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Conjetura Real Amélie sentía la cabeza pesada y estaba algo aturdida. Debía haberse desmayado de nuevo y no quería asustar a Zoe. Abrió los ojos y se sentó en la cama con rapidez, pero sólo sirvió para marearse más por lo que tuvo que afirmarse del colchón y cerrar los ojos hasta que todo lo que giraba a su alrededor se detuviera. - Quédate quieta... - dijo una voz masculina que no reconoció y se movió hacia la pared por instinto. Cuando los ojos de la joven se abrieron se enfocaron en el príncipe sentado en la cama de al lado con los brazos cruzados sobre el pecho. Amélie miró a su alrededor sin saber a ciencia cierta si estaba desvariando y ladeó la cabeza, perpleja ¿Qué hacía un noble en una habitación del servicio? - ¿Señoría? Esto es... Usted no debe estar aquí. Es un noble... Por favor. - le dijo tratando de levantarse, pero las manos del hombre la sujetaron por los hombros para impedir que se moviera quedando frente a frente sentados a la distancia de un brazo. - Te dije que te quedes quieta. - masculló frustrado pasando una de sus manos por el rostro. Esto no estaba pasando - Tenemos que hablar... - ¿Hablar? ¿Hice algo malo? - preguntó ansiosa - Puedo arreglarlo, milord. Por favor. Lo arreglaré. - Necesito que contestes algunas preguntas... El cuerpo de la joven se tensó bajo sus manos y Connor lo notó. - No sé que necesita saber, Milord. Soy una simple sirvienta. No soy nada... - le dijo atropellando las palabras con la cabeza hacia abajo y las manos sobre las rodillas temblando visiblemente. - No quiero hacerte daño. - dijo el joven soltando la respiración contenida - Quiero que me contestes con la verdad. - Lo haré, mi señor. - ¿Cuando fue tu último periodo? - le preguntó y Mel alzó la mirada confundida. No entendía - Tu sangramiento, como el que llegó cuando te convertiste en mujer. - le explicó con cuidado y vio cómo la joven procesaba la información por unos instantes. - No me ha llegado... - le dijo sin entender el significado del interrogatorio - ¿Eso es algo malo? El príncipe contuvo el aliento por un segundo. Era lo que suponía. Mierda, sí que la había cagado. - Depende como lo mires... - dijo con honestidad - ¿Sabes lo que significa? - la joven lo miró con curiosidad esperando una explicación. - ¿Que tengo ciclos desordenados? - Ahhhh, maldición. - masculló Connor frustrado - Si, pero también significa que estás embarazada. - ¿Embarazada? ¿Cómo? Connor casi se rio ¿Cómo podía ser esa mujer tan inocente o estúpida? Por su expresión sabía que no estaba fingiendo, no sabía que lo que habían hecho podía tener consecuencias en su cuerpo y en sus vidas. Si consideraba eso, podía quedarse callado y hacer como que nunca pasó, evitar la responsabilidad como si no hubiese ocurrido. Tal vez si no se hubiera enterado de la situación podría haberlo hecho, pero lo sabía y no podría quedarse tranquilo volviendo a Inglaterra sabiendo que en algún lugar de Francia había un niño que llevaba su sangre. Mierda, pensó. Jamás esperó que tomase a una sirviente y menos que iba a embarazarla. De sólo pensar en cómo le iba a explicar a su padre este desastre se le enfriaba la espalda con un escalofrío. Sería un hijo ilegítimo y, por ende, sin ninguna atribución como parte de la familia real. Sería discriminado y maltratado por los nobles de la corte ¿Realmente quería eso para un niño que no tuvo la culpa de ser concebido? Connor había escuchado muchas veces comentarios despectivos de los mismos nobles que habían embarazado a alguna sirvienta que trabajaba a su servicio y cómo esos niños sufrían aún más por no pertenecer a ninguno de esos mundos. No eran nobles y