La Incertidumbre
El carruaje se detuvo frente a la mansión y Ethan bajó para ir por el secretario para que llamara al médico. Uno de los sirvientes, un hombre mayor se acercó para sujetar la puerta del carruaje y se puso pálido al ver al príncipe con la joven en brazos.
- Guíame a su habitación. - ordenó bajando del carruaje.
Connor caminó tras el hombre atravesando el vestíbulo hacia un largo pasillo lateral en la dirección contraria al ala de invitados y de la escalera principal hasta llegar al área de la cocina donde una mujer que trabajaba en la isla lo miró sorprendida y se inclinó bajando la cabeza para no hacer contacto visual.
- Señoría...
- Rápido, la habitación... - le dijo exasperado.
- Por aquí... - le dijo Jean caminando hacia una salida que se abría en un pasillo con algunos escalones.
El joven caminó detrás de la mujer, observando la tenue iluminación y el frío que caló su piel ya que sólo llevaba la camisa. Como príncipe jamás había bajado hacia el área de la servidumbre y ver la oscuridad y que casi se dirigían al sótano, lo estremeció. Observó las puertas a los costados y cómo se abría un pasillo hacia otro sector, el que supuso, era el área asignada para los hombres. Avanzó por el pasillo hasta la habitación más alejada y la mujer abrió para que pasara.
Cuando el joven entró, vio una habitación con seis camas distribuidas una junto a otra. Tres y tres enfrentadas. Un par de cómodas y mesas de noche compartidas. Estaba frío y observó que no había chimenea. La luz entraba por unas pequeñas ventanas rectangulares cerca del techo, pero no lo suficiente para generar calor.
- ¡Señoría! - exclamó Noel entrando a la habitación a toda carrera - ¡Mel!
- Su cama... - dijo ignorando al joven. No era el momento.
La mujer le indicó la más alejada, junto a la pared por lo que Connor caminó hacia el lugar y la acostó con delicadeza. En cuanto la soltó y retrocedió unos pasos, la mujer se acercó a la joven para revisar su herida.
- Estaba en el centro, un carruaje la golpeó. Ya pedí que envíen al médico. - informó al tiempo de escuchar un grito de la niña cuando llegó a la habitación y vio a su hermana.
La vio correr a la cama y arrodillarse tomando la mano de la joven. Temblaba visiblemente, estaba aterrada a los ojos del príncipe.
- ¡Noel! - exclamó la mujer - Llévate a Zoe.
El joven se adelantó para tomarla por la cintura y se la llevó fuera de la habitación entre gemidos y sollozos.
- Gracias, Señoría. - le dijo la mujer haciendo una reverencia - Nos encargaremos ahora. No era necesario el médico, lo despacharemos de inmediato.
- ¿? ¿De que hablas?
- El médico... - la vio dudar y moverse incómoda, pero luego entendió. No podían pagarlo.
- Yo me encargaré, avísale a mi escolta y mantenlo informado.
- Sí, señoría... Muchas gracias.
Connor salió de la habitación con una expresión preocupada. La joven no había recuperado el conocimiento y eso no era bueno. Caminó por el pasillo y el frío caló sus huesos ¿No estaban en primavera? Se preguntó cómo sería ese lugar en invierno. Imaginó a la mujer acurrucada en la cama con una vela en esa habitación helada y resopló incómodo.
Al subir las pequeñas escalinatas y entrar a la cocina pudo escuchar el llanto de la niña la que vio en los brazos del sirviente llamado Noel. Se acercó a ella y le acarició la cabeza.
- El médico va a revisarla, Zoe. Debes estar calmada para poder acompañarla. - le dijo y la jovencita lo miró, moqueando, pero asintió - Muy bien...
- Gracias, Señoría. - le dijo Noel sin soltar a la niña.
- Cuiden de ella... - murmuró con un tono extraño.
- Sí, Señoría.
Sin decir más, Connor salió al pasillo para dirigirse a su habitación cuando Ethan iba en dirección a él con la chaqueta en la mano y la canasta.
- El médico viene en camino... - informó.
- Paga sus servicios. Tienes mi dinero...
- Sí, alteza...
- Voy a mi habitación, que preparen el baño.
- Si, de inmediato. - le dijo pasando a su lado para avisar a la cocina.
El joven subió las escaleras con expresión indescifrable. Este día había sido totalmente inesperado. Había sido drogado, tomado a una sirvienta y la había desvirgado sin consciencia y ahora estaba herida por su culpa. Mientras iba por el corredor se pasó la mano por el rostro en un intento de despejarse. Se sentía sucio y avergonzado... Por mucho que fuera de la realeza había traspasado la línea y él lo sabía. En el fondo, lo sabía cuando le pidió ayuda.
La curiosidad por saber que ocultaba más su belleza era una combinación que su lado depredador y cazador le gustaba. Se había comprometido a tomarla y que ella lo hiciera voluntariamente, cosa que hizo, pero no esperaba que fuera virgen e inexperta. Aún podía recordar cómo se sentía su interior y su mirada desafiante mezclada con dolor.
Connor gimió cuando cerró la puerta de la habitación tras él. Había sido un imbécil. Ella le había salvado el pellejo y él le había pagado de esa forma. Si su padre o su hermano se enteraban estaría en serios problemas... Mientras se desvestía, miró su polla con los restos de su interacción y los vestigios de su barrera y gimió de nuevo. Se había corrido dentro de ella... Eso era malo, muy malo y podría traer consecuencias peores.
Nunca, nunca acababa dentro de sus amantes. Era la regla ¿Qué mierda le había hecho esa sirvienta? ¡Ni siquiera era una amante!
