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1975 Words
Llegó temprano el día de hoy... Bueno, más temprano de lo usual, antes llegaba unos cincuenta minutos después que yo, y ahora me gano a llegar. Hace una semana que fuimos rumor de pasillo, además de mi pelea con Bruce, bueno, su pelea y la de Bruce que fue degradado a diseñador principiante, y Sharon subió a diseñadora en jefe, se alegró mucho cuando le fui a comunicar que subió de puesto. Y hace una semana que estamos en otro plan, me pregunta cosas tan básicas que me asusta, y son varias veces en las que trata de sacarme conversación sobre mis gustos y esas cosas. Me da miedo. Me habla y allá voy. —Ariel... ¿Podemos hablar?—me pregunta Taylor antes de que entré. —Taylor... —No te tomará mucho—estoy por respónderle cuando abren la puerta a mi espalda. —Es para hoy señorita, Sanders. —Lo siento—me doy la vuelta y entro en la oficina. No me dice nada sólo avanza hasta su escritorio, se sienta y se pone a leer el archivo que tiene en sus manos. Tomo mi libreta para apuntar lo que me dirá o lo que ordenará hoy. —Te quiero a las ocho en la sala de juntas—asiento anotando lo que dice en mi libreta—. No habrá junta para que no lleves la libreta en la que apuntas—asiento de nuevo. —¿Algo más? —No... Retiráte. Me levanto y me dirijo a la puerta, cuando menos lo pienso me gira y sus labios caen en los míos, me toma por sorpresa. Pero dejo que me bese. Mis manos las subo a su cuello y contesto el beso de la misma forma en que él me lo da. No sé cómo demonios terminamos en el sillón que tiene aquí en la oficina. Estoy debajo de él mientras besa mis labios con la pasión con la que lo inició. Sin querer lo giro y caemos al suelo, yo sobre él, no dice nada, sólo me deja seguir con el beso. Me separó de él para tomar aire pero lo que hace es quitarme la blusa, y regresar a mis labios. Escuchamos un ruido pero no le préstamos atención, bueno, ese es mi caso, estoy muy envuelta en sensaciones. —¿Qué no eres el que dijo que se viene a trabajar y no ha coger?—mierda. Me separo de Harry y me levanto para después tomar mi blusa e ir a ponernela en un rincón de la oficina. —¿No sabes tocar, Apolo?—soy una... Maldición. —Sí... Y agradece que no fue uno de los empleados. Me terminó de colocar la blusa, y de acomodarla sobre mi cuerpo. Me acomodó el cabello y paso mis manos debajo de mi labio superior para quitar el labial que se me haya esparcido. Tomo la libreta que se me cayó en medio de lo que sea que estuviera a punto de hacer con Harry. Ibas a tener sexo con tu jefe. Salgo de la oficina y me voy a mi lugar. Me pongo roja al recordar dónde estuve hace unos minutos. ¿Qué estaba pensando al seguirle el beso? Soy una idiota. (((Harry))) Lo escuchó decir pendejadas mientras estoy tratando de que mi excitación se baje. —Ya cállate—reniego. —Es en serio—gruñe. —Apolo, no iba a coger... Con... —¡Tenías a la chica sobre ti!—bueno. No puedo defenderme. —Apolo... Bueno... Está bien, si quería coger con ella—bufa en respuesta—, pero en mi defensa creo que merezco tener sexo con mi futura esposa... Ya que ella y yo tenemos tiempo queriendo... —Detente dos segundos... ¿Dijistes esposa? Asiento. —Pero es tu... Asistente. —¿Y?—quiere matarme—Se lo pediré hoy. Suspira y se levanta, abre un poco la cortina y ve a mi futura esposa trabajando en su lugar. Me levanto y voy a dónde está, ladea la cabeza, sé que tal vez piensa que estoy haciendo algo incorrecto al tratar de casarme con ella. —Te apoyo en esto con una condición—se da la vuelta para verme a los ojos. Eso quiere decir que más me vale seguir su condición. Le doy la señal de que lo escucho. —Le vas a ser fiel y la vas a respetar además de darle su lugar como tu esposa, de lo contrario me aseguro que te divorsies más rápido de lo que te casaste, y ella ya no trabajará para ti, sino para mí. Tú decides. Serle fiel... ¿No hablara en serio? Pero por la determinación en su rostro me dice que es verdad cada una de sus palabras. —¿Y se me niego de una vez? —No te apoyo y ve como toda la familia se pone en tu contra, además de que mi madre te matará por no serle fiel a una mujer. Le aprendimos bien a mi padre. Joder. No puedo decirle que si... Pero tampoco puedo decirle que no. Me está poniendo en un maldito dilema en el que no quería participar. —Bien... Tú ganas... Le seré fiel—pero no dijo que no puedo ser un idiota con ella. —Gracias. Iré a ver cómo le digo a mi madre que tienes novia. —Deja que le diga primero. Asiente, le dejamos una última mirada a Ariel antes de salir de mi oficina e ir a la de papá que hace rato nos habló. Bueno, fue hace más de media hora, pero Apolo se tomó ese tiempo para regañarme por como me encontró con Ariel, además de que me dio tiempo a qué se me bajara la excitación y para que me arreglará. Los labios de Ariel los traigo tatuados en