La Audiencia
El salón de la corte estaba iluminado por candelabros de bronce que brillaban en los techos altos, proyectando largas sombras sobre los nobles de pie alrededor de una gran mesa de madera pulida en medio del salón antes de llegar al trono.
Connor había preparado todo con anticipación y ya estaban los asistentes para sostener los planos que quería mostrar. Había solicitado al chambelán que pusiera una silla cerca de la mesa para su padre en tanto los demás escucharían de pie. También solicitó que no se llevara alcohol mientras se hacía la presentación. Necesitaba estar despejado al igual que los que iban a escucharle.
- ¡Su majestad, el rey ingresa al salón acompañado de sus altezas reales! - anunció un sirviente y los nobles se inclinaron frente al rey cuando éste pasó a su lado y se sentó donde el chambelán le indicó. Miró a su hijo en silencio y sonrió. Se había preparado bien.
George se quedó de pie cerca de su padre y asintió cuando Connor carraspeó para hacerse escuchar.
Todos vestían con elegancia, observando con ojos críticos al hombre que estaba a punto de hablar: el segundo príncipe, Connor. El joven sabía que su reputación lo precedía, una mezcla de indiferencia y rebeldía, conocido más por sus aventuras y desplantes que por su compromiso con los asuntos del reino. Sin embargo, hoy era distinto y eso tenía intrigado a los nobles quienes habían llegado en masa para escuchar lo que el príncipe tenía que decir. Varios de ellos se sorprendieron cuando el informativo de las audiencias de esa semana incluía el nombre de su alteza real. No había pasado antes.
Connor se puso de pie con la espalda recta y el porte firme, una leve sonrisa en los labios. Sus ropas estaban impecables, aunque sin la pompa excesiva de la corte. Había algo en su actitud que denotaba seguridad.
- Caballeros. - comenzó, su voz resonando con claridad en la gran sala - Estoy aquí para presentarles un proyecto que cambiará el futuro del reino: los barcos a vapor.
Un murmullo recorrió la sala. Los nobles intercambiaron miradas escépticas. Uno de ellos, Lord Farleigh, un hombre mayor de rostro enjuto y una mirada severa, fue el primero en hablar.
- Príncipe Connor, disculpe mi franqueza, pero este viejo servidor está aquí para evaluar ideas viables, no sueños de un joven príncipe que aún no ha demostrado tener la seriedad necesaria para tales empresas ¿Qué garantía tenemos de que este... proyecto no será una quimera más después de una noche de juerga?
El hombre fue descarado por lo que hasta el rey le dio una mirada severa. Sabía que Connor era considerado inmaduro e irascible, pero seguía siendo un príncipe.
- Cuide sus palabras, Lord Farleigh. - siseó Joseph amenazante - Es al príncipe al que se dirige.
- No te preocupes, padre. Tal como milord lo menciona, es un viejo servidor. - intervino Connor con una sonrisa burlona que hizo que el hombre se tensara.
El joven lo miró, sin perder la compostura. Sabía que esperaban de él una reacción impulsiva, como tantas veces en el pasado, pero esta vez estaba preparado.
- Lord Farleigh, entiendo sus preocupaciones. - respondió Connor con una calma calculada -La diferencia entre un sueño y un proyecto real está en los detalles. Y si me permiten, estoy aquí para ofrecerles exactamente eso.
El príncipe hizo un gesto hacia un mapa que los sirvientes del ducado desplegaron, sujetándolo frente a ellos, mostrando las rutas marítimas que el reino controlaba, con anotaciones en tinta sobre los tiempos actuales de viaje y el potencial de las rutas con los nuevos barcos a vapor.
- Estos barcos reducirían los tiempos de navegación en casi la mitad. No dependeríamos de los vientos, ni de las mareas, ni del capricho de la naturaleza. La tecnología ya ha sido probada en otros reinos, pero ninguno tiene el alcance que podría tener Inglaterra si somos los primeros en adoptarla a gran escala.
- ¿Y el costo? - preguntó otro de los nobles, Lord Harrow con un tono escéptico - Las arcas reales no son ilimitadas, considerando lo que se debe pagar en extravagancias, joyas y vestidos para sus amantes. - se burló levantando risas entre los hombres, pero Connor lo ignoró.
- Inglaterra no tiene fondos ilimitados para experimentar con maquinaria que aún está en su infancia. Además, aún estamos combatiendo en suelo italiano con Napoleón. - dijo otro.
Connor sonrió ante la mención de los costos, como si hubiera anticipado la pregunta.
- Ah, el costo. Justamente he calculado eso también. - dijo mientras señalaba un conjunto de tablas y gráficos en los documentos que estaban sobre la mesa para que pudiesen verlos - Si bien la inversión inicial es significativa, en un plazo de cinco años habremos recuperado el doble, si no el triple, de lo invertido. No se trata solo de una ventaja tecnológica, sino de una ventaja comercial y estratégica. Seremos capaces de dominar rutas que otros reinos no podrán mantener, porque sus barcos aún estarán a merced de las corrientes y las tormentas.
Un tercer m*****o del directorio, el influyente Lord Bexley, cruzó los brazos, su expresión era de desdén.
- ¿Y quién va a liderar este proyecto? ¿Usted, alteza? - dijo, su tono sarcástico arrancó algunas risas contenidas entre los demás - No tenemos la impresión de que sea el tipo de hombre que pueda llevar a cabo algo de esta envergadura.
Connor respiró hondo, notando la trampa que le tendían. Estaban buscando que cometiera un error, que se ofendiera, que demostrara que aún era el joven impulsivo de antes. Pero en lugar de caer en la provocación, dejó que una sonrisa tranquila cruzara su rostro.
- Mi reputación, Lord Bexley, no es desconocida para nadie en esta sala. Y si han venido esperando que les dé la razón y me retire, me temo que se van a decepcionar. Este proyecto no es sobre mí, es sobre el futuro del reino. Y les aseguro que tengo el equipo más capacitado para liderarlo ya que, a diferencia de mi hermano y sus habilidades diplomáticas, yo siempre he estado al aire libre y conozco de lo que es capaz nuestra gente. - Hizo una pausa, permitiendo que sus palabras resonaran - Además, si hay dudas sobre mi capacidad, les propongo algo: que se evalúe el progreso del proyecto a intervalos de seis meses. Si en algún momento demostramos no estar a la altura, estaré dispuesto a retirarme y ceder el control a alguien que la cámara de los lores elija.
Connor se mantuvo firme en su postura.