Con un gruñido frustrado, entró al baño contiguo donde ya debería estar preparada la bañera. Tenía que largarse de Francia lo más pronto posible. Sabía que ese viaje no era nada bueno, pero también quería saber cuando la joven despertara.
Está Despierta
Connor estaba leyendo en un sillón cerca de la chimenea de su habitación. Habían pasado cinco días desde el accidente y la joven aún no despertaba. Junto con el pasar de los días, la irritabilidad de Connor iba en aumento.
Siguió asistiendo a los salones, pero se encargó especialmente escribirle a su hermano y hablar con el embajador para cortar todos los lazos comerciales con el marqués por intentar asesinar a un m*****o de la familia real. Dio órdenes explícitas al embajador de mantener la información en reserva, pero ordenó que se encargara del marqués. Si se enteraba de que él o cualquier noble inglés trabajaba con ese hombre gestionaría castigos severos.
Estaba perdido en sus pensamientos cuando la puerta se abrió de golpe. Ethan entró respirando agitado.
- ¡Mel despertó! - exclamó feliz entrando a la habitación - Podrá levantarse en tres días.
- Ocúpate de que el médico la de alta con indicaciones... - le dijo sin levantar la cabeza de la lectura - Prepárate para salir en dos horas. Tengo un baile.
El joven escolta lo miró confundido por un momento. Pensó que se pondría feliz al saber la noticia, pero no hubo reacción. Cuando la ayudaron en el accidente y la traía en sus brazos parecía que le importaba ¿Había olvidado que la joven lo había ayudado?
- Sí, alteza. - dijo inclinándose formal para luego salir del lugar.
Lo que Ethan no vio es que la mano que sujetaba el libro temblaba al escuchar la noticia y los ojos de Connor se habían humedecido por la emoción cuando le informó.
El príncipe observó la puerta antes de soltar el libro y cubrirse el rostro con las manos, aliviado.
Algo está Mal
Amélie llevaba un gran balde sostenido entre ella y Zoe en dirección a la parte posterior de la mansión cerca de las caballerizas.
- ¡Está pesado! - exclamó Zoe sudando por el esfuerzo.
- Vamos... Tenemos que colgar las sábanas... -le dijo su hermana mayor.
- ¿Teníamos que traerlas todas?
- No creí que pesaran tanto al estar mojadas. Fue mi error. - le explicó su hermana - Ayúdame y yo las colgaré. Puedes sentarte mientras lo hago.
- ¡Siii! - exclamó la niña haciéndola reír.
- Perezosa... - se burló Mel.
Mientras colgaban las sábanas, Connor entró a caballo desde la calle hacia las caballerizas y pudo ver a las mujeres. Había evitado encontrarse con la joven desde que había despertado y ya habían pasado dos semanas. Tendría que haberse ido de acuerdo con su plan, pero no podía y eso lo cabreaba más. Quería tener a esa mujer cerca de su vista.
El joven la observó colgar las telas, las que se mecían con el viento y por lo que podía apreciar eran pesadas al estar mojadas. La vio secarse el sudor con el dorso de la mano y sonreírle a su hermana. Su sonrisa le gustó. Cuando la tomó no la vio.
El ánimo de Connor bajó al recordar ese momento.
- ¡Mel! - escuchó gritar a Noel desde lejos - ¡A la cocina! Tenemos que ayudar a mamá.
- ¡Voy! - le dijo - ¡Casi termino!
¿Era que acaso no se detenía nunca? se preguntó Connor molesto. Ni siquiera tenía un minuto de descanso.
- ¡Vamos, Zoe! - le dijo la joven tomando el balde vacío con una mano y extendiendo la mano hacia su hermana, pero Connor la vio dudar y detenerse como si algo estuviera mal.
- ¿Mel? - escuchó preguntar a la niña cuando la vio ponerse pálida - ¡Mel! - le gritó cuando la joven se tambaleó inestable antes de desmayarse en el suelo de tierra - ¡Noel! - gritó la jovencita - ¡Noel!
Zoe se arrodilló junto a su hermana tratando de despertarla por lo que no vio que Connor se había bajado de un salto del caballo y corría hacia ellas.
- Milord... - le dijo temblando - Mel...
- Vamos. - le dijo el hombre tomando a la joven en brazos en tanto Ethan llegaba corriendo tras él y Noel, a su vez, salía corriendo del sector de servicio.
- ¡¿Qué le pasó?! - preguntó Noel llegando a ellos a toda carrera mientras el príncipe avanzaba hacia la entrada auxiliar.
- Se desmayó... - dijo Connor afirmándola contra él y atento a Zoe quien se aferraba a su chaqueta por detrás.
El noble entró a la cocina como si nada y los sirvientes lo miraron descolocados. Jean se acercó y miró a la joven.
- Se desmayó de nuevo... - murmuró negando con la cabeza.
- ¿Esto ha pasado antes? - preguntó Connor sorprendido.
- El médico dijo que podría pasar si se sobre esforzaba, pero sólo ha pasado hace dos días y hoy... - le dijo guiándolo hacia la habitación que el joven ya podía ubicar.
Connor cerró la boca en una línea fija. Nadie le había avisado.
- Ethan. - ordenó entrando a la habitación y acostando a la joven en la cama - Que todos esperen afuera... Nadie puede entrar.
- Milord... - comenzó a decir Noel.
- Es una orden. - dijo tajante para luego mirar a Zoe - Espera con Ethan junto a la puerta, jovencita. Ethan, cuídala.
- Sí, alteza... - dijo firme sacando a la niña del lugar y cerrando la puerta tras él.
Cuando sintió la puerta cerrarse, Connor se sentó en la cama junto a la de la joven y suspiró agotado.
Si que estaba en problemas...
Fue todo lo que pudo pensar.