¿Enngel Green?

1990 Words
Ediel. Hablaré de esta historia desde horas antes de la cena. Estaba frente al espejo de mi habitación arreglando mi corbata, vestía un traje azul oscuro y llevaba el pelo en un estilo que parecía despreocupado y a la vez bien peinado. Daría una cena en la que le presentaría a Agatha con mi padre. En el ámbito laboral, ella demostró buenas habilidades, teníamos algún tiempo compartiendo, a pesar de que yo estuviera ocupado entre el Wall-Harper y Harper y asociados, ella lograba almorzar conmigo. Iba a presentársela porque pretendía que trabajara con nosotros. Ella expresó sentir algo por mí, pero yo no era un hombre que anhelara estar en una relación amorosa. Tocaron la puerta de mi habitación, dije que pasaran. Con una reluciente sonrisa apreció, Adrián. Sacudí levemente la cabeza, no me sorprendió que llegara temprano. —¡Te estás poniendo muy guapo! —dijo él, parándose a mi lado frente al espejo —. Te doy un 10 de 10. —No quiero tus halagos, me asustas —dije, él hizo sonar una fuerte carcajada. —Cálmate, amigo. Olga puede probar que soy tan hombre como tú —dijo con orgullo y tono de broma al final, pero eso no evitó mi mirada afilada. —Déjame ayudarte con la corbata. —Adrián intentó acercarse, lo detuve con la mano. Volvió hacer una carcajada. Me preguntaba como lo soportaba tanto. —Ya lo he hecho. Mantente alejado, hermano. —Terminé de arreglarme los gemelos. Caminamos hacia la puerta y salimos al pasillo. Él y yo teníamos la misma estatura, era un italiano que llevaba diez años en Inglaterra. Lo conocí en la universidad, lo volví a buscar cuándo quise hacer de mi firma un proyecto ambicioso. Se convirtió en uno de mis mejores abogados y amigos. —¿Estás seguro de que quieres a Agatha trabajando contigo? —preguntó, buscado algo en el bolsillo de su saco. Él siempre iba sin corbata y solo usaba trajes de dos piezas, no era algo en lo que solía fijarme, pero cuando era evidente no lo podía evitar. —Tiene buenas ideas, creo que puede ser un buen elemento —respondí. —Ella tiene sentimientos por ti, si decides intentarlo y no funciona, ¿piensas que podrán continuar con una actitud profesional? —No mezclo lo laboral con lo personal. Si decido intentarlo, ¿por qué no funcionaría? —Amigo, te conozco. ¿Recuerdas que saliste con la chica del café y solo duraron una semana? —Adrián puso una mano en mi hombro y sostenía un sobre con la otra. —No era mi tipo —me excusé. —Nadie lo es, y si lo tienes, ni tú mismo lo conoces. —¿Tan exigente consideras que soy? —No te he conocido un interés romántico que dure más de dos semanas. ¿Tu exesposa? Nunca hablas de ella, la única que vez que lo has hecho ha sido cuando alucinaste con verla. —Cállate. —¿De verdad la viste en la casa de campo? Estábamos desde muy lejos, solo conociéndola tan bien podrías saber que esa figura era la suya. Me detuve para amedrentarlo con la mirada, levantó una mano en señal de que se rendía y con la otra me entregó el sobre que había sacado de su bolsillo. Bajamos las escaleras dirigiéndonos a la cocina. —Tal vez mi sombrero de paja no me dejó ver bien, aunque no podría reconocerla, si no le he visto más que por fotos. —Adrián retomó el tema. —¿Dejarás el tema o te obligo? — amenacé serio. Él bufó con diversión. Era la única persona que no se tomaba en serio mis amenazas, en el trabajo, solo con decir que estaba enojado, todos se daban por despedidos. En la cocina busqué por Odette, guardé el sobre mientras veía que Adrián se acercaba a la mujer. Me aproximé un poco más y pregunté si había