La había cagado, totalmente lo hice…
Pero que iba a saber yo que mi vecino hablaba español, yo no suele controlar lo que digo a veces, ay no.
En este instante quiero que me trague la tierra y jamás volverle a ver la cara.
— Lo siento si te herí o algo por el estilo — niega mostrándome que no está molesto.
— No te preocupes, suelo decir las verdades aunque duela como lo haces tú… Y respecto al violín intento recuperar la práctica… — asiento mirando el plato sin nada, me levanto y él igual, dejo el dinero y él igual.
— ¿A dónde vamos ahora? — pregunta y miro la calle.
— ¿Y si me guías tú? — pregunto, me mira y se lo piensa, asiente y me toma de la mano — Espero que te guste caminar y el vino artesanal…
Sonrío y asiento ante su idea de tomar vino y caminar por ahí.
Se detiene en una tienda y espero, veo pasar a parejas o amigos por la calle, veo como el sol cambia de posición, veo la hora en mi reloj de pulsera y dan las 1 de la tarde.
— Vamos, tenemos un camino largo — lo miro por un momento.
— No eres alguna clase de asesino o mafioso, ¿Verdad? — se empieza reír y me toma del brazo entrelazándolo con brazo con una botella en la mano y una bolsa de papel con algo dentro — ¿Compraste pan y esas cosas?
— A dónde vamos es algo lejos de la ciudad, veo que no conoces mucho — ruedo los ojos siguiendo su paso.
— Es más que obvio, llevo nada más que un años y tanto viviendo en esta ciudad, Rio — explico mirándole, me mira y asiente.
— ¿A qué viniste hacer en tierras italianas? — me pienso su pregunta cuándo para un taxi y reviso mi bolsito pero no me deja pagar — Yo invito.
Mi lado feminista me dice que no lo permita pero mi lado pendeja me dice que lo deje pasar porque es un caballero.
— De regreso pago yo — digo entrando al vehículo y lo escucho reírse, hace unas horas estaba de los más serio y ahora no — ¿Cuándo cumples años?
Pregunto y me mira extraño.
—Yo te hice una pregunta primero, no te responderé hasta que me respondas — me río y miro a donde nos lleva el taxista.
— Ya que estamos en eso, pues vine para mejor calidad de vida, más oportunidades, ya sabes — aunque no sabría nada ya que parece tenerlo todo, asiente.
— ¿Tan mala es Latinoamérica? — el conductor parecía no entender lo que hablábamos ya que hablamos en español.
— No respondiste mi pregunta, tienes que ser equilibrado, una tú y una yo — suspira cuando le explico.
— Tienes razón, cumplo el 23 de marzo, o sea ya pasó — sonrío riéndome con nervios.
Mi vecino es piscis, Dios mío.
— Respondiendo a tu pregunta, no es tan malo vivir en Latinoamérica, claro que no, solo tienes que tener cuidado con que no te maten, te secuestren, te violen o incluso que te roben o algo parecido, no es tan malo — su cara parecía procesar la información que le daba.
El taxista se detiene en una colina y nos bajamos, el hombre se va y miro a Rio.
— ¿No me digas que me mataras aquí y luego me sepultaras y le dirás a todos que me fui a la fuga porque no tenía dinero para pagar mis deudas y no podía más con mi vida y termino suicidándome lanzándome de un puente? — parpadea por un momento sin creerse lo que acabe de preguntar.
— Estás loca, Mar — dice y empieza a caminar colina arriba, le sigo porque no se regresar.
(…)
Miro el sol ocultándose tras del mar, mientras la ciudad empezaba a encender sus luces, el cielo se pintabas de colores cálidos, tome una uva mientras escuchaba a Rio tararear una melodía, me pasa la botella y la tomo, tomo un poco del vino y suspiro.
— Esto es a lo que yo llamo “A la cima de la ciudad” — asiento admirando la bella vista.
— Necesitaba esto en este momento de crisis, gracias, Rio — niega mirándome.
