32

1015 Words
La Noticia Se Esparce El salón de audiencias estaba rebosante de nobles quienes conversaban entre sí mientras el rey estaba en el trono revisando unos documentos. A su lado estaba el secretario y varios escribanos cerca mientras cada noble exponía su asunto el que se discutía en el lugar. Las audiencias habían comenzado bien temprano sin la presencia del príncipe heredero lo que causó inquietud y curiosidad. Cuando el rey le preguntó al chambelán por la ubicación de su hijo, este le dijo en reserva lo que había pasado ayer después de que llamó a la dama al despacho y como el príncipe heredero había ayudado a la joven más pequeña. El rey se mordió la lengua, culpable, al ser el responsable de que una pequeña niña tuviera una experiencia tan negativa independiente de quien fuera. Después de hablar con la joven no pudo comer ni dormir. De lo que se había enterado era algo inesperado y a la vez sobrecogedor. Con el voto de silencio que había jurado, tenía que guardarlo para sí, sobre todo cuando él mismo había ordenado el divorcio de su propio hijo sin pensar en nada más o si Connor realmente quería a la mujer y al hijo que llevaba en su vientre. Él en persona se había casado a los dieciséis años mediante una alianza política, pero había tenido la suerte de que los sentimientos entre ambos surgieran con el tiempo y se enamoraran teniendo dos hermosos hijos. El orgullo y la fuerza que veía en la joven eran de admirar y ahora reconocía el error al menospreciarla sin darle una oportunidad. Cuando estaba absorto en esos pensamientos, el sonido de las puertas atrajo su atención y más aún cuando sus dos hijos entraron lado a lado al salón creando una ola de murmullos y comentarios entre los nobles. - Buenos días, padre. - dijo George inclinándose respetuoso - Lamento llegar un poco tarde. - Buenos días, padre. - dijo a su vez Connor imitando la acción - Vengo a informar sobre el estado de mi esposa. Las exclamaciones se alzaron en el lugar y Joseph frunció el ceño. Niño astuto. Expresarlo frente a los nobles podría hacer difícil que negara el matrimonio, pero su tozudo hijo olvidaba quien era. - No he aprobado el matrimonio, príncipe Connor... - advirtió. - Me adelanté, padre. - dijo George - He enviado un comunicado a la cámara de los lores informando que mi hermano ha contraído nupcias tal como era tu deseo al enviarlo en este viaje. Joseph lo miró sorprendido ¿Desde cuando había cambiado de opinión? - Agradezco que permitas que la princesa se quede en el palacio hasta que su salud se estabilice. El médico real la ha revisado y todo ha avanzado bien. Además, su hermana también se está recuperando del incidente de ayer. Tuvo un gran susto por alguien inescrupuloso que no pensó en ellas. - ¡Connor! - exclamó sabiendo que se refería a él. - Tengo a personal del ducado conmigo para cuidar de mi esposa por lo que sólo pido guardias en los apartamentos para impedir que la molesten y pueda descansar. La niñera real la está cuidando en persona por lo que sé que está en las mejores manos. - ¿Y si ya has organizado todo para que le preguntas? - preguntó el rey con una mueca. - Es por deferencia, sabes que mi esposa es muy apegada a la familia y se enojará conmigo si no te aviso. George se rio bajo lo que sorprendió a los nobles. El príncipe heredero no expresaba sus emociones abiertamente. - Llevaré a Connor a la abadía para presentar el certificado de matrimonio. Sería ideal llevar tu carta de aprobación también, majestad. - le dijo y a esas alturas los nobles estaban conmocionados en tanto la conversación avanzaba. - ¡Ustedes! ¿En qué están pensando? - exclamó - ¡¿Cómo pueden tener tal descaro? ¡¿También van a programar el bautizo?! ¡No he aprobado este matrimonio! Casi de inmediato se mordió la lengua. Había sido imprudente. Ahora toda la corte sabría que había un príncipe real en camino y supo que iba a ser un desastre cuando vio las expresiones de los nobles. - Hay, padre. Quise ser cuidadoso ya que no hemos pasado el tiempo delicado y tu mismo pediste esperar a que el médico pueda sentirlo... - dijo Connor con una sonrisa divertida - Sabes que las náuseas y desmayos la han hecho pasar por un mal momento ¿No es por eso por lo que la dejaste en reclusión? ¿Para que tu nieto no corra peligro? El rey no supo qué decir, lo habían acorralado. Tuvo que reconocer que les había enseñado bien. Suspiró antes de hablar. - Prepararé la carta en cuanto termine aquí. Debido a que el matrimonio y el embarazo real se han hecho públicos, tu esposa permanecerá en el Palacio hasta que el embarazo sea estable. Continuarás con tus responsabilidades en la administración e informa al secretario si se requiere algo más. - He hablado con mi hermano para que trabaje en mi despacho. - dijo George sorprendiendo aún más a su padre - Creo que el que se mantenga ocupado lo distraerá de la salud de Lady Amélie. - Gestiónalo como desees. - dijo agotado de tantas sorpresas - Asignaré un asistente permanente para Connor. - Gracias, padre. - dijo el joven aludido inclinándose - Amélie estará muy feliz por tu consideración. Me dijo que tuvieron una buena charla en privado. - Es una dama interesante... Necesitamos conocerla más... - dijo críptico y les hizo un gesto para que se sentaran junto a él - Ambos participen de la audiencia. - les dijo - Luego podrán ir a la Abadía. Los dos jóvenes obedecieron y el lugar pareció calmarse el resto de la reunión hasta que las audiencias terminaron y todos salieron como un rayo cuando el rey se retiró. Era más que obvio que la noticia se iba a correr como pólvora en Londres y por qué no, en Inglaterra.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD