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1018 Words
La Negativa Amélie miró a Connor por unos instantes. El ir a Inglaterra como sirvienta embarazada de un príncipe solo traería más ojos sobre ella de los que estaba tratando de evitar. Además, no podía dejar a Zoe, habían luchado mucho para llegar hasta donde estaban hoy. - ¿Dices que porque no tengo mi periodo estoy embarazada? - le preguntó y lo vio asentir. - Me corrí dentro de ti y tu periodo no ha llegado. Es una señal para saber que concebiste. Estaba segura de que no estaba embarazada. No había tenido su periodo por casi dos años, sobre todo después de que tuvieron que vivir en la calle cuando Pierre murió. Su cuerpo adelgazó mucho y el sangramiento dejó de llegar. Nunca había estado con un hombre hasta el príncipe por lo que dedujo que el seguir sin sangrar era solo a causa de todo lo que habían pasado y no por él. - No iré con usted, Señoría. - dijo al fin haciéndolo saltar e incorporarse descolocado - Hay una alta probabilidad de que no esté embarazada y no me interesa estar a disposición de “eso” - miró su entrepierna con desagrado - Regrese tranquilo a Inglaterra y deje la semilla con sus amantes o con la esposa que encuentre ¿No vino aquí para eso? - ¿Qué estás diciendo? ¿Cómo que no irás? - exclamó perplejo. - No iré. Tengo a mi hermana a la que debo cuidar. Además, he visto cómo los maestros tratan a las criadas con las que se acuestan. No, gracias. No necesito eso. - ¡Pero llevas a mi hijo! No puedo dejarte aquí para que luego desaparezcas de la nada. Después lo usarás como moneda de cambio para obtener algo. Al terminar de decir esas palabras, una fuerte bofetada se escuchó en la habitación. Cuando Connor giró la cabeza para mirar a la joven que lo había golpeado, podría haber jurado que sus ojos estaban rojos de furia. Nunca, en todo su tiempo de vida, alguien había osado a levantarle la mano, ni siquiera su padre y aquí estaba una mujer menuda que le llegaba al hombro, una sirvienta, quien lo observaba con una mirada furiosa temblando de rabia. La había ofendido. - No sé qué tipo de mujeres son las que lo rodean, alteza, pero yo no soy como ellas. - le dijo apretando los dientes - Lo ayudé cuando me lo pidió. Fui yo la que se confió al ser inexperta. No sabía, pero, aunque estuviera embarazada jamás usaría a mi bebé para atrapar al padre. Mis padres me enseñaron que era demasiado valiosa como para perseguir un hombre. - Yo... - comenzó a decir. - Salga de aquí, alteza. - le pidió, caminando hacia la puerta la que abrió dejando ver a Ethan y a Zoe con expresión sorprendida - Ven aquí, Zoe. Su alteza se retira. - ¡No puedes llegar y echarme como si nada! - exclamó el joven acercándose a ella - Esto es más serio de lo que crees. - Es porque estoy consciente de la seriedad de su conjetura es que le pido que se vaya. No tenemos nada más que decir. Ethan miraba al joven, siempre altivo y seguro de si, descolocado frente a la mujer frente a él. Era una escena cercana a lo bizarro. - No dejaré que te alejes de mi. Llevas a mi hijo. - ¡¿?! ¿Un bebé? - preguntó Zoe feliz mirando entre ambos y a Ethan quien se había puesto pálido. - No es cierto, Zoe. - interrumpió su hermana - Su alteza tiene un golpe de calor o insolación. Habla tonterías. - Señorita Mel... - comenzó a decir Ethan - ¿Eso es verdad? - No lo es. No estoy embarazada. Su alteza está hablando a la ligera sólo por no tener mi periodo. Eso no dice nada... - Señorita... - dijo Ethan casi ahogado por la impresión y miraba a Connor y a la joven sin poder decidir que hacer. - Suficiente, señor. - le pidió Amélie indicando al joven escolta - Por favor acompañe a su maestro a sus habitaciones. Este no es el lugar de un noble. - ¡Oye! - exclamó Connor. - Necesito descansar, milord. - le dijo tirando de su hermana al interior y parándose junto a la puerta con la mano en ella lista para cerrarla en cuanto él se moviera. - ¿Estás sacando al segundo príncipe inglés? - preguntó Connor ofendido cuando vio que no pensaba cambiar de opinión. - Estoy sacando a alguien molestoso de mi habitación. No veo su título... Señor Ethan, por favor... Amélie se tocó el espacio entre los ojos agotada y eso asustó al escolta quien aferró al príncipe por el brazo y lo sacó del lugar. No quería que se desmayara de nuevo. - Nos retiramos, señorita. - dijo tironeando del joven y la mujer aprovechó de cerrar, ignorando las quejas del noble en el pasillo. - Dame un momento y vamos a ayudar a la tía. - le dijo Mel sentándose en la cama cercana después de cerrar la puerta. - ¿Es cierto lo que el príncipe dice? ¿Qué hay un bebé en tu barriga? - preguntó la niña sentándose a su lado con mirada preocupada. - Por supuesto que no, cariño. Serías la primera en saberlo si eso sucediera, sería tu sobrino o sobrina. Somos una familia. El príncipe sólo creyó lo que quería creer. - ¿Tenemos que irnos de nuevo? Me gustaba este lugar. - No lo sé... debo tener más información ¿Puedes darme algo de tiempo, te avisaré? Sabes que todo lo que hago es por nosotras. - Lo sé, hermana. - le dijo abrazándola - Te quiero mucho. - Yo también, cariño. - le dijo - Vamos a ayudar a la tía Jean. No menciones lo que el príncipe cree. Nos meterás en problemas. Será un secreto de ambas. - Si, no te preocupes. Las jóvenes se abrazaron para luego salir del lugar. Mel tendría que decidir el próximo paso.
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