conseguido el vino que encargué; dijo que mi padre se había ocupado de ello, fui hasta la isla de la cocina, vi que el vino no era el que yo ordené. —Non ci credo! —exclamó Adrián —. Me gusta mucho esta comida, recuerdo a mi querida Italia. —Una buena pasta para cenar. El señor Emerson se encargó de elegir el menú —aclaró Odette con una sonrisa. —De cambiarlo —corregí —. Primera vez que me pongo en estas y mi viejo me contradice. No me gustan sus elecciones. Pregunté dónde estaba Emerson, Odette dijo que salió y solo Alfred sabia a donde: como siempre. Esas elecciones, cosas como esas, solo se veían en los cumpleaños de… «Te encanta joderme, Emerson Harper» Salí de la cocina, fui al jardín y para mi sorpresa, Agatha ya estaba en la casa y yo no me había enterado. Me acerqué, mientras Adrián me alcanzaba con un vaso de no sé qué en la mano. Saludé a Agatha, que platicaba con mis hermanas. Ella llevaba un vestido rojo que le dejaba lucir un cuerpo hermoso. Su pelo n***o iba suelto y sus labios en el mismo color de su vestido. Su título de modelo no era por nada. —Hermano, tu amiga ha estado aquí desde hace media hora —me dijo Aslie. —Lamento haberte hecho espera Agatha —me disculpé. —No te preocupes, Ediel. Tus hermanas me han hecho compañía —dijo ella. Olga sirvió vino para mí y para Adrián, aunque solo me ofreció la copa a mí. No entendía como esos dos habían tenido un amorío, por lo menos mi amigo era maduro y manejaba bien la situación. Las chicas hablaban de cosas triviales; Aslie hablaba de su trabajo en el colegio, me parecía un ser muy noble y bueno como para merecer al aprovechado que tenía por marido. Olga dijo que salía con Edgar Hill, a Adrián no pareció afectarle nada. Hablamos un largo rato esperando a Emerson. Se acabó la primera botella de vino, abríamos otra, seguimos platicando a gusto hasta que Aslie preguntó si salía con Agatha, no quise confirmar nada. —Tal vez es muy evidente que, Ediel me gusta —dijo Agatha mirándome directamente a los ojos. —¿Al fin tendrás una relación, hermano? —preguntó Aslie con una sonrisa. —Vamos, no lo presionen. Los hombres no funcionamos así. —Me ayudó Adrián. —¡Hombres! —bufó Olga. —Agatha y yo tenemos una relación de trabajo, somos amigos, sí. Si decidimos avanzar será nuestro asunto —aclaré. —Tal vez sería bueno que salieras con alguien, a veces necesitamos tener una compañía —comentó Aslie con ternura. —Supongo que como tú y Owen —ironizó Olga. Cualquiera que escucha aquel comentario diría que odiaba a Owen, pero solo ella y Aslie soportaban a mi cuñado. —A mí no me molestaría ser la compañía y el apoyo de su hermano. Espero que tu padre crea que soy una buena amiga y tal vez así se convenza de que puedo ser una buena compañera —Agatha habló con ilusión. No me gustó su comentario. —Eres mi amiga, no tienes que demostrarle nada a mi padre —dije. —Te dice que no intentes pasar la prueba. Para mi padre, solo existe una mujer aparte de sus dos hijas y exesposa merecedora del Harper —dijo Olga jugando con su copa. —¡Olga! — hablé entre dientes. —Sé sincero desde principio, Ediel —agregó, pude ver como Adrián asentía levemente —. Es una pena Agatha, pero mi padre solo tiene un prototipo de nuera perfecta; por desgracia, Enngel Green solo hay una. Y digo, por desgracia, porque ella no es mi persona favorita. Aun así, no intentes agradar a mi padre, solo conseguirás lo contrario. —¿Enngel Green? —preguntó Agatha desconcertada. —¿No sabías que Ediel estuvo casado? —inquirió Aslie dándome una mirada recriminatoria, ella no era