— No tienes que agradecer, es bueno tener un amigo para estas cosas — asiento — Bien, vámonos que se hace ya tarde y no podemos bajar borrachos — se ríe mientras se levanta de suelo, me levanto y me estiro para quitar la pereza y el sueño acumulado en mi cuerpo.
Empezamos a bajar, no hablamos mucho y ahí estaba yo regañándome mentalmente de haber salido con el vecino que era todo un desconocido, es que si le contara esto a mi mamá me echa la regañada del año por suerte ella está lejos de mí.
Una vez que llegamos a la carretera empezamos a caminar o bueno yo empecé a seguirlo a él porque yo sí que no sabía cómo había llegado hasta este cerro.
— La ciudad está algo lejos, Rio — me quejo siguiéndolo y viendo la ciudad a lo lejos.
— Venga, no queda lejos, hablemos mientras llegamos — no pensaba hablarle mientras caminaba.
— Eres piscis, no puedo hablarte — se ríe apenas hable.
— ¿Crees en los horóscopo? — pregunta y asiento — Eres más rara de lo que imagine pero interesante, cuéntame mas de ti.
— Mejor háblame de ti, yo ya dije muchas cosas y no pienso decirte más de mí porque tengo que parecer misteriosa — se ríe aún más.
— Nena, el misterioso aquí, soy yo, así que habla o no llegaremos para la cena — ruedo los ojos, miro hacia atrás y veo un carro acercarse — Dudo que nos lleven a la ciudad.
El carro se estaciona y vemos a una chica.
— No puedo creer lo que ven mis ojos, mi Dios — dice en italiano la chica, intento no rodar mis ojos — Pero Mar, no creí volverte a ver después de renunciar.
Sonrío un poco.
— Yo tampoco pensé en volverte a ver, Bianca — podía sentir como Rio miraba la situación intentando entender.
— Entren que los llevo — dice directamente mirando a Rio, miro al pelinegro y lo veo suspirar y entrar al carro en la parte trasera haciendo que me siente de copiloto — ¿Qué has estado haciendo, chica? Mauricio no para de hablar de lo mal que va el negocio desde que te fuiste, prácticamente los clientes iban por ti, eh.
Era un casino, claro que iban por mí si usaba una ropa tan reveladora para obtener propinas, sino porque creía que vendrían por mí.
— ¿Tú eres? — pregunta mirando por el retrovisor.
— Rio, vecino de Mar — abre sus ojos y puedo escuchar su risilla burlona.
— Creí que el nombre de Mar era medio raro pero ¿Rio? Se nota que son tal para cual — ruedo los ojos mirando por el espejo, podía sentir la mirada del chico en mi nuca.
— ¿Y tú? Sigues trabajando en el casino, ¿No? — niega.
— Mi hermano se enteró de que trabaja en el casino e hizo renunciar, a Mauricio no le gustó la idea pero era las reglas de mi hermano, ya uno no se puede independizar hoy en día — asiento — Como sea, ¿Donde los dejos?
Rio indica un lugar y puedo reconocer la cuadra por donde está el edificio y nos bajamos.
— Ten, sé que eres buena ilustradora, escríbeme en caso de necesitar dinero, la empresa de mi hermano tiene sus puertas abierta para ti — asiento tomando la tarjeta y se va, suspiro.
— ¿Trabajabas en un casino? — pregunta empezando a caminar.
— Si, ¿Algún problema? — niega dejando la botella en una cesta con otras botellas.
— Así que me imagino que sabes hacer cocteles — asiento y entramos al edificio empezando a subir las escaleras hasta llegar a nuestro piso — Fue un gusto pasar una tarde con alguien nuevo.
— Un gusto igual, lograste que desbloquearas mi bloqueo de escritora — se ríe abriendo su puerta y entra, abro la mía a punto de entrar lo veo salir.
— ¿Me das tu número de teléfono? En caso de que nos encontremos aburrido o no te deje dormir, ya sabes — sonrío tomando su teléfono y dándole el mío.
— Procura no tocar tan de madrugada — se ríe y asiente dándome mi teléfono y yo el de él.