los míos y no puedo esperar para sentirlos en otro lado. Llegamos a la oficina de mi padre que se ve tranquilo, al sentarnos en las sillas frente a él nos dice o mejor dicho nos da una respuesta a la herencia del abuelo. —Todo tiene una laguna—lo comprobé hace rato con Apolo—, y su abuelo les dejo una... Pero no muy grande. Pueden salvarse del matrimonio forzado... Pero no de que tengan eso que les pidió. —Papá, en mi caso ya no me preocuparé por eso. Ladea la cabeza y yo le sonrió. —Me voy a casar—sus ojos se agrandan un poco—, todavía no se lo pido a mi novia, pero... —No me dijiste que tenías novia—acusa y sonrió. —No pensé que tendría que decírtelo—empecemos a jugar sin mi carta maestra—, Apolo ya la conoce, es el único que sabe de mi relación con ella. Apolo asiente mirando a nuestro padre. —¿Por qué yo no sabía de ella?—siempre voy dos metros antes que él. —No queríamos que nuestra relación fuera pública todavía—le digo y traga saliva—. Es Ariel, mi asistente. Su expresión se mantiene igual, de sorpresa, y no tiene nada que decirme sobre el puesto de Ariel, mi madre fue su secretaria antes de que se casaran. Ellos sí se casaron por amor y por metida de pata ya que Apolo se interno en el vientre de mi madre un año antes de que se casaran. Por eso le decimos a Apolo el Indeseado y mamá nos regaña cada vez que se lo decimos, ya que Apolito fue un hijo totalmente deseado aunque allá sido metida de pata de parte de ambos. —Bueno... Llévala a cenar el viernes—ahora tragó yo—, tu madre estará encantada de conocerla. Asiento y nos deja salir a mí y a Apolo, ambos nos miramos y queremos matarme por mi maldita boca, a papá no le podemos ocultar casi nada, y parece que él se dio cuenta de mi mentira. Llegamos a mi piso y caminamos a mi oficina, Ariel está platicando con Taylor, las risas de ella suenan en casi todo el pasillo. Les paso cerca para poder escuchar la conversación. —Vamos a mi departamento, cuando salgamos—la sangre me empieza a hervir de escucharlo decir aquello. —Tengo cosas que hacer—le dice ella de manera tímida. No quiere ir. A donde quiere ir, es a mi departamento para terminar lo que comenzamos en mi oficina. —No hagas nada—me dice Apolo y yo quiero ir y romperle la cara a Taylor por pedirle a mi mujer que tengan sexo en su departamento. Ella es mía no de él. —Si no se calla lo haré. Ni yo me creo mi tono de voz. Pero, sí, estoy celoso, aunque ella no sepa que se casará conmigo en menos de un mes. —Tranquilo. —Lo siento Taylor—suspiro por eso—, ya te había dicho que sólo amigos. Gracias Dios. Me encierro en mi oficina con Apolo a mi lado y es cuando se ríe de mí. No muestro ninguna expresión en mi cara, aunque los celos se me notaron a un kilómetro, y ella no los noto por culpa de Taylor que se quedó ahí con ella mientras yo quería matarlo como si tuviera tres años y agarraran mi juguete favorito. Después de que se ríe de mí como una o dos horas y yo de aguantarlo da la hora para ir a pedirle matrimonio a Ariel, saco el anillo de mi cajón y arreglo mi saco mejor dicho toda mi ropa la arreglo. Salgo de la oficina para ya no ver a Ariel en su lugar. Ya sé dónde está. Primero lo haré de buena manera y dependiendo, tomaré la decisión por la mala y espero no llegar a usarla. (((Ariel))) Llegó a la sala de juntas a las siete con cincuenta y seis minutos, no traigo mi libreta como él pidió, pero sí mi grabadora por sí ocupa lo que pase después. Saco mi teléfono para ver una foto de mí y de mi madre en estados de i********:. Niego ante la loca de mi hermana que publicó fotos de nosotras y de mamá. Mi padre falleció cuando yo tenía como doce y mi hermana dieciocho. Nos dolió mucho a los tres, digo tres porque tengo un hermano mayor. Sí, somos tres, Gretel, Cameron y yo, la niña de la casa. Doy vueltas mientras espero en la sala de juntas, no sé para que me citó en este sitio, soy sólo su secretaria, yo no debo de estar en esta sala, mucho menos sola. Veo la hora en mi reloj y mi jefe entra a las puras ocho. Sonríe al entrar y verme ahí sentada. —Me alegra saber que ya estás aquí—sonrío de manera dulce. —¿Para qué me citó? Se acerca a mí y yo tragó saliva. Se arrodilla de una forma en la que un hombre pide matrimonio a una mujer. Estoy... ¡No! ¿Qué le pasa? Dios mío. —He sido tu jefe por un año y medio—trago lentamente—. Y en ese tiempo... Bueno, no me di cuenta de que empezaba a sentir cosas por ti—niego. —Harry no es... Lo de hoy en la mañana fue sólo un... —Por favor, Ariel Sanders, ¿Me podrías hacer el honor de ser la mujer que me espere en casa después de un día largo de trabajo—se golpeó con algo—, la mujer que quiera vivir conmigo muchas cosas y yo vivirlas con ella? Lo miro a él y luego al anillo que está en la cajita de terciopelo que abrió frente a mí hace unos segundos. —No.
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