Primos
Noel caminó por el pasillo tenuemente iluminado hasta la habitación más alejada en el sector asignado las sirvientes femeninas. El lugar era frío debido a que estaba casi bajo tierra. Su prima pequeña le decía que era un lugar mucho más cálido que el último lugar donde había estado.
El joven tocó la puerta para escuchar un "adelante" con voz femenina para encontrar a sus primas sentadas frente a frente en la cama que compartían ya que Zoe se negaba a dormir sola ya que sufría de pesadillas y terrores nocturnos. Vestían camisones de lino blanco con chales sobre los hombros y cintas en el cabello para afirmar sus trenzas.
- Estaban despiertas... - les dijo alegre sentándose en la cama de a lado para luego extender la vianda que Zoe tomó - Madre les envía esto para que adelanten el desayuno. Tendremos que ayudar con las visitas.
- ¿El príncipe ya llegó? - preguntó la joven con curiosidad.
- Si, viene con un escolta... Madre sugiere que no estén a la vista de las visitas. No sabemos como es el segundo príncipe. El secretario ya nos ordenó que no debemos llamarlo, Su Alteza Real, sólo Señoría o milord.
- No me interesa conocerlo. - le dijo Amélie repartiendo el pan a Zoe - Mientras más lejos esté de nosotras es mejor...
- Mel... - le dijo con cariño - Están a salvo aquí...
- No es eso, Noel. Agradecemos a la tía Jean el que nos recibiera, sólo queremos tener una vida tranquila hasta que Zoe crezca un poco más.
Noel observó a sus primas. Amélie era delgada, cabello castaño y ojos claros con la piel blanca y Zoe era delgada, hasta el punto de parecer desnutrida, con el cabello claro y sus grandes ojos azules. Durante el día, ambas vestían como sirvientas con el uniforme que su tía les había entregado y Amélie lo había ajustado a sus tamaños. Cuando llegaron, ambas estaban demacradas y en extremo delgadas con ropas viejas y roídas, con los zapatos tan desgastados que sus pies tenían ampollas y costras. Pasaron meses hasta que estuvieron parcialmente compuestas.
Algunas veces escuchaba gritar y llorar a Zoe debido a sus pesadillas, pero Mel sólo les decía que su tiempo durante la Revolución no fue fácil debido a que sus padres habían trabajado en el palacio. Su madre y él mismo habían notado las evasivas de la joven al referirse a lo que había pasado en Versalles después de las revueltas y el arresto de la familia real. Mucha gente que había trabajado en el palacio o tenía relación con alguien leal a Louis y a su familia se habían ocultado de los revolucionarios por miedo a ser arrestados o ejecutados y sus primas no parecían ser diferentes por lo que ellos dejaron de preguntar e insistir.
- Zoe, tus modales... - regañó su hermana - Te vean o no, debes conservarlos. Seguiremos con tus clases mañana...
La niña frunció el ceño y luego bajó la cabeza, triste.
- No seas tan dura con Zoe, Mel. - le dijo Noel acariciando la cabeza de la niña - Es solo pan.
- No, Noel... - dijo firme la joven - No podemos perder lo que hemos aprendido. No, Zoe. La etiqueta, caligrafía y educación que tuvimos nos ayudará a sobrevivir.
- Como sirvientas no les servirá de mucho... - dijo su primo.
- Como sirvientas tal vez no, pero puedo trabajar como institutriz cuando Zoe sea un poco mayor. Los ingleses adoran a las institutrices francesas, está de moda.
- Solo los nobles tendrían dinero para tener una institutriz. - aclaró Noel.
- Es por eso por lo que no debemos perder los modales...
- Bien, bien. No cambiarás de opinión. - dijo resignado levantándose para salir de la habitación - Terminen de comer y vayan a la cocina para ayudar con el desayuno.
- Vamos pronto Noel, gracias. - le dijo Mel con una sonrisa cuando salió para luego abrazar a Zoe - Lo siento, no quise ponerte triste. Sabes que es nuestro boleto de salida.
La pequeña asintió en silencio y la abrazó con fuerza. Sabía todo lo que Mel había sacrificado para llegar hasta ese momento y no la defraudaría.
Conducta Extraña
Connor estaba en los jardines de la mansión disfrutando del aire fresco de la mañana. No había logrado dormir mucho por lo que bajó para despejarse antes de subir a cambiarse para desayunar.
El joven caminó sin rumbo fijo recorriendo un sendero hasta que llegó a un sector en el área posterior donde se veía una pozo para sacar agua y, bajo el árbol cercano, una joven doncella con una más pequeña haciendo reverencias al estilo inglés. Curioso por la situación, Connor se acercó para escucharlas.
- Recuerda que los ingleses se inclinan diferentes a nosotros. - decía la mayor - Recuerda lo que decía madre...
- Padre decía que no debía inclinarme. - reclamó la niña.
- Ahora no estamos en casa, cariño. Tenemos que vivir como personas comunes.
La niña se estremeció y sus ojos se llenaron de lágrimas por lo que la más grande se arrodilló para abrazarla.
- Extraño a mamá, ellos dijeron que me habían abandonado… - le dijo llorando.
- No, eso no es cierto. Papá y mamá estuvieron preocupados por ti hasta su último aliento, solo que no les permitían verte.
- No entiendo porque todas esas personas estaban tan enojadas...
- Eras muy pequeño, cariño. Incluso los adultos no entienden porqué había tanto odio.
- ¿Nuestra hermana está bien? - preguntó la niña.
- Si, está con la familia fuera de Francia...
- ¿Por qué no podemos ir con ella?
- Es peligroso... Hay gente que aún quiere hacernos daño...
