CAPITULO 3 (MAXON IVANCOK)

1126 Words
Baje lo más rápido que pude las escaleras, estaba aquí para tener información y no me perdería de ella. Al girar por un pasillo me choque con alguien. Mi cuerpo pareció impactar con una dura coraza de puro musculo definido. No le tome importancia, pero cuando me tomaron del brazo no pude avanzar, intenté soltarme, pero una voz me hizo detenerme. —Fíjate por donde caminas—Murmuró aquel hombre y sin darme tiempo a verlo se marchó. Demonios. Eso había sido sumamente raro.  Caminé lo más rápido que pude, sin duda me había perdido la llegada de Ivancok. Regrese al centro de aquel enorme salón, con los ojos repletos de nerviosismo busque al ruso que me había abandonado. Tropezar con ese tipo me quito tiempo, busque con la mirada a Dimitri y al encontrarlo rápidamente se acercó a mí, se notaba preocupado. Me sujetó del brazo apegándome a su lado. —¿Dónde diablos estabas? —Preguntó molesto, casi en un susurró evitando llamar la atención. —Por allí—Dije sin importancia, sujetando su brazo para que me soltara, estaba apretándome demasiado. Me tomó la mano y me llevo a una enorme mesa, era realmente enorme en ella podían entrar todos los invitados, con sillas labradas de caoba que tenía un alcance para por lo menos cincuenta personas debido a su longitud. Miré hacia la puerta. —¿Era él? —Preguntó una voz en mi auricular. —Creo que sí—Susurré moviendo incómoda para despistar mis palabras. —Siéntate a mi lado—Ordeno el ruso con mordacidad. A regañadientes me senté en la silla, todas las personas hacían lo mismo tomaban su preciso asiento y luego todos se quedaban en silencio. Con la mirada fija en los enormes platos de porcelana y cubiertos de plata que decoraban la mesa. Los meseros se acercaron y sirvieron más vino en las copas de cristal. ¡Pero cuanta etiqueta dios! —¿No puedo ponerme de pie? —Pregunte moviéndome incomoda en la silla, Dimitri me tomo la mano rápidamente, siendo sincera esta posición de callar y no hablar no me agradaba en lo absoluto, de hecho, era sumamente difícil, todos parecían cadáveres andantes mirando a un punto fijo y aclarándose la garganta de vez en cuando. —No, ahora no Savannah, haz lo que te digo—Dijo el tomándome fuertemente el brazo debajo de la mesa, como si aquello le ayudara a mantenerme controlada. El leve murmullo que quedaba fue callado rápidamente, las personas se quedaron quietas y en silencio como si aquello les ayudara a bajar los nervios, cuando levante la mirada mis ojos se tomaron unos segundos para no perder la compostura delante del hombre que me devolvía la mirada de manera amenazante. —Señores—Murmuró Aleksey con voz ronca. Todos asintieron ante su saludo, observe detenidamente a la mujer que lo acompañaba, su cabello era castaño claro, pero ahora no miraba en mi dirección, no podía verla, parecía estar ocupada saludando a uno de los invitados en dirección contraria.  Ella estaba tomada de su brazo firmemente, se notaba su belleza a través de las bien torneadas curvas que poseía su cuerpo.   Me quede paralizada cuando dirigió sus ojos a nuestra dirección, sus ojos verdes eran iguales a los de la fotografía y a pesar de que ahora era mucho mayor la belleza que poseía en su juventud en vez de disminuir había aumentado, su cabello castaño no presentaba ninguna decoloración y su rostro no presentaba tampoco ninguna arruga. La belleza de Eloise Johnson seguía presente. Ellos se dirigieron a los dos lugares que había en el extremo de la mesa, no muy lejos de nosotros. Intenté averiguar la forma en la que los asientos eran distribuidos, pero no pude encontrar el patrón. En ese momento lo observe a él, su cabello rubio estaba intacto, no había ni una marca de edad en su rostro y sus ojos azules eléctricos eran los más impactantes que había visto en mi vida. Eran intimidantemente hermosos. Aleksey se puso de pie. Los presentes también lo hicieron, Dimitri me tomo la mano y ayudo a ponerme de pie, rápidamente Aleksey hizo una seña con su mano e indico que nos sentáramos. Al parecer era una muestra de respeto. Mi mirada se dirigió a Diane que parecía muy contenta mientras observaba a Eloise y Aleksey de hecho ella platicaba alegremente con la mujer. —Señores, el motivo de esta reunión ha sido para festejar como todos saben el cumpleaños número veintisiete de mis dos hijos, Diane y Maxon—¿Aleksey Ivancok tenia hijos mellizos? Mis ojos escucharon atentamente lo que tenía que anunciar.  Me puse pálida al escuchar esas palabras, Diane sonrió complacida y su madre la miró con adoración. —¿Dónde está Maxon? —Preguntó Aleksey. Al darse cuenta de que su hijo no se hallaba en la mesa. Una de las mucamas se dirigió hacia él y antes de que lograra decir algo una voz ronca se escuchó en la sala ocupando toda la atención. —Aquí estoy padre—Respondió con una voz autoritaria. Mi mirada se centró en el portador de aquella voz, era un hombre muy atractivo de hecho el más atractivo que alguna vez allá visto. Su cabello era castaño claro y sus ojos eran del mismo color que los de su padre, tenía una nariz perfilada y unos labios extremadamente carnosos, tenía una ligera barba oscura que lo hacía parecer más mayor y mucho más intimidante. Su cuerpo, era fuerte, robusto a pesar de que llevaba saco se podían observar los músculos se sus brazos. El y Aleksey se saludaron con el típico saludo de manos delante del presente y le dio un beso a su madre quien recibió aquel gesto, gustosa, además sujeto las manos de la mujer para besar los dorsos de sus manos, ella sonreía. —Bien, ahora que todos estamos completos puedo continuar. Hace una semana hubo un intento fallido de secuestro para mi hija—Los presentes se notaron sorprendidos ante su declaración, el miraba molesto a las personas de la sala—Eso quiere decir que hay un traidor en esta mesa. El golpeo levemente la mesa, y me sentí pálida, Dimitri sonrió al ver mi reacción. Idiota. —Voy a repetirles lo que siempre digo—Esta vez fue Maxon el que se puso de pie captando la atención de los presentes—Cualquiera que se atreva a tocar a mi hermana y mi madre, será destruido. Rogara la muerte, pero no le quedara vida para pagar. Una sonrisa malévola apareció en sus labios, si definitivamente ese hombre no podría ser alguien bueno, pero lo único claro era su atractivo que me hizo apretar las piernas con incomodidad. 
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