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Sigue A Tu Corazón George levantó la cabeza, sorprendido por el consejo de su hermano. - Tú sabes lo que representa. Si rechazo a la princesa, será un escándalo. Las consecuencias políticas serían desastrosas. Connor asintió. Sabía lo que estaba en juego. La princesa de Prusia era una mujer de noble cuna y su llegada no sólo aseguraría la estabilidad de la familia, sino que elevaría su posición en toda Europa sin contar con la alianza con el imperio sacro romano. Pero también sabía algo más. Sabía que George no sobreviviría emocionalmente si se obligaba a seguir un camino que lo destrozaba. Quizás era la primera vez que su hermano quería algo sólo por si mismo y no por el deber y su posición. - George. - dijo Connor con un tono más suave - A veces hay cosas más importantes que los compromisos políticos. La princesa llegará en seis meses, pero tú ya has dado tu corazón a otra persona. Si no resuelves esto ahora, estarás atrapado en un matrimonio que te destruirá. Y lo que es peor... destruirás a Rose en el proceso. George cerró los ojos, el peso de las palabras de Connor cayendo sobre él. Sabía que su hermano tenía razón. Pero ¿Cómo tomar una decisión cuando las dos opciones parecían condenarlo? - No sé qué siente, Rose... - murmuró, pero su hermano lo escuchó. - No lo sabrás si no se lo dices... Connor lo observó con compasión. Sabía que estaba pidiendo algo monumental a George, algo que podría alterar el curso de sus vidas. Pero también sabía que, si no lo hacía, su hermano acabaría pagando un precio mucho más alto. - Si de verdad amas a Rose, - añadió Connor - haz lo que sea necesario para estar con ella. Aunque te cueste todo lo demás. La habitación quedó en silencio, rota solo por el crepitar lejano del fuego en la chimenea. George no dijo nada, pero en su rostro, Connor pudo ver que la lucha interna continuaba. No era una decisión que se tomara a la ligera, y los próximos meses serían determinantes. Connor se levantó lentamente, dejándolo con sus pensamientos. Pero antes de salir, se volvió una última vez hacia su hermano. - Haz lo que tengas que hacer, George. Solo recuerda... el tiempo no espera a nadie. Tendrás que decidir... George apartó la mirada, pero no negó la afirmación. - ¿Cómo pudiste tomar la decisión de desposar a Amélie? Sabías que íbamos a oponernos. La corte aún estaba envuelta en una tormenta de críticas, murmurando sobre lo inapropiado de la unión, pero Connor se había casado por el embarazo y por el trato con Mel. Para el exterior, se había enamorado de la mujer que había reencontrado y seguido adelante, ignorando las consecuencias y abrazando el amor. Debía verse muy romántico. - George, lo que te voy a decir no será fácil de escuchar, pero sabes que hablo por experiencia. - dijo Connor, con una mezcla de seriedad y afecto fraternal - La corte, las alianzas, las expectativas... todo eso es importante, pero si no sigues tu corazón, terminarás sintiéndote vacío. Créeme, lo sé. Yo enfrenté esa misma presión cuando me casé con Amélie, contra el deseo de todos. Estaba aterrado cuando viajábamos a Inglaterra, pero el tenerla a mi lado, ver esa hermosa sonrisa y la confianza que me tiene en que podré cuidarla y protegerlas a ellas y a nuestro bebé vale la pena. George lo miró, sorprendido por la mención de su matrimonio. Había sido un escándalo, aún lo era; Amélie, aunque noble, no era la esposa que la corte esperaba para Connor, era extranjera y de un país con el que siempre estaban en conflicto. Incluso ellos mismos, su familia fue duros con ella, pero Connor había perseverado y aunque la lucha era ardua, nunca se veía arrepentido de su decisión. - Sé que no es fácil. - continuó Connor, con la mirada fija en su hermano - Yo también tuve que decidir entre lo que la corte quería y lo que mi corazón me dictaba. Amélie quería alejarse de mí y llevarse a mi hijo... Por un momento hasta yo pensé que podía ser mejor que tener a un hombre inmaduro e impulsivo, pero el pensar que otro hombre hiciera feliz a mi mujer y criara a mi hijo y yo nunca supiera de ellos, me volvió loco. Al final, lo único que me salvó fue que elegí ser fiel a mí mismo, aunque estoy aterrado de equivocarme la mayor parte del tiempo. Ahora no soy sólo yo o mis responsabilidades como príncipe, tengo a alguien a quien quiero proteger y hacerla feliz. Una familia. Y tú, George, debes hacer lo mismo. No puedes vivir dividido entre lo que amas y lo que se espera de ti. George se pasó una mano por el rostro, abrumado por las palabras de su hermano. La sombra de su compromiso con la princesa parecía oscurecerlo todo y, sin embargo, el recuerdo de Rose persistía, brillando como una estrella, incluso en la confusión. - ¿Y qué me sugieres? - preguntó con desesperación - ¿Que rompa mi compromiso? ¿Que lo eche todo a perder por un amor que tal vez nunca pueda ser? Ni siquiera sé qué siente ella. Connor se giró mirando hacia la ventana, mirando hacia los jardines que se extendían más allá del palacio. La niebla lo envolvía todo, pero detrás de ese velo gris, él sabía que había luz. - Lo que te sugiero, hermano, es que no te cierres a lo que realmente deseas. La princesa llegará en seis meses, es cierto. Pero esos seis meses son tu tiempo para decidir. No te estoy diciendo que rompas tu compromiso hoy, pero tampoco te estoy diciendo que no lo mantengas si te va a destruir. Vive estos meses como si fueran tu última oportunidad de decidir por ti mismo, como familia real tenemos muy pocas cosas que realmente queremos. Una debería ser la mujer con la que compartirás tu vida, por lo menos esa. George lo observó desde su silla, la lucha interna claramente visible en su semblante. No era un hombre que tomara decisiones impulsivas, pero la presencia de Rose en su vida y su consciencia de ella la noche anterior, había cambiado todo. Y ahora, el consejo de Connor, un hombre que había desafiado a la corte y parecía estar ganando, pesaba en su mente. - La corte nunca me lo perdonará. - dijo George, casi con amargura. Connor se volvió hacia él, esbozando una sonrisa que mostraba tanto dolor como sabiduría. - La corte nunca perdona nada. - respondió - Pero lo que te aseguro es que nunca te perdonarás a ti mismo si ignoras lo que sientes. Amélie y yo fuimos señalados por todos, pero al final del día, eso ya no importa. Estamos juntos y eso es lo único que cuenta. Tenerla entre mis brazos es lo que me importa. El silencio volvió a caer sobre la habitación, pero esta vez no era tan opresivo. George inclinó la cabeza, sopesando las palabras de su hermano. La elección no sería fácil, pero ahora había una nueva perspectiva, una luz en medio de la niebla. Connor dio un último paso hacia él, apoyando una mano firme en su hombro. - Tienes tiempo, George. No lo desperdicies y recuerda lo que siempre me dices. "La corte debe servirnos, no nosotros a ellos. Somos la familia real, no nos inclinamos ante nadie." - ¿Me escuchaste? - preguntó, sorprendido. - El que parezca distraído y despreocupado no indica que no escuche lo importante, hermano. Me has protegido y cuidado siempre, eres mi preciado hermano mayor... George asintió lentamente, sin responder. Pero en su interior, algo comenzaba a moverse. Una lucha por el control, una lucha por el amor.
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