- Tengo miedo...
- No dejaré que nadie te lastime, cariño. Nadie. Nunca más.
La intensidad en la voz de la joven sorprendió al príncipe. Cómo una joven que apenas se había convertido en adulta podía tener tanta fuerza de voluntad. Al parecer las circunstancias por las que las jóvenes habían pasado había sido difícil.
- Practiquemos un poco más ¿De acuerdo? - le dijo la mayor a la pequeña con una sonrisa levantándose para sacudir el polvo de la falda del uniforme - Los invitados se levantarán pronto y debemos ayudar a la tía y a Noel con las habitaciones.
- Está bien. - dijo la niña limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano.
Connor las vio practicando una y otra vez, cometiendo el mismo error en cada ocasión por lo que no pudo contener su lado competitivo y se movió.
- Lo están haciendo mal. - dijo caminando hacia ellas por lo que las jóvenes inclinaron la cabeza para mirar al suelo.
- Lo sentimos, Milord. No sabíamos que había un invitado aquí. - dijo la joven mayor sin intentar levantarse tomando la mano de su hermana para correr y alejarse en cuanto pudiesen - Nos iremos de inmediato.
- Tranquila, soy yo el que se perdió... - le dijo Connor - Levanten la cabeza.
- Milord...
- Yo quiero ver sus rostros. Estaban haciendo mal la reverencia al estilo inglés. Solo quería corregirlo. No las regañaré.
Zoe levantó la cabeza y su mirada se encontró con la de Connor quien le sonrió.
- Baja la cabeza, Zoe. Nos meterás en problemas. - regañó la mayor empujando su brazo hacia abajo.
- ¿Te llamas Zoe? - le preguntó el joven a la niña quien asintió - ¿Ella es tu hermana? - la niña volvió a asentir - ¿Qué te parece si les enseño la reverencia? Se tardarán menos y podrán volver a trabajar.
La niña asintió con vehemencia.
- Tu hermana está de acuerdo. - le dijo el joven a Mel - Mientras más rápido todos volveremos a nuestras labores. Levanta la cabeza. No tardaremos mucho.
- No debemos molestarle… Son invitados del embajador. - dijo la joven incorporándose con renuencia.
- ¿Y eso qué? Enseñarte a hacer una reverencia no va contra ser un noble ¿Estás lista Zoe? - la niña le sonrió - Bien... Esta es la reverencia que hacen los hombres, nosotros miramos hacia abajo al inclinar la cabeza. Si ven que un hombre las saluda así, ustedes deben responder de esta manera: Sujetar con las manos el vestido, pierna derecha un poco hacia adelante y la pierna izquierda es la que se dobla de una forma algo más pronunciada que la pierna derecha, inclinar y bajar recto. Las mujeres miran al frente. Sólo frente a la familia real en ceremonias formales, la rodilla llega al suelo y no deben levantar la cabeza hacia la persona hasta que se les permita.
Connor repitió varias veces la reverencia de hombres y mujeres hasta que Zoe y su hermana lograron hacerla a la perfección.
- Aprenden rápido. Las felicito. - les dijo cuando, a lo lejos escuchó a Ethan llamándolo por su nombre - Debo irme... Nos veremos en otra ocasión.
Mel miró al hombre alejarse corriendo hacia donde lo estaban buscando antes de abrazar a Zoe.
- Ten cuidado la próxima vez. El embajador pidió que nos mantuviéramos fuera de la vista de los invitados. - le dijo caminando hacia la puerta de servicio que estaba a unos metros - Vamos a la cocina. No nos atrasemos.
Curiosidad
Connor llegó al jardín anterior donde Ethan lo miraba preocupado.
- ¿Dónde te metiste? - le preguntó - Fui a buscarte y no estabas por ningún lado.
- Caminando. No pude dormir mucho ayer... Necesitaba despejarme.
- Avísame que vas a salir a despejarte. - se burló su amigo - Creí que te habías escapado.
- Te dije que iba a portarme bien. - le dijo Connor con una sonrisa astuta - Solo estaba recorriendo el lugar...
El escolta se rio.
- Eres peligroso, alteza. Tienes esa sonrisa de cacería ¿Viste algo que te gustó?
- Nada importante. Sólo me estaba divirtiendo.
- Muévete. Bajaremos a desayunar. Hay una cena en la mansión de un marqués. El embajador irá. Revisaremos la agenda para saber a cuáles debemos ir...
- Vamos... Por la hora, casi vamos a almorzar... - le dijo el príncipe caminando hacia la mansión donde se encontró con Noel y el secretario de pie en el descanso de la escalera.
- Milores, - les dijo el secretario - el desayuno será servido en el comedor. El embajador se reunirá por la tarde con ustedes. Tuvo un compromiso previo. Me disculpo de antemano, tenemos poco personal. Noel los acompañará.
- Buenos días, milores. - les dijo con formalidad - Los llevaré a sus habitaciones y luego los acompañaré al comedor ¿Hay algo que necesiten para preparar con sus vestimentas?
- Agua caliente para afeitarme. - dijo Connor subiendo las escaleras con agilidad - ¿Hay alguna biblioteca en la mansión?
- Sí, Milord, hay una en el primer piso. - dijo Noel.
- Iré allí después de desayunar...
- Entendido, milord. - le dijo el joven abriendo la puerta de la habitación para dejarlo pasar - Estaré aquí.
- No demoraremos. - dijo Ethan entrando a la habitación de al lado mientras Connor entraba a la suya dejando a Noel de pie frente a las puertas con un suspiro. Estos invitados eran inquietos y no quería que sus primas se metieran en problemas.