—Adelante señora Laura —me dice el licenciado Martin abriendo la puerta de su despacho, —esto es muy raro, ya que no tuve conocimiento alguno de que su esposo haya hecho está petición —me dice entregandome un sobre y me pide que lo abra.
—¿Que es? —le digo y saco los documentos que al leerlos me sorprendo por lo que me llevo una mano a mi boca ahogando un grito y una lágrima sale de mis ojos, —esto no puede ser verdad, Flavio no pudo haber firmado esto —le digo mientras dejo esos papeles en su escritorio y pasando mis manos por mi cabeza.
—Yo también estoy sorprendido, al parecer ya fue registrado y lo que más me preocupa es que las firmas si son de mi amigo —me dice y yo niego con la cabeza, no lo puedo creer, no aceptar, —Laura, aquí hay algo muy raro, ya no eres la dueña de la empresa Textiles —me dice dándome un vaso con agua.
—Necesito ir con David, él me tiene que darme una explicación de esto —le digo levantandome y tomando mi bolso.
—No te dejaré sola, te acompaño —me dice igual saliendo de ahí, nos subimos en su auto y llegamos a la textilera.
—David, me puedes explicar, ¿que carajos es esto? —le digo entrando en la oficina de mi esposo y aventado el folder con los documentos, —explicame porque la empresa ya no pertenece a mi familia, es el patrimonial de mi hija, Luis de mi hija —le digo y este idiota sonríe.
—Cuñada, o puedo decir ex cuñada, los gastos de la enfermedad de mi flamante hermano fueron muchos por lo que la empresa estaba sufragando y debido a eso muchos clientes cancelaron y estábamos en banca rota —dice en forma burlona, veo al rededor de la oficina no es la misma de cuando estaba mi esposo a cargo, es como si no fuera mi empresa, nuestra empresa.
—¿Por qué, si esto estaba sucediendo, yo no tenia conocimiento? cómo el abogado del señor De los Santos debo estar al tanto y saber que hacer por el bienestar de la familia —le dice muy tranquilo Martin —digame señor David, ¿cuando Flavio firmo esos papeles que acreditan la venta de su empresa? —le dice —si usted hizo esto, jurelo que terminará en la carcel, vamos señora De los Santos, ya no hay nada que hacer aquí —me dice saliendo de la oficina y yo detrás de él.
Regresamos a su bufete, tome mi auto y me regresé a casa, en el camino iba pensando, ¿de ahora en adelante que voy a hacer?, llegó a mi casa, entro al despacho y reviso otra vez esos documentos, no logro entender como Flavio no se dió cuenta de lo que firmó, no yo me di cuenta, también es mi culpa, descuidé la empresa, confíe en su hermano por ser familia, pero ahora veo que fui una ingenua sabiendo que su familia me odia, nunca han aceptado que me haya casado con Flavio.
abro mis cuentas, ya no me queda mucho dinero, los ahorros se han agotado.
Me voy a mi habitación con mil pensamientos, mañana lo primero que haré es hablar con Martin, sobre el testamento no quiero más sorpresas, voy a la habitación de mi niña, no la he visto en toda la mañana y la tarde, está dormida, sus ojitos están hinchados, ha llorado mucho y eso me parte el corazón, me siento en la cama, le acaricio su cabello y le doy un beso en su frente.
—Todo el día ha llorado y no ha querido comer, hace poco se quedó dormida —me dice Nora preocupada —señora, mi niña está muy triste por su papá, no se cómo alegrarla —me dice pasandome una taza de té.
—Lo se Nora, yo también lo extraño, pero vamos a salir adelante —le digo con una pequeña sonrisa —necesito hablar contigo y espero me entiendas, Nora eres una buena niñera y amas a mi hija, solo que ya no podré cubrir tus honorarios, perdí todo, solo tengo esta casa o eso creo —le digo y una lágrima cae por mi mejilla.
—Señora —se acerca a mi y me toma las manos —no se preocupe por mi, de todos modos usted sabe que no tengo familia y ni a dónde ir, déjeme quedarme a su lado y al de mi niña Natalia, ya cuando usted se recupere me irá pagando, no las quiero dejar solas —me dice y me da un abrazo que así abrazadas suelto un llanto que tenía retenido desde la mañana que me enteré de que me he quedado sin nada.
Le conté todo a Nora, sobre la situación de la empresa y quizá los planes que tengo que hacer de ahora en adelante, me dió ánimo, me sentí un poco más tranquila, se que por lo menos me desahogué con alguien y aunque no he solucionado nada, ya mañana será otro día, preparamos la cena y vi bajar a mi princesa, me limpie las lágrimas y fui a su encuentro, la abracé fuerte, y le di muchos besos.
—Mi princesa vamos a comer aunque no tengamos hambre, no quiero que te enfermes o no te va a gustar que yo me enfermé ¿verdad? —le digo llevándola abrazada a la cocina, ya Nora había servido nuestra comida —tambien trae tu plato Nora, vamos a comer las tres juntas, de ahora en adelante somos familia —le digo sonriendo y ella hace caso.
Comimos en silencio, después lleve a mi hija a su habitación, se dió un baño en lo que le preparé su pijama, le ayude a acostarse.
—Mami, tu no te vas a morir ¿verdad? —me dice mi hija con sus ojitos llorosos.
—Mi amor, por el momento solo nos tenemos la una a la otra —le digo señalándonos —de ahora en adelante vamos a salir juntas, tu Papi nos está cuidando desde allá arriba, y estará aquí siempre —le digo señalando su corazón, le doy un beso y la tapo con su cobija para que duerma —duerme mi niña, mamá te ama y papá también.