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1189 Words
Vas A Tener Que Ayudarme Connor resopló, agitado. Tenía que pedirle ayuda. No aguantaría mucho más. - El cuerpo de las mujeres está diseñado para recibir esto dentro de ellas. Como una llave a una cerradura... - le explicó y se rio ronco al pensar en la analogía tan ridícula que la fiebre le había dado. - ¿Quieres que eso entre en mi cuerpo? - le dijo retrocediendo un par de pasos. Connor se incorporó para sentarse en el sofá con la erección a la vista, sin inmutarse por la expresión de la joven o que su mirada pasaba de su polla a su cara alternadamente. - Si me desmayo sin correrme podría dejar de respirar o peor. Atacaré a cualquiera para saciarme. - Sus ojos estaban cada vez más turbios y respiraba con dificultad - Tu eliges... o saldré con la polla afuera y tomaré a cualquiera que se me cruce. - Podría ser arrestado... - En este momento me importa una mierda... Sólo quiero que esto pare... Me duele... Amélie dudó antes de mirarlo, el joven respiraba cada vez más irregular y su mano temblaba al agarrar su m*****o en tanto subía y bajaba por él. - ¿Qué debo hacer? - preguntó cuando lo vio apretar el pecho con la mano y gemir de dolor. - Ven. - le dijo extendiendo el brazo para que se acercara. - Siéntate sobre mí... mirándome. La joven obedeció poniendo una rodilla en el sofá con cuidado, titubeante, pero Connor no estaba en condiciones para ser paciente. La agarró del brazo con la mano libre mientras que con la otra rebuscaba entre la falda y las enaguas para bajar su ropa interior y alineaba su polla a la entrada de la mujer. Sin ningún preparativo, la empaló aferrándola por la cintura para que no se moviera, siseando de placer. Amélie lanzó un grito ahogado y se aferró a sus hombros llorando por el dolor que sintió. Abrumada, apoyó su cabeza en el hombro sin dejar de llorar ya que el hombre comenzó a entrar y salir de ella sujetando sus nalgas como una muñeca levantándola y bajándola para hacer fricción. - Mierda, eres muy estrecha... - siseó mordiendo su cuello sin dejar de embestirla, pero la joven no habló, sólo se aferró a él, llorando. Connor sudaba y el calor de su cuerpo traspasaba la delgada tela de la muselina del vestido. Estaba perdido en el aroma a flores y miel de la joven y en lo maravilloso que se sentía su interior al entrar y salir. Estaba estrecha por lo que sabía que no iba a demorar en correrse. Nunca había tomado a una sirviente, pero la joven era suave, lo confirmó cuando metió las manos bajo las telas para afirmar sus nalgas directamente. Se imaginó su cuerpo desnudo sin todas esas ropas, sus senos plenos que ahora se golpeaban con el suyo cuando la embestía, su boca, sus labios entreabiertos diciendo su nombre... - Mírame. - ordenó con voz ronca - Voy a correrme dentro de ti. - pero la joven negó con la cabeza llorando bajo - Mírame o te dolerá más. - le dijo frustrado levantando las caderas y bajando a la mujer de forma brusca para llegar más profundo. La acción fue recompensada por un grito de la joven mezcla de dolor y sorpresa - Mírame. - ordenó de nuevo. Amélie levantó el rostro para mirarlo y por un momento, la mente confusa de Connor se despejó. Las lágrimas corrían por sus mejillas y sus dientes estaban apretados para controlar el dolor que Connor sabía que estaba sintiendo posiblemente con las paredes sangrando en el interior de la boca. El golpe de la bofetada ahora estaba hinchado al igual que el labio partido, pero la mirada desafiante de la joven lo confundió. Era claro que no lo estaba disfrutando, al contrario, le dolía, pero no mostró debilidad o temor frente a su rudeza. Su mirada fría lo sobrecogió, no había deseo o placer como con las otras mujeres con las que había estado, solo un deber biológico para ser la cerradura que su llave necesitaba a causa de la droga. Mierda ¿Así se veía él cuando cogía a sus amantes? Podía fingir cortejarlas y besarlas para excitarlas, pero sólo se enfocaba en su propio placer. Pero esta joven, no sentía placer, si no dolor y, aunque debía estar incómoda, se mantuvo firme para él. - Abre la boca. - le dijo con voz caliente y la joven obedeció para que luego Connor tomara su boca en un beso. La sintió tensarse y tratar de alejarse, pero no cedió a eso, le sujetó la cabeza con la mano para mantenerla cerca. La besó con rudeza, aunque pudo notar su inexperiencia. Metió la lengua para buscar la suya y acarició sus mejillas encontrando las heridas que supuso previamente y la saliva se mezcló con el sabor metálico de la sangre. La besó hasta que él mismo se sorprendió, excitado por la exploración, pensando en enseñarle a besar cuando no se estuviera quemando por dentro y la polla le doliera como en ese momento. Quería llegar dentro de ella, que lo viera llegar al orgasmo, que viera el placer que le provocaba. Que egoísta, pensó. Quería que ella viera que iba a correrse por ella, que ella era la que lo estaba excitando hasta casi volverse loco. Desesperado, embistió más profundo cuando sintió que se acercaba al clímax. Sus gemidos roncos, retumbando en la habitación fueron nuevos para sí mismo. En otras ocasiones, los gemidos estridentes de sus amantes era lo único que escuchaba y ahora deseó escuchar los que saldrían de la mujer frente a él si estuviera envuelta en el placer. Con un gruñido gutural, se vino en su interior aferrándola contra su cuerpo como si aliviara el fuego de su interior mientras su m*****o pulsaba para vaciarse por completo. Podía sentir los espasmos en su bajo vientre. - Me corrí mucho. - le dijo el joven después de regresar a sus sentidos levantando el vestido para salir de ella y una gran cantidad de semen espeso se deslizó entre las piernas de la joven. - ¡Lo tengo! - exclamó Ethan interrumpiéndolos, abriendo la puerta con estruendo, pero se quedó rígido cuando la joven se levantó avergonzada dejando a la vista la entrepierna de Connor con la polla parcialmente erecta con restos de fluidos en ella - ¡Mierda, Connor! - gritó dejando las cosas sobre el escritorio - ¡¿Qué hiciste?! La joven roja de vergüenza se inclinó para recoger el chal y la canasta y corrió hacia el exterior pasando junto al escolta. El joven miró a la mujer y luego al príncipe incrédulo. - Era un afrodisiaco... - gimió Connor echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos - Me ayudó... - ¿Y tú? Mira tu polla, imbécil .- exclamó Ethan echándole los trozos de hielo en la cabeza, sorprendiéndole. - ¡¿Qué demonios te pasa?! - le gritó levantándose más estable y jadeó cuando miró su m*****o. Sangre. La mujer era virgen - Oh, mierda...
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