partidaria de las mentiras. —Sí, Ediel me lo dijo. Todos saben que es divorciado, pero no sabía el nombre de su exesposa. —Por suerte, ella se fue del país —celebró Olga. —Solo queda el recuerdo de que fue alguien muy especial para la familia —dijo Aslie. Ella no compartió mucho con mi exesposa, sin embargo, Emerson se encargó de que hasta Aslie mantuviera recuerdos de ella. —¡Basta ya! No se habla de los muertos —dije firme. Todos guardaron silencio. Adrián apartó el rostro, mientras fruncía los labios, evitando una sonrisa… «Idiota» Alfred llegó a nosotros y nos avisó que mi padre nos esperaba en el comedor. Mis hermanas avanzaron primero con Adrián tras ellas. Me acerqué a Agatha para disculparme por los comentarios de Olga. Por desgracia, mi hermana siempre ponía la manzana de la discordia sobre la mesa. Agatha me regaló una sonrisa y me aseguró que no pasaba nada. Intentó dejar su copa y derramó el poco de vino que quedaba en mi camisa. Sé disculpo y quiso limpiarme, pero le pedí que se adelantara al comedor mientras yo me limpiaba. Subí a mi habitación y cambié la camisa, bajé de nuevo y me encontré con Alfred. Me informó que todos estaban en la mesa; Odette preguntaba cuántos plantos debían poner y cuando Alfred pronuncio el número siete me sorprendí; pregunté si había alguien más y me confirmó que Emerson tenía una invitada, eso era extraño. «¡Emerson!» Me dirigía al comedor apartando cualquier pensamiento; terminaba de arreglar mi saco mientras entré, me disculpé por la tardanza. Cuando fijé la vista en la cabecera de la mesa, sentí que el tiempo pasaba en cámara lenta. Ahí, a unos metros de mí, estaba ella, sentí como si por unos segundos todos hubieran desaparecido; no podía apartar la vista y me vi impotente. Sostuve la mirada de la chica junto a mi padre, sus ojos color miel me veían diferente, llevaba un vestido blanco como el día que se fue. Todos tomaron asiento cuando Emerson lo pidió, pero yo no lo iba a hacer, al menos que me explicara que hacía aquella mujer ahí; él lo entendió por lo que salió del comedor y yo tras él. —¿Qué hace ella aquí? —pregunté cuando llegamos a la primera sala. —¿Ella? ¿De quién hablas? —Emerson se hizo el tonto, yo sabía a lo que jugaba. —No estoy para juegos, Emerson. Explícame qué hace aquí. —No sé quién es ella, y no soy un hombre que te deba explicaciones, hijo. —¡Sabes que me refiero a Enngel! ¿Por qué está aquí? —¡Ah! Enngel… claro. Es mi hija, ¿por qué no podría traerla a la que es mi casa? —¡Porque yo vivo aquí! —espeté hastiado. —¿Y eso debería ser un impedimento? —Emerson se río —. Más bien, dime quién esa jovencita que está allá y qué hace aquí. —Se supone que también es mi casa, así que puedo traer a quien yo quiera. —No he dicho que no, pero esta es una cena familiar y ella no es una Harper. —Enngel, tampoco lo es —acentué, él me dio una mirada asesina. —Sabes que no suelo ser grosero, pero que se vaya después de la cena. Necesito hablar solo con mis hijos, incluyendo a Enngel. —Empezó alejarse. —Me fastidias. —Algún día me voy a morir, hijo. —Lástima que eso este tan lejos. Emerson se detuvo a mirarme, aparté mi rostro y él continuó con su camino. Volví al comedor cuando, Emerson presentaba a Enngel como su hija, siempre se llenaba la boca con lo mismo. Tomé asiento, Agatha me dijo que recibió una llamada y debía irse con urgencia. Podría acompañarla, pero todavía necesitaba explicaciones de porque mi exesposa estaba en la mansión cuando se suponía que no volvería.
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