivio porque por fin ya esté amarrado el trato y será Rosalinda la que se case y no su hija. Le informa a Pedro de inmediato para que se comunique con ese hombre y les perdone la deuda.
—Rosalinda estuvo de acuerdo. —No puede decirle hija, delante de ella.
—Si, ella misma vino a buscarme aceptando.
—Mi… ella estuvo en mi casa.
—No te preocupes no curtió nada, solo acepto y se fue, es un alivio que te vas a quitar esa mugrienta de encima.
—No le digas de esa manera, ella no tiene la culpa de nada.
—Claro que tiene la culpa, ella es hija del pecado, por eso se debe consumir en el infierno.
—Ana, no seas tan mala, cometí el error, pero ella es inocente.
—No voy a pelear contigo porque estoy contenta de que ese hombre compro a esa bastarda, en cuanto a su mamá, en cuanto esa hija del pecado se case la corres del ahí y no te atrevas a darle dinero a esa mujer porque no sabes de qué soy capaz.
—Mujer, ella está enferma acaso no tienes conciencia.
—Acaso ella la tuvo cuando se metió en mi matrimonio, no la defiendas, no te atrevas Pedro.
—Está bien mujer, te dejo, hablaré con él para que sepa que el trámite está avanzando.
Ana tiró el teléfono al mueble, se siente asqueada por esa situación, al parecer su marido siente algo por ellas todavía eso la enferma, quiere que esa maldita mujer se muera de una vez y su hija se vaya al infierno. Su buen humor se fue al carajo, con pensar que su esposo puede volver con esa pordiosera.
Sin embargo, La vida de Rosalinda ya está marcada, ella sabe que no tiene más salida, dos días lleva meditándolo, desde que visito la casa de su padre, para su madre no tiene secretos y este no va a ser la excepción.
—¿Madre, como te sientes?
—Bien hija, mucho mejor. —Ella sabe que su madre lo hace para que no preocupe, pero su cuerpo está desmejorado.
—Madre, tengo algo que decirte, espero no te molestes.
—¿Qué pasa mi amor? Sabes que no me enojaría contigo.
—Acepte la propuesta de doña Ana. —Flor se quedó en Shock.
—¡Que has hecho! Esa mujer lo que quiere es destruirte.
—Es la única salida que tengo, ella proporcionara vivida y medicamentos.
—¡Tú le creíste!, ella no nos quiere, me ve como una amenaza, por más que le dije que no sabía de su matrimonio, y que no volvería con él ella nunca me creyó.
—Es la única salida, he tocado puertas para trabajo y me las han cerrado, no te imaginas lo desesperada que estoy.
—Tú no conoces ese hombre, no sabes sus intenciones, nadie se casa sin conocer a su futura esposa, ¿Crees que eso sea bueno? Hija no lo hagas.
—Ya le firmé los documentos de cambio de apellido.
Flor rompe a llorar, es su culpa de que su única hija esté en esa situación tan incierta, Rosalinda le dice que ella estará bien, que no se preocupe, pero la realidad ni ella sabe que es lo que le pasara.