“Estimado señor Laurent, Le escribo con el peso de una profunda ofensa y una indignación que apenas puedo contener, no solo como esposo de su hija, Bernadette, sino como hombre de honor cuya reputación ha sido injustamente mancillada por una acción tan imprudente como inesperada. He recibido una carta de su hija —una carta, señor, que no merezco, escrita con una audacia que no reconozco en la mujer con la que me desposé— en la que se atreve a acusarme de abandono, de infidelidad, y a solicitar, nada menos, una separación legal. No puedo sino suponer que esta decisión, tan contraria al deber de una esposa, ha sido influenciada por algún consejo malintencionado o por una grave confusión en su juicio. Por ello, me dirijo a usted, su padre y responsable de su crianza, para exponerle la verd

