El traqueteo del carruaje resonaba en el camino a Caen, las ruedas crujiendo sobre la grava, el aire fresco colándose por las cortinas entreabiertas. Bernadette, sentada en el asiento de terciopelo, miraba por la ventana, los campos borrosos bajo la luz del atardecer. Marcel, frente a ella, hablaba con Camille, su voz grave llenando el silencio. —Villa Lys está lista, Camille, recibir a una joven bella como tú nos hará mucho bien, hace tiempo que no ha habido vida en la casa, desde la muerte de mi esposa —dijo, los ojos castaños brillando, Bernadette bajó la mirada… sintiendo una punzada en el pecho ante el comentario de su padre. ¿Ella nunca apartó ninguna alegría a la casa?—. Las rosas están en flor, y hay un caballero que podría visitarnos. Es de buena familia, un comerciante con tier

