Un amor para Samantha

Samantha sale de su casa rumbo a la oficina, ella es asistente del hombre más guapo de Reino Unido, un empresario exitoso y un diseñador prometedor y Samantha es la asistente más feliz por poder trabajar con un hombre como él, y es que para nadie es un secreto que ella lleva enamorada de él desde hace dos años, bueno, para nadie excepto él. Porque él, solo la ve como su asistente. Samantha se sube al carro y antes de encender el motor, pone su canción favorita y abre la caja con su pastel matutino. Ella conduce por las calles con total tranquilidad mientras tararea con la música a todo volumen. Samantha es una mujer joven, linda de rostro con sus ojos color esmeralda que descrestaria a cualquiera, aunque en realidad no le pase a ella muy seguido, su cabello es dorado, lo heredó de su madre y su cuerpo… Bueno, ella suele bromear con que está llena de amor o que lo heredó de su padre. El teléfono de Samantha suena insistentemente, no hay que ser adivina para saber quien es, su jefe de nuevo la llama. —Sam, ¿por qué no has llegado? —Samantha aprieta sus labios, escuchar el “Sam” con su voz, la pone completamente emocionada—. Sam ¿por qué no me respondes? —Lo siento Jonathan, voy en camino. —¿Se te olvidó que hoy llega mi hermano? —Claro que no, cada asunto importante de tu agenda me lo sé de memoria. —Si fuera así, hubieras llegado hace al menos una hora —él le recrimina. Samantha sonríe, no le gusta sentir enfado por su jefe—. Hagamos algo Sam, te pasaré la llegada tarde está vez, si traes mi café, recuerda que es… —Oscuro con dos de azúcar. No tienes que repetirlo, te conozco muy bien. —Lo sé, muchas veces creo que me conoces más de lo que yo mismo me conozco. —Jonathan suelta una risa sutil. Haciendo que el corazón de Samantha vuele—. No tardes por favor. Samantha deja su teléfono a un lado y orilla su carro, pide el café en una de las cafeterías más exclusivas del sector y luego entra de nuevo a su carro. Ella abrocha su cinturón a la vez que se da sus palabras de aliento diarias. —Hoy es el día, hoy Jonathan me declarará su amor y me pedirá que seamos uno solo —ella sonríe mientras se habla. Sin embargo, cuando iba a encender su carro, este no le funcionó. Samantha se baja para poder revisar, abre el capó y ve que todo estaba conectado, por descarte desconecta con cuidado algunas cosas y las vuelve a dejar en su sitio. Ella deja la tapa del capó abierta, entra en su carro e intenta que funcione. Y, como si la vida le estuviera ayudando, el carro enciende, pero también acelera haciendo que su carro se choque con el de alguien más. Samantha cierra los ojos, ¿no podía estarle pasando esto? Ella mira el café de Jonathan y piensa en huir, pero esa no era la mejor decisión. Samantha escucha la voz de un hombre, pone la mejor sonrisa y baja de su carro. —Hola, perdón… fue un accidente, prometo que pagaré todo. Aquel hombre se gira, demasiado guapo, tenía poca barba y un traje que resaltaba su cuerpo tonificado. Él mira de arriba a abajo a Samantha y hace una mueca. —No creo que puedas pagarlo, si comparamos el carro en el que andas con el mío —dice él con arrogancia—. Mejor llamemos a la policía así te pone un comparendo, eres un peligro manejando. —Oye, ni siquiera me conoces para que me hables así. Solo dame tu número y yo pago lo del arreglo. —Él cruza sus brazos y niega—. Ay por favor, no seas duro, fue un accidente, estaba muy ocupada. —Sí, eso ya lo noté. Si no te la pasaras comiendo, seguramente mirarías al frente, —él le señala la mejilla. Samantha pasa su mano por allí y se da cuenta que tiene crema pastelera, ella cambia de colores sintiendo vergüenza. —¿Qué se cree? que puede llegar a ofenderme, sabe que estoy analizando las cosas y tal vez la culpa no es mía si no suya. —Jamás sería culpa mía algo como esto, si estuvieras concentrada en lo que te toca y no andarás delirando por otras cosas, esto no hubiera pasado. Pero como aquí llegaste a ofenderme, sin conocerme, te voy a asegurar que haré que te quiten la licencia, no tienes idea con quien te acabas de meter. —No puedo creer lo que estoy escuchando. ¡Es usted un atrevido, egoísta, petulante y misógino…! —Él se ríe, le divierte ver como ella se descontrola. —¿Terminaste? Mira preciosa… no, eso no te queda bien, espera pienso, porque no quiero mentirte, eso sería un abuso de mi parte —él bromea, ella siente como la rabia le va subiendo a la cabeza—. Mira, mi carro es demasiado costoso y lo que tú ganas seguramente no alcanza ni para quitarle con pintura ese rayón. Haremos las cosas a mi modo porque de lo contrario la policía vendrá y te lamentarás por ser tan terca e irresponsable. —Usted ya me cansó, ¿Qué se cree? No va a llamar a la policía y yo tampoco le pagaré, tuvo la oportunidad para aceptar, pero prefirió comportarse como un idiota. —Samantha se fue directo hasta su carro y sacó el café de su jefe—. Ahora sí, le voy a dar motivos para que ahora sí haga un show. Ella tomó el café, lo destapó y derramó una parte entre el carro y la otra encima de él, ella tenía una sonrisa de victoria, mientras que él había endurecido su rostro completamente. Samantha se dio media vuelta y fue directo a su carro para acelerar e irse de ahí lo más pronto posible. En el camino, no pudo evitar sentirse realmente ofuscada porque se tuvo que encontrar con un hombre tan petulante. Al llegar a la empresa, sube rápidamente y deja sus cosas sobre la mesa y va directo hasta donde está Jonathan. —Sam tardaste más de la cuenta —dice él sin siquiera mirarla cuando siente que ella abre la puerta—. ¿Al menos trajiste mi café? —Tuve un pequeño inconveniente con tu café, pero te lo compensaré después. —Él sube la mirada. —Reúne a los empleados de este piso, la presentación inicial haremos con ellos y posteriormente con los demás. Sam mi hermano viene en camino y hay que hacerlo bien. Ella sale de allí y hace todo lo que Jonathan le pide, ella va a la cafetería por el trozo de pastel para el hermano de Jonathan y cuando sube ve a todos reunidos y escucha la voz de Jonathan al fondo. —Es para mí un placer presentarles a Alexander, Él es mi hermano y será su jefe también trabajará en la vicepresidencia de la empresa y también trabajaremos con sus diseños. Quiero que le demos un fuerte aplauso. Samantha se hace paso entre la multitud, hasta llegar al frente. Cuando ve a Alexander, la caja con el pastel cae al suelo y su boca queda completamente abierta al darse cuenta que él es el mismo hombre con el que discutió por el choque de sus carros.