tampoco eran sirvientes... El joven miró a la mujer que tenía frente a él y, aunque sabía que vestía como sirvienta, sabía que tenía formación de aristócrata. Por un lado, eso le tranquilizaba ya que su hijo sería cuidado bajo la premisa de la educación y cultura. Ya había visto cómo educaba y disciplinaba a su hermana menor por lo que sabía que cuidaría bien del bebé. Por otra parte, el saber que ocultaba su identidad y que se estaba escondiendo, eso podía poner en peligro sangre real debido a que, si era atrapada, su hijo sería atrapado con ella con un destino peligroso e incierto. Además, si volvía a Inglaterra y ella se quedaba en Francia podría desaparecer y jamás encontrarlos y la posibilidad no le gustó. - ¿Milord? No entiendo. - le dijo ansiosa. - ¿Recuerdas que entré en ti con esto? - le indicó su entre pierna y la joven se sonrojó, pero asintió - El líquido que escurrió después... - resopló sonrojado. Vaya que era incómodo explicarle esto a una joven inexperta. - Olía a usted... - murmuró y el joven sonrió sin saber por qué. - Ese líquido tiene mi semilla. - continuó - Si llega hasta tu vientre y tu cuerpo está listo, concebirás a un bebé. En este caso, a mi hijo. - ¿Cada vez que “eso” entra en una mujer va a concebir un bebé? - No, tu cuerpo debe estar listo y “Eso” se llama polla. Es algo muy preciado por los hombres y si aprendes a usarlo bien, también lo apreciarás. El joven fue descarado, pero se dio cuenta que, al decirlo, también dejaba la libertad de usar el de otros hombres y ahora ella llevaba a su hijo. No iba a permitir que cualquier polla entrara en el cuerpo de la mujer que ahora llevaba linaje real. - Cómo llevas a mi hijo, solo podrás usar la mía... - advirtió. - ¿Por qué la usaría? - preguntó la joven de regreso. - Bueno, ya sabes... - balbuceó, descolocado. No lo esperaba. Las mujeres con la que había estado siempre deseaban otros encuentros - Por placer... además, soy el padre del bebé. Tu cuerpo me pertenece mientras estés embarazada. Llevas a un príncipe real. - No me gustó... - le dijo con honestidad lo que se sintió como un golpe en el estómago para su ego - Me dolió mucho. No quiero que “eso” vuelva a entrar en mi. - ¿Puedes dejar de llamar a mi polla “eso”? Suena como si fuese algo que temer. A mis amantes siempre les gusta... - ¿Y por qué no dejó su semillas en ellas en vez de conmigo? - preguntó Amélie molesta - Yo no soy su amante, ni de nadie. - Eso no pude controlarlo... Estaba drogado ¿Lo recuerdas? - refutó indignado. - Si puede meterlo y sacarlo a voluntad ¿No podría haberlas dejado afuera? - ¿Crees que es fácil cuando estás tan excitado? Además, tu interior se sentía bien. Si no hubiese estado drogado tal vez podría... - Entonces recordó su expresión desafiante durante el sexo y se retractó - No mostraste sentir placer... Me enojé. - ¿Cómo iba a sentir algo si me dolió todo el tiempo? - preguntó enojada. Ambos resoplaron, frustrados con el otro. - ¿Qué va a pasar ahora? - preguntó Amélie de manera racional sorprendiendo a Connor. Esperaba que llorara o hiciera algo, pero no esa tranquilidad. Le recordó a Ethan. Parecía un soldado. - Te llevaré conmigo a Inglaterra. Me aseguraré de que des a luz a salvo... - ¿Y después? ¿Qué pasará con el bebé? Será un niño ilegítimo. Sabe lo que pasará. - En este momento solo pienso en cómo hacer que sobreviva... - reconoció - Independiente de cómo fue concebido sigue siendo mi hijo. - ¿Y qué pasará conmigo? - le preguntó con calma. - No lo sé... Ni siquiera sé que le diré a mi padre... El rostro del príncipe se ensombreció y Amélie suspiró. No necesitaba otro problema en la espalda.
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