—Envía a buscar a Bernadette —ordenó Marcel con voz firme, dirigiéndose al criado luego de una larga espera. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no llegaba? —Señor… ya la han buscado —respondió el hombre con vacilación. —¿Dónde? —En su habitación. En el jardín. En el ala de servicio. En la biblioteca. En la capilla. No está por ningún lado. Marcel se giró con brusquedad, como si el peso del mundo cayera de golpe sobre sus hombros. —Entonces búsquenla con Claire. A lo mejor están juntas. El criado tragó saliva, sin atreverse a alzar del todo la vista. —Tampoco encontramos a Claire, monsieur. Su habitación está vacía. El silencio que siguió fue como un disparo. Silas entrecerró los ojos. Había permanecido de pie, con los brazos cruzados y la mandíbula tensa desde que esperaban a Bernadette, pe

