Hogar, nuevo y dulce hogar

1087 Words
Y tiene demasiada razón porque es del tamaño de mi habitación. Papá me está poniendo una prueba bastante difícil si de esto se trata todo. -Lo lamento -dice- supongo que debes sentirte mal por lo de tu papá. Enrollalo -me sugiero- acuéstate con él y que se enamore de ti para poder hacer lo que quieras con esta casucha y con él. Me acerco a él y comienzo a tocarle el rostro, usa unos horribles lentes de los noventa y un traje algo antiguo para este siglo, cuando lo entiende me ayuda con la ropa y si no fuera quien es me divertiría pero lo es así que no puedo. Lo beso y no siento nada, estoy bien y él está bien, dan ternura sus movimientos torpes. -Ya lo entiendo -dice mirándome- me quieres enrollar. Eso no va a funcionar conmigo. Se viste como Flash y comienza a prepararse la cena a media noche. Me siento demasiado avergonzada, no soy la mismísima Afrodita pero puede acostarse conmigo sin miedo a un bebé. -Solo hay una cama y un edredón -señala- así que lo compartiremos ya que no pienso dormir en el suelo. Tú estás de invitada en mi casa por lo que te adaptas a mis reglas. Plan b -me digo- recurre al plan b. -¿Entonces dormiremos juntos? -pregunto y hago un puchero, muero ignorada- no creo que sea algo cómodo. Comienzo a llorar pero no me presta atención y sigue cenando mientras mi juego de lágrimas se torna en un llanto más real, uno que no conocía hasta ahora. Se acuesta a mi lado pero no dejo de llorar por mi y mi bebé, porque a pesar de ser rico por herencia vivirá pobre. -¿Por qué lloras? -pregunta mientras se hace el inocente. Lo miro con odio, le importa mucho sólo porque le pagan por esto de ser mi niñero. Ni siquiera tiene verdadero interés en mi. -Porque estoy embarazada y no conozco al padre de mi hijo -respondo con bastante tristeza- y estoy en esta horrible casa de juguete con un desconocido a mi lado. Me he pasado con mis tonterías esta vez pero no creo que sea lo suficiente como para un bebé. Deseo que esto sea un horrible sueño. Nadie es lo suficientemente malo como para castigar a un bebé conmigo. -¿Y si empezamos a conocernos?  -pregunta- estaremos juntos nueve meses. Nadie me había querido conocer antes. No creo ser digna de que me conozcan, me agrada que me vean interesante. -Soy Sofi -digo- hija de tu jefe, perdón por lo de hace rato. Me siento bastante estúpida, estoy un poco desesperada. Y siento que mi disculpa ha sido sincera. He superado mi actuación o quizá estoy siendo sincera y ni yo lo sabía. -Descuida se que soy irresistible -dice bromeando- me llamo Jacob Palmer ¿que edad tienes? No diré nada que no deba pero supongo que aqui debo hacerlo. Me ha preguntado y no puedo esperar hasta mi cumpleaños para responder de manera distinta. -Veinte -respondo- ¿y tú? Le calculo unos 24. Me quedo con esa edad ya que así adiestra mi padre a sus perritos falderos, después de esa edad si no recibieron un lavado de cerebro por parte de su jefe ya nadie los puede dominar. -Veinticinco. Perdí pero al menos sé su edad. -¿Crees que papá me odie? Sólo quiero cambiar de tema, creo que la edad deja de tener relevancia en cuanto ambas personas la confiesan. -No -dice intentando creer lo que dirá pero se que no lo hace- sólo está molesto porque le diste noticias fuertes un sábado por la noche. Sí, claro. Cuando yo me enojo por algo simplemente me quejo o grito pero no suelo echar de la casa o del lugar al culpable de mi furia. -Creo que se me antojan unas galletas -digo- ¿tienes? ¿Son ciertos los antojos? En realidad no creo que lo sean pero soy glotona por herencia y este bebé que viene en camino solo me sirve como excusa para comer y mostrarle al mundo que soy hipocondríaca. -Creo que si -dice mientras intenta recordar- están en el último cajón, puedes comer las que quieras. Busco una y otra vez pero al final encuentro una y yo deseo un paquete completo. Al parecer alguien ofrece más de lo que verdaderamente tiene. -¿Mejor? -pregunta y por un momento me planteo decirle la verdad- ya sé que no pero se vale preguntar.  Pues estaría mejor en un lindo restaurante pero no creo que soportes eso de mi boca. -No -respondo- sigo hambrienta. Estoy siendo tan sincera como puedo. -Cuentame de ti -dice- lo que sea. Entonces comenzaré por mi más reciente error que aunque tú no logres verlo así yo sí porque me está sucediendo a mí. -Voy a decirte que en verdad metí la pata con el embarazo -digo- era horrible despertarse con náuseas y creer que era por todo el alcohol de la noche anterior. Tengo miedo de que eso le haga daño a mi bebé. Si alguien viera mi situación desde afuera se daría cuenta de que soy una irresponsable. Muy a menudo arreglaba mis problemas con unos cuantos billetes. -No creo que sea tan malo. Lo miro con una especie de odio sin conocerlo pero sé que tiene razón. -Algo más horrible que un sábado en la noche -digo- es que falta un día para navidad. Me preocupan mis regalos. -A mi me dieron un ascenso, mis padres estarán orgullosos de mi porque su esfuerzo rinde frutos. Entonces es como yo. -Yo sólo he querido complacer a papá -admito- pero él se ha decepcionado de mi. Y esto es honesto. -Ellos están orgullosos de ti -dice- creo que sólo intentan darte una lección. Me quedo en silencio sin saber que responder, desearía que mis padres opinaran lo mismo y entiendo que están un poco desconcertados por mi extravagante sentido del desastre. -¿Dormiremos juntos nueve meses? -Supongo -responde. Nueve meses durmiendo a lado de un desconocido, por lo general duermo seis horas a lado de uno. No soy muy buena con esto de estar con alguien que me rechaza. Me siento demasiado rara, podría decirse que me siento normal. -No eres fea -dice cuando cada quien está en un lado de la cama- pero estás demasiado confundida como para querer tener algo conmigo. Ya estás embarazada así que por eso no habría problema pero tengo otras convicciones. Me pregunto a qué